Esta hoja de amelanchier, fosilizada junto a un tallo de secuoya, tiene 50 millones de años de edad y revela que por todo ese tiempo, ambas especies se han mantenido iguales. Frente a tales hallazgos fósiles, los darwinistas nunca pueden explicar cómo las plantas se originaron primeramente. Pierre-Paul Grassé explica que la mutación —uno de los mecanismos conjeturales— y la casualidad no pueden explicar la existencia de las plantas: La apariencia oportuna de mutaciones que permiten a los animales y la las plantas satisfacer sus necesidades parece difícil de creer. Pero la teoría de Darwin es incluso más exigente: una sola planta, un solo animal, requeriría miles y miles de eventos afortunados y apropiados. Por lo tanto, los milagros se convertirían en la regla: eventos con una probabilidad infinitesimal no podrían dejar de ocurrir… No hay ninguna ley contra soñar despierto, pero la ciencia no debe darse el lujo de hacerlo. (Pierre-Paul Grassé, Evolution of Living Organisms, Academic Press, New York, 1977, p. 103.)Pierre-Paul Grassé explains that mutation?one of evolution"s conjectural mechanisms?and chance can never explain the occurrence of plants: The opportune appearance of mutations permitting animals and plants to meet their needs seems hard to believe. Yet the Darwinian theory is even more demanding: A single plant, a single animal would require thousands and thousands of lucky, appropriate events. Thus, miracles would become the rule: events with an infinitesimal probability could not fail to occur... There is no law against daydreaming, but science must not indulge in it. (Pierre-Paul Grassé, Evolution of Living Organisms, Academic Press, New York, 1977, p. 103.)