La Vida No Empezó Por Casualidad
Sin duda, lo más importante en el mundo para un ser humano es conocer a su Creador. Conocer a Dios, es mucho más importante y urgente que cualquier otra cosa en nuestras vidas.
Reflexionemos sobre lo primero que nos viene a la mente sobre lo que El nos ha dado… Vivimos en un mundo creado especialmente para la vida, planificado hasta el más mínimo detalle. Sin embargo, nosotros no hicimos nada para establecer ese orden. No contribuimos a ello en absoluto, no determinamos la distancia que hay entre el sol y la tierra ni la forma en que ésta continúa girando. No pensamos en la necesidad de que el Sol enviara sus rayos a la tierra para calentarla, ni determinamos la importancia que estos rayos tendrían para los ciclos de los alimentos, del agua y del nitrógeno. No decidimos que debíamos respirar y que nuestros corazones debían continuar latir constantemente para vivir, continuamente para sobrevivir, ni determinamos la forma en que inhalaríamos oxígeno en cada respiración. Así como no tuvimos ninguna intervención en lo anterior, tampoco diseñamos ninguno de los miles de millones de detalles que son esenciales para nuestras vidas. Simplemente abrimos los ojos un día y nos encontramos en medio de innumerables bendiciones, puestas a nuestra disposición por Dios La Entidad Todopoderosa que las crea.
Por este motivo, todo ser humano tiene la responsabilidad de conocer y dar gracias a Dios, su creador y el creador de todo lo que existe.
La existencia de Dios es evidente, existen pruebas abundantes. De hecho, es una verdad manifiesta que la imponencia de la creación, observable en el universo y en los seres vivos, sólo podría surgir de una inteligencia superior.
Una persona consciente enfrentada a esta realidad comprenderá de inmediato que Dios Todopoderoso no sólo lo creó a él sino al universo entero. Se dará cuenta que las bendiciones de las que goza no son casuales, sino derivadas de Su bondad y se volverá hacia Él con todo su corazón.
Alguien que sostiene un libro sabe que tiene un autor y que fue escrito con un propósito específico. Nunca se le pasará por la mente que el libro ha aparecido por casualidad. Por otra parte, el que mira una estatua no tendrá ninguna duda de que fue modelada por un escultor. Es más, nadie ha pensado que las obras de arte surgen espontáneamente, ni nadie negará jamás que incluso dos o tres ladrillos encimados fueron puestos de esa forma deliberadamente. Por lo tanto, si hay un orden, ya sea grande o pequeño, debe tener un originador y un mantenedor.
Podemos inferior de lo anterior que todo lo que existe, desde nuestros propios cuerpos hasta los puntos más lejanos de un universo inconcebiblemente vasto, debe tener un Creador, y este es un hecho innegable. Ese Creador, es Dios Todopoderoso, Que dispone todo y lo hace descender hasta en su detalle más fino, de Quien depende toda la existencia, mientras que Su propia existencia es infinita y eterna.
