No hay la más mínima diferencia entre la cola de caballo que existió hace unos 200 millones de años y la de hoy día. Si algo animado ha conservado intacta toda su estructura durante tanto tiempo, es imposible hablar de evolución. Esa imposibilidad se aplica a todas las especies y formas de vida. Los fósiles, que documentan la historia de lo viviente, refutan la evolución.