¡Creyentes! ¡Entrad todos en la Paz y no sigáis los pasos del Demonio! Es para vosotros un enemigo declarado (Corán, 2:208)
A lo largo de la historia ha habido períodos en los que los flagelos del terror y la anarquía se intensificaron al punto de convertirse en una amenaza para todas las poblaciones. Se han propuesto numerosas soluciones. Uno de los que pusieron de relieve la importancia de una lucha resuelta contra dichos flagelos fue el erudito islámico turco Bediuzzaman Said Nursi (1877-1960). Dijo que lo primero que debía hacer el pueblo era difundir la moral coránica. A ese objeto hizo una serie de recomendaciones.
Bediuzzaman vivió en un mundo que sufría cambios radicales. La Primera Guerra Mundial le impactó de modo especial. Condujo las fuerzas de las milicias otomanas en el frente caucásico contra los rusos invasores, por lo que más tarde recibió una condecoración.
Fue tomado prisionero en marzo de 1916 y retenido en Rusia durante dos años. A principios de 1918 se escapó de la prisión y regresó a Estambul vía Varsovia, Berlín y Viena.
En consecuencia fue testigo de primera línea del colapso del Imperio Otomano y del establecimiento de la República Turca. También vivió las alternativas de la revolución bolchevique que llevó al poder al comunismo, el conflicto entre las grandes potencias europeas y las dificultades en las que metieron a la República de Turquía ambas guerras mundiales. Como se puede observar en sus escritos, realizó un análisis detallado de todos esos sucesos y los evaluó a la luz de los versículos coránicos. Siempre subrayó que cualquier sociedad que le dé la espalda a la religión sufrirá grandes daños y que sólo si los musulmanes unían sus capacidades podrían resultar exitosos frente a las ideologías ateas.
Bediuzzaman sabía que en su época y después emergerían el terror y la anarquía. Por lo tanto alentó a la gente a tomar en cuenta una serie de soluciones frente a los mismos. En sus palabras, ... la religión condena duramente las refriegas y la anarquía. Esta última no reconoce ningún derecho y convierte a la moral humana y los trabajos civilizadores en actos propios de los animales.53Esta es la mejor manifestación posible de los puntos de vista islámicos con respecto al terror y la violencia. Bediuzzaman se pasó la vida explicándolos. Como dijo una vez, Son necesarios una paciencia sincera y sacrificio para detener la anarquía y mantener el orden público. Por lo tanto estoy absolutamente satisfecho de sacrificar mi reputación a ese fin54Dijo que en la lucha contra la anarquía y el terror --lo que requiere paciencia y aguante-- los creyentes cargan con una gran responsabilidad.
Su experiencia y palabras orientadoras son de gran valor hoy día. Consideremos sus manifestaciones cuidadosamente, pues invirtió su existencia en intentar construir un mundo de amor y sentido común, basándose en la moral coránica.
Lo más notable de sus manifestaciones es la importancia que da a la vida y amor humanos inspirados en la moral coránica. Dijo una vez:
La verdadera lección del Corán es ésta: si en una casa hay diez monstruos y una persona inocente... ¿está permitido incendiarla.. aunque la moral coránica lo prohíbe... arruinar la vida de diez personas inocentes en consideración de la existencia de un monstruo? ¿No sería la mayor crueldad y perfidia posible quemar esa casa?... la moral coránica prohíbe poner en peligro la vida o dañar a un 90% de gente inocente en consideración de un 10% de monstruos que amenazan la seguridad. Debemos ser conscientes de que estamos obligados por la religión a preservar la seguridad y obrar de acuerdo con las lecciones coránicas...55
Con lo dicho Bediuzzaman revela la gran importancia de la vida humana, por lo que debería hacerse todos los sacrificios posibles por salvar la vida de un individuo, puesto que el no proceder así significaría una gran crueldad. Dado que es una responsabilidad ordenada por Dios a los musulmanes establecer la paz y la seguridad, es nuestra obligación valernos de todos los medios posibles para difundir la moral religiosa. Cuando la anarquía y el terror se convierten en flagelos terribles, los lugares en los que se viva con la moral islámica se asemejarán al cielo. Eso es lo que dijo Bediuzzaman en más de una oportunidad:
.Si un musulmán se aparta de su comunidad lo hace también de la religión, se convierte en un anarquista y tiene un efecto letal sobre la sociedad. Porque la anarquía no reconoce ningún derecho y trastoca la verdadera naturaleza humana en la conducta de los animales salvajes.56
Un musulmán auténtico, un creyente sincero, nunca apoya la anarquía y la crueldad...la religión las condena con dureza. Porque la anarquía no reconoce ningún derecho y reemplaza la naturaleza humana y el decurso de la civilización por la “moral” de los animales salvajes.57
Dejó en claro que comunicar la moral de la religión permitiría motivar espiritualmente incluso a los intolerantes, agresivos y descomprometidos. Sostuvo que el amor de Dios mantendría alejada a la gente de toda forma de tiranía y enfatizó que es un deber de todo musulmán hacer conocer las bellezas de la religión y las verdades coránicas, de modo que los corazones de las personas sean insuflados por el amor. En una oportunidad señaló que su Risale-i Nur (Cartas de Luz, compilación de todos sus escritos) cumplimentaba esa función:
Si, el Risale-i Nur y la fe basados en la verdad y sus pruebas, junto a las verdades coránicas, al explicar y aclarar (distintas) cuestiones de una manera muy apropiada a los tiempos y de un modo tal que son comprendidas por la comunidad, ha conducido a millones de personas a examinar sus creencias, despertar sus almas al diálogo y amor islámicos y a construir una muralla espiritual contra el ateísmo y la inmoralidad, signos de la anarquía. Si, la unión del ideal y propósito sagrados constituye una fuerza invencible, un muro infranqueable, un poder espiritual en las almas, mentes y corazones de los creyentes.58
Bediuzzaman recordaba a la gente en todo momento que en la lucha contra el terror y la anarquía el arma más importante era la difusión de la moral religiosa. Hizo el siguiente comentario:
Las ciudades también son las casas de sus habitantes. Si la creencia en el más allá no gobierna a los miembros de esa gran familia, una serie de vicios como la malicia, el egoísmo, las falsas apariencias, el engreimiento, la afectación, la hipocresía, el soborno y el engaño pasarán a ser dominantes. Entonces quedarán desplazados el fervor, el autosacrificio, la sinceridad, la cordialidad, la virtud, la búsqueda del contento de Dios y la búsqueda del premio del más allá, todo lo cual es la base de la conducta y moral correctas. En consecuencia la humanidad será "gobernada" por la anarquía y el salvajismo, lo cual envenenará la sociedad. Los niños se convertirán en alborotadores, los jóvenes se dedicarán a ingerir intoxicantes, el que disponga de fuerza oprimirá a todos los que pueda y a los ancianos sólo les quedará el lamento. 59
La anarquía, la violencia, el terror, el engaño y la opresión se presentan en las sociedades que le dan las espaldas a la religión. Virtudes como la cooperación, el sacrificio y la honestidad se tiran por la borda. La gente se vuelve muy egoísta y lo único que desea y para lo único que trabaja es para su propio confort. Pero cuando una sociedad vive de acuerdo con la religión, entonces prevalece la cooperación, la amistad y la fraternidad. En la misma exposición Bediuzzaman da ejemplos de las ventajas que acarrea la moral religiosa a la familia y a la vida social:
Por analogía, el país también es un hogar, y la tierra natal la casa de la familia nacional. Si lo que gana fuerza es la creencia en el más allá, empezarán a desarrollarse la compasión diligente, el respeto sincero, el amor desinteresado, la asistencia mutua, el servicio honesto, las relaciones sociales francas, la caridad cabal, la virtud, la modestia, la grandeza de alma y la excelencia humana. Esas formas de proceder dicen a los niños: "¡Renuncien a las cosas deshonestas porque hay un Paraíso a obtener!", es decir, les instruye en el autocontrol a través de las enseñanzas coránicas. También dice a los jóvenes: "¡Existe el Fuego del Infierno; por lo tanto, renuncien a las bebidas alcohólicas!", y con ello vuelven a sus cabales. A los opresores les dice, "¡Los tormentos son severos y recibirán un gran revés!", con lo cual hace que retomen el camino de la justicia. A la gente de edad avanzada les dice, "¡Lo que les espera en el más allá es la felicidad eterna, muchísima más grande que toda la que perdieron aquí, y una juventud inmortal. Intenten obtenerla!". Eso convierte las lágrimas en risa. Exhibe sus efectos favorables e ilumina a cada grupo en particular y a todos en general. De esto deberían tomar nota en especial los sociólogos y humanistas preocupados por la marcha de la sociedad. Si se comparan el resto de los miles de beneficios y ventajas de la creencia en el más allá con los pocos enunciados aquí, se comprenderá que es el único medio para la felicidad en este mundo y en el próximo.60
Como sugiere lo expuesto, una vez que las personas viven como señala la moral religiosa, es fácil aconsejarles, indicarles las cosas malas que no hay que hacer, encaminarles al sendero recto. Bediuzzaman decía a menudo que el terror y la anarquía sólo podían ser eliminados si la gente se apegaba a la moral coránica, la cual ordena el amor, la tolerancia, la paz, el perdón, el cariño y la compasión, a la vez que se opone a todas las formas de crueldad y malicia. Al exhortar a los musulmanes a abrazar las verdades coránicas, vuelve a subrayar que la primacía de la religión puede poner fin a la anarquía en el mundo:
La única solución frente a la ruina y destrucción causadas por la anarquía --que ha descargado terribles calamidades sobre la humanidad y amenaza con otras-- reside en las verdades atemporales de la religión divina y sagrada.61
Bediuzzaman enfatizaba repetidamente que la moral coránica y su interpretación en Risale-i Nur fueron una gran contribución para la eliminación del terror y la anarquía, papel que continuarían cumpliendo en el futuro. Todo esfuerzo por explicar la moral coránica e invitar a la gente al sendero del Islam auténtico ayuda a cumplir con esa obligación y juega un papel importante en la lucha contra el terrorismo. Dijo al respecto:
El Risale-i Nur no tiene en absoluto ninguna vinculación con la política. Pero rechaza y elimina la anarquía puesto que destruye el cimiento de la incredulidad y despotismo"63
En otra oportunidad señaló algunos puntos esenciales para sacarse de encima la anarquía:
Ser respetuoso, comprensivo, evitar los pecados, no engañar, renunciar a lo ilegal y obedecer a las autoridades 64
Más adelante y en la misma exposición describe como Risale-i Nur ha cumplimentado las obligaciones asumidas:
Cuando Risale-i Nur vela por la vida social, establece y fortalece estos cinco principios de una manera poderosa y sagrada y preserva los fundamentos del orden público... En los treinta años transcurridos, Risale-i Nur ha convertido en miembros provechosos de esta nación y país a cien mil personas.65
Bediuzzaman Said Nursi ofrece en sus trabajos una descripción detallada de la forma en que se combate contra el terror, el ateísmo, la anarquía y los problemas del mundo islámico:
Nuestros enemigos son la ignorancia, la pobreza y los conflictos internos. Combatiremos estos tres enemigos con las armas del buen criterio, la destreza y la unanimidad de propósito. 66Estas palabras capitales llaman la atención sobre tres grandes peligros: la ignorancia, la pobreza y los conflictos entre nosotros.Es esencial advertir a la gente sobre el primer factor, es decir, la ignorancia. En el mundo islámico de hoy día la gran mayoría tiene un conocimiento rudimentario, superficial, de segunda mano de la religión, por lo que es imposible que se llegue a aplicar la moral apropiada. Por lo tanto es crucial terminar con esta falta de conocimiento.
La pobreza del mundo musulmán es el segundo peligro del que habla Bediuzzaman. La indigencia, a la vez que impide una educación adecuada, alimenta la ignorancia y hace que los musulmanes se sientan débiles, lo cual lleva a la frustración y a la radicalización. El tercer peligro es el del enfrentamiento por diversas cuestiones entre nosotros. Cuando las partes no pueden llegar a ningún acuerdo sobre los valores básicos del Islam, el debate de ideas degenera normalmente en hostilidades, enfrentamientos e incluso guerras civiles. La tolerancia y el respeto mutuo son necesidades que no sólo favorecen la relación madura sino también el desarrollo de la civilización.
Dado que la razón y la conciencia van por el mismo sendero, una actitud positiva puede resolver los problemas y conflictos. Por eso mismo hay que proclamar la verdad abiertamente para evitar el caos y la contienda.
Frente a estos tres peligros Bediuzzaman también hizo hincapié en los recursos para enfrentarlos.
El primero de ellos, el arte, ocupa un lugar destacado y tiene varias facetas. En primer lugar debería enseñarse al pueblo a comprender la belleza y la estética. Son bendiciones de Dios que apartan las almas de la fuerza bruta. Saber que el arte es una bendición de Dios y el agradecer a El por ello, aumentan la profundidad espiritual. En consecuencia, es inestimable el valor de exhibir (a los pueblos) toda la belleza de Dios que nos rodea. Los artistas deberían actuar en ese sentido y el devoto volverse hacia el arte convencido de lo dicho. Toda explicación de la moral religiosa debe tener en cuenta las virtudes de lo artístico. Es muy importante demostrar la comprensión artística superior del devoto en todo lo que escribe, valiéndose de un lenguaje simple y claro, una elevada calidad de impresión e ilustraciones atractivas.
La sabiduría o criterio manifestado en lo que se redacta también es una forma de arte. Las expresiones correctas, los ejemplos bellos y los métodos efectivos y vívidos de redacción, ayudan a una mejor comprensión en el marco del arte sublime. El explicar la religión de una manera primorosa y fácilmente entendible, y no de forma abstrusa y confusa, permite captar más sencillamente la verdad y aceptarla.
Con gran criterio Bediuzzaman nos dice qué significa poseer conocimiento (o destreza), del cual los musulmanes deberían ser los maestros en cada época. Por supuesto, el mismo incluye las ciencias exactas y sociales. Puesto que cada musulmán sincero es el representante en la Tierra de la religión que Dios ha elegido para los seres humanos, necesita estar bien versado en las ciencias, culturas, ideas y tecnologías, como así también ser capaz de emplear todo ello de modo eficiente.
Con gran criterio Bediuzzaman nos dice qué significa poseer conocimiento (o destreza), del cual los musulmanes deberían ser los maestros en cada época. Por supuesto, el mismo incluye las ciencias exactas y sociales. Puesto que cada musulmán sincero es el representante en la Tierra de la religión que Dios ha elegido para los seres humanos, necesita estar bien versado en las ciencias, culturas, ideas y tecnologías, como así también ser capaz de emplear todo ello de modo eficiente.
Es decir, el revivir del mundo islámico debe esperarse que surja de la acción mancomunada de los musulmanes de todo el planeta, trascendiendo las disputas étnicas, sectáreas o sociales. Si ello es posible también lo será construir la Unión Islámica, medio que permitiría resolver todo tipo de disputas (tanto entre nosotros como entre musulmanes y no musulmanes), reconciliar a los musulmanes radicalizados por medio de la educación y la persuasión, y establecer buenas relaciones con otras civilizaciones.