CAPITULO CUATRO
EL SOCIALDARWINISMO Y EL MITO DE LAS RAZAS FAVORECIDAS

DAunque el racismo es de vieja data, Darwin fue el primero en darle una supuesta validez científica. El subtítulo de su libro El Origen de las Especies, es decir, La Preservación de las Razas Favorecidas en la Lucha por la Vida, y lo que escribe sobre el tema, en particular en El Origen del Hombre, sirvió de argumento a las creencias erróneas de los nazis en la superioridad de la “raza aria” y de los anglosajones sobre los demás grupos humanos. Además, su teoría de la selección natural sostiene como válida la “ley de la jungla”, es decir, la lucha despiadada entre los humanos por la subsistencia y un lugar en el mundo. De ese modo, convierte en inevitable la guerra y los conflictos entre unos y otros y entre las naciones. Muchas figuras prominentes de esa época, desde promotores de acciones bélicas a filósofos, desde políticos a científicos, adoptaron la teoría de Darwin. Dice Karl A. Schleunes, profesor de la Facultad de Historia de la Universidad de Carolina de Norte, en su libro El Oscuro Camino a Auschwitz:

Esclavo negro torturado y azotado hasta que pudo escaparse en 1893. Los esclavos, durante los años de la Guerra Civil en los EE. UU., sufrían normalmente ese trato horrendo y también pasaban por situaciones peores.

Las ideas de Darwin respecto a la lucha por la supervivencia, fueron rápidamente adoptadas por los racistas… esa lucha, legitimada por los llamados nuevos conceptos científicos de la época, justificaron la concepción discriminatoria de personas inferiores y superiores… y validaron la lucha entre ellas37 .

De esa manera, los racistas encontraron un fundamento científico a sus criterios acerca de las categorías humanas. Y si bien, poco después la ciencia reveló la inconsistencia de las aseveraciones de Darwin, ya el gran movimiento que se construyó en torno a las mismas había cometido equivocaciones gravísimas.

No sólo en Alemania levantó cabeza el racismo considerado “científico”. Intelectuales y funcionarios, con esas ideas, de muchos países, en particular de Gran Bretaña y de los EE. UU., dieron curso, rápidamente, a leyes y prácticas sobre esa base.

Casi todos los evolucionistas y un importante número de científicos de los siglos XIX y XX tuvieron y tienen una concepción racista, como se puede comprobar revisando distintos escritos. El profesor de historia de la Universidad Austral de Illinois, John S. Haller, describe en Desechos del Evolucionismo: Posiciones Científicas Relativas a la Inferioridad Racial, la creencia de los evolucionistas en la superioridad de la “raza blanca” sobre las demás. Un artículo de American Scientist se ocupa del libro de Haller:

…extremadamente importante… documenta lo que se argumenta desde hace bastante tiempo: el racismo, del que estaban impregnados casi todos los hombres de ciencia norteamericanos en el siglo XIX (y del que continúan impregnados en el siglo XX)… Ab initio, los afroamericanos fueron vistos por los mismos, en cierta manera, como irredimibles, inmodificables, decididamente inferiores38.

La revista Science también comenta algunas afirmaciones de Haller:

En el período Victoriano, lo nuevo fue el darwinismo… Antes de 1859 muchos científicos cuestionaban si los blancos y los negros pertenecían a una misma especie. Y con posteridad a esa fecha, el esquema evolucionista planteó interrogantes adicionales. En particular, si los afroamericanos podrían sobrevivir o no en la competencia (por la vida) con los blancos próximos a ellos. En aquél momento la respuesta fue un rotundo ¡No!... Los africanos eran inferiores porque representaban “el eslabón perdido” entre el simio y el teutón39.

Por supuesto, esos criterios son totalmente infundados. Los diferentes colores de piel, las singularidades “raciales” o étnicas, no hacen a unos inferiores y a otros superiores. La principal razón por la que esta falsedad pudo ser inculcada es que en el siglo XIX se carecía de los medios para hacer determinaciones correctas en la materia y todo se reducía a conjeturas manifestadas por personas “creíbles”, interesadas o no en difundir dicha patraña.

Edwin G. Conklin, biólogo de la Universidad de Princenton, expresaba abiertamente sus concepciones racistas sin ningún tipo de escrúpulo:

La comparación de cualquier raza moderna con los Neandertales o Heidelbergs, muestra que… las de tipo Negroide se asemejan más a la estirpe original que las blanca o amarilla. Toda consideración en la materia debería conducir, a quienes creen en la superioridad de la blanca, a esforzarse por preservar su pureza, estableciendo y manteniendo la separación de las mismas40.

William Sollas, profesor de paleontología y geología en la Universidad de Oxford, expuso sus puntos de vista en su libro publicado en 1911, titulado Cazadores Antiguos:

El derecho (de mandar, de impartir justicia, etc.) se le ha concedido a cada raza según su pujanza y pertenece al fuerte… La reivindicación de la propiedad de la tierra no se rige por el criterio de quien la haya ocupado primero sino por la capacidad para explotarla. Es por ello que es un deber de cada raza ―y de la familia humana― recurrir a todos los medios para adquirir poder: de fracasar, ya sea en las ciencias o en las artes, en la procreación o en la capacidad para defenderse, será castigada irremediable, rápida y justicieramente por la Selección Natural, la tirana severa pero benéfica del mundo orgánico41.

Decir que la justicia es atributo de los poderosos, además de ser un grave error conduce a un caos social terrible. Bajo cualquier condición y circunstancia las personas deben ser juzgadas de manera imparcial, independientemente del color de la piel, el idioma o el sexo. La pretensión de los racistas darwinistas en cuanto a que sólo el fuerte puede impartir justicia, no es cierta para nada. Cada individuo puede desear lo mejor para él y su sociedad, pero eso nunca servirá de justificativo valedero del daño que se pueda infligir a otros, por la sencilla realidad que se opone a la razón y a la buena conciencia.

A mediados del siglo XX se vio otro brote de racismo en ciertas regiones de EE. UU. Uno de sus principales propulsores fue el Ku Klux Klan, que hizo de la violencia una religión. Esta organización sostiene la superioridad de la “raza blanca” y es culpable de muchos asesinatos.

Como consecuencia de la creencia en el evolucionismo, al racismo lo encontramos incluso en quienes dicen no admitirlo. Tal es el caso del paleontólogo George Gaylord Simpson, quien a pesar de sentirse ofendido porque lo tratan de racista, sostiene en un artículo de la revista Science que las diferencias “raciales” aparecieron como resultado de la evolución y que algunas “razas” son más avanzadas o atrasadas que otras:

La evolución no necesariamente se da en la misma medida en distintas poblaciones. Entre muchos grupos de animales se puede hallar especies que evolucionaron a un paso distinto, por lo que algunos son más primitivos que otros, en ciertos rasgos, particular o globalmente. Es natural cuestionarse, como lo hicieron determinadas personas, si entre las razas humanas no sucedería lo mismo en algún aspecto o en todos. Evidentemente, es posible encontrar características singulares que resultarían más avanzadas o primitivas en una raza que en otra42.

A pesar de que el nombrado no aporta ningún fundamento científico en la materia, sus criterios fueron adoptados en ciertos círculos por motivos ideológicos. Por ejemplo, Henry Fairfield Osborn, presidente del Museo de Historia Natural de EE. UU. y prominente antropólogo evolucionista y racista de principios del siglo XX, realiza comparaciones y deducciones, carentes de toda evidencia científica, en el artículo “La Evolución de las Razas Humanas”:

La inteligencia promedio de los negros adultos es similar a la de los jóvenes de once años de la especie Homo sapiens43.

Como puede colegirse de tales manifestaciones, la mayoría de los estudiosos evolucionistas de los siglos XIX y XX fueron y son racistas que posiblemente ignoraron e ignoran el peligro que entraña tal visión. El académico norteamericano James Ferguson se refiere a los efectos destructores del llamado “racismo científico”:

El concepto de raza era una preocupación creciente de la ciencia en la Europa del siglo XIX… Los primeros dedicados a la antropología física ayudaron a desarrollar el concepto de supremacía aria, lo cual, más tarde, impulsaría el racismo institucional, en la Alemania del decenio de 1930 y en Sudáfrica de hoy día44.

En un artículo acerca de los criterios racistas de los científicos evolucionistas, dice lo siguiente Stephen Jay Gould, quien fue uno de ellos:

No podemos comprender mucho de la antropología de fines del siglo XIX y principios del siglo XX… a menos que tengamos en cuenta su obsesión con la identificación y jerarquía de las razas45.

Una vez que la teoría de la evolución adquirió una supuesta validez comprobada, los científicos recurrieron sin vacilar a conceptos fantasiosos como los de “razas inferiores” y “razas más cercanas a los simios que a los seres humanos”. Dictadores de la peor calaña como Hitler, se valieron de esas manifestaciones que les venían como anillo al dedo para asesinar a millones de personas a las que consideraban “inferiores”, “inconvenientes”, “defectuosas” o “enfermas”. Una de las principales razones por la que casi todos fueron evolucionistas reside en que su precursor, es decir, Darwin, sostenía esos puntos de vista.

También Darwin Era Racista

Los nativos o aborígenes australianos, a quienes Darwin consideraba “seres inferiores”, no se diferencian en nada del resto de los humanos. La foto a la derecha muestra a la nativa y atleta australiana Cathy Freeman, encendiendo la llama Olímpica el año 2000.

La gran mayoría de los evolucionistas actuales dicen, a diferencia de sus colegas del siglo XIX, que se oponen al racismo e intentan presentar a Darwin ajeno al mismo. La parte más considerable de los escritos en tal sentido intentan mostrarlo compasivo, bien intencionado y opuesto a la esclavitud. Pero la realidad es que él mismo creía que la hipótesis de la selección natural constituía un aval científico a la discriminación étnica y una justificación de las masacres que provocaron ciertos grupos humanos a costa de otros, cosa que perdura. Sus libros, algunas de sus cartas y sus notas privadas, contienen expresiones racistas explícitas. Por ejemplo, en El Origen del Hombre reivindica que ciertas “razas”, como la de los negros y la de los llamados aborígenes, eran “inferiores”, por lo que, en un momento dado, debían ser eliminadas y desaparecer en la supuestamente obligada lucha por la supervivencia:

En algún momento de un futuro no muy distante como para medirlo en siglos, casi con toda certeza, las razas humanas civilizadas exterminarán y reemplazarán a las salvajes en todo el mundo. Al mismo tiempo, los monos antropomorfos… sin duda, también serán exterminados. La diferencia entre el hombre y sus allegados más cercanos se presentará entonces más amplia, porque será la que corresponderá entre el ser humano con una civilización incluso mayor ―como es de esperar― que la de los caucásicos y la de algunos primates tales como el mandril, en vez de cómo se presenta ahora entre el negro africano o el australiano y el gorila46.

Darwin equipara, de esa manera, a ciertas “razas” con los simios y predice que las “civilizadas” eliminarán a las “salvajes” de la faz de la Tierra. En otras palabras, pronostica que el genocidio y la limpieza étnica ocurrirán en un plazo breve. Y la verdad es que esas “predicciones” terribles se concretaron gracias a que, entre otras cosas, los racistas del siglo XX tuvieron y tienen el respaldo de la teoría de la evolución para la perpetración de carnicerías abominables. Es así que los nazis ejecutaron a unos 40 millones de personas durante la Segunda Guerra Mundial, que el sistema de apartheid sudafricano concedió inmensos privilegios a los europeos en detrimento de la población nativa original, que se producen ataques racistas en Europa en contra de los turcos y otros extranjeros, que se discrimina a los negros y a los hispanos en los EE. UU. y a los pueblos originarios en Australia, que los grupos nazis reaparecen una y otra vez en distintos países europeos. Todas esas acciones se fundamentaron y fundamentan en el supuesto respaldo científico provisto por el darwinismo. (Para más detalles sobre la relación entre el fascismo, el racismo y el darwinismo, ver la obra de Harun Yahya El Fascismo: La Ideología Sanguinaria del Darwinismo, Kultur Publishing, Abril de 2002).

El libro de Darwin El Viaje del Beagle

Las expresiones racistas de este inglés no se limitaron a eso. En El Viaje del Beagle, publicado después de El Origen de las Especies, menciona el haber encontrado “razas retrógradas” en Tierra del Fuego. [Nota del traductor al español. Se trata de una zona de Argentina y seguramente se refiere a miembros del pueblo Ona (Selknam) o del pueblo Manekenk (Haush)]:

Fue, sin duda, el espectáculo más interesante y curioso por el que pasé. Si no hubiese estado allí, no habría creído que la diferencia entre los hombres salvajes y los civilizados fuese tan marcada. Es mayor a la que existe entre un animal doméstico y otro montaraz… Creo que aunque se busque en todo el mundo, no se encontrará un grado inferior de persona47.

Asimismo, denomina “bárbaros” a otros habitantes de la Patagonia argentina. (Nota del traductor al español: quizás se trate de los Aónikenk):

Posiblemente no haya nada más asombroso que ver por primera vez a un bárbaro en su querencia nativa. Se trata del hombre en su estado más atrasado y salvaje. Nuestra mente puede preguntarse, ¿habrán sido nuestros antepasados seres como éstos, es decir, con expresiones y mímicas menos inteligibles que las de los animales domésticos?... No creo que sea posible describir la diferencia entre el hombre salvaje y el hombre civilizado48.

En una carta dirigida a Charles Kingsley, describe cómo vio a los nativos fueguinos de Argentina:

Reconozco que la primera vez que vi a un salvaje desnudo, pintarrajeado, estremeciéndose, espantoso, pensé que mis primitivos antecesores fueron de alguna manera similares. En ese momento me resultó aún más chocante que lo que creía hasta ahora, es decir, que mi antepasado muy remoto fue una bestia peluda. Resulta categórico que los monos son de buen corazón49.

Las citas son indicativos importantes del racismo de Darwin. En tanto elogia y humaniza a los simios considerándolos cariñosos, opina que la eliminación lo más a fondo posible de ciertas “razas” consideradas “inferiores” ―que por otra parte, según su forma de pensar, es algo propio de la selección natural―, contribuye en una medida muy grande al avance de la civilización. A esto se refiere en una carta enviada en julio de 1881 a W. Graham:

Podría exponerle ejemplos que exhiben que la selección natural o la lucha (por la supervivencia) ha hecho más por el progreso de la civilización que lo que podría estar inclinado a admitirlo. ¡Recuerde el riesgo que corrieron los pueblos europeos de ser dominados por los turcos hace pocos siglos y lo ridícula que vemos esa posibilidad hoy día! Las razas llamadas caucásicas y más civilizadas han batido en la lucha por la existencia al turco despreciable. En un futuro no muy distante una innumerable cantidad de razas inferiores habrán sido eliminadas por otras superiores en todo el mundo50.

Semejante desatino llegó a niveles inauditos en la ofensa a la gloriosa nación turca. [Para mayor información acerca de las expresiones hostiles e infundadas de Darwin respecto al pueblo turco, ver el trabajo de Harun Yahya, Evrim Teorisinin Irkçi Yüzü: Darwin’in Türk Düşmanliği (El Rostro Racista de la Teoría de la Evolución: La Hostilidad de Darwin Hacia los Turcos). Kultur Publishing, Estambul, Octubre de 2001].

Al predecir la eliminación de las “razas inferiores” según sus conceptos tortuosos, no sólo proveyó apoyo al racismo sino que estableció un fundamento supuestamente científico para las guerras entre poblaciones distintas, para la matanza alevosa y para llevar adelante los genocidios del siglo XX.

Como ya dijimos, los evolucionistas hicieron grandes esfuerzos para evitar que se considere a Darwin un promotor del racismo. Pero Stephen Jay Gould, de la Universidad de Harvard, admite que lo era, en una referencia a El Origen de las Especies:

Esclavos en Sudáfrica occidental salvajemente reprimidos en 1904 por buscar la libertad.

Los argumentos biológicos favorables al racismo pudieron haber sido comunes antes de 1859, pero aumentaron cualitativamente luego de la aceptación de la teoría de la evolución51.

Otros prominentes proponentes de esos conceptos, también eran racistas. Poco después de la Guerra de Secesión y de la emancipación de los negros esclavos, Thomas Huxley escribió lo siguiente:

Puede ser cierto que algunos hombres negros sean mejores que algunos hombres blancos. Pero ninguna persona racional, conocedora de los hechos, cree que el término medio de los negros sea igual ―y mucho menos superior― al término medio de los blancos. Y si esto fuese así, es muy difícil de creer que nuestros parientes de mandíbulas salientes, luego de perder todas sus condiciones de inferioridad y sin nadie que les oprima, sean capaces de competir con éxito ―con su cerebro ya más grande y con su quijada ya más pequeña― en un concurso que se llevara a cabo por medio de las ideas y no de las mordeduras52.

Huxley se refiere a las personas de piel negra como si fuesen animales y no seres humanos, para sostener, una y otra vez, que inevitablemente se ubican entre los miembros de las “razas inferiores” o “rezagadas”.

Las semillas remozadas del racismo, sembradas junto con la teoría de la evolución a mediados del siglo XIX, comenzaron a producir sus frutos sustanciosos a mediados del siglo XX. Friedrich Nietzsche, apasionado adherente a la teoría de la evolución y contemporáneo de su inventor, popularizó términos sin fundamentos como “superhombre” y “raza superior”. Y de ahí abreva esencialmente el Nacional Socialismo. El nazismo, con su jefe a la cabeza, construyó un estado policial en el que se destacó de tal manera la aplicación de la “ley de la jungla”, que dejó en el camino 40 millones de muertos. (En el capítulo cinco veremos ésto más detalladamente).

A Nivel Genético No Existe Ninguna Diferencia “Racial” Entre los Seres Humanos

Dos jóvenes negros ahorcados en 1902 por ser de una “raza diferente”. Sin embargo, en el siglo XXI se comprobó que en términos biológicos no existen diferencias entre los miembros del género humano.

La ciencia de la genética ha revelado, especialmente en el último decenio, que en términos biológicos no existe ninguna diferencia entre los distintos grupos humanos. La gran mayoría de los estudiosos en la materia concuerdan con ésto. Por ejemplo, quienes de ellos estuvieron presentes en la Convención Sobre el Avance de la Ciencia realizada en Atlanta (EE. UU.) en 1997, dieron a conocer el siguiente comunicado:

El concepto de raza se origina en función de cuestiones sociales derivadas de percepciones condicionadas por sucesos históricos y carece de cualquier tipo de realidad biológica53.

Las investigaciones han demostrado que las diferencias genéticas entre las “razas” son muy pequeñas y que no se puede hacer ningún tipo de diferenciación a nivel de genes. Quienes estudiaron esto, dijeron que entre dos personas cualesquiera, incluso de un mismo grupo, existe, normalmente, una diferenciación genética del 0,2%. Los rasgos que hacen a las llamadas diferencias “raciales”, como el color de la piel y la forma de los ojos, corresponden sólo al 6% de ese 0,2%. Esto significa que las diferencias genéticas entre las “razas” se ubicarían en un 0,012%54, es decir, en un porcentaje sin ninguna relevancia.

Lo antes dicho está resumido en el artículo de Natalie Angier titulado “¿Hay Diferencias Entre las Razas? El ADN Demuestra Que No”, publicado en el New York Times del 22/08/08:

Hace mucho que los científicos sospechaban que las categorías raciales determinadas por la sociedad no se presentaban a nivel genético. Al avanzar más en la minuciosidad del examen del genoma humano ―el complemento del material genético encerrado en el núcleo de casi todas las células del cuerpo―, se convencieron que las denominaciones usadas para distinguir a la gente por “razas”, carecen prácticamente de sentido biológico. Dijeron que si bien parece fácil distinguir a la persona caucásica de la africana o asiática, esa facilidad se esfuma cuando se deja de tener en cuenta las características superficiales y se escanea el genoma para hallar rasgos distintivos de “raza” en el ADN55.

Milliyet, 13 Şubat 2001

¡Hitler, estabas equivocado! Se demostró que la superioridad de la raza aria es un cuento... El mapeo del ADN exhibe que el 99% de los genes, en las personas de piel blanca, negra o amarilla, son idénticos.

Artículo publicado en el The New York Times, titulado “¿Hay Diferencias Entre las Razas? El ADN Demuestra Que No”.

El doctor J. Craig Venter, jefe de la empresa Cilera Genomics Corp., que desarrolla el Proyecto Genoma Humano, dice que “la raza es un concepto social, no científico”56. El y otros investigadores del Instituto Nacional de Salud mapearon todo el genoma humano y concluyeron que la “raza humana” es una sola.

El doctor Harold P. Freeman, presidente del Hospital General del Norte en la ciudad de New York, compendia así los resultados de su trabajo sobre biología y raza:

Si se pregunta qué porcentaje de los genes se refleja en la apariencia externa de la persona, que es la que nos lleva a hablar de raza, la respuesta estaría en el rango de 0,01%. Se trata de un reflejo extremadamente mínimo de la composición genética57.

Otro estudioso que llegó a la misma conclusión es Alan R. Templeton, profesor de biología de la Universidad de Washington. Analizó el ADN de miembros de distintos grupos humanos y observó que las grandes variaciones se dan a nivel individual. Dijo que pueden existir algunas variaciones entre una y otra población pero que son muy pequeñas. Y aunque mantiene su creencia en el evolucionismo, sintetiza sus conclusiones de esta manera:

La raza, en verdad, es un concepto político, económico y cultural, pero no biológico. Desgraciadamente, mucha gente considera erróneamente que la esencia de las razas humanas está dada por esto último… Quiero brindar alguna objetividad en la materia. Y el análisis objetivo muestra que ni siquiera existe la más mínima posibilidad: no hay nada que indique realmente subdivisiones del género humano58.

Y, cuando se toque la trompeta, ese día, no valdrá ningún parentesco, ni se preguntarán unos a otros
(Corán, 23:101).

Según las conclusiones de Templeton, la similitud genética entre europeos y nativos del Africa subsahariana o entre europeos y melanesios (nativos de las islas de Oceanía desparramadas desde el Ecuador hasta el Trópico de Capricornio, en una extensión que va desde la cercanía a Nueva Guinea hasta el norte de Australia), es mayor que la existente entre subsaharianos y melanesios, aunque entre éstos haya muchas semejanzas, como la piel oscura, la textura del cabello y los rasgos del cráneo. Si bien son estos últimos caracteres los que se usan típicamente para marcar las “diferencias raciales”, ambas poblaciones se asemejan poco o nada genéticamente hablando. Templeton dice que este descubrimiento exhibe que los “rasgos faciales” no se observan en los genes59.

Zu Seinen Zeichen gehört auch die Schöpfung der Himmel und der Erde und die Verschiedenartigkeit euerer Sprachen und euerer (Haut-)Farben. Darin sind fürwahr Zeichen für die Wissenden.
(Surat ar-Rum,22)

Los genetistas Luca Cavalli-Sforza, Paolo Menozzi y Alberto Piazza, llegaron a la siguiente conclusión en su libro Historia y Geografía de los Genes Humanos:

Una vez que se descartan los genes de los rasgos superficiales, como ser los referentes a la coloración de la piel y la estatura, las “razas” humanas son notablemente semejantes. Las variaciones entre los individuos son mucho más grandes que las diferencias entre los distintos grupos humanos60.

La revista Time hizo el siguiente comentario respecto al libro mencionado:

En verdad, la diversidad entre los individuos es tan enorme, que el concepto de raza se vuelve sin sentido a nivel genético. Los autores dicen que “no hay ningún fundamento científico” para las teorías que le dan bombo a la superioridad genética de cierta población respecto a otras… A pesar de las dificultades, los estudiosos hicieron descubrimientos que destrozan algunos mitos. Uno de ellos lo encontramos directamente en la tapa del libro: un mapa coloreado de la variación genética global tiene en un extremo a Africa y en el otro a Australia. Debido a que nativos de una y otra zona comparten rasgos superficiales como el color de la piel y la forma del cuerpo, se tenía asumido que estaban estrechamente relacionados. Pero sus genes nos cuentan algo muy distinto. De entre todos los humanos, los australianos son los que más se diferencian de los africanos, en tanto que se asemejan principalmente a sus vecinos, los nativos del sudeste asiático61.

NENAS NIGERIANAS USADAS PARA EXPERIMENTOS

Ciertas compañías de medicamentos, con el objeto de conocer si determinados productos farmacéuticos sirven o no para el propósito con el que fueron diseñados, se los suministran a ciudadanos de países africanos, asiáticos, sudamericanos o de Europa Oriental. Pero esos ensayos en los que muchas personas cumplen el papel de cobayos, se realizan de manera ilegal e inmoral. En 1996, en la ciudad nigeriana de Kano, vivía una nena de 10 años con sólo 18,5 kilogramos de peso (40 libras), la cual sufría dolores agudos debido a meningitis. Una conocida firma farmacéutica norteamericana experimentaba por entonces un antibiótico en niños. Si bien su uso aún no estaba permitido, resultaría muy importante como negocio: los corredores de bolsa estimaban que si la Food and Drug Administration (FDA) concedía el permiso correspondiente para su venta, generaría unos mil millones de dólares anuales. Como la empresa no encontró con quién experimentar convenientemente en los EE. UU., se dirigió a Kano.

Los doctores que se ocupaban de la prueba dieron a la nenita con meningitis una dosis diaria experimental de 56 mg. de la droga y al tercer día murió. El Washington Post realizó investigaciones que llevaron a la luz pública cómo se expandía ese tipo de cosas en Africa, Asia, Europa Oriental y Sudamérica: eran los lugares usados como subterfugio por algunas firmas norteamericanas para evadir las estrictas normas de la FDA. De esa manera, miles de personas de dichas zonas cumplían el papel de “ratas de laboratorio”. La empresa que hizo su ensayo en Nigeria dijo que contaba con los permisos del caso, pero los expertos manifestaron que esa práctica era incompatible con la ética médica y las regulaciones, en una serie de puntos. Por ejemplo, aunque se requería un tiempo de ensayo mínimo de un año, sólo tuvo una vigencia de seis semanas. A la nena nigeriana se le dio por boca, hasta que falleció, una droga que nunca había sido probada en niños, sabiéndose que en caso de efectos negativos es obligatorio interrumpir de inmediato el suministro de lo que se está proporcionando y dar otro medicamento (de efectos conocidos). En EE. UU., en caso de meningitis, se suministra, por lo general, una droga intravenosa de acción rápida.

En los EE. UU. nunca se consintió que el preparado en cuestión fuera administrado a niños, porque producía desórdenes fisiológicos y muerte. Quedó circunscrito a adultos. En Europa, en cambio, se lo prohibió totalmente, lo cual es índice de los peligros que entraña(1).

LOS LADRONES DE CADAVERES DE DARWIN

Hasta hoy día se mantienen las prácticas discriminatorias en contra de los nativos australianos. La foto de arriba muestra a un grupo de esa gente protestando porque se les ha arrebatado sus tierras.

Después de la publicación de El Origen de las Especies, darwinistas entusiastas empezaron a buscar el “eslabón perdido” en la supuesta evolución humana. Los racistas enrolados en esas ideas creían que los nativos de Australia fueron parte de la primera etapa de ese proceso. Con el objeto de demostrarlo, se propusieron robar cadáveres de las tumbas de los habitantes originarios para venderlos a los museos de EE. UU. y Europa. En el semanario australiano The Bulletin apareció en 1991 una nota sobre esto, con la firma de David Monaghan(2). Este periodista investigó el asunto durante 18 meses en el país y en Londres y produjo una película documental exhibida en Inglaterra el 08/10/1990, titulada “Los Ladrones de Cadáveres de Darwin”. Monaghan informó, entre otras cosas, lo siguiente:

• Los evolucionistas norteamericanos también estaban muy involucrados en esta “industria” floreciente de juntar especimenes de “subhumanos”. El Instituto Smithsoniano posee en Washington los restos de 15 mil individuos de distintas “razas”. (Por supuesto, no se trata de huesos de seres humanos de una “raza inferior”, como pretendían, sino de iguales a nosotros, de distintos lugares y orígenes étnicos).

• Algunos de los nombres principales de la ciencia británica así como de curadores de museos de todo el mundo, estuvieron involucrados en este negocio a gran escala de robo de tumbas(3). Se incluyen entre ellos al anatomista Sir Richard Owen, al antropólogo Sir Arthur Keith y al propio Charles Darwin. Este solicitó cráneos de Tasmania cuando sólo quedaban vivos cuatro nativos (“racialmente puros”), con la condición de “no enterarse” de cuál era el trámite para lograrlos. Los museos no sólo se interesaban en los huesos sino también en la dermis de esas personas, pues sería útil para poner de manifiesto el proceso evolutivo al ser disecada.

• También se pedía cerebros de nativos, apropiadamente conservados, con el objeto de demostrar que eran “inferiores” a los blancos.

• No cabe ninguna duda, en función de las evidencias escritas, que muchos de esos órganos se obtenían, simplemente, buscando y matando a los nativos para extraérselos.

• Edgard Ramsay, curador del Museo Australiano en Sydney en el período 1874 – 1894, estaba muy comprometido en ese accionar. En un folleto del museo publicado por él, a los nativos se los designaba “animales australianos”. Instruyó acerca de cómo robar los cadáveres de esa gente de las tumbas y cómo cerrar las heridas de balas en los “especimenes” recién asesinados. Muchos recolectores independientes trabajaron bajo su guía. Cuatro semanas después de haber solicitado cráneos de negros Bungi (de la zona que hoy día es el Parque Nacional Río Russell), un estudiante de ciencias, vehemente, le envió dos, anunciándole que los había cazado él y que de esa manera quedaba extinguida la tribu(4).

• La evolucionista alemana Amalie Dietrich llegó a Australia y pidió a los propietarios de grandes granjas que le permitiesen matar con armas de fuego a los nativos, con el objeto de obtener, especialmente, piel para relleno y monturas para los empleados de su museo(5).

Otro estudio que documenta el maltrato y la matanza infligida a los nativos es el libro Aborígenes en la Australia Blanca: Una Historia Documentada de la Patética Política Oficial y el Aborigen Australiano 1697 – 1973, editado por la doctora Sharman Stone, Secretaria Parlamentaria del Ministerio Australiano de Medio Ambiente y Herencia. La obra, en la que hay unos pocos comentarios de la editora, corresponde a documentación pública: actas parlamentarias, informes de investigaciones, cartas a directores de periódicos y dictámenes antropológicos.

La doctora Stone establece la siguiente relación entre la teoría de Darwin y la masacre de nativos:

El libro El Origen de las Especies de 1859 escrito por Charles Darwin, popularizó la idea de evolución biológica (y por lo tanto social). Los eruditos empezaron a considerar a la civilización como un proceso lineal con razas capaces de ascender o descender una escala determinada. Los europeos resultaban los “más aptos para sobrevivir”. Los aborígenes (nativos) estaban condenados a morir debido a una “ley natural”, de la misma manera que ocurrió con los dodos o drontes (aves extinguidas de la Isla de Mauricio) y con los dinosaurios. Esta teoría, apoyada por la información disponible en esos momentos y usada para justificar el desprecio y el asesinato, mantuvo su vigencia hasta bien entrado el siglo XX, cuando se advirtió que los individuos de piel oscura (en vez de desaparecer) aumentaban su número(6).

Sir Douglas Nicholls, el primer nativo australiano al que se confirió el título de caballero, junto a su esposa.

Como aclara la editora, algunos darwinistas europeos presentaron el asesinato de los nativos como una prueba de que dicha “raza” estaba condenada a desaparecer debido a una “ley natural”. Sin embargo, el siglo pasado se demostró que su muerte se debía, exclusivamente, al maltrato recibido. Y cuando se advirtió que la gente de piel oscura se multiplicaba, el argumento darwinista se hizo trizas.

Las preguntas y las ulteriores respuestas dadas por un funcionario político en una investigación llevada a cabo por la Comisión Real en 1861, ayuda a clarificar que el fundamento racista y el atropello al que fueron sometidos los nativos era considerado completamente natural en aquella época:

Pregunta: “¿Se hubiese considerado una confesión de debilidad el no castigar a los negros?”.
Respuesta: “Sí. Esa es exactamente mi opinión”.
Pregunta: “¿La cuestión reside en tener en claro cuál es la raza más fuerte porque si nos sometemos a ellos nos despreciarían?”.
Respuesta: “Sí”(7).De acuerdo a Stone, una agencia de noticias de 1880 comunicó:

Diese Zeilen zeigen nochmals die Brutalitt in dem Herzen der sozialdarwinistischen Perspektive. Diese Menschen wurden als eine Spezies Tier betrachtet, wurden aber auf eine Weise behandelt wie niemand ein Tier behandeln wrde, einfach deshalb, weil ihre Haut eine dunklere Farbe hat und weil sie gewisse unterschiedlichen physischen Charakteristika hatten ein weiterer Beweis der Grausamkeit der Sozialdarwinisten. Ein Brief aus 1880 an eine Zeitung beschreibt die Unterdrckung der Aborigines:

Nada que podamos hacer alterará las leyes inescrutables y además inmutables que dirigen nuestro progreso en este mundo. Por medio de esas leyes los nativos australianos estaban condenados al advenimiento del hombre blanco. Lo único que nos queda por hacer es ayudar al cumplimiento de las mismas, con la menor crueldad posible. Debemos gobernar al negro por medio del miedo(8).

Estas líneas revelan, sencillamente y una vez más, la inhumanidad y la falta de corazón de los socialdarwinistas, al considerar a esos pueblos una especie de animales ―aunque tratados con métodos que nadie usaría ni siquiera con las bestias― porque tenían piel oscura y algunas características físicas singulares. Una carta dirigida a un periódico, también en 1880, describe la opresión a la que se sometía a los nativos:

Hablando claro, es así como tratamos a los aborígenes: al ocupar sus territorios procedemos con ellos exactamente de la misma manera que lo hacemos con las bestias salvajes que se pueden encontrar allí. Los europeos pasan a disponer absolutamente, según su antojo, de sus vidas, propiedades, canoas, redes… Se les arrebata sus bienes, se les roba por la fuerza sus hijos, se les quita sus esposas. La más mínima muestra de resistencia se responde a balazos… quienes dieron rienda suelta a este tipo de entretenimiento han asesinado, violado y robado a los negros en contra de la voluntad de éstos y sin que nada ni nadie se los impida: no sólo han actuado de manera desenfrenada sino que el gobierno colonial siempre estuvo al lado de ellos para protegerlos de las (posibles) consecuencias de sus crímenes(9).

Lo relatado aquí es apenas una pequeña semblanza del rostro tétrico del “evolucionismo aplicado”, aunque nos parece suficiente para que nos percatemos del grado de desastres al que llevaron a la humanidad el ateísmo y el darwinismo.

DİPNOTLAR

1. Yeni Binyıl Gazetesi, 20.12.2000

2. David Monaghan, 'The Body-snatchers', The Bulletin, November 12. 1991, s. 30-38

3. David Monaghan, 'The Body-snatchers', The Bulletin, November 12. 1991, s.33

4. David Monaghan, 'The Body-snatchers', The Bulletin, November 12. 1991, s.34.

5. David Monaghan, 'The Body-snatchers', The Bulletin, November 12. 1991, s.33

6. Sharman Stone, Aborigines in White Australia: A Documentary History of the Attitudes Affecting Official Policy and the Australian Aborigine 1697–1973, Heinemann Educational Books, Melbourne, 1974

7. Sharman Stone, Aborigines in White Australia: A Documentary History of the Attitudes Affecting Official Policy and the Australian Aborigine 1697–1973, Heinemann Educational Books, Melbourne, 1974, s. 83

8. Sharman Stone, Aborigines in White Australia: A Documentary History of the Attitudes Affecting Official Policy and the Australian Aborigine 1697–1973, Heinemann Educational Books, Melbourne, 1974, s.96

9. Sharman Stone, Aborigines in White Australia: A Documentary History of the Attitudes Affecting Official Policy and the Australian Aborigine 1697–1973, Heinemann Educational Books, Melbourne, 1974, s.93



LA TEORIA DE LA RECAPITULACION Y EL RACISMO

Ernst Haeckel

Según la teoría de la recapitulación propuesta por el alemán, ateo y evolucionista Ernst Haeckel, el embrión (humano) repite en su desarrollo el proceso evolutivo sufrido por sus supuestos antecesores. Esta presunción sostiene que al ir creciendo en el vientre materno, exhibe primero las características del pez, luego las del reptil y finalmente las humanas. Esto fue presentado durante años como evidencia de la teoría de la evolución, pero eventualmente fue considerado algo totalmente no científico y sólo una elucubración mental(1).

Con la peregrina idea de demostrar la realidad de esa hipótesis, Ernst Haeckel realizó dibujos artificiosos de modo que se asemejasen los embriones de pez y humano. Al ser descubierto el fraude, se defendió diciendo que el mismo tipo de cosas ya habían hecho otros evolucionistas(2).

De cualquier manera, semejante superchería dotó al racismo de un aparente fundamento científico en muchos países, en particular en Alemania.

Ernst Haeckel y sus dibujos amañados de embriones.

La teoría de la recapitulación manifiesta que los rasgos de los humanos en el estadio de embrión o en la primera infancia son los propios de los ancestros adultos. Por ejemplo, Haeckel y sus seguidores sostenían que un niño “civilizado” poseía la misma inteligencia y pautas de comportamiento que la de un “salvaje” adulto, lo cual se usó para “probar” la superioridad de la “raza blanca”. Stephen Jay Gould sintetiza en su libro Después de Darwin el apoyo que la teoría de la recapitulación proveyó al racismo:

La recapitulación era el argumento favorito de Haeckel… El y sus colegas también invocaban esa teoría para afirmar la superioridad de los blancos del norte de Europa… Herbert Spencer escribió que “los rasgos intelectuales del incivilizado… son recurrentes en los párvulos del civilizado”. Carl Vogt lo dijo de modo más contundente en 1864: “El desarrollo que tiene lugar en el negro, en lo que hace a sus facultades mentales, es (del nivel) de un niño…”(3).

Por supuesto, este tipo de alegatos presentados por Spencer, Vogt y otros, no refleja la verdad de ninguna manera: la ciencia fue invalidando gradualmente esas conjeturas, por lo que fueron abandonadas. Escribe Gould en su libro El Pulgar del Panda:

Esta teoría, a la que se la mencionaba por medio de una frase complicada, es decir, “la ontogenia recapitula la filogenia”, sostiene que los animales más perfeccionados pasan en su desarrollo a través de una serie de etapas que representan, en la secuencia adecuada, la forma adulta de los ancestros, los cuales eran criaturas más primitivas… La recapitulación proveyó un enfoque conveniente al racismo penetrante de los científicos blancos(4).

El profesor George J. Stein, director del Centro de Estudios de Estrategia Aérea, publicó en American Scientist un artículo titulado “La Ciencia Biológica y las Raíces del Nazismo”. Allí sintetiza la relación deletérea entre Haeckel, el socialdarwinismo y el racismo:

En esencia, Haeckel y sus asociados darwinistas presentaron las ideas que se convertirían en el numen de las suposiciones del nacionalsocialismo”(5).

DİPNOTLAR

1. Keith S. Thompson, "Ontogeny and Phylogeny Recapitulated", American Scientist, vol 76, Mayıs/Haziran 1988, s.273

2. Francis Hitching, The Neck of the Giraffe: Where Darwin Went Wrong, New York: Ticknor and Fields 1982, s.204

3. Stephen Jay Gould, "Racism and Recapitulation," Ever Since Darwin adlı kitabın 27. bölümü, (New York, W.W. Norton & Co., 1977), s. 217

4. Stephen Jay Gould, "Dr. Down's Syndrome", Natural History, vol.89, Nisan 1980, s.144

5. George J. Stein, "Biological Science and the Roots of Nazism," American Scientist, Vol. 76, Jan/Feb. 1988, s. 56.

El Nuevo Imperialismo y el Socialdarwinismo

Un cuadro de Adam Willaerts nos muestra un barco británico dirigiéndose a las Indias Orientales.

Los países europeos empezaron a desarrollar el colonialismo con más vigor en el siglo XVI, mucho antes que apareciese Darwin. Pero al igual que con el racismo, se valieron luego de la teoría de la evolución para consolidar sus posiciones. La Revolución Industrial impulsa el asalto de mercados nuevos en países y continentes nuevos y da lugar a lo que se llamaría en el siglo XIX nuevo imperialismo.

En ese proceso el socialdarwinismo pasa a ocupar un papel central al ser uno de sus argumentos principales el de la “superioridad racial”. Gran Bretaña, Francia, Alemania, etc., pasaron a rivalizar al considerar, de manera equivocada, que la adquisición de nuevas tierras sería lo que les haría poderosos y victoriosos.

Eso llevó a sus respectivos gobiernos, de nuevo de manera errónea, a sojuzgar a otras “razas” o poblaciones humanas. Los arios y los anglosajones consideraron un derecho natural asumir el control de los asiáticos, africanos y nativos australianos ―a quienes tenían por “razas inferiores”―, usarlos como fuerza de trabajo y explotar sus recursos naturales. Es así que el imperialismo del siglo XIX se expande más debido a su adopción de las tesis darwinistas que a los requerimientos económicos62.

Dice la edición de 1946 de la Enciclopedia Británica:

Este nuevo período del imperialismo, a fines del siglo XIX, encontró su respaldo espiritual en el Bismarckismo, en el socialdarwinismo y en todas las especulaciones que glorificaban el poder y el éxito material, las cuales inundaron Europa… Las teorías raciales se volvieron, de algún modo, la “fe” ―justificada por la “ciencia” y por la “naturaleza”― casi dominante de ese período63.

Muchos investigadores y autores aceptan que el socialdarwinismo representa el punto de partida del nuevo imperialismo del siglo XIX. Por ejemplo, en Darwin y la Revolución Darwinista, la profesora de historia Gertrude Himmelfarb dice lo siguiente, acerca de de la estrecha relación entre el socialdarwinismo, el racismo y el imperialismo:

Por lo general se ha entendido que el socialdarwinismo exalta la competición, la fuerza y la violencia por sobre el acuerdo, la ética y la religión. Es así que se ha convertido en una maleta que contiene nacionalismo, imperialismo, militarismo, totalitarismo y el culto de los héroes, es decir, del superhombre y de la raza dominante64.

El conocido historiador alemán Hans-Ulrich Wehler describe dicho aspecto del socialdarwinismo:

Arriba: Cortejo de la familia real británica en la India bajo gobierno colonial inglés.

Abajo: Llegada de fuerzas ocupantes británicas a Palestina tras la retirada del Imperio Otomano. Bajo éste, Palestina gozó de paz y seguridad a lo largo de varios siglos. Pero con la nueva administración colonial británica aparecieron el caos, los conflictos y la opresión.

…(fueron los criterios socialdarwinistas) los que llevaron a considerar que las aspiraciones a la emancipación, de los trabajadores o de los pueblos colonizados, eran protestas sin sentido de la gente inferior en la lucha por la existencia, por lo fueron rechazadas. El socialdarwinismo pudo entrelazarse con los intereses dominantes mediante el áurea de conocimiento científico “irrefutable” con el que se movía. Ideológicamente se presenta como virtualmente ideal para justificar el imperialismo, a la vez que una multitud de gente lo mantiene vital y lo populariza en las naciones industrializadas65.

En 1912 el general alemán retirado Friederich von Bernhardi compatibiliza su proimperialismo con los criterios socialdarwinistas en su libro Los Británicos como Vasallos de Alemania:

Es nuestro deber desarrollar el imperio alemán colonial en interés de la civilización mundial. Solo así podremos unir políticamente a los alemanes de todo el planeta, o al menos nacionalmente, en el reconocimiento de que la civilización alemana es el factor principal del progreso humano. Debemos esforzarnos por todos los medios a nuestro alcance para adquirir nuevos territorios en cualquier parte del orbe, porque tenemos que preservar para Alemania nuestros millones de descendientes por venir, a los cuales habrá que alimentar y darles fuentes de trabajo. Es necesario que estén capacitados para vivir bajo el cielo alemán y llevar una vida alemana66.

El afán por conseguir nuevos territorios, motivado por el nuevo imperialismo, condujo a conflictos entre los países imperialistas. Una vez más, cada uno de ellos, apoyándose en los conceptos erróneos del darwinismo, consideró a la población local (a ser sometida) “raza inferior”, lo cual condujo a enormes crueldades. Plantearon que eran los elegidos para llevar la civilización a las zonas a ocupar, pero en vez de ello esparcieron, principalmente, sufrimientos y lágrimas a raudales.

El Socialdarwinismo y el Conflicto Entre las “Razas”

Dios creó distintos tipos de poblaciones, tribus y naciones en el planeta para que haya diversidad de expresiones e intercambio entre las mismas: …para que os conozcáis unos a otros… (Corán, 49:13).

Según la visión del socialdarwinismo, los seres humanos no existen para eso sino para luchar hasta la muerte entre ellos. En consecuencia, lo que nos impulsaría al progreso humano sería ese tipo de enfrentamiento entre “razas” y naciones. Y siguiendo ese hilo de irracionalidad, sostiene que se harán nuevos descubrimientos para “agilizar” las acciones violentas, con lo que los grupos humanos “superiores” y más “civilizados” pasarán al frente y desbrozarán el camino del progreso humano. Pero sugerir que el progreso se dará a través de la matanza, la masacre, la opresión y la persecución entre personas no es sino barbarismo. Y eso es lo que sugiere Darwin ―fuente originaria del socialdarwinismo―, a quien se lo quiere presentar como “humano” y opuesto al racismo. Es este inglés quien proclamó la mentira de que los blancos “civilizados” resultarían victoriosos. Si bien es cierto que los desacuerdos y problemas son parte de la relación entre distinta gente, son cosas que se pueden resolver perfectamente por medios pacíficos. Imaginar que la violencia es la que aporta la solución, sólo complica las dificultades. Por supuesto, las naciones están perfectamente justificadas a tomar precauciones para proteger sus intereses en todo momento. Pero es tanto ilógico como una exhibición de mala intención estructurar una política nacional que ignore los derechos de otros pueblos o creer que los intereses propios pasan por destruir los de los demás.

Leemos en La Descendencia del Hombre:

Cuando las razas civilizadas entran en contacto con los bárbaros, la lucha es breve, excepto que una situación extraordinariamente favorable ayude a la raza nativa… El grado de civilización sería el elemento más importante para lograr el éxito en el choque entre las naciones67.

En otra parte del libro se refiere al enfrentamiento entre “salvajes” y “civilizados” y adelanta que estos últimos conseguirán el triunfo. Es por medio de este tipo de supuesto totalmente ilusorio que puso los cimientos para el caos y el sufrimiento que ya lleva bastante más de un siglo.

Muchos de sus seguidores juzgaron que “el obligado conflicto racial” era algo científico. Por ejemplo, el teórico evolucionista del siglo XIX Karl Pearson, considerado seguidor de Francis Galton, revela en su libro Vida Nacional Desde la Perspectiva de la Ciencia, que la lucha “interracial” es necesaria y que el combate dentro de una misma “raza” es insuficiente para la evolución. Veamos algunas de sus palabras, carentes de cualquier tipo de realidad:

Escena de la Guerra Civil Norteamericana (1861-1865) entre quienes querían la abolición de la esclavitud (los estados del norte) y quienes querían que continuase (los estados del sur). La idea de la superioridad de la raza blanca se convirtió en casus belli (caso de guerra) y a lo largo de cuarenta años los habitantes de los EE. UU. combatieron unos contra otros. Finalmente la esclavitud fue abolida con el triunfo de los estados del norte.

Lo que he dicho acerca del linaje deficiente corresponde a las razas inferiores. ¿Cuántos siglos, cuántos miles de años, los cafres o los negros tuvieron bajo su control grandes regiones del Africa sin los problemas propios del hombre blanco? No obstante, sus luchas intertribales no produjeron una civilización, comparable por lo menos con la de los arios. No creo que, independientemente de cómo se los eduque y nutra, se logre la modificación del linaje. La historia me enseña una y sólo una senda por la cual se logra llegar a una civilización superior: la lucha entre razas y la supervivencia de la más apta física y mentalmente68.

Manifestaciones repudiables como la transcripta proveyeron al imperialismo una argumentación supuestamente científica. Los europeos ocuparon el continente africano, gran parte de Asia, persiguieron a los pueblos originarios de Australia, reivindicaron que lo que hacían correspondía a una ley natural y que era el único mecanismo por medio del cual la humanidad progresaría. (Por supuesto, esto es algo que jamás pudo ser comprobado a través de estudios serios). Según Pearson, la guerra realizada antes de manera espontánea ahora debía ser planificada:

La lucha que se da es de raza contra raza y de naciones contra naciones. Al principio era ciega, inconciente, entre tribus bárbaras. Actualmente, el blanco civilizado actúa de modo cada vez más conciente, con el objeto de modificar continuamente el medio en el que se mueve. El país tiene que prever cómo y dónde luchará… Les pido que consideren al país como un conjunto organizado en una lucha permanente con otros países, ya sea por la fuerza de las armas o por la fuerza del proceso económico y comercial. Les pido que no vean esto como algo totalmente malo, porque es la fuente del progreso humano a lo largo de la historia69.

Esta creencia equivocada de los opresores del siglo XIX, es decir, que el choque entre razas y países era el camino del progreso y que los demás eran los “inferiores”, se impuso sobre una gran parte del mundo. La forma en que los imperialistas europeos trataban a los conquistados, exhibe que los consideraban “inferiores” desde todo punto de vista. Es por eso que los denigraron, que rechazaron aceptarlos como plenamente humanos, que los trataron de modo brutal y les negaron los derechos de los que sí gozaban los saqueadores. El siglo XIX es el de la implementación del socialdarwinismo a escala mundial.

Ese salvajismo prendió tanto entre los europeos porque, entre otras cosas, se habían apartado de los valores morales religiosos, los cuales promueven la convivencia pacífica. Dios ha ordenado que seamos tolerantes y misericordiosos. Lo contrario a ello y la promoción de la violencia conlleva una responsabilidad muy pesada frente a El, Quien ha revelado en el Corán que no acepta que se dañe a sus criaturas o se las corrompa:

Pero apenas te vuelve la espalda, se esfuerza por corromper en el país y destruir las cosechas y el ganado. Dios no ama la corrupción. (Corán, 2:205)

Prácticas Despiadadas en las Colonias

Ceremonia militar británica en la India.

Las perspectivas socialdarwinistas eran las que primaban entre las élites colonialistas y sirvieron para trazar la política a seguir con los nativos, considerados subhumanos y a quienes se los sometió al aniquilamiento y a todo tipo de sufrimientos y de angustias, pues aumentó la codicia y la agresión de los colonizadores debido a un falso sentimiento de superioridad.

La Guerra del Opio es un buen ejemplo de lo dicho. Inglaterra empezó a vendérselo a los chinos a principios de 1880 y los convirtió rápidamente en drogadictos, a pesar de que para ese entonces estaba prohibida su transacción en las Islas Británicas. Luego de la muerte por consumo excesivo del hijo del emperador, éste decidió impedir su entrada. Para ello envió a Cantón ―el puerto más importante de la Compañía de las Indias Orientales― al funcionario Lin Zexu (Lin Tse-Hsü) con el encargo de interrumpir la importación. Pero los mercaderes ingleses resistieron la aplicación de esa medida y entonces Zexu clausuró los depósitos de opio. Los británicos respondieron de inmediato con la intervención militar y los chinos fueron obligados a aceptar un tratado humillante, por medio del cual se legalizaba plenamente la comercialización de estupefacientes en China. El enviado del emperador perdió su puesto en el gobierno y fue enviado al exilio.

Arriba: Fuerzas británicas reprimen brutalmente a los hindúes que demandan ser libres.
Abajo: Un militar británico selecciona soldados para el ejército hindú.

Los portugueses, por su parte, demostraron su “superioridad” esclavizando a los nativos de Africa occidental y enviándolos, allende los mares, “contratados” como trabajadores por cinco años. Pero muy pocos de ellos sobrevivieron a las condiciones de vida impuestas como para poder regresar70. No sólo que los colonizadores les robaban sus pertenencias, territorios y recursos naturales para entregárselos a las compañías o colonos de sus países, sino que los pasaron a explotar como fuerza de trabajo, absolutamente indiferentes a la suerte que corriesen.

Los británicos enviaban de sus colonias a su terruño materias primas (algodón, té y minerales) para retornarlas luego a las posesiones en forma de productos manufacturados, a precios elevados. Además, se arrogaron la manipulación en exclusiva del algodón que se producía en la India y obligaron que la sal se les comprase sólo a ellos.

De manera coherente con sus ínfulas de dominantes, los ocupantes trataban a los jefes nativos de modo irrespetuoso e indigno. La forma de proceder con los colonizados era la que regía antes entre los europeos, desde Isabel I de Inglaterra hasta Napoleón (es decir, desde principios del siglo XIV hasta principios del XVII). El concepto de superioridad, aunque falso, ganó fuerza en el viejo continente en el siglo XIX, convirtiendo en “normal” la actitud insultante y cruel.

Los imperialistas darwinistas presentaron su colonialismo como el producto de la “inferioridad” de los que pasaron a dominar. Según sus suposiciones, la “raza superior” debía sentar sus reales en todo el mundo para que éste progrese, es decir, para lograr la mejora o el desarrollo de las “razas inferiores”. Dicho en otras palabras, los colonizadores sostenían que llevaban la civilización a las tierras que ocupaban. Pero sus políticas y formas de proceder no mostraban para nada la intención de una ayuda sincera a esos pueblos en los que clavaban sus garfios. Los poderes colonialistas de los siglos XIX y XX llevaron a otros sitios el caos, el exterminio, el pánico y la humillación, en vez del bienestar, la felicidad, la cultura y la civilización: no se trataba más que de sus conceptos socialdarwinistas aplicados. Y aunque se acepte que aportaron algún beneficio a las zonas que saquearon, el daño producido fue inmensamente mayor.

En el texto de Karl Pearson que sigue abajo, se resumen esos criterios basados en el darwinismo:

Arriba: El príncipe Eduardo, duque de Windsor, recibe obsequios del Marajá de Koihayur. Abajo: Zulús participan en una carrera de embolsados para entretener a la tropa británica que está celebrando el cumpleaños de la reina Victoria.

La lucha significa sufrimiento, un sufrimiento intenso mientras se lleva a cabo. Pero lucha y sufrimiento han sido los procesos o etapas por medio de los cuales el hombre blanco ha llegado a su actual estado de desarrollo, lo que explica que ya no viva más en cuevas alimentándose de raíces y frutos. Por más tétrico que les parezca a algunos, la raza más apta sobrevive valiéndose de ese progreso, lo cual es la circunstancia atenuante o compensadora de la (despiadada) lucha por la existencia: es del crisol más ardiente que proviene el metal más refinado. Usted puede abrigar la esperanza de que llegará el momento en que las espadas se transformen en arados, en que los comerciantes norteamericanos, alemanes y británicos ya no compitan en los mercados mundiales de materias primas y por la provisión de alimentos, en el que el blanco y el negro compartan el mismo suelo y que cada uno cultive su parcela. Pero, créanme, cuando llegue ese día dejará de existir el progreso, nadie pondrá coto a la procreación del linaje inferior, la inexorable ley de la herencia no será controlada y mantenida por la selección natural. El hombre se estancará… El sendero del progreso está sembrado con los despojos o la destrucción de las naciones. Por cualquier parte se ven sus restos y las víctimas de las razas inferiores, las cuales no encontraron la puerta estrecha que permite acceder a un estadio superior. De cualquier manera, la cantidad de cadáveres producidos son, en verdad, los peldaños o escalones por medio de los cuales la humanidad se ha elevado intelectualmente y ha profundizado su sensibilidad71.

Esta “visión del mundo” que considera a la mayoría de los pueblos de una condición inferior y a sus muertos y damnificados como un paso ineludible en el sendero de la llamada evolución, representa una amenaza para toda la humanidad. Si un conjunto de individuos se esfuerza por presentar una idea como una realidad científica ―independientemente de lo peligrosa, ilógica y no científica que sea― y la propaga amplia y permanentemente, casi siempre es aceptada inmediatamente junto con sus resultados prácticos por la gente poco informada. Y los darwinistas obraron así. Quienes creen en conceptos tales como “lucha por la supervivencia” y “conflicto entre las razas superiores e inferiores”, se vuelcan a todo tipo de brutalidad o se quedan callados si son otros los ejecutores. Es por eso que millones de individuos aplaudieron a racistas, agresivos y crueles, como Franco, Hitler y Mussolini, aunque se hubiesen nutrido en ideologías deparadoras de la aflicción, el sufrimiento y el terror, causantes de la muerte de centenares de miles de personas.

Al considerar los colonizadores que los habitantes de las tierras que ocupaban eran ciudadanos de “segunda clase”, la invasión de Argelia por parte de Francia en 1827 conllevó la aplicación sobre los argelinos de un sistema basado en la opresión y la violencia. Lo primero que hicieron fue prohibir la educación en árabe e incluso que se hable ese idioma. Luego se convirtió Argelia en totalmente dependiente de Francia en lo económico. Los opositores fueron reprimidos a sangre y fuego. La foto muestra parte del maltrato y tortura al que fue sometido el pueblo argelino.






Escena en tamaño reducido a la izquierda: En 1919 unos 500 ciudadanos blancos sitiaron el edificio del tribunal, se apoderaron de un negro que estaba preso, lo golpearon hasta desmayarlo, lo balearon más de mil veces y finalmente quemaron su cuerpo.

Escena en tamaño mayor: Dos jóvenes negros, Thomas Shipp y Abraham Smith, linchados en Indiana en 1930. Miles de blancos los golpearon de manera brutal con bates de béisbol antes de colgarlos. El Ku Klux Klan ganó fuerza en 1930. Estos dos linchamientos son parte de los incontables ejemplos de odio y brutalidad promovidos por el racismo.




La Guerra y el Socialdarwinismo

La engañosa idea de que la lucha “interracial” conduciría al progreso de los pueblos, cimentada en la notable expansión del darwinismo antes y después de la Primera Guerra Mundial, estableció como verdad “indiscutible” que las matanzas en acciones militares eran el “medio más apropiado” para la eliminación del débil y la erradicación de las personas vistas como “cargas sociales”, así como el factor que hacía a la supervivencia del más fuerte y al desarrollo positivo de la “raza humana”.

No cabe ninguna duda que a lo largo de la historia ocurrieron muchos enfrentamientos cruentos. No obstante, por lo general, sucedieron dentro de ciertos límites y sin tener como objetivo directo liquidar la población civil. El reto era entre los grupos armados involucrados. Pero en las guerras alentadas por el socialdarwinismo, el blanco principal pasó a ser el ciudadano común, para reducir la cantidad de los que “sobraban”, es decir, para eliminar a los que se consideraba “incompetentes” y, supuestamente, “inferiores”.


El supuesto darwinista de que la lucha violenta es parte esencial de la naturaleza humana, promueve o alienta la guerra entre las naciones, aunque es obvio el impacto que ésta tiene sobre los civiles inocentes.



Numerosos escritos y discursos describen los fundamentos darwinistas de la guerra antes de la de 1914-1918. Richard Milner, editor colaborador de Natural History, la revista del Museo Norteamericano de Historia Natural de New York, escribe acerca de los puntos de vista darwinistas belicosos de los intelectuales alemanes de la época:

En el período de la Primera Guerra Mundial, los intelectuales alemanes creían que la selección natural era una ley natural irresistible y todopoderosa (Allmacht) que los impelía al combate sangriento con el objeto de imponerse sobre los demás. Los libros de texto y militares promovían las teorías de Darwin y las estimaban el basamento “científico” para el logro de la supremacía mundial. Ni decir que esos supuestos contaban con el respaldo absoluto de los científicos y profesores de biología alemanes72.

Durante esos años, el general F. von Bernhardi se ocupó de difundir el socialdarwinismo. En su libro Alemania y la Guerra Que Viene, mantiene que el combate es una obligación y la mejor forma de hacer desaparecer del mundo a los inservibles: “La guerra es una necesidad biológica de primera importancia, un elemento regulador imprescindible en el devenir del género humano, pues sin ella habría un desarrollo malsano que se opondría al avance de la raza y, por lo tanto, a toda la civilización real”73.


La lógica socialdarwinista sustentó, básicamente, la brutalidad de los ocupantes nazis durante la época en que tomaron como trabajadores esclavos o asesinaron a millones de rusos que no eran culpables de nada.





La idea de que la guerra es “un elemento regulador” no se puede justificar en términos lógicos y racionales ni de manera científica. En la misma se da rienda suelta a una fuerza destructora que provoca pérdidas enormes de vidas y de propiedades, con un efecto negativo sobre toda la sociedad, difícil de subsanar.

No obstante, quienes consideraban a la guerra y a las masacres permanentes un requerimiento de la llamada civilización, siguieron promoviendo ese concepto. Por ejemplo, dice Bernhardi en otra parte de su libro:

Obligar a los jóvenes a combatir, a pesar de los sufrimientos que ocasionan las guerras, es una de las facetas tenebrosas del darwinismo.

La guerra no sólo es un elemento más en la vida de los pueblos, sino un factor indispensable de la cultura, con la cual la nación realmente civilizada encuentra la más elevada expresión de fortaleza y vitalidad… La guerra da un fallo biológico adecuado, puesto que éste descansa en la propia naturaleza de las cosas… No es sólo una ley biológica sino (también) una obligación moral y, como tal, un factor indispensable para (el progreso) de la civilización74.

No cabe ninguna duda que uno de los errores más grandes de quienes admitieron ese tipo de ideas, fue asumir que la guerra era compatible con la naturaleza humana y, en consecuencia, inevitable. Según ese criterio, cuanto más se impulsa la guerra, mayor es el poder y la vitalidad que se adquieren. Pero esto es una gran falsedad. Dios nos ha creado de manera tal, que somos más felices cuando vivimos en paz. El caos y los conflictos provocan tensiones terribles en el alma humana. El mejor tipo de progreso en lo económico, social y cultural, se da en un clima de concordia y seguridad. Gertrude Himmelfarb hace el siguiente comentario en su libro Darwin y la Revolución Darwinista:

Para el general (Bernhardi) los experimentos y aventuras nacionalistas fueron la resultante de hacer de la guerra la necesidad primera. Para otros fue al revés: las aspiraciones nacionalistas e imperialistas llevaron al enfrentamiento bélico. Incluso hubo personas a quienes les hubiese gustado la guerra sin la carga que representaba el nacionalismo o militarismo. Eso era socialdarwinismo en su forma más pura y objetiva75.

El biógrafo de Darwin, evolucionista y antropólogo Sir Arthur Keith, admitió abiertamente que a la guerra la veía con buenos ojos. Aunque le gustaba la idea de convivir en paz, temía la resultante de ello. Hizo la ilógica predicción de que el mundo, después de 500 años de paz, se convertiría “en un huerto que quedó sin podar durante muchos otoños con plantas que crecieron descontrolada y permanentemente”76.


La gente que no experimentó la guerra no puede conocer realmente el terrible desastre que representa. No hay que olvidar que la misma significa luto, pérdidas y sufrimientos para millones de inocentes. La manera de construir un mundo sin enfrentamientos violentos, en paz y seguridad, pasa por erradicar las ideologías incompatibles con los valores morales y religiosos establecidos por Dios.


Las palabras de Keith son un indicio de cómo pueden influir las sugerencias darwinistas promotoras de la violencia. Keith creía que el mundo tenía que ser “podado” de tiempo en tiempo, cortando las “ramas” (es decir, aniquilando las personas) que impedían su crecimiento enhiesto y sano. En otras palabras, respaldaba el salvajismo. Para él la “podadora” es la guerra y la gente que muere en las mismas las “ramas dañadas, improductivas, inútiles”: hombres, mujeres y niños indefensos. Quienes reciben la influencia de los engaños darwinistas no sienten ninguna compasión por la gente inocente. La teoría que dice que para fortalecer y desarrollar la “raza blanca” deben ser eliminados los débiles, conduce a crueldades nunca vistas.

Afroamericanos linchados en 1906
La brutalidad seguirá llevando a tragedias como estas en tanto no prevalezca el amor a Dios y los sentimientos de compasión y benevolencia para con los seres humanos que El creó.

Las tenebrosas pautas socialdarwinistas son parte de las razones principales que hicieron que los enfrentamientos y las matanzas continuasen sin cesar desde el siglo XIX. Y en ese hechizo, que hace ver a las guerras con simpatía, cayeron y caen incluso quienes nunca escucharon hablar del socialdarwinismo.

Por otra parte, quienes en el siglo XX consideraron y consideran que la contienda bélica es esencial (para el progreso), no fueron ni son grupos marginales sino una gran cantidad de periodistas, académicos, políticos y funcionarios77. Son los que impulsaron e impulsan el sometimiento inhumano de mujeres, niños, ancianos y necesitados, e incluso la pérdida de vidas jóvenes en los campos de batalla porque, supuestamente, todo eso resultaría “beneficioso para la humanidad”.

Tales criterios fueron y son compartidos en los más altos niveles. Por ejemplo, el canciller alemán Theobald von Bethmann-Hollweg suscribía la creencia ―común entre la clase media al comienzo de la Primera Guerra Mundial― de que era inevitable la lucha entre eslavos y teutones78. El Kaiser opinaba lo mismo. Muchos historiadores concuerdan en que entre las causas principales de las matanzas brutales en el primer decenio del siglo XX, se encuentran las perversas suposiciones de que la guerra resulta inevitable y que “limpiar” el planeta de las “razas inferiores” es algo natural y benéfico.

El filósofo Friedrich Nietzsche también fue un destacado defensor del socialdarwinismo en Alemania. Para él, el sistema social ideal debía basarse en el conflicto armado: “El hombre será entrenado para la guerra y la mujer para la recreación del combatiente. Todo lo demás es insensatez”79. Según esa fantasía malhadada, la vida consiste únicamente en un combate bélico permanente, el cual incluye todo lo demás.

Hitler, un socialdarwinista fanático y gran admirador de Darwin y de Nietzsche, llevó a la práctica dicho criterio. Mezcló el militarismo con la teoría de la evolución y dijo:

Toda la naturaleza es una lucha continua entre el fuerte y el débil y la victoria permanente del primero sobre el segundo80.

Ideas como estas, son el producto de una ignorancia terrible. Quienes pensaron y piensan que al recurrir a la teoría de la evolución y a las ideas militaristas y asesinas se cuenta con un respaldo científico, solamente se engañaban y se engañan. Debido a ello el mundo se vio y se ve sumergido en la ruina en una escala sin precedentes.

Max Nordau, uno de los líderes del sionismo, identifica a Darwin como el defensor fundamental de la conflagración bélica en un artículo titulado “La Filosofía y los Valores Eticos de la Guerra”:

Darwin es la principal autoridad entre los que abogan por la guerra. Desde que fue promulgada la teoría de la evolución, las contiendas armadas pueden cubrir su barbarismo con el nombre de Darwin y proclamar que los instintos sanguinarios más depurados se fundamentan en los más modernos conocimientos científicos81.

El maestro de historia de la Universidad de Columbia Jacques Barzun, dice en Darwin, Marx, Wagner: Crítica de una Herencia, que el inglés atizó el fuego del militarismo y la guerra en todas partes:

La guerra se volvió el símbolo, la imagen, el aliciente, la razón y el lenguaje de la acción humana en el planeta. Solamente quienes soportaron ocuparse en una medida considerable de la literatura del período 1870-1914, pueden tener una idea del grado en que en esos escritos se llama al derramamiento de sangre… Los militaristas de la segunda mitad del siglo (XIX) versificaban los sucesos bélicos y se regodeaban ante la sola perspectiva de que se produzcan. Con cierta irresponsabilidad daban por hecho que todos los combates eran lucha por la vida y que la muerte del perdedor era un resultado “natural”82.

En el mismo libro el autor citado describe la manera en que se impuso la influencia darwinista en Europa:

In jedem europäischen Land gab es zwischen 1870 und 1914 eine Kriegspartei, die für Rüstung plädierte, eine liberalistische Partei, die skrupellosen Wettbewerb forderte, eine imperialistische Partei, die freie Hand gegenüber unterentwickelten Völkern forderte, eine sozialistische Partei, die die Eroberung der Macht forderte und eine rassistische Partei, die eine Ausmerzungspolitik gegenüber Fremden forderte - und alle beriefen sich auf Spencer und Darwin, als seien sie die ultima Ratio der Wissenschaft... Rasse war alles: biologisch, soziologisch, darwinistisch.83

Esas imposturas, identificadas y descritas por muchos académicos, explican, en una medida considerable, la historia de las guerras, las matanzas y los genocidios del siglo XX.


El siglo XX, dominado por la filosofía socialdarwinista, ha quedado en la historia como uno en los que se produjeron más conflictos y guerras sangrientas. Los rostros de sufrimientos se mantuvieron un decenio tras otro.




Para Dios la Superioridad Yace en la Piedad, no en la “Raza”

El salvajismo no se limitó a los nazis. Muchas partes del mundo experimentaron y experimentan catástrofes terribles debido al racismo, lo cual llevó y lleva a que millones de personas fuesen y sean consideradas sin valor alguno y en consecuencia humilladas, arrancadas de sus hogares y esclavizadas, tratadas como animales, usadas en experimentos farmacéuticos, asesinadas o abandonadas para que se mueran. Los ejemplos de esa brutalidad sin límites que citamos en este libro, son unos pocos de los muchos documentados.


En época de guerra, no sólo sufren los civiles. Las crueldades propias de las acciones bélicas, también afecta a los soldados forzados a combatir como resultado de una filosofía que lo único que produce es derramamiento de sangre y congoja.

Estudiantes blancos atacan a un abogado negro. El racismo produce ira, odio, agresiones y conflagraciones. Estos estudiantes perdieron su humanidad al punto que pueden matar a una persona inocente sólo debido al color de su piel. Se trata de gente que, de una u otra manera, vive bajo la influencia del socialdarwinismo. En la foto pequeña insertada arriba a la derecha vemos un bus de pasajeros de Alabama de 1930. Los negros debían viajar allí en una sección separada identificada con un cartel que decía “Para Pasajeros de Color”.

Es necesario tener muy en claro la concepción del darwinismo en lo que hace al funcionamiento de la sociedad. Al igual que todas las otras teorías materialistas, el socialdarwinismo sostiene que las personas son criaturas egoístas que viven únicamente para su propio interés y responsables sólo con ellas mismas. Es decir, nunca tendrían en cuenta los principios éticos ni la felicidad de todos los habitantes del planeta. Pero eso no es así. Dios enseña en el Corán, a través de los valores de su moral religiosa, cómo se logra la armonía y la solidaridad universal.


…Ayudaos unos a otros a practicar la piedad y la benevolencia y no ayudéis uno a otro a incurrir en pecado y agresión…
(Corán, 5:2)

Si la gente tiene fe en las órdenes del Libro revelado por El, el cariño y la compasión por los demás se da naturalmente.

Quienes aman, respetan y obedecen las órdenes de Dios, saben que El nos creó a todos y en consecuencia no hacen ningún tipo de diferencia debido a la “raza”, el color de la piel o el idioma. Ven en cada ser humano la agradable belleza creada por el Todopoderoso. Es la fe la que nos convierte en compasivos y protectores. Por el contrario, los que tienen el cerebro lavado por medio de las falsedades darwinistas, desprecian a otros linajes y pueblos, entienden que es correcto oprimirlos o eliminarlos. Con esas formas de proceder no hacen más que multiplicar la tensión, la infelicidad y el terror. El racismo y el imperialismo testimoniados en los siglos XIX y XX, son el resultado de los criterios darwinistas.


In der Tat, wer auch immer sich Allah hingibt und Gutes tut, der hat seinen Lohn bei seinem Herrn; und keine Furcht kommt über sie, und sie werden nicht traurig sein.
(Sure 49:113– al-Baqara, 112)

Dios ha prohibido en el Corán la discriminación por pertenecer a una comunidad o grupo humano determinado y ha revelado que las personas pueden alcanzar una verdadera superioridad ante El a través de la fe y el temor reverencial a Su autoridad:

¡Hombres! Os hemos creado de un varón y de una hembra y hemos hecho de vosotros pueblos y tribus, para que os conozcáis unos a otros. Para Dios, el más noble de entre vosotros es el que más Le teme. Dios es omnisciente, está bien informado (Corán, 49:13)

DİPNOTLAR

37. Karl A. Schleunes, The Twisted Road to Auschwitz (Urbana, Illinios, University of Illinois Press, 1970), s. 30, 32; Jerry Bergman, Eugenics and Nazi Racial Policy, s. 118

38. Sidney M. Mintz, American Scientist, vol.60, Mayıs/Haziran 1972, s. 387

39. John C. Burham, Science, vol.175, 4 Şubat 1972, s. 506

40. Edwin G. Conklin, The Direction of Human Evolution, New York, Scribner's, 1921, s. 34

41. http://www.ncl.ac.uk/lifelong-learning/distrib/darwin/08.htm

42. George Gaylord Simpson, "The Biological Nature of Man", Science, vol.152, 22 Nisan, 1966, s. 475

43. Henry Fairfield Osborn, "The Evolution of Human Races," Natural History, Ocak/Şubat 1926; ikinci kez yayınlanışı Natural History, vol. 89, Nisan 1980, s. 129

44. James Ferguson, "The Laboratory of Racism", New Scientist, vol. 103, 27 Eylül 1984, s. 18

45. Stephen Jay Gould, "Human Equality is a Contingent Fact of History", Natural History, vol.93, Kasım 1984, s. 28

46. Charles Darwin, The Descent of Man, 2. baskı, New York, A L. Burt Co., 1874, s. 178

47. Charles Darwin, The Voyage of the Beagle, (edited David Amigoni, London: Wordsworth, 1997), Bölüm 10, "Tierra Del Fuego"

48. Charles Darwin, The Voyage of the Beagle, s.477

49. http://www.ncl.ac.uk/lifelong-learning/distrib/darwin/08.htm

50. Francis Darwin, The Life and Letters of Charles Darwin, Vol. I, 1888. New York, D. Appleton and Company, s.285-286

51. Stephen Jay Gould, Ontogeny and Phylogeny, Cambridge, Mass: Harvard University Press, 1977, s. 12752.

52. Thomas Huxley, Lay Sermons, Addresses and Reviews, New York, NY:Appleton, 1871, s. 20

53. Robert Lee Hotz, "Race has no basis in biology, researchers say," Los Angeles Times, 20 Şubat 1997

54. Susan Chaves Cameron, Journal of Counseling and Development, 76:277-285, 1998

55. Natalie Angier, "Do Races Differ? Not Really, DNA Shows", New York Times, 22 Ağustos 2000

56. Natalie Angier, "Do Races Differ? Not Really, DNA Shows", New York Times, 22 Ağustos 2000

57. Natalie Angier, "Do Races Differ? Not Really, DNA Shows", New York Times, 22 Ağustos 2000

58. Genetically Speaking, Race Doesn't Exist In Humans http://www.eurekalert.org/pub_releases/1998-10/WUiS-GSRD-071098.php

59. Genetically Speaking, Race Doesn't Exist In Humans http://www.eurekalert.org/pub_releases/1998-10/WUiS-GSRD-071098.php

60. Time, 16 Ocak 1995

61. Time, 16 Ocak 1995

62. Jim Knapp, Imperialism: The Struggle to Be Superior, http://www-personal.umich.edu/~jimknapp/papers/Imperialism.html

63. Encyclopedia Britannica, 1946 edition, volume 12, page 122A

64. Gertrude Himmelfarb, Darwin and the Darwinian Revolution, Chicago, Elephant Paperbacks, Ivan R. Dee, Publisher, 1996, s. 416

65. Hans-Ulrich Wehler, The German Empire, s.180, http://www.geocities.com/Area51/Rampart/4871/Darwin.html

66. T. D. Hall, The Scientific Background of the Nazi "Race Purification" Program, US & German Eugenics, Ethnic Cleansing, Genocide, and Population Control, http://www.trufax.org/avoid/nazi.html

67. Charles Darwin, The Decent of Man, s. 297

68. Karl Pearson, National Life from the Standpoint of Science, Cambridge, Cambridge University Press, 1900, s. 11-16, 20-23, 36-37, 43-44

69. Karl Pearson, National Life from the Standpoint of Science, Cambridge, Cambridge University Press, 1900, s. 11-16, 20-23, 36-37, 43-44

70. John Merriman, A History of Modern Europe, Volume Two: From the French Revolution to the Present, s.990-991

71. Karl Pearson, National Life from the Standpoint of Science, 1900

72. Richard Milner, Encyclopedia of Evolution: Humanity's Search for Its Origin, s. 59

73. Oscar Levy, Complete Works of Nietzsche, 1930, Vol. 2, s. 75

74. Richard Hofstadter, Social Darwinism in American Thought, s. 197; Gertrude Himmelfarb, Darwin and the Darwinian Revolution, s. 417

75. Richard Hofstadter, Social Darwinism in American Thought, s. 197; Gertrude Himmelfarb, Darwin and the Darwinian Revolution, s. 417

76. Arthur Keith'in, Machin'in Darwin's Theory Applied to Mankind adlı kitabına yazdığı önsözden, s. Viii; Gertrude Himmelfarb, Darwin and the Darwinian Revolution, s. 417

77. W. Carr, A history of Germany 1815-1990, 4. Baskı, s. 205; Ernst Haeckel, Der Kamkpf um den Entwicklungs-Gedanken, 1905

78. W. Carr, A History of Germany 1815-1990, 4. Baskı, s. 208

79. Oscar Levy, Complete Works of Nietzsche, 1930, Vol. 2, s. 75

80. H. Enoch, Evolution or Creation, 1966, s. 147-148

81. Max Nordau, "The Philosophy and Morals of War", North American Review, 169 (1889), s. 794

82. Jacques Barzun, Darwin, Marx, Wagner, Garden City, New York, Doubleday, 1958, s. 92, 93

83. Jacques Barzun, Darwin, Marx, Wagner, s. 92-95

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Descargas
  • INTRODUCCION
  • EL SOCIALDARWINISMO
  • LA HISTORIA DE LA CRUELDAD, DESDE MALTHUS A DARWIN
  • LOS SEGUIDORES DE DARWIN: “LOS BARONES LADRONES”
  • Los que toman como dioses a sus vanos deseos y pasiones
  • EL RESULTADO DE LA COALICION DARWIN-HITLER: 40 MILLONES DE MUERTOS
  • LA ESTERILIZACION Y OTRAS DISPOCISIONES LETALES DE LOS SOCIALDARWINISTAS
  • UNA TEORIA QUE HUMILLA A LAS MUJERES
  • EL DARWINISMO Y EL COLAPSO MORAL
  • LA FALSEDAD DE LA “PSICOLOGIA EVOLUTIVA”
  • CONCLUSION