LOS DESDICHADOS DARWINISTAS IMAGINAN QUE EL FOSIL DENOMINADO ANCHIORNIS HUXLEYI, RECIENTEMENTE DESCUBIERTO, ES DE UNA ESPECIE EN TRANSICION
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LOS DESDICHADOS DARWINISTAS IMAGINAN QUE EL FOSIL DENOMINADO ANCHIORNIS HUXLEYI, RECIENTEMENTE DESCUBIERTO, ES DE UNA ESPECIE EN TRANSICION

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Un fósil, descubierto hace unos días en China, fue considerado de inmediato, en la prensa darwinista, “un ave con cuatro alas” y se asumió que podía ser “el ancestro de las mismas”. Enseguida, como es su costumbre, lo bautizaron con el nombre arriba indicado, en memoria de Thomas Hukley, quien, llamado “el bulldog de Darwin”, era un empedernido seguidor de éste, ateo y grado 32 de la masonería.

Se trata de un fósil con alas y también plumas, supuestamente, en “sus patas traseras” (Nota del traductor: Como es de conocimiento general, las aves sólo tienen dos patas, en tanto que los reptiles y los mamíferos cuatro). De todos modos, los darwinistas no pueden dar razón de este tipo de ave, pues chocaría con la imaginaria teoría de la evolución.

El llamado anchiornis hukleyi, encontrado en un estrato geológico de hace 151-161 millones de años, no exhibe, desde la perspectiva darwinista, ninguna característica transitoria que le hubiese permitido “evolucionar” hasta el Arqueópterix, que aparece varios millones de años después y es un ave perfecta, aunque también lo consideran una forma en transición. (Sobre el tema puede encontrar más detalles aquí y aquí).

El nuevo hallazgo, con sus supuestas “cuatro alas”, según lo describen los evolucionistas, representa para éstos un verdadero rompecabezas: al esforzarse por explicar la presunta evolución de las alas, no atinan a dar cuenta de las aparentes tercera y cuarta ala, que no se presentan en sus antojadizos dinosaurios, ardillas voladoras u otras aves. Por supuesto, esto significa un duro golpe a su presunción de la evolución de los dinosaurios bípedos. Es por eso que, de movida nomás, hablan de una forma transitoria “cuyas estructuras traseras parecidas a alas, se atrofiaron”. Aunque ni siquiera son capaces de explicar de donde surgen las dos alas de las aves, se atreven a defender la idea de “alas que se formaron de alguna manera y se atrofiaron por algún motivo”. Esta manifestación no es más que una expresión de desesperación.

El Anchiornis Hukleyi No Es Una Forma En Transición Sino Una Especie De Ave Como Las Actuales

No obstante todas las especulaciones disparatadas sobre el Anchiornis Hukleyi, que pasó a vivir hace unos 160 millones de años, un rápido examen del fósil hallado exhibe todos los rasgos propios del cráneo y anatomía general de las aves. Es decir, se trata de una especie similar a sus contemporáneas, con sus patas llenas de plumas, las que se asemejan a otras alas adicionales. Aunque no lo son, suponer tal cosa y que se fueron atrofiando gradualmente, representa, como dijimos, un problema para los darwinistas. Podemos decir que éstos manifiestan lo siguiente: Un dinosaurio, al intentar remontar vuelo, fue desarrollando alas; entonces se le ocurrió que le vendría bien dos pares de alas y las hizo crecer; pero después entendió que un par estaba de más y decidió atrofiarlas en su camino evolutivo.

En resumen, este es el cuento, adornado con terminología científica, que nos brindan en sus distintas publicaciones de alcance mundial. La cuestión es que dicho escenario ilógico, inadmisible hasta para un niño, les plantea disyuntivas insolubles. Veamos.

1) La supuesta transición de dinosaurio a ave no existió nunca. Es imposible fisiológicamente Y NO EXISTE UN SOLO FOSIL para confirmar semejante antojo.

2) Las aves no surgen de otro tipo de vida que, siendo terrestre, se haya podido deslizar por el espacio aéreo. Las aves siempre fueron aves y aparecieron instantáneamente con todas sus propiedades desarrolladas. Al igual que lo que sucede con las más distintas criaturas, NO CONTAMOS CON NINGUNA FORMA TRANSITORIA que nos indique que las mismas evolucionaron.

3) Las plumas de las aves, así como sus alas, son unas de las estructuras más complejas investigadas actualmente por la biología.  Es totalmente ridículo afirmar que una forma de vida inconciente decidió que necesitaba desarrollar algo, produjo ese desarrollo y luego, viendo que le era inútil, optó por atrofiarlo. Los defensores del darwinismo SON ABSOLUTAMENTE INCAPACES DE EXPLICAR, AUNQUE MAS NO SEA, LA CONFIGURACION DE UNA PLUMA.

4) La posesión de cuatro alas representa una ventaja considerable para algo viviente, pues permiten maniobrar, relativamente, mucho mejor que con dos. Eso lo podemos verificar en las libélulas y las abejas. En consecuencia, la conjetura evolucionista de desarrollo y atrofia es incompatible con sus propios supuestos.

5) El animal en cuestión NO PRESENTA NI UNA SOLA ESTRUCTURA QUE INDIQUE QUE ES EL DESARROLLO DE OTRO MAS PRIMITIVO O QUE APUNTA A OTRO SUPERIOR. Por lo tanto, no se lo puede considerar, para nada, una forma en transición. Todas sus estructuras son definidas, absolutamente funcionales y muy complejas.

6) El conjunto de los fósiles presentados por los darwinistas con el objeto de intentar conformar sus escenarios de criaturas que pasaron de terrestres a áreas, a las que se refieren una y otra vez, PERTENECEN A FORMAS DE VIDA PERFECTAMENTE ACABADAS. Dado que el Arqueópterix y el Microraptor gui –otra especie de ave con las patas emplumadas– no son más que especies que existieron hace millones de años y absolutamente adecuadas en función de su cometido, los evolucionistas se encuentran enfrascados en un gran problema. Es por eso que buscan una puerta de escape a través de las formas de transición, para evitar tener que reconocer la evidencia de la Creación. Otro hecho importante en la materia es que ninguno de sus órganos exhibe rasgos que indiquen un proceso de transformación.

Desgraciadamente, los darwinistas siguen el mismo curso equivocado de siempre con este hallazgo.

El fósil Anchiornis Hukleyi PERTENECIO, AL IGUAL QUE CUALQUIER OTRO DESENTERRADO Y A TODO LO EXISTENTE, A UNA FORMA DE VIDA PERFECTAMENTE ADECUADA A UNA FUNCION DETERMINADA. El Anchiornis Hukleyi representa una especie ornamentada –con sus patas emplumadas– seguramente extinta. Se trata de un verdadero signo de la Creación.

La forma en que los darwinistas tratan estos hallazgos no revela más que su impotencia. INTENTAN PRESENTAR “PRUEBAS” DE SUS ANTOJOS RECURRIENDO A MANIOBRAS ALEJADAS DE LA REALIDAD, escribiendo artículos con sus posiciones, dictando conferencias, diseminando la falsedad de la existencia de formas en transición y usando como voceros de todo eso a renombrados profesores evolucionistas y a los periódicos y revistas más conocidos en el mundo. Hace 150 años que persisten con esta táctica, acompañada, como cuestión clave, de una propaganda voluminosa y costosa, esperanzados en poder seguir engañando a la gente. Es así como buscan seguir imponiendo la mayor falsedad en la historia humana. Sin embargo, mal que les pese, ya son muchos los medios de comunicación de hoy día que no se tragan así nomás semejante sapo.

El darwinismo HA SIDO TOTALMENTE DERROTADO POR UN EJERCITO DE 250 MILLONES DE FOSILES QUE PRUEBAN QUE TODO FUE CREADO.

Asimismo, LA CIENCIA HA DEMOSTRADO que los fósiles presentados por los darwinistas como “formas en transición”, SON UNA FALACIA.

El “Atlas de la Creación” HA EXPUESTO AL MUNDO QUE EL EVOLUCIONISMO ES ALGO TOTALMENTE INEXISTENTE. Se trata de una realidad que los darwinistas hicieron lo imposible por ocultar a lo largo de 150 años.

A eso se debe que ya son muchos, y cada vez más, los que no le dan ninguna credibilidad a sus métodos engañosos, empleados durante tanto tiempo.

Los darwinistas, concientes de lo antedicho, caen presa de la desesperación, atraviesan la angustia de la derrota y padecen una desdicha insufrible.

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