¡Profeta! Te hemos enviado como testigo, como nuncio de buenas nuevas, como monitor, como voz que llama a Dios con Su permiso, como antorcha luminosa
(Corán, 33:45-46)
Nuestros primeros capítulos se concentraron sobre los daños físicos y espirituales que inflige el terrorismo y dijimos, a través de distintas citas, que el comunicar la moral de la religión a nivel de ideas es el paso más importante en la lucha cultural contra esa maldición. Al explicar lo que caracteriza a esa moral descrita en el Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento y en el Corán --amor, compasión, tolerancia y no discriminación--, dejamos en claro que su aplicación es la única manera de suprimir el terrorismo y el derramamiento de sangre al que éste lleva permanentemente. La solución a tan odioso problema yace en que la religión sea explicada como corresponde, es decir, que sea bien comprendido el modelo de moral religiosa al que nos referimos. Cualquiera sea éste, debe servir como guía. Para nosotros, como musulmanes, el ejemplo a imitar lo tomamos del Corán y de la vida de nuestro Profeta (PB). En este capítulo examinaremos, a la luz de los versículos coránicos y de los hadices (enseñanzas y dichos) cómo actuaba el Enviado de Dios (PB).
En todo momento nuestro Profeta (PB) exhibió una moral que agradaba a Dios y vivió del modo más perfecto. Cualquier sociedad que adopta como modelo el ejemplo de los mensajeros de Dios, poseerá la barrera de contención más significativa ante males como el terrorismo, los cuales no podrán seguir existiendo en un medio así. Los terroristas carecen por completo del concepto de amor, por lo que nunca podrán alcanzar sus objetivos en una sociedad edificada sobre el amor y la tolerancia. Sus características, por el contrario, se nutren de agresividad, incomprensión, intolerancia, incapacidad para el diálogo con quienes piensan distinto, desprecio de las ideas de otros, resolución de todo a través de la violencia.
En vida de nuestro Profeta (PB) Arabia albergaba distintas religiones, culturas y formas de pensar. Coexistían judíos, cristianos, sabeos, zoroastrianos, idólatras y muchas tribus en disputas permanentes. Muhammad (PB) se dirigió con afecto, paciencia, tolerancia y amor a la gente, para invitarla a seguir la religión que pregonaba. El Corán describe su actitud hacia el entorno humano en el que habitaba:
Por una misericordia venida de Dios, (Tú, Muhammad,) has sido suave con ellos (con los creyentes). Si hubieras sido áspero y duro de corazón, se habrían escapado de ti. Perdónales, pues, y pide el perdón de Dios en su favor... (Corán, 3:159)
Como señalamos antes, nuestro Libro revela que nadie debería ser presionado para que abrace el Islam. La única obligación de los musulmanes es explicar la religión de Dios. Nadie puede forzar a nadie a creer en ella, puesto que sólo por la voluntad de Dios uno puede encontrar el sendero verdadero y transitarlo. Nuestro Profeta (PB) siempre se guió escrupulosamente por esa prohibición y con frecuencia expresó que el ser humano sólo podía vivir según la religión cuando su corazón lo deseaba realmente. Dios dijo a Muhammad (PB) cómo debería comportarse con las personas en su ámbito social:
(Dice Dios:) Sabemos bien lo que dicen (los infieles)... No debes tú forzarles. Amonesta, más bien, por el Corán a quien tema Mi amenaza. (Corán, 50:45)
Nuestro Profeta (PB) dijo a los creyentes, He sido enviado para exhibir misericordia.27 La clave para esa moral superior también se describe así: Los misericordiosos recibirán la misericordia del Misericordiosísimo.28
Una gran cantidad de hadices expresan la compasión, el afecto y la tolerancia de nuestro Profeta (PB). Por ejemplo, dijo: Quienes sean completamente insensibles no conocerán ningún tipo de misericordia. 30
Mi Amado me ha ordenado nueve cosas: que Le venere interna y externamente, que cuando hable sea verídico y lo haga con propiedad tanto en la prosperidad como en la adversidad...31
Juro por Quien tiene mi alma en Sus manos que no entrarán al paraíso si no son creyentes y no creerán hasta que se amen los unos a los otros. ¿Quieren que les guíe a algo cuya práctica hará que se amen entre si? Hagan que el saludarse entre ustedes diciendo “la paz sea contigo” se difunda de la manera más amplia32
En su trabajo sobre el mundo de los hadices, el gran erudito islámico Imam Ghazali resume la actitud de nuestro Profeta (PB) con la gente en su entorno:
...Cada uno pensaba que era el más honrado por él (PB). Quienquiera se llegaba hasta donde estaba, podía ver su rostro.
...Tenía por costumbre nombrar a sus compañeros por sus sobrenombres de manera honorable. Y a quien no lo poseía, se lo daba.
...Era muy afectuoso y amable en el trato con la gente.
...Nadie podía hablar ruidosamente en sus reuniones.
El cariño, consideración y afecto de nuestro Profeta (PB) por el prójimo unía a la gente que le circundaba y les animaba a creer. Su ejemplo de moral superior es tal, que todos los musulmanes deberían vivirlo. Un versículo describe las características que poseía y que sirven de ejemplo para toda la humanidad:
Os ha venido un Enviado salido de vosotros. Le duele que sufráis, anhela vuestro bien. Con los creyentes es manso, misericordioso. (Corán, 9:128)
La ternura y la estima, la tolerancia y la compasión, son rasgos comunes de los mensajeros que Dios envió para que guíen al sendero recto. El Corán dice que los otros profetas han sido honrados con el don de la “sensibilidad” y que Dios pone al profeta Juan (P) --a quien le dio sabiduría-- como ejemplo en ese sentido para toda la humanidad:
así como ternura de Nosotros y pureza. Y fue temeroso de Dios (Corán, 19:13).
Era una persona en contacto y diálogo permanentes con gente de los más variados estilos de vida, posiciones sociales, naturaleza y costumbres: desde las más encumbradas hasta las más humildes y necesitadas, como los prisioneros de guerra, los niños y los huérfanos. De ese modo se ganaba el cariño del conjunto pues trataba a todos con paciencia y comprensión.
Algunos de sus compañeros informaron que “era amable, portador de una moral sin tacha, amigable, decoroso y considerado”. Sus palabras, he sido enviado para perfeccionar las buenas cualidades del caracter34, son una expresión de esa naturaleza elevada. Aisha, quien le conocía muy bien, describió su moral encantadora: La naturaleza del Profeta (PB) era el Corán35
Anas, quien se crió en la casa del Profeta (PB) y estuvo a su servicio durante años, describe sus modales: Cuando el mensajero de Dios (PB) le estrechaba la mano a alguien, no retiraba la suya hasta que lo hiciera la otra persona. Del mismo modo, no apartaba su rostro del saludado hasta que éste no mirase hacia otro lado. Nunca le he visto mostrar sus rodillas al estar sentado con alguien33.n cualquier caso que hablase, quien lo escuchaba se mantenía en silencio hasta que el Profeta (PB) finalizase su oratoria34.Dijo Anas bin Malik (Dios le tenga misericordia): Estuve al servicio de Rasulullah (PB) durante diez años. Nunca me dirigió una palabra con desprecio. Al hacer yo algo nunca me preguntó "¿Por qué haces eso?". Nunca me cuestionó el no haber hecho cierta tarea.36
Nuestro Profeta (PB) educó a miles de personas a lo largo de su vida y gracias a eso muchos ignorantes de la religión pasaron a ser estimados y estar dispuestos al sacrificio, a la vez que desarrollaron actitudes agradables y una moral elevada. Incluso hoy día, siglos después de su muerte, nuestro Profeta (PB) continúa siendo la mejor guía y el mejor maestro, pues su moral y sus palabras siguen inspirando a cientos de millones de seres humanos.
Nuestro Profeta (PB) declaró que era particularmente importante para los fieles amarse entre ellos con afecto sincero, sin tener en cuenta para nada el interés personal ni albergando nunca sentimientos negativos como el odio, la cólera o la envidia.
En el Corán Dios ordena a Su Profeta (PB) decir lo siguiente:
Esta es la buena nueva que Dios anuncia a Sus siervos, que creen y obran bien. Di: "Yo no os pido salario a cambio, fuera de que améis a los parientes". A quien obre bien, le aumentaremos el valor de su obra. Dios es indulgente, muy agradecido(Corán, 42:23)
Algunos hadices que se ocupan de los sentimientos, amistad y fraternidad del Profeta (PB) dicen: Un creyente quiere a otro como se quiere a sí mismo
"El Apóstol de Dios (PB) tenía por costumbre recibir y hacer regalos." 37
"No debería rechazarse el regalo de una fragante flor de albahaca, porque es suave y de olor agradable."38
"No se odien, envidien ni discutan entre sí, no se vendan las cosas a un precio de usura y no se calumnien. Los siervos de Dios son fraternos entre sí". 39
"Están influenciados por los hábitos de las generaciones anteriores: la envidia y el odio. Este último es lacerante. No entrarán al Paraíso hasta que crean. No creerán hasta que sean afectuosos entre ustedes. ¿No corresponde que les diga qué les va a permitir establecerse allí (en el Paraíso)?: difundir la paz entre ustedes."40
"La persona fuerte no es la que usa su fuerza en el combate sino la que controla su cólera."41
"Cuídense de la envidia porque devora las buenas acciones como el fuego la madera."42
"Los musulmanes son hermanos entre sí. Nunca deberían mentirse, humillarse o defraudarse entre ustedes."43
Con las normas que daba a los musulmanes, con su actitud justa y tolerante hacia otras religiones, razas y tribus y con su trato igualitario con todos --ricos y pobres--, nuestro Profeta (PB) es un gran ejemplo para toda la humanidad. En un versículo Dios le dice: ...Si decides, hazlo con equidad. Dios ama a los que observan la equidad (Corán, 5:42). El Profeta (PB) nunca hizo la más leve concesión en materia de justicia, ni siquiera bajo las circunstancias más difíciles.
Muchos incidentes de su vida testimonian su actitud ejemplar. La tierra en la que habitaría albergaba cierta cantidad de tribus de distintas razas y religiones con muchos problemas para vivir en paz y seguridad y evitar que se siembre la semilla de la discordia. Pero la justicia de nuestro Profeta (PB) fue una fuente de paz y seguridad tanto para los musulmanes como para los incrédulos y otros. Mientras vivió todos fueron tratados justamente --judíos, cristianos, paganos-- en la Península Arábiga, sin ningún tipo de discriminación.
La actitud complaciente de nuestro Profeta (PB), coherente con las enseñanzas coránicas, sirvió de ejemplo para las distintas religiones y dio muestras de cómo debían comportarse entre sí. Su justicia dio lugar a distintos tipos de compromisos entre gente de diversos orígenes. En muchas de sus alocuciones, incluso en su Sermón de Despedida, hizo saber que la raza o clase a la que se pertenecía no dotaba con superioridad a nadie y que ésta yacía únicamente en el respeto honorable (a El), como lo reveló Dios en el Corán (49:13). Otros hadices sobre el tema dicen:
"Ustedes son hijos de Adán y éste provino de la arcilla. Que la gente deje de vanagloriarse de sus ancestros"45
"Vuestras genealogías no son ninguna razón para injuriar a nadie. Todos son hijos de Adán. Nadie es superior a otro, excepto en el temor reverencial (taqwa) (a Dios)"46
¡Creyentes! ¡Sed íntegros ante Dios cuando depongáis con equidad! ¡Que el odio a un pueblo no os incite a obrar injustamente! ¡Sed justos! Esto es lo más próximo al temor de Dios. ¡Y temed a Dios! Dios está bien informado de lo que hacéis (Corán, 5:8)
Nuestro Profeta (PB), a lo largo de los años, hizo grandes esfuerzos para expandir el Islam por medios pacíficos y nunca deseó la guerra. Fue paciente ante los ataques y presiones, excepto cuando decidía la lucha a la luz de la revelación de Dios. Nunca declaraba la guerra mientras quedase la más mínima posibilidad de resolver las cuestiones pacíficamente y en tanto los ataques o amenazas de los enemigos no representasen un peligro mortal.
En vida de él la Expedición de Mu’tah fue la lucha más sangrienta y difícil para los musulmanes. Designó a Zayd ibn Harithah para que comande el ejército y exhortó a las tropas:
"Hagan la guerra en el nombre de Dios, por el sendero de Dios, contra los que niegan a Dios. No sean traidores. No corten las orejas, las narices u otras partes del cuerpo. No maten a mujeres, niños, ancianos o a personas religiosas en su lugar de adoración. No talen las datileras ni otros árboles y no destruyan las edificaciones."47
En función de esas instrucciones respecto a la guerra, los eruditos musulmanes reseñaron lo que puede llamarse “Principios Islámicos para el Combate”:
1. La guerra debe ser llevada sólo contra quienes la fomentan y la emprenden.
2. Los sacerdotes, las iglesias, las mujeres, los niños y los ancianos, nunca deben ser dañados.
3. Los sembradíos nunca deben ser destruidos.
4. Los tratados y acuerdos no deben ser violados.
5. Los animales no deben ser heridos.
6. Nunca se debe practicar la crueldad y la tortura.
7. Los poblados no deben ser arrasados.48
El Tratado de Medina firmado por nuestro Profeta (PB) con los judíos y los politeístas, también fue un importante ejemplo de justicia y respeto entre distintas comunidades. Fue redactado a modo de constitución para que las diferentes creencias conserven sus principios y logren la paz después de haber vivido en hostilidad durante años. Uno de sus rasgos más notables es precisamente el de la libertad de culto o creencia. Expresa:
"Los judíos de Banu 'Awf son una nación con los musulmanes; los judíos tienen su religión y los musulmanes la suya..."49
El artículo dieciséis del Tratado de Medina dice: Los judíos que nos acepten (como gobernantes) tienen derecho a que los defendamos y los mismos derechos que cualquiera de nosotros. No serán agraviados ni sus enemigos asistidos.50 Los sucesores del Profeta (PB) permanecieron leales a sus normas y las aplicaron también con los beréberes, budistas, hindúes, etc.51
Una de las razones por la que la época del Profeta (PB) fue bendecida con la paz y la seguridad fue su criterio de justicia, coherente con la moral coránica. Los escritores extranjeros también quedaron impresionados por el carácter y reputación tan grande de la moral del Profeta (PB). George Bernard Shaw describe en su libro El Islam Genuino esas características superiores:
Siempre he tenido en alta estima la religión de Mahoma debido a su vitalidad maravillosa. Para mí es la única religión que posee la capacidad de asimilarse a las fases cambiantes de la existencia de cada época. He estudiado a Mahoma... y debe ser llamado el Salvador de la Humanidad. Creo que si un hombre como él asumiese la dictadura del mundo moderno, sería exitoso en la resolución de sus problemas de una manera que traería la paz y la felicidad que tanto hacen falta...52
También en nuestra época, la respuesta a todos los conflictos, luchas e inestabilidad existentes en el mundo, es obrar según indica la moral coránica. Al igual que nuestro Profeta (PB), nunca nos deberíamos apartar del sendero de justicia y siempre deberíamos respetar los derechos de las distintas comunidades e individuos, cualquiera sean sus creencias e identidades.
Todos tienen una dirección adonde volverse. ¡Rivalizad en buenas obras! Dondequiera que os encontréis, Dios os juntará. Dios es omnipotente (Corán, 2:148)