DComo ya hemos dejado en claro, los conceptos de Darwin en El Origen de las Especies son principalmente el producto de la influencia del economista y demógrafo británico Thomas Robert Malthus.
En Ensayo sobre el Principio de la Población Tal Como Afecta al Futuro Progreso de la Sociedad, publicado por primera vez en 1798, Malthus asegura que la población crece en proporción geométrica cada 25 años (1, 2, 4, 8, 16, 32, 64, 128, 256…), en tanto que la producción de alimentos aumenta en proporción aritmética (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9,…). Eso lo llevó a suponer que en 300 años la relación entre población y recursos alimentarios sería de 4096 a 13. En consecuencia, los bienes que hacen a la nutrición resultarían insuficientes para la cantidad de individuos que habría en el mundo, por lo que sería esencial enfrascarse en una seria lucha por la supervivencia. Y este es, precisamente, el concepto que figura en el título completo de la obra de Darwin: Sobre el Origen de las Especies por Medio de la Selección Natural o la Preservación de las Razas Favorecidas en la Lucha por la Vida.
Thomas Robert Malthus
En Ensayo se dice que debe detenerse el rápido crecimiento poblacional y que el comportamiento perverso y las calamidades son los dos factores principales que ayudan a ello. Como ejemplo de las calamidades menciona las hambrunas, las pestes, las guerras y la eliminación de chicos recién nacidos. Por supuesto, cualquiera en sus cabales diría que la puesta en práctica de esos criterios es algo irracional, ilógico y de una brutalidad sin límites. Cualquiera con sentido común diría que lo que corresponde frente a situaciones calamitosas es una planificación adecuada de los recursos, de modo de conseguir el bienestar y la relación pacífica dentro y entre los conglomerados sociales.
No obstante, Malthus sugirió otras cosas aberrantes. Por ejemplo, tomar las medidas del caso para evitar que los pobres o la clase trabajadora se reprodujesen mucho. Ideas como ésta alcanzaron su apogeo en 1834 con una ley aprobada en Inglaterra que establecía “sitios laborales especiales” para los menesterosos, en los cuales imperarían normas con la rigidez necesaria para mantener separados gran parte del día a las parejas, con el objeto de evitar el incremento de embarazos y nacimientos.
Uno de los factores subyacentes en la aplicación de ese tipo de medidas fue el arcaico pánico de las “clases altas” de que el veloz incremento de individuos de la “clase más baja” sobrepasase al de los “civilizados” y eventualmente los dominasen. Por supuesto, ese temor carecía de fundamentos y era el producto de un engaño profundo. En primer lugar, no hay nada que avale que un individuo sea superior a otro en función de la riqueza material, de la posición social, del idioma, de la “raza” o del sexo. Dios nos ha creado a todos en un pie de igualdad: lo que da superioridad a unos sobre otros es el grado de respeto a Dios y las virtudes morales, no los bienes terrenos o los atributos físicos.
Según la retorcida propaganda del socialdarwinismo, “una de las filosofías más desalmadas de la historia”, al débil e inválido hay que abandonarlo para que se muera lo antes posible.
De cualquier modo, al comienzo de la Revolución Francesa la clase media británica respaldó de manera notable al maltusianismo ante el temor de perder su preeminencia y autoridad. No vaciló en tomar medidas radicales para evitar cualquier “desgracia” de ese tipo, con lo que cayó, al igual que otros, en uno de los errores característicos de quienes se distancian de los valores de la moral religiosa. La élite de aquella época pensaba que el buen futuro de la sociedad yacía en la existencia de la mayor cantidad posible de gente adinerada y la menor cantidad posible de pobres, lo cual, desde cierto punto de vista, no está mal. Lo bueno o lo malo depende, de manera crucial, del método que se implemente para lograrlo porque, por ejemplo, resulta totalmente inaceptable que para que haya personas con más recursos económicos se masacre al desposeído y se oprima al necesitado, como sugiere el socialdarwinismo. Además, para el progreso de la comunidad no es suficiente sólo el aumento del número de personas adineradas. Si éstas carecen de valores morales y religiosos, como la honestidad, el altruismo, la humildad, la paciencia y la tolerancia, sus actividades dañarán a la sociedad antes que beneficiarla. Los logros solamente serán promisorios si la gente refuerza sus atributos espirituales a la par del progreso material.
No obstante, en aquella época, muchos no se percataban de esta verdad manifiesta y respaldaban puntos de vista que conducían al extravío y al colapso moral individual y social.
Malthus, ajustado a sus creencias pervertidas, marcó algunas pautas para que no aumente la cifra de los “indeseables”:
En vez de recomendar a los pobres el hábito de la pulcritud, deberíamos animarlos a hacer lo contrario. Deberíamos hacer más estrechas las calles en nuestras ciudades, conseguir que se amontonen más personas en cada vivienda e inducir el retorno de las plagas. En el campo, deberíamos construir las aldeas cerca de aguas estancadas y, en particular, animar a realizar asentamientos en todo tipo de zonas insalubres y con ciénagas. Pero por sobre todo, deberíamos reprobar (con vehemencia el uso) de medicamentos que evitan enfermedades (a esos individuos) así como la actividad de los benevolentes pero equivocados, que piensan que hacen un servicio a la humanidad a través del desarrollo de proyectos para extirpar totalmente una u otra enfermedad8.8
Malthus también alentó el asesinato de bebés:
…un convencimiento pleno nos obliga a rechazar que el pobre tenga derecho a recibir ayuda. En consecuencia, propongo que se apruebe una ley que diga que ningún bebé… tiene derecho a recibir asistencia parroquial (beneficios sociales)… El niño ilegítimo es, relativamente, de poco valor para la comunidad, en tanto otros ocupan su lugar… A menos que haya lugar debido a la muerte de una gran cantidad de personas, es necesario que perezcan los (recién) nacidos que hacen que se exceda el requerimiento para mantener a la sociedad en el nivel (de individuos) deseado9. 9
Era una lógica lo suficientemente retorcida lo que permitía a Malthus aceptar la muerte de bebés en función de “un futuro promisorio” para la sociedad. El lector puede pensar que cosas como ésas ya nadie las acepta, pero no es así. En la China actual la planificación poblacional se lleva a cabo por medio de un criterio maltusiano, lo cual muestra hasta dónde llegan los efectos de esos puntos de vista destructores de vidas de congéneres. El estado comunista chino hace lo necesario para evitar que sus habitantes se rijan por medio de principios morales religiosos, alentando, para ello, los criterios darwinistas, lo que lleva a que, además de sumergirse en un enorme colapso moral y comunitario, muchos de sus ciudadanos trabajen en lugares desprovistos de las condiciones humanas más básicas. En una familia, la cantidad de hijos que sobrepasa la permitida por el estado, es reunida y eliminada. Se producen ejecuciones de personas por el “crimen” de pensar, las cuales han asumido el carácter de verdaderas ceremonias. La China contemporánea es un ejemplo de lo que les espera a las sociedades influenciadas por los criterios darwinistas.
No deja de ser notable, aunque trágico, saber a partir de qué dedujo Malthus esas tesis que no sólo abrieron el camino a leyes opresivas y empeoraron las condiciones del indigente en Inglaterra, sino que complicaron más los problemas sociales, pues llevaron a que teorías como la darwinista fueran aplicadas y colaborasen decididamente, en el siglo XX, a la concreción de guerras, de situaciones caóticas, de un racismo y de un ateismo renovados.
Malthus habría pergeñado sus ideas inspirándose en una historia de cabras y perros, aunque nadie lo puede asegurar plenamente.
La fuente de inspiración para su Ensayo fue, aparentemente, una historia de cabras y perros dejados en una isla del Pacífico sudoriental por el navegante español Juan Fernández. Según el relato, esas cabras servían de alimento a los marineros que visitaban el lugar, aunque se reprodujeron tanto, al punto que casi consumieron todos los vegetales de la isla. Esto no llegó a suceder porque los comerciantes españoles, para evitar la visita de los corsarios ingleses y que estos consumieran las cabras, desembarcaron en el paraje, perros y perras feroces. Pero esos perros se multiplicaron bastante y mataron a la mayoría de las cabras.
Dicho acontecimiento hizo que el viajero, médico y clérigo británico Joseph Townsend escribiera que, de esa manera, se estableció un equilibrio natural. Y dijo que “la más débil de ambas especies fue la primera en aportar su cuota al equilibrio natural. La otra parte, la más activa y vigorosa, preservó la vida”. Y extrajo como consecuencia que “es la cantidad de alimento existente lo que regla la cantidad de miembros en la especie humana”10.
Como ya sabemos, son distintas las circunstancias que pueden incidir en el aumento o disminución de una especie. Pero es un grave error suponer que la brutalidad como método ―perros feroces contra otros animales―, se aplica también entre nosotros: la experiencia exhibe las consecuencias horrorosas que tal pensamiento acarrea.
Un ejemplo de ello fue la Poor Law, ley que se aplicaba a los pobres en Gran Bretaña, con la que se los forzaba a trabajar bajo condiciones extremadamente duras, cumpliendo el papel de las cabras.
Debido a las protestas y dificultades que ocasionó su aplicación, Joseph Townsend dijo entonces que era mejor hacerles inclinar la cerviz mediante el hambre: “el hambre sosiega a los animales más feroces y los lleva a la obediencia, al sometimiento y a la mansedumbre”11. En la raíz de estos planteos tan brutales e inconcebibles, se ubica la falsedad de clasificar a la gente sólo por los medios materiales y los atributos físicos de que dispone. Esta discriminación, totalmente incompatible con los valores morales religiosos, ha hecho pedazos cierto e importante orden social y ha conducido al caos, a la anarquía y a conflictos de distintos grados a lo largo de la historia.
Los conceptos de Townsend constituirían el fundamento de la tesis de Malthus, quien a su vez inspiró a Herbert Spencer el aforismo “supervivencia del más apto” y a Darwin el de “evolución por medio de la selección natural”.
Evidentemente, los cuatro mencionados consideraban, incorrectamente, que los valores morales y espirituales no existían en los humanos y que los “despreciables” entre éstos ―la mayoría― sólo podían ser controlados a través de medidas radicales: la guerra, el hambre y el sometimiento a servidumbre. Craso error.
Dios ordena proteger a los necesitados y ser afectuosos y compasivos con ellos. Los problemas de esa gente sólo se resolverán defendiendo los valores morales que El dictó.
En un momento dado, la teoría de Malthus recibió apoyo de diversos círculos y constituyó el fundamento de una serie de ideologías y movimientos infames en el siglo siguiente, a pesar de su condición de no científica. Veamos algunos ejemplos de su inconsistencia:
1) Malthus no contaba con ningún tipo de datos respecto al aumento de la población al momento de dar a conocer sus puntos de vista. En Inglaterra, el primer censo nacional se realizó en 1801, tres años después de la aparición de Ensayo. De cualquier manera, para calcular la tasa de crecimiento de la población habría necesitado estadísticas de años anteriores a 1801. Es decir, todo lo que manifestaba se basaba sólo en presunciones.
2) Tampoco poseía datos para calcular el crecimiento de los recursos alimenticios pues no había ninguna estadística sobre cantidad de tierras bajo cultivo ni sobre el tonelaje de las cosechas. Es decir, también en ésto se manejó con conjeturas.
3) No tuvo en cuenta que si la población aumentaba en proporción geométrica también lo harían así los vegetales y los animales, recursos primarios de la alimentación humana. Pero la verdad es que ni las personas, ni los animales, ni las plantas, se reproducen en progresión geométrica, sino que su incremento varía según las circunstancias prevalecientes. El ecosistema mundial se ajusta a un equilibrio muy delicado y el orden evidente en la naturaleza está lejos de ser el de “comer o ser comido”, es decir, el de la lucha por la supervivencia propuesto por Malthus y Darwin.
En resumen, las hipótesis erróneas e ilógicas de Malthus no se apoyan en fundamentos científicos de ningún tipo. No obstante, Darwin construyó su teoría de la evolución teniéndolas en cuenta.
NO ES CIERTO QUE “LA VIDA ES UN COMBATE MORTAL”
Algunos, además de admirar a Malthus y a Darwin, han sostenido que “la vida es un combate mortal”, es decir, una competencia extrema de todos contra todos. El embriólogo alemán Wilhelm Roux afirmó que los órganos competían entre sí por los nutrientes: los riñones con los pulmones, el corazón con el cerebro. T. H. Huxley sostuvo incluso que todas las moléculas, dentro de cada organismo, competían entre ellas(1).
Los descubrimientos biológicos del siglo XX mostraron que eso no era cierto y que, por el contrario, los organismos existen gracias a su cooperación y no a la competencia. Por ejemplo, el biólogo Thomas Lewis escribe en su libro La Vida de Una Célula:
Norman Macbeth's Buch: Darwin Retried: an appeal to reason
La mayoría de los vínculos conocidos entre lo viviente, son esencialmente de cooperación, simbióticos, en uno u otro grado. La presencia de adversarios, da lugar a una relación fría, con señales de advertencia, emitiéndose signos de prevención a distancia…(2).
Norman Macbeth, autor de Nuevo Juicio a Darwin: un Llamado a la Razón, nos explica porqué Malthus y Darwin estaban equivocados y porqué en la naturaleza no existen esas luchas mortales:
Darwin lo tomó de Malthus, quien era sociólogo (¡y de los que producían espanto!) y no biólogo. (Sus ideas) no derivaban de una contemplación apacible de los vegetales y de los animales. De haber procedido así… no hubiese encontrado que “cada organismo vivo se esfuerza por crecer cuantitativamente en proporción geométrica” o que existe una lucha continua…(3).
En su libro Ayuda Mutua: Un Factor de la Evolución, Peter Kropotkin describe el error en el que caen Darwin y sus sostenedores:
Los incontables seguidores de Darwin redujeron el concepto de lucha por la existencia a sus límites más estrechos. Concibieron el mundo animal como el de un combate perpetuo entre individuos hambreados, cada uno de ellos sediento de la sangre de otro… Si tenemos en cuenta a Huxley… el mundo animal está casi al mismo nivel que el de los gladiadores: los animales están bastante bien cuidados y preparados para luchar, de tal manera que los más fuertes, los más veloces y los más listos, viven para luchar un día más… Se puede poner de relieve, inmediatamente, que en el parecer de Huxley sobre la naturaleza, prácticamente no hay casi nada que posea el carácter de deducción científica(4).
Un artículo en la revista científica turca Bilim ve Teknik (Revista de Ciencia y Tecnología), admite que es un error considerar que la naturaleza es un campo de batalla:
El problema es porqué los organismos vivientes se ayudan uno al otro. Según la teoría de Darwin, luchan entre ellos por la supervivencia y la reproducción y el ayudarse reduciría las ventajas individuales. En consecuencia, el proceso evolutivo debería haber eliminado ese comportamiento en el largo plazo. Sin embargo, se observa la existencia de actitudes altruistas entre los mismos(5).
En octubre de 1838, es decir, 15 meses después que inicié mis averiguaciones sistemáticas, sucedió que leí como pasatiempo lo escrito por Malthus sobre Población. En condiciones de comprender la lucha por la existencia en la que participan todos, según la observación continua y durante mucho tiempo, de los hábitos de los vegetales y de los animales, fui impactado inmediatamente por la idea de que bajo esas circunstancias las variaciones favorables tenderían a ser preservadas, en tanto que las desfavorables serían destruidas. La resultante de ello sería la formación de nuevas especies. Estas deducciones me daban, por lo menos, una teoría sobre la cual trabajar…12
Es decir, en la mente de Darwin tomaron forma los conceptos sobre la evolución por medio de la selección natural y la lucha por la supervivencia después de leer a Malthus. Y en El Origen de las Especies admite que aceptó plenamente sus supuestos:
No hay ninguna excepción en la regla que nos indica que cada criatura orgánica aumenta su número naturalmente en una proporción tan elevada que, de no ser reducida, el planeta quedaría cubierto por la progenie de una sola yunta. Incluso nuestra especie, que tiene una baja tasa de procreación, ha doblado la cantidad de individuos en 25 años. De mantenerse la misma, en menos de mil años no habría, literalmente, lugar donde ubicar a nuestra descendencia en la Tierra13. 13
La lógica pervertida de Malthus también se aplicó a los niños, muchos de los cuales fueron forzados a trabajar bajo condiciones calamitosas.
Darwin describió de la siguiente manera la relación entre la teoría de Malthus y su tesis sobre la selección natural:
Cuanto más son los individuos de una especie que pueden sobrevivir, con mayor razón se debe dar una lucha entre sí o con miembros de otras especies o con las condiciones ambientales. Esta es la doctrina de Malthus aplicada en diversos grados de exigencia al conjunto del reino animal y vegetal 14
Pero esa conclusión a la que llega no posee ningún rigor científico. Además, dicha forma de ver las cosas lleva a sostener que una política poblacional correcta se basa en la eliminación del pobre y del débil y en la estimulación de ese tipo de conducta: considerar que la vida no se fundamenta en la paz, la seguridad y la comprensión, sino en una lucha impiadosa, lleva a las catástrofes más terribles.
Según Malthus, “las clases inferiores” deben ser sometidas, oprimidas, quebrantadas y explotadas. Al imponerse ese criterio entre los que manejaban los resortes del poder, la clase obrera pasó a trabajar bajo las condiciones más espantosas.
Como ya mencionamos, las alucinaciones de Darwin y Malthus, presentadas en el período posterior a la revolución industrial en Inglaterra, recibieron un amplio apoyo. Es interesante saber a qué se debió esto. Veamos. La aristocracia inglesa, por un lado, temía ser desposeída de su estatus, el que pasaría a la clase trabajadora. Por otro lado, necesitaba una fuerza laboral cada vez más numerosa y barata. Frente a este dilema llegó a la conclusión de que “la clase más baja” tenía que ser acobardada, sometida y puesta a trabajar, inspirándose en los argumentos, supuestamente científicos y válidos en los campos de las ciencias naturales y la biología, de Darwin, basados en las ideas de Malthus. Este sugirió, frente a la perspectiva de un rápido aumento de la población e insuficiencia de recursos alimenticios, que había que evitar la multiplicación de quienes ocupaban los escalones inferiores de la sociedad, para lo cual se debía aplicar una serie de medidas en detrimento de los pobres.
Dice Richard Hofstadter, en su libro El Socialdarwinismo en el Pensamiento Norteamericano, acerca de la defensa de Darwin de las tesis de Malthus:
El maltusianismo se volvió popular en Inglaterra… también fue usado por los ricos para desentenderse de todo sentimiento de culpa por el sufrimiento de los pobres. El curso de los sucesos demostró que Malthus estaba equivocado. Y justo cuando sus criterios eran desechados de la economía política, la biología darwinista les insufló nueva vida15.
El investigador Ian Taylor dice lo siguiente, en un artículo acerca de los conceptos desnaturalizados en la tesis de Malthus:
Los primeros en defender los extravíos de Malthus fueron los que necesitaban mano de obra barata.
La lección que se saca de todo esto es que Darwin y otros que rechazan a Dios y la promesa de Su amparo, han encontrado en Malthus el fundamento (generador) de una concepción trágica y aterradora que les ha conducido a principios intelectuales atroces y a proposiciones científicas absurdas, a pesar de las obvias debilidades y deficiencias de los argumentos en que se basan16.
No obstante, aunque la ciencia refutó los supuestos “brutales, absurdos, conducentes a la pérdida de la esperanza” de Malthus, éstos siguen influyendo hasta hoy día.
Ian Taylor resume en su libro In the Minds of Men la sucesión de acciones horrorosas que van de Malthus a Hitler:
La máxima que guiaba a Malthus fue la que posteriormente se expresó como “la supervivencia del más apto”. A esa idea se le puede seguir la pista, que va de Townsend a Malthus, de éste a Spencer, de éste a Wallace y de éste a Darwin. Eventualmente se expandió para inspirar a hombres como Hitler. Pero debería recordarse que tiene su comienzo con el relato sobre las cabras y los perros17.
Como hemos visto, diversos administradores y líderes se valieron de los criterios de Malthus para enmascarar la defensa de sus propios intereses. Distintos formadores de opinión, con sus respectivas cargas ideológicas, jugaron un papel importante para que esos conceptos recibiesen una aceptación muy amplia. Pero los desastres a los que llevaron alcanzaron una escala nunca vista antes. En las páginas que siguen examinaremos de qué manera esas ideas impiadosas, que tienen a Malthus como punto de partida, se fortalecieron bajo la denominación de socialdarwinismo y el costo que pagó la humanidad por ello.
8. Thomas R. Malthus, An essay on the principle of population as it affects the future improvement of society., Reprint, London:Reeves and Turner, (1798) 1878, s. 412
9. Thomas R. Malthus, An essay on the principle of population as it affects the future improvement of society., Reprint.London:Reeves and Turner, (1798) 1878, s.411, 430-431.
10. Karl Polanyi, The Great Transformation, Boston, Beacon Press, 1957, s.112
11. Karl Polanyi, The Great Transformation, Boston, Beacon Press, 1957,s.112.
12. Sir Gavin de Beer, Charles Darwin, London: Thomas Nelson & Sons, 1963
13. Charles Darwin, On the Origin of Species By Means of Natural Selection, London, 1859, (tekrar baskı 1964, Harvard University Press, Cambridge) s.64
14. Charles Darwin, On the Origin of Species, s. 117
15. Richard Hofstadter, Social Darwinism in American Thought, s. 88