El pretendido respaldo científico que el socialdarwinismo proveyó al racismo, al fascismo, al imperialismo y al comunismo, es un tema familiar sobre el que se ha escrito bastante. Pero algo menos conocido es que muchos grandes darwinistas, incluido el propio Charles Darwin, creían, equivocadamente, que las mujeres eran mental y biológicamente inferiores a los hombres. La diferencia de entendimiento que según ellos existía entre los miembros de uno y otro sexo, la hicieron de tal grado, que llegaron a considerarlos especies físicas distintas: a los hombres los clasificaron como Homo frontalis y a las mujeres como Homo parietalis137.
Darwin describió a las mujeres como una especie “inferior”, porque se basaba en la selección natural. Según este criterio irracional, los hombres son más aptos que las mujeres para competir en la guerra, encontrar cónyuge, obtener alimento y conseguir vestimenta. Para esa forma de pensar absurda, la selección natural influencia más positivamente sobre los hombres, motivo por el que evolucionaron más que las mujeres y las sobrepasan en todos los campos de la vida. Como veremos en las páginas que siguen, no manifestaba esto sobre la base de algún dato científico sino, simplemente, movido por sus ocurrencias evolucionistas.
Darwin escribió que la esposa proveía al esposo “compañía constante, (amigas en la ancianidad)”…. Y que era un “objeto a ser querido y con quien jugar ― de cualquier manera mejor que un perro ―”. Estas palabras resumen claramente la visión que tenía este señor de las mujeres. Aquí vemos un cuadro de Darwin y su esposa.
Muchos investigadores han expresado que los conceptos de Darwin sobre la selección natural impulsaron la discriminación sexual. Por ejemplo, la profesora de historia y filosofía de la ciencia Evelleen Richards, concluyó que los puntos de vista del viajero del Beagle respecto a la naturaleza femenina robustecieron sus antojos evolucionistas y que “varias generaciones de los llamados científicos del sexo se alimentaron de allí”138. La escritora y científica evolucionista Elaine Morgan dice que Darwin, valiéndose de ramas de la ciencia, como la biología y la etnología (de aquellos tiempos), alentó a los hombres a pensar que las mujeres eran “manifiestamente inferiores e irreversiblemente subordinadas”139.
Como dijo el científico evolucionista John R. Durant, las dos consecuencias principales de la teoría de la evolución son el racismo y la discriminación sexual:
Darwin se apoyó en una mezcla circunspecta de argumentos zoomorfos y antropomorfos. Los salvajes, que se dijo poseían cerebros más pequeños y miembros más prensiles que las “razas” superiores, con una vida más dominada por los instintos que por la razón… fueron colocados en una posición intermedia entre la naturaleza y el hombre, e incluyó, por analogía, en ese lugar intermedio, no sólo a los niños e idiotas sino también a las mujeres, barruntando que su capacidad de intuición, su tipo de percepción y posiblemente su aptitud para imitar, “eran características de las razas inferiores: una categoría de civilización antigua y menos perfecta”140.
En La Descendencia del Hombre se encuentran los errores señalados:
El ser humano es una entidad a la que Dios le insufló el alma. Por medio de ésta posee los sentimientos de amor, cariño, compasión y respeto.
…y el haber suscitado entre vosotros el afecto y la bondad… (Corán, 30:21)
"Por lo general se admite que las capacidades de intuición, percepción rápida y posiblemente de imitación, son notablemente más marcadas en las mujeres que en los hombres. Por lo menos algunas de esas facultades son características de las razas inferiores: una categoría de civilización antigua y menos perfecta 141.
Al considerarse los conceptos de Darwin, se puede ver claramente porqué el matrimonio es provechoso para él y porqué conceptúa a las esposas ciudadanas de segunda clase. En otra parte escribió:
…los hijos ― compañías constantes, (amigas en la ancianidad) que se interesarán por uno, objeto a ser querido y con quien jugar ― de cualquier manera mejor que un perro ― Hogar, y alguien que cuida la casa ― son hechizos que embelesan y motivo de conversaciones intrascendentes. Son cosas buenas para la salud de uno142.
Es decir, Darwin considera que el matrimonio es deseable porque “la amistad de una mujer es mejor que la de un perro”. Sus expresiones respecto al matrimonio no hacen ninguna referencia a otras cualidades, como el compañerismo, la solidaridad, el amor, el cariño, la lealtad, la unión entrañable, la sinceridad y la confianza entre dos personas que pasan juntas sus vidas. Y sigue:
Dios ha creado iguales al hombre y a la mujer. Ambos alcanzan el éxito al actuar a la luz de la razón suministrada por la fe.
…pérdida de tiempo ― no se puede leer en los atardeceres ― gordura y ociosidad ― ansiedad y responsabilidad ― menos dinero para libros, etc. ― si (tengo) muchos hijos forzado a ganar (dinero) para su sustento… posiblemente a mi mujer no le guste Londres; luego la sentencia es el destierro y la degradación con los necios perezosos indolentes143.
(Nota del traductor al español: Las notas 142 y 143 corresponden a acotaciones a manera de ayuda memoria que Darwin hizo en pedazos de papeles y que, aparentemente, llegaron hasta hoy día porque de alguna manera su esposa los tuvo a buen resguardo. Luego fueron agregados a sus escritos por su nieta).
Esas manifestaciones increíbles son perfectamente naturales viniendo de quien no ve ninguna diferencia entre los seres humanos y los animales; de quien piensa que a los niños y a las mujeres se los puede ubicar más próximos a las bestias (que a los hombres). Por supuesto, alguien que considera que su esposa e hijos son de una especie inferior, sentirá poco afecto por ellos, no hará mayores sacrificios por los mismos y les prestará poca atención. En realidad, las expresiones de Darwin muestran, una vez más, que en su moral no hay lugar para el amor humano, la fidelidad y la amistad desinteresada.
Como dijimos, también supuso que los hombres eran superiores a las mujeres:
La principal distinción entre las capacidades intelectuales de los sexos se exhibe en la preeminencia del hombre en cualquier cosa que pueden encarar ambos, como ser, indagaciones concienzudas, razonamientos, vuelo imaginativo. O, simplemente, el uso de los sentidos y de las manos. Si se hiciesen dos listas de personas importantes ―una de hombres y otra de mujeres― en la poesía, la pintura, la escultura, la música… la historia, la ciencia, la filosofía… no resistirían comparación. También, teniendo en cuenta las leyes de la desviación del término medio, bien ilustrada por Mister Galton en su obra La Inteligencia Hereditaria, podemos inferir que si los hombres poseen una preeminencia decisiva sobre las mujeres en muchas cuestiones, entonces la capacidad mental media del hombre debe ser superior a la de las mujeres 144.
Ni hace falta decir que quien manifiesta esto carecía de todo fundamento científico que lo avale. No obstante, esos prejuicios y conceptos tendenciosos acerca de la mujer se expandieron rápidamente entre los estudiosos de aquella época.
El creyente, varón o hembra, que obre bien, entrará en el Jardín y no será tratado injustamente en lo más mínimo (Corán, 4:124).
El materialista Carl Vogt, profesor de Historia Natural en la Universidad de Ginebra, aceptó todas las conclusiones de Darwin sin someterlas a ningún análisis científico y alegó que todos los niños, todas las mujeres y todos los blancos seniles, poseían la personalidad y rasgos intelectuales del “negro adulto”145. Incluso fue más lejos y aventuró que, en realidad, estaban más próximos a los animales que a los hombres. Según este señor, la mujer era “un hombre atrofiado”, cuyo desarrollo quedó obstruido porque su evolución se había detenido prematuramente146. Y hasta llegó a la conclusión de que la disparidad entre machos y hembras aumenta con el progreso de la civilización y que la diferencia mayor se da en las sociedades europeas avanzadas147. Darwin fue muy influenciado por los desvaríos de Vogt y se sintió honrado de contarlo entre sus más importantes sostenedores148.
A lo largo de la historia, muchas veces se mantuvo a la mujer en la ignorancia y en el olvido, impidiéndosele cualquier tipo de avance en el plano que fuera. Pero ese atraso al que se la condenaba surgía, absolutamente, como producto de una tradición determinada y para nada debido a diferencias biológicas, como sostenían Darwin y sus seguidores: Dios nos ha creado iguales. Pretender que el hombre es superior y valerse de ello para tratar a la mujer como ciudadana de segunda clase, es parte de un criterio aberrante practicado por las sociedades que no viven los valores morales religiosos. Actualmente, cuando se asegura la igualdad de oportunidades, son incontables los casos de mujeres tan exitosas, inteligentes y capaces como los hombres.
Algunos científicos evolucionistas, con el objeto de demostrar que las mujeres son “inferiores” a los hombres, intentaron probar que tenían cerebro de menor capacidad. Para ello se recurrió, incluso, al método humillante e ilógico de medirles el cráneo. Algunos pensaban que la mayor inteligencia era sinónimo de cerebro más grande y se dedicaron a comparar cráneos de uno y otro sexo para demostrarlo. A este dislate se refiere Darwin en su libro:
El cerebro, casi seguro, se vuelve más grande con el desarrollo gradual de las distintas facultades mentales… al comparar la proporción entre la medidas del cerebro y del cuerpo en el hombre y en el orangután o gorila, vemos que el primero tiene más materia gris, lo que se relaciona rigurosamente con su capacidad mental superior… la existencia en el ser humano de una relación entre la medida del cerebro y el desarrollo de las facultades intelectuales, se sustenta en la comparación de los cráneos de razas salvajes y civilizadas, de pueblos antiguos y modernos, y en la analogía del conjunto de la serie vertebrado149.
Según el supuesto presentado por Darwin, los estudios de los cráneos y la medición de los volúmenes de sus cerebros (en la condiciones de su época, es decir, con una ciencia en pañales) proveería datos que respaldarían la teoría de la evolución. Pero la realidad es exactamente la opuesta. Hoy día se acepta de manera concluyente que esas comparaciones carecen de todo valor.
Los alemanes usaban reglas y compases para determinar, al medir los cráneos, quiénes eran o no “arios”.
Paul Broca fue uno de los científicos que imaginaba que podía alegar, valiéndose de la craneología (ciencia que se ocupa de la medida de los cráneos), que la mujer era inferior al sexo opuesto. Considerado uno de los fundadores de la antropología física, defendió, junto a otros, los métodos primitivos de medición de cráneos, adjudicándoles una validez de la que carecen150. A la luz de ese extravío, expuso su lógica desatinada:
En general, el cerebro es más grande en los adultos maduros que en los ancianos, en los hombres que en la mujeres, en los hombres eminentes que en los de talento mediocre, en las razas superiores que en las inferiores… Otra cosa semejante es que hay una notable relación entre el desarrollo de la inteligencia y el volumen del cerebro151.
Broca estaba interesado, en particular, en la diferencia entre los cráneos de los dos sexos. Analizó las medidas de los mismos, recogió datos y llegó a la conclusión, de manera prejuiciosa, que la mujer era intelectualmente inferior152. También supuso que la diferencia de la medida de los cerebros de uno y otro iba en aumento. Aunque no disponía de la más mínima evidencia que confirmase tal cosa, recurrió, para respaldarla, a otro disparate: ese aumento en la diferencia sería “el resultado de distintas presiones evolutivas, activas en los hombres y pasivas en las mujeres”153.
Hoy día, hasta los evolucionistas consideran que las conclusiones de Broca son antojadizas. Dice Gould:
….(los datos de Broca) fueron seleccionados y luego manipulados inconcientemente en función de conclusiones previas154.
Para decirlo de otra manera, Broca había interpretado “descuidadamente”, a la luz de la engañosa teoría de la evolución, los datos obtenidos de una manera tendenciosa.
Gustave Le Bon, evolucionista y uno de los fundadores de la psicología social, también recurre a ese tipo de medidas y comparaciones para decir que la mujer es inferior:
En las razas más inteligentes… hay un gran número de mujeres cuyos cerebros se parecen más a los de los gorilas que a los de los hombres. Esto es tan obvio, que nadie puede discutirlo. Lo único que vale la pena debatir es el grado de desigualdad… las mujeres representan la forma más inferior de la evolución humana y… están más próximas a los niños y a los salvajes que a los hombres civilizados adultos. Se distinguen por su veleidad, inconsecuencia, ausencia de reflexión y lógica, incapacidad para razonar. No cabe duda que existen algunas mujeres distinguidas… pero son excepciones igual a la del nacimiento de algún animal singular, como, por ejemplo, un gorila con dos cabezas. En consecuencia, podemos dejarlas totalmente a un costado155.
Al igual que en otras cosas, los darwinistas estaban absolutamente equivocados en sus consideraciones sobre las mujeres. Estas, por el contrario, no sólo que no son inferiores (respecto a los hombres) sino incluso superiores en diversos aspectos.
Los evolucionistas, programados para considerar a los seres humanos como una especie de animal, ven determinados atributos de las mujeres ―la compasión, la delicadeza, la forma de pensar― como características propias de su retraso mental, aunque, en realidad, son los atributos más importantes para elevar la calidad de vida. Además, son las distintas características de nuestra especie las que permiten el progreso y avance en muchos campos, incluidos el artístico, el literario y el tecnológico.
La medida y clasificación de los cráneos según la “raza” y el sexo carece de todo sentido científico, puesto que esa relación no tiene nada que ver con la inteligencia o la capacidad mental.
En la naturaleza, en efecto, no hay ninguna relación directa entre el tamaño del cerebro y la perspicacia. Por ejemplo, los elefantes y las ballenas poseen un cerebro mucho más grande que el nuestro. Además, la actual capacidad craneal de los seres humanos varía entre 700 cc y 2200 cc156. Pero uno u otro volumen no establecen distintos niveles de raciocinio.
La ciencia de la genética, por su parte, también ha revelado que los supuestos de Darwin en la materia son incorrectos. Según las leyes de la herencia, el sexo masculino pasa sus genes a su descendencia tanto femenina como masculina. Si los hombres poseyesen características biológicas “superiores”, como barruntaba Darwin, sus hijos e hijas también las tendrán. Pero este señor inglés y sus seguidores sabían tan poco de genética, que llegaron a sugerir que “las particularidades de una especie, adquiridas por selección natural, quedan normalmente confinadas en un sexo”157. El autor de El Origen de las Especies también hizo otras insinuaciones parecidas, producto de la ignorancia: las cualidades superiores como la inteligencia, la elevada capacidad para imaginar y razonar, son “transmitidas de manera más acabada a la descendencia masculina que a la femenina”158.
Las tesis darwinistas no se basan en la ciencia sino en deducciones a partir de lo que podía determinarse con los aparatos primitivos de la época victoriana.
…“No permitiré que se pierda obra de ninguno de vosotros, lo mismo si es varón que si es hembra…” (Corán, 3:195).
Para la moral coránica no existe ninguna diferencia entre los miembros de uno y otro sexo. Dios ha dado a ambos la misma responsabilidad. El pertenecer a uno u otro no significa para El ninguna superioridad. Lo que a Su vista exalta es el mayor grado de temor reverencial, amor y devoción profunda que se Le tenga, producto de la moral apropiada. El Señor nos revela en uno de sus versículos que quienes exhiban el mejor comportamiento recibirán el premio más valioso, independientemente del sexo:
El creyente, varón o hembra, que obre bien, entrará en el Jardín y no será tratado injustamente en lo más mínimo (Corán, 4:124)
Dios ha establecido también los atributos que todo creyente debe poseer:
Pero los creyentes y las creyentes son amigos unos de otros. Ordenan lo que está bien y prohíben lo que está mal. Rezan, dan la limosna y obedecen a Dios y a Su Enviado. De ésos se apiadará Dios. Dios es poderoso, sabio.(Corán, 9:71)
Según lo revelado, todos los seres humanos (normales) tienen las mismas responsabilidades. Hay buenas noticias para quienes las cumplimenten, para quienes con fe se vuelvan sólo a El:
Su Señor escuchó su plegaria: “No permitiré que se pierda obra (es decir, las obras buenas) de ninguno de vosotros, lo mismo si es varón que si es hembra…” (Corán, 3:195)
El Todopoderoso nos hace saber:
¡Creyentes! Si teméis a Dios, El os concederá un Criterio (para distinguir la falsedad de la verdad, el bien del mal)… (Corán, 8:29)
Como dice este versículo, el juicio, así como el intelecto, no se desarrollan en función del sexo sino según el temor reverencial a Dios.
Todos, hombres y mujeres, que actúen valiéndose de la capacidad de razonar dada por El, pueden alcanzar el éxito en muchas áreas y adquirir rasgos superiores. El creyente verdadero siempre busca ganarse Su misericordia, Su compasión y Su Paraíso.
135. Doç. Dr. Haydar Sur, Sağlık Hizmetlerinin Geçmişi ve Gelişimi, http://www.merih.net/m1/whaysur12.htm
136. http://www.mihr.com/mihr/osm/sistem/ilim.htm
137. Jerry Bergman, "The History of Evolution's Teaching of Women's Inferiority", http://www.rae.org/women.html, Birçok bilimsel dergi ve gazetede 400'den fazla yazısı yayınlanan, 20 kitabı olan ve Darwinizm'i eleştiren çalışmalarıyla tanınan Jerry Bergman, "The History of Evolution's Teaching of Women's Inferiority" adlı makalesinde, Darwin'in ve çağdaşı evrimcilerin kadınlara bakış açılarını incelemiş ve kadınları aşağılayan ifadelerinden bazılarını bir araya getirerek, Darwin'in ve Darwinizm'in bilinmeyen bir yönünü oldukça çarpıcı delillerle ortaya koymuştur.
138. Evelleen Richards, "Will the Real Charles Darwin Please Stand Up?", New Scientist, (Dec. 22/29 1983): 887
139. EIaine Morgan, The Descent of Woman, New York: Stein and Day, 1972, s.1
140. John R. Durant, "The Ascent of Nature in Darwin's Descent of Man" in The Darwinian Heritage, Ed. by David Kohn, (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1985), s.295
141. Charles Darwin, The Descent of Man and Selection in Relation to Sex, New York: D. Appleton and Company, 1871 (1896 baskısı), s.326
142. Charies Darwin, The Autobiography of Charles Darwin 1809-1882 (Ed. by Nora Barlow), New York: W. W. Norton & Company, Inc., 1958, 232-233
143. Charies Darwin, The Autobiography of Charles Darwin 1809-1882 (Ed. by Nora Barlow), New York: W. W. Norton & Company, Inc., 1958, 232-233
144. Charles Darwin, The Descent of Man and Selection in Relation to Sex, New York: D. Appleton and Company, 1871 (1896 baskısı), s.564
145. Carl Vogt, Lectures on Man: His Place in Creation, and the History of Earth, edited by James Hunt, London: Paternoster Row, Longman, Green, Longman, and Roberts, 1864, xv, 192
146. Stephanie A. Shields, "Functionalism, Darwinism, and the Psychology of Women; A Study in Social Myth," American Psychologist, no. 1 (1975): 749
147. Evelleen Richards, "Darwin and the Descent of Women," in David Oldroyd and Ian Langham (Eds.), The Wider Domain of Evolutionary Thought (Holland: D. Reidel, 1983), 75
148. Evelleen Richards, "Darwin and the Descent of Women," in David Oldroyd and Ian Langham (Eds.), The Wider Domain of Evolutionary Thought (Holland: D. Reidel, 1983), 74 49
149. Charles Darwin, The Descent of Man and Selection in Relation to Sex, New York: D. Appleton and Company, 1871 (1896 baskısı), s.54
150. Stephen Jay Gould, The Mismeasure of Man, s.83
151. Stephen Jay Gould, The Mismeasure of Man, s. 83, 188
152. Stephen Jay Gould, The Mismeasure of Man, s.104
153. Stephen Jay Gould, The Mismeasure of Man, s.104
154. Stephen Jay Gould, The Mismeasure of Man, s.85
155. Stephen Jay Gould, The Mismeasure of Man, s.104-105
156. Wayne Jackson, More Skull-Duggery, 7 Ekim 2002, http://www.christiancourier.com/penpoints/skullDuggery.htm
157. John Hurrell Crook, "Sexual Selection, Dimorphism, and Social Organization in the Primates," in Campbell (Ed.), Sexual Selection and the Descent of Man 1871-1971 Chicago: Aldine Publishing Company, 1972
158. Charles Darwin, The Descent of Man and Selection in Relation to Sex, New York: D. Appleton and Company, 1871 (1896 baskısı), s.565