DLa degeneración moral aumenta constantemente. Los comportamientos que eran desaprobados, escarnecidos, prohibidos o condenados unas pocas generaciones atrás, hoy día se volvieron aceptables e incluso ampliamente practicados. Esto es algo muy relevante que a la mayoría de la gente le pasa desapercibido. Las formas de vida y de actuar, antes inmorales, hoy día son aceptadas argumentándose “libertad de elección”, como sucede, por ejemplo, con la homosexualidad. La agresión en la sociedad, el aumento del fraude, el engaño en la pareja matrimonial, los divorcios cada vez más numerosos, la expansión del consumo de alcohol y otras drogas así como la adicción a las mismas, la escalada en la práctica delictiva ―robo, secuestro, etc.―, el asesinato sin escrúpulo, el acrecentamiento de la taza de criminalidad, la falta de respeto, las habladurías, son algunas de las formas a través de las cuales se manifiesta la degeneración. Esta situación, que prevalece en especial en occidente, exhibe claramente los peligros que entraña.
Phillip Johnson y su libro Defeating Darwinism by Opening Minds (Al Darwinismo se lo Derrota Meditando sin Prejuicios).
En la raíz de todo esto yace el desconocimiento del objetivo de nuestra existencia: existimos para conocer a Dios, nuestro Creador. En el versículo que dice, …aquéllos cuyos corazones se tranquilicen con el recuerdo de Dios… (Corán, 13:28), el Todopoderoso revela que la paz que el pueblo anhela es encontrada en un solo lugar. Pero, desgraciadamente, no se la busca donde corresponde, es decir, en Su Palabra, sino en cualquier otro lado: es la moral religiosa, que El nos comunica y determina un tipo de vida, la que nos permite hallar la paz y la felicidad en este mundo. Ignorarla nos lleva a lo contrario, es decir, a la infelicidad, la desesperación y la depresión.
La causa principal de la corrupción moral que nos invade es la ideología darwinista, pues no define al ser humano como un servidor de Dios sino como un animal egoísta que existe por casualidad. Según este supuesto anticientífico, que considera que la vida es lucha, que los seres humanos deben ser absolutamente brutales y que deben combatir con dientes y uñas unos contra otros, no debería esperarse que las personas se guíen por criterios o leyes distintos a los que rigen para los animales.
Eso significa un total desprecio por los valores morales. Phillip E. Johnson, profesor emérito (jubilado) en la Universidad de California (Berkeley), escribe en su libro La Derrota del Darwinismo, sobre los efectos negativos que aparecieron en la sociedad a partir del decenio de 1960, como producto del debilitamiento de la creencia religiosa y el acrecentamiento de una visión materialista del mundo:
Sería bastante general, pero para nada inexacto, decir que el decenio de 1960 marcó la Segunda Declaración de la Independencia… de Dios (es decir, el extrañamiento de Dios por parte de algunos grupos de la nación). Era muy dable esperar que la misma tuviese consecuencias morales y legales. Y así sucedió159.
El biólogo molecular Michael Denton dice que es imposible analizar los problemas que acaecieron en el siglo XX sin tener en cuenta el darwinismo:
El siglo XX sería incomprensible sin la revolución darwinista. Los acontecimientos políticos y sociales acontecidos en el mundo durante los últimos ochenta años habrían sido imposibles de no existir una ratificación intelectual de dicha revolución. Resulta una ironía recordar que fue la expansión de la perspectiva secular durante el siglo XIX lo que facilitó, en principio, la aceptación del evolucionismo, en tanto que hoy día, posiblemente, sea la visión darwinista de la naturaleza, más que ninguna otra, la responsable del agnosticismo y escepticismo del siglo XX. Lo que en su momento fue una inferencia del materialismo, actualmente se ha convertido en su fundamento160.
En este punto resulta apropiado examinar los antojos darwinistas que prepararon la plataforma para este colapso y degeneración moral.
La cólera, la agresión y la violencia, surge en las sociedades o entre las personas que no viven según los valores morales religiosos. La inexistencia de éstos no permite que se manifiesten los atributos que Dios nos brinda, como la benevolencia, la compasión, el perdón, la paciencia y la tolerancia.
Una de las razones primarias por la que los círculos materialistas apoyan el darwinismo con una determinación tan virulenta, es por su arista atea.
El ateísmo es algo muy antiguo. Pero con el darwinismo sus adherentes imaginaron que por fin encontraron una respuesta al interrogante de cómo pasó a existir lo viviente, algo que les había resultado imposible durante años. Barruntaron que la existencia del universo no apunta a ningún objetivo determinado y que el orden y el equilibrio naturales surgieron como resultado de coincidencias. Sin embargo, esos y otros puntos de vista semejantes, colapsaron frente a los avances políticos, sociales y científicos ocurridos en el siglo XX. Análisis y descubrimientos en muchas disciplinas, desde la astronomía a la biología, desde la psicología a la ética social, echaron por tierra, totalmente, las tesis evolucionistas y las presunciones ateas.
Son muchos los evolucionistas y materialistas que admiten que el darwinismo finaliza, inevitablemente, en el ateísmo. Thomas Huxley fue el primero en expresarlo abiertamente al decir que la creencia generalizada en la teoría de la evolución haría imposible la fe religiosa.
William Provine, evolucionista y profesor de Historia en la Universidad Cornell (EE. UU.), manifiesta que la visión del mundo de quien acepta la teoría de la evolución está en completa discordia con la religiosa161.
Charles Smith, ex presidente de la Asociación Norteamericana para la Promoción del Ateísmo, también admite lo mismo al decir “la evolución es ateísmo”162.
Phillip Johnson describe la importancia de la teoría de la evolución para las tendencias intelectuales ateas, incompatibles con los valores morales religiosos:
El triunfo del darwinismo implica (la negación) de Dios y prepara el escenario para reemplazar la religión bíblica por una nueva fe basada en el materialismo evolucionista, la que sería el fundamento no sólo de la ciencia sino también de los gobiernos, de las leyes y de la moral. Se trataría del establecimiento… de la filosofía de la modernidad163.
Como dice Johnson, muchos científicos con una fe ciega en el darwinismo y el materialismo, tienen como objetivo usar la ciencia para rechazar a Dios. Pero la realidad es que la misma resulta el medio más valioso para revelar Su presencia. En los últimos veinte años ha crecido rápidamente la cantidad de estudiosos que respaldan el hecho de la creación. Cada nueva investigación y cada nueva información nos muestran que existe un equilibrio extraordinariamente sensible y sin tacha en todo el universo, que revela el trabajo de una Inteligencia superlativa en todos los planos, es decir, de Dios Todopoderoso, el Exaltado, Quien no necesita nada.
Michael Denton expresa que el darwinismo porta el ateísmo desde su mismo inicio y que provoca un gran daño a la humanidad cuando ésta lo toma como marco obligado de sus juicios y opiniones:
…la visión nueva y revolucionaria (de Darwin) respecto a la existencia (al mismo tiempo irracional y anticientífica)… implicó la creencia en que todas las formas de vida en la Tierra son el resultado de un proceso natural azaroso, en vez de como se creía antes, el producto de la actividad creadora de Dios. La aceptación de semejante conjetura… pasaba a jugar un papel decisivo en la secularización de la sociedad occidental… A eso se debió que su impacto fuese tan radical: la teoría de Darwin quebró el vínculo del hombre con Dios y puso al ser humano a la deriva en un cosmos sin un propósito u objetivo. Ninguna revolución intelectual en los tiempos modernos… afectó tan profundamente la manera en que las personas empezaron a evaluarse a sí mismas y su lugar o situación en el universo164.
La pérdida o debilitamiento de la creencia en Dios condujo a la sociedad al colapso espiritual. La desaparición del respeto a El, la negación de la vida eterna después de la muerte y la refutación de la existencia de una recompensa, con el Paraíso o con el Infierno, en el otro mundo, según lo que se hizo en éste, puede convertir a los individuos en agresivos, extremadamente quiméricos, brutales, egoístas y propensos a comportamientos peligrosos y criminales. Quien no cree en Dios carece de todo límite. Quien considera que nada lo puede afectar, comete todo tipo de inmoralidad, provoca en la sociedad todo tipo de desorganización, engaña y perjudica a otros e impulsa a copiar su forma de ser.
En cambio, el amor y el temor reverencial a Dios, aseguran una vida pautada por los valores morales y con comportamientos que encuentran Su aprobación. Esta forma de proceder permite el progreso y el fortalecimiento de una sociedad. De lo contrario, las guerras, las brutalidades y las injusticias no finalizarán nunca. Dios exige la bondad, la justicia, la honestidad y el orden:
No acechéis en cada vía a quienes creen en El, amenazándoles y desviándoles del camino de Dios, deseando que sea tortuoso. Y recordad, cuando erais pocos y El os multiplicó. ¡Y mirad cómo terminaron los corruptores! (Corán, 7:86)
Los conceptos del evolucionista George Gaylord Simpson, basados totalmente en mentiras, son el resumen más claro de cómo considera el darwinismo a nuestra especie:
El ser humano está solo en el universo (y es) el producto singular de un largo proceso material, inconciente, impersonal, con comprensión y potencialidades únicas. No pertenece a nadie sino a sí mismo y no tiene que rendir cuentas a nadie sino a sí mismo165.
Esta suposición representa una de las falsedades clásicas del darwinismo y una de las causas principales del colapso social, porque sus adherentes no pueden ofrecer la más mínima evidencia científica de que el ser humano se hizo presente en el mundo a través de un proceso como el indicado. Sólo buscan mantener esta falsedad por razones ideológicas. Según esa idea caprichosa, no existe ningún motivo predeterminado para que nuestra especie se instale en la Tierra. Además, sólo seríamos entidades sin designio que un día mueren y desaparecen. Pero la verdad es totalmente diferente. Dios no creo al ser humano para pasar el rato, para divertirse. La creación de nuestra especie tiene un propósito definido, que el Corán nos revela. Dios nos creó para que Le sirvamos. Cada uno de nosotros permanecemos en el planeta por un tiempo, cuya duración, que El determina, está en armonía con un destino específico. Después de cierto tiempo de estar muertos seremos resucitados y estaremos ante el Día del Juicio, en donde todos rendiremos cuenta de nuestras acciones en este mundo. Los evolucionistas intentan, por todos los medios, pasar por alto esta realidad y buscan que todos hagan lo mismo. Pero cuando llegue ese Día, ellos y quienes los siguieron experimentarán una congoja inmensa. Dice nuestro Señor:
Si pudieras ver cuando, puestos de pie ante el Fuego (del Infierno), digan: “¡Ojalá se nos devolviera (a la Tierra)! No desmentiríamos los signos de nuestro Señor, sino que seríamos de los creyentes” (Corán, 6:27)
La idea de que somos el producto de la casualidad, sin ningún tipo de norte, nos vuelve apáticos e irresponsables, nos hace sentir vacíos o nos lleva a una depresión terrible. Esa forma de pensar lleva a entender que la vida no tiene sentido, que es innecesaria. Esto conduce, a su vez, al colapso espiritual. Las estimaciones ilógicas e irracionales de Richard Dawkins, uno de los defensores principales de la teoría de la evolución, son típicas de la visión materialista. Este señor asegura que la creación del universo no conlleva ningún propósito: ser humano y universo son productos de la casualidad y el caos. Tal criterio siembra la desesperación, el pesar o el abandono extremo, puesto que quien admite que al morir simplemente pasa a ser nada, no le encuentra significado a la vida. Entonces se considera que las realizaciones correctas ―las acciones solidarias, el amor sincero, etc.― no tienen ninguna recompensa: sólo queda la tristeza y la melancolía permanentes.
¿Os figurabais que os habíamos creado para pasar el rato y que no ibais a ser devueltos a Nosotros? (Corán, 23:115).
Además, individuos así son capaces de imaginar que sus actitudes incorrectas quedarán sin castigo, que pueden pasar inadvertidas. En este caso, los tendría sin cuidado ser hipócritas, mentirosos, malvados, timadores, sembradores de cizaña, ladrones o asesinos. En cualquier sociedad en donde crece el número de gente con esas convicciones, se pierde el orden y la estabilidad.
Uno de los ejemplos más notables del daño que infligió la propaganda darwinista sobre el alma humana, aparece en el prefacio del libro de Dawkins, El Arco Iris Desecho:
Un editor extranjero de mi primer libro confesó que, después de leerlo, quedó perturbado porque entendió que contenía un mensaje escalofriante, yermo, lo que le impidió dormir tres noches seguidas. Otros me preguntaron cómo es que soporto levantarme todos los días a la mañana. Un maestro de un pueblo distante me escribió para increparme porque una de sus alumnas se había puesto a llorar después de leerlo, persuadida de que la vida era algo vacío y sin sentido. Le aconsejó a la estudiante que no se lo muestre a ninguno de sus amigos por temor a que se contaminasen con el mismo pesimismo nihilista166.
Como se puede ver de lo comentado por Dawkins, el pesimismo y la idea de que la vida no tiene ningún sentido que desliza el darwinismo, representa una amenaza grave para la sociedad. A la gente, en vez de decírsele que somos seres creados con un propósito, estipulado por Dios, se le ofrece un mensaje sobrecogedor o, mejor dicho, una mentira que intimida, para que se acepte que somos entes a la deriva, desamparados.
Olvidar que Dios nos ha creado con un fin específico, condena a las sociedades al derrumbe moral y espiritual. La mayoría de los adictos a las drogas que dan la espalda a la vida, sufren desórdenes psicológicos ―depresión, estrés, etc.― y se suicidan. Son inconcientes del verdadero sentido de sus existencias.
Fred Hoyle, aunque evolucionista, dice que la filosofía nihilista ―la vida no tiene sentido, los seres humanos carecen de todo valor― emana de El Origen de las Especies:
Me obsesiona la convicción de que la filosofía nihilista, adoptada por la denominada “opinión ilustrada” luego de la publicación de El Origen de las Especies, haya sometido al género humano a seguir un rumbo de autoaniquilamiento. Si no estoy equivocado, “la máquina de destrucción” fue activada167.
Dios ha creado a todos los seres humanos para que Le sirvan y ha insuflado de Sí en sus almas. No somos entidades que pasamos a existir por casualidad a partir de sustancias inanimadas, sino que fuimos y somos creados por Dios Todopoderoso, Quien nos da el raciocinio y todo tipo de bendiciones. Los darwinistas materialistas imaginan que los miembros de nuestra especie se formaron azarosamente y no están sujetos a nada. Pero, ¡sí que tenemos un objetivo en la vida!: cumplir en este mundo con las órdenes de nuestro Señor de la manera más cuidadosa, con el mayor entusiasmo, para lograr Su contento, pues de esa forma conseguiremos Su misericordia y Paraíso eternos en el otro mundo, donde residiremos definitivamente. Esta es la realidad que, precisamente, los evolucionistas niegan obcecadamente.
Además, Dios nos revela que desconocer sus mandatos acarrea problemas:
¿Cree el hombre que no van a ocuparse de él?(Corán, 75:36)
¿Os figurabais que os habíamos creado para pasar el rato y que no ibais a ser devueltos a Nosotros? (Corán, 23:115)
No he creado a los genios y a los hombres sino para que Me sirvan (Corán, 51:56).
Los engañados por la conjetura anticientífica e incierta entrecomillada en el subtítulo, argumentan que todos nuestros atributos son un legado de los llamados “ancestros animales”. Aceptar tal cosa tiene efectos muy negativos. Si nos consideramos criaturas irracionales, la vida e ideas de cada uno resultan irrelevantes para los demás porque, en definitiva, los animales evolucionan a través del conflicto y la competencia descarnada. Es decir, quedarían totalmente a un lado el amor, la consideración y el respeto entre los individuos. Esto hace que sea muy importante que los engañados por el darwinismo no ignoren el pesado coste que ello conlleva.
Dice George Gaylord Simpson acerca de la manera en que el darwinismo considera a los seres humanos:
En el mundo de Darwin el ser humano no tiene ningún estatus especial y sólo se trata de un tipo de animal diferente a otros. No se distingue en nada de las demás cosas de la naturaleza. Está emparentado, no figurativamente sino literalmente, con todo lo viviente, sea una ameba, una lombriz solitaria (tenia), una pulga, un alga marina, aunque los grados de relación sean distintos168.
Sin embargo, lo dicho es, repito, anticientífico, inexacto e ilógico. Unos y otros somos entidades creadas por Dios, esencialmente distintas. Nosotros poseemos juicio y razón, en tanto que los demás organismos actúan guiados por el instinto. Quien dice que somos un tipo de animal, busca aplicar la llamada ley de la jungla a nuestras relaciones sociales. Cuando eso sucede, es que nos vemos conducidos a un caos terrible que arrasa con la paz y el bienestar.
Darwin plantea lo antes dicho en una carta al preguntarse si las ideas de los seres humanos tendrían algún valor, debido a que son el producto de la evolución animal:
Richard Dawkins y su libro El Relojero Ciego.
Siempre se me presenta la horrible duda acerca de si las convicciones de la mente humana, que provienen por evolución de la mente de animales inferiores, tienen algún valor o son de confiar totalmente. ¿Alguien confiaría en las creencias de un simio, si es que cree en algo? 169.
Las palabras transcriptas resumen nítidamente los conceptos terroríficos de los evolucionistas respecto a nuestra especie, conceptos que impregnaron gran parte del mundo occidental. Hoy día, en muchos países e incluso en los libros de texto, se propaga la idea de que somos animales. Por ejemplo, en Biología: Cómo se Ve la Vida, publicado en 1994, se dice:
Usted es un animal y comparte la misma herencia con las lombrices y los dinosaurios, las mariposas y las estrellas de mar170.
Benjamín Wiker, disertante universitario en temas de ciencia y teología y autor de La Moral Darwinista: Cómo Nos Volvimos Hedonistas, nos manifiesta que después de Darwin se produjo un cambio muy notable en lo que se pensaba del ser humano. Y describe cómo se expandió el error de considerar que somos iguales a los animales, ignorándose las diferencias:
…la mayoría, sino toda la moral “tradicional”, se basa en la suposición de que los seres humanos son una especie distinta. Es así que la prohibición de asesinar se define en términos de naturaleza humana. ¡No asesines! ¿No asesines qué?; ¿pulgones?, ¿osos hormigueros?, ¿orangutanes? No, no mates a otro ser humano inocente. Pero con el darwinismo las diferencias entre lo humano y lo animal quedan completamente empañadas. Ya no hay una línea moral a seguir porque se ha borrado la línea que separa a las especies.
Un ejemplo del padecimiento infligido a la gente inocente por la filosofía socialdarwinista. Los ataques terroristas de hoy día, son el resultado de las normas darwinistas, las cuales sostienen que los seres humanos somos un tipo de animal. A lo único que ha llevado ese criterio, es a sumergir a toda la humanidad en el derramamiento de sangre, el sufrimiento y el llanto.
Darwinistas como Richard Dawkins y Peter Singer comprenden esto perfectamente… Una vez que nos consideramos un animal más en el espectro evolutivo, debemos afirmar que nuestra moral se aplica a todo lo viviente o negar que tenga algún fundamento. Los darwinistas, por lo general, hacen una mezcla incoherente de ambas posiciones. Tratan a algunos animales como si tuviesen el estatus moral de los humanos, y a éstos, en ciertos sentidos, como si fuesen un animal más. Por una parte, hablan de los derechos del animal. Pero por otra, afirman que a los seres humanos achacosos, ancianos o deformes se les debería tener la misma compasión que a nuestras mascotas171.
Como vemos, una de las razones principales por la que los evolucionistas buscan retratar al ser humano como una especie zoológica, es su deseo de erradicar todos los valores morales. Si fuese así, hasta el propio concepto de moralidad carecería de importancia totalmente y el daño que eso significaría para la sociedad sería realmente inconmensurable. Por lo tanto, hay que estar con la guardia en alto frente a todos los engaños y tejes y manejes de los materialistas.
Dios prescribe la justicia, la beneficencia y la liberalidad con los parientes. Prohíbe la deshonestidad, lo reprobable y la opresión. Os exhorta. Quizás, así, os dejéis amonestar
(Corán, 16:90)
Con el planteo de que animales y humanos son similares en términos físicos y biológicos, los darwinistas buscan también, entre otras cosas, imponer la idea de que sus comportamientos no difieren, con lo cual se vería como “normal” formas de proceder indeseables que involucrasen violencia, agresión, egoísmo, competencia inmisericorde, abusos y aberraciones sexuales. Es decir, se aceptaría que son todas cosas que heredamos de nuestros “antecesores”. Escribe el científico evolucionista Philip Jackson Darlington:
El primer punto es que heredamos el egoísmo y la violencia de nuestros más remotos antepasados animales. Por lo tanto, la agresividad es natural en el ser humano, es un producto de la evolución172.
Si se acepta ésto, todo tipo de crimen resultaría algo natural y justificable, al extremo que hasta se puede plantear que el criminal no debería ser castigado. Stephen Jay Gould dice en Después de Darwin que esta forma de pensar se origina con el experto italiano en criminología, profesor Cesare Lombroso:
Prácticamente, no existen nuevas teorías biológicas respecto a la criminalidad. Pero Lombroso (el médico italiano Cesare Lombroso) produjo un argumento y giro evolucionista original. (Según éste), los nacidos criminales no son trastornados o depravados, sino que, literalmente, tienen la calidad de atávicos, corresponden a una etapa evolutiva previa. Es decir, las distinciones de nuestros ancestros simiescos primitivos permanecen en nuestro repertorio genético. Algunos individuos desafortunados nacen con una cantidad inusual de esas claves de origen remoto. El comportamiento de los criminales, que hoy día llevan el estigma de “homicidas”, hubiese sido el normal en las sociedades salvajes del pasado. Podemos compadecernos del nacido asesino porque no se puede ayudar a sí mismo… 173.
Evidentemente, para Lombroso, en el análisis de Gould, el homicidio se considera algo más allá del libre albedrío, parte de lo que un ser humano hereda de sus supuestos ancestros animales. Pero esto es algo irreal. Dios nos creó a todos los seres racionales con un egoísmo que nos impele constantemente hacia el mal, pero también con una conciencia que nos protege, que nos aleja del mal y nos insta al bien:
En otras palabras, todos somos concientes de lo bueno y lo malo que hacemos. Y así como por las buenas acciones recibimos los premios más apropiados, también hay un castigo inevitable para el que actúa con perversidad. La teoría de la evolución, al justificar todos los tipos de crímenes y corrupciones, lleva a la gente a desastres terribles, tanto en este mundo como en el otro.
A diferencia de los animales, nosotros poseemos un alma insuflada por el Altísimo, la capacidad de razonar, el libre albedrío, la conciencia, el sentido común, la aptitud para diferenciar lo bueno de lo malo. Somos capaces de tomar decisiones y emitir juicios, dar sanciones y premios, aprender a través de la experiencia, ser probados por Dios. Estas características no se encuentran en otros seres vivos, ya que no se deben a estructuras físicas ni a nuestros genes, sino que son atributos de nuestra alma.
Después de reconocer y comprender esta verdad debemos llevar una vida honorable, en armonía con la buena conciencia.
Insistimos, uno de los principales engaños del darwinismo es el de las conjeturas resumidas en expresiones del tipo “lucha por la supervivencia” y “supervivencia del más apto”. Para quienes aceptan esos conceptos, la vida es un campo de conflicto y competencia atroz. Entonces, por supuesto, no habría lugar para cualidades morales como el amor, el respeto, la cooperación o el altruismo.
En La Descendencia del Hombre, Darwin escribió que nuestra especie alcanzó su actual posición a través de la lucha, que ésta debía perpetuarse con el objeto de que ese progreso continuase y que nada debería impedir dicho proceso:
El ser humano, como cualquier otro animal, ha llegado, sin duda, a la actual posición elevada, gracias a una lucha por la existencia consecuente debido a su rápida multiplicación: si quiere seguir elevándose, debe mantenerse combatiendo despiadadamente.
El que no lo haga, rápidamente se sumergirá en la indolencia y otros mejor dotados triunfarán en esa batalla. Y aunque nuestra creciente tasa de natalidad conduce a muchos perjuicios obvios, resulta plenamente necesaria. En esa competencia sin cuartel deberían participar todos… 174.
En el tenebroso mundo impuesto por el darwinismo, lo importante es que la gente invierta su vida en la lucha mortal. Pero esa idea carece de todo sustento científico, además de ser incompatible con la razón y la lógica. Cuando esa opinión verdaderamente maléfica es llevada a la práctica, la honestidad, el heroísmo, la lealtad y la piedad son reemplazados por el egoísmo, la mentira y la deslealtad. Y estas últimas son las aptitudes de los “victoriosos” y a las que recurren los evolucionistas con frecuencia para influir sobre la gente.
El gráfico muestra la enorme elevación del nivel de delitos en los últimos 30 años. Cuanto más se distancian las sociedades de los valores morales religiosos, mayores son los colapsos éticos y transgresores en los que se ven inmersas.
Por ejemplo, la doctora en biología Lorraine Lee Larison Cudmore admitió abiertamente, en un artículo titulado “El Centro de la Vida”, que en la perspectiva evolucionista la piedad y la compasión no cuentan para nada:
La evolución es… inflexible, ineludible… En ella no hay lugar para la compasión o el espíritu de equidad. Entonces, muchos organismos que nacen morirán necesariamente. Lo único que importa es si deja más hijos con sus genes que el prójimo175.
El racismo, el capitalismo salvaje y la eugenesia, aquí examinados, así como las ideas pervertidas y las graves prácticas fortalecidas por el darwinismo, son el resultado de errores y engaños que juegan con el argumento de “la lucha por la supervivencia”. Pero la vida no es un campo de enfrentamientos despiadados.
El único combate que debería librar el ser humano es contra sus bajos instintos. Para realizarlo uno y ayudar a otros en ese camino, hay que hacer prevalecer los atributos positivos, como el amor, la comprensión, el afecto, la paz, la seguridad, el respeto y la lealtad. Estos son algunos de los constituyentes de una moral elevada, agradables a Dios, pues El los eligió para Sus servidores.
Según el conjunto de posturas sostenidas por los darwinistas, que consideran al ser humano una clase de animal, las personas valemos poco o nada. Por su parte, la lógica socialdarwinista sostiene que no hay que hacer nada por aquellos que sufren padecimientos y situaciones angustiosas, debiéndose dejarlos a la deriva, sin ningún tipo de ayuda. Sin embargo, de acuerdo a los valores morales islámicos, el creyente debe hacer todo lo posible para lograr que los demás obtengan su bienestar y vivan tranquilos y seguros.
Cuando se maniobra para que el dogma darwinista de “lucha por la supervivencia” tome cuerpo, la vida humana pierde valor. Entonces, se convierte en “legítimo” asesinar a otros por los más diferentes motivos: resulta “normal” dejar que la gente muera por inanición, provocar guerras, realizar matanzas generalizadas, llevar a cabo actos de terrorismo, exterminar a los deficientes mentales y/o físicos o a los que pertenecen a una “raza” distinta, etc.
Entre quienes piensan así está el profesor norteamericano E. A Ross: “El culto cristiano de la caridad como un medio de gracia, ha dado lugar a una protección bajo la cual se han deslizado y procreado los idiotas y los cretinos… El estado reúne a los sordomudos bajo su protección y así se da inicio a una raza de los mismos”. Puesto que dicho procedimiento obstruiría el llamado desarrollo evolutivo natural, este profesor declaró que el camino más corto para mejorar el mundo es dejar a esa gente librada a su propia suerte, para que, eventualmente, sea eliminada por medio de la selección natural176.
No cabe ninguna duda de que lo expresado resulta muy chocante. El ser humano posee conciencia y ésta ordena proteger al débil, al destituido y al pobre. Si no fuese así, si se perdiese la capacidad para “pensar como humanos”, se caería en una posición inferior a la de los animales, porque éstos exhiben mucha solidaridad y comprensión. (Para una información más detallada, ver el libro de Harun Yahya La Devoción Entre los Animales Revela la Obra de Dios, Global Publishing, Estambul).
Ross no es el único socialdarwinista que le otorga un valor escaso a la vida humana. Son muchos los que comparten esa idea aterradora. Por ejemplo, el profesor de biología en la Universidad de Princeton y evolucionista Peter Singer, llega al extremo de manifestar la cruel opinión de que las personas con limitaciones físicas severas deben ser consideradas vidas inútiles:
Sólo incurren en él (es decir, en el reproche debido al uso indebido de la fuerza) quienes son injustos con los hombres y se insolentan en la tierra injustamente. Esos tales tendrán un castigo doloroso
(Corán, 42:42).
Si comparamos a un niño aquejado de severos defectos con… por ejemplo, un perro o una paloma, encontraremos a menudo que los no humanos poseen capacidades superiores… Ese niño recibe un trato distinto al del perro o al de la paloma sólo porque es miembro de la familia Homo sapiens. Sin embargo, la pertenencia a nuestra especie no es relevante moralmente…177.
Singer llegó a decir incluso que los incapacitados mentales debían ser sacrificados en experimentos científicos y que también ¡se podía usarlos como alimento!:
Los mentalmente defectuosos no tienen derecho a vivir, por lo que podrían ser sacrificados (y usados) para alimento ―si es que adaptamos nuestro paladar al gusto de carne humana― o para experimentos científicos178.
Aunque lo manifestado es muy repugnante, encuentra sustento en la lógica darwinista. Joseph Fletcher, expresidente de la Sociedad Derecho a Morir, dice cosas parecidas:
Los humanos con una capacidad mental o inteligencia extremadamente reducida no son personas, independientemente de los órganos activos que tengan, de lo natural de sus operaciones vitales… (Los idiotas) no tienen, no tuvieron y nunca tendrán el más mínimo grado de responsabilidad. Es decir, los idiotas no son humanos179.
La matanza de recién nacidos (y porqué no decir de fetos) es otra práctica perdonada por el darwinismo: si el bebé entraña una gran dificultad para los padres, esto hará que descuiden su lucha por la supervivencia. Entonces, en términos evolucionistas, ese bebé debería ser sacrificado. Darwin afirmó que era común observar que los animales maten a sus crías y que eso era importante para el control poblacional. La evolucionista Bárbara Burke dice en un artículo publicado en Science:
Entonces, entre algunas especies animales se presenta como una práctica normal la matanza de los recién paridos. ¿No será que también los humanos tenemos ese atributo heredado de nuestros ancestros los primates?... Charles Darwin observó en La Descendencia del Hombre que el infanticidio ha sido, “posiblemente, el más importante de todos los moderadores” del crecimiento de la población a lo largo de la historia humana180.
Ya hemos visto que distintos darwinistas ―Haeckel, etc.― alentaron el suicidio y conjeturaron que esa acción era correcta para quienes la vida resultaba algo insoportable. Pero Dios considera a eso un pecado.
Todas las prácticas y creencias salvajes ―la eugenesia, la eutanasia, el racismo― exhiben que el darwinismo es una ideología que no da ningún valor a la vida humana y que está construido en base a mitos sin ningún valor científico.
La verdad es que la vida de cada ser humano es algo muy importante. Los valores morales coránicos indican que es así y que cada persona debe sacrificarse por otros. El creyente entrega su alimento al necesitado, aunque él mismo tenga hambre:
Los musulmanes tienen la obligación de proteger al pobre, ayudar al abandonado, amparar al huérfano, auxiliar a los carecientes en general y a los niños y ancianos en particular:
…sed buenos con vuestros padres. Si uno de ellos o ambos envejecen en tu casa, no les digas “¡Uf!” y trates con antipatía, sino sé cariñoso con ellos (Corán, 17:23)
…quien matara a una persona que no hubiera matado a nadie ni corrompido en la tierra, fuera como si hubiera matado a toda la Humanidad. Y que quien salvara una vida, fuera como si hubiera salvado las vidas de toda la Humanidad…(Corán, 5:32).
Resulta una verdad manifiesta que una sociedad vivirá en medio de la paz, la seguridad, el amor y el respeto, si cada uno de sus miembros considera que los demás están dotados, igual que él, de razón y conciencia.
LA CARNICERIA PERPETRADA PARA
“QUE LA SELECCION NATURAL CUMPLA CON SU TAREA”
El 20/04/99 dos estudiantes norteamericanos de la escuela secundaria Columbine en Colorado, Eric Harris de 18 años y Dylan Klebold de 17 años, atacaron el establecimiento educativo con armas y bombas. Después de matar a doce compañeros y a un maestro, en el lapso de una hora y media, se suicidaron.
La policía allanó los hogares de ambos asesinos y descubrió documentación e información interesante. Eric Harris había escrito el 26/04/98 en el sitio de la web Westword, con sede en Denver, que él y Klebold impulsarían la “selección natural” en su escuela:
Estos jóvenes que mataron a sus amigos diciendo que cumplían con la selección natural, escribieron en sus diarios personales que ellos eran más evolucionados y por lo tanto superiores a los demás.
En algún momento del mes de abril (de 1999), yo y V (es decir, Klebold, a quien llamaba “V” por “Vodka”) nos vengaremos y haremos que la selección natural avance unos pocos pasos. Llevaremos un bolso (con palos) de cricket, a los que amarraremos latas (de lubricante-limpiador en aerosol) WD40; bombas caseras con cargas de metralla; bombas incendiarias; bombas de gas de cloro y bombas de humo(1).
En el momento del ataque vestían camisetas en donde se leía “SELECCION NATURAL”(2).
Se supuso, a partir de lo que dejaron escrito, que lo que más los motivó fue el odio hacia quienes consideraban “inferiores”(3).
En la mayoría de lo redactado por Harris se hace referencia, constantemente, a la selección natural y al sentimiento de superioridad. En tres videos en los que se autofilmaron antes del ataque, se definen como “más evolucionados” que otros y dicen que se sentían “por encima de los humanos”(4).
Efectivamente, en abril, como anticipó Harris en su diario, entraron a la escuela con el armamento señalado y dieron rienda suelta a la masacre. A ambos se los conocía allí por admirar a Hitler y llevar camisetas impresas con la svástica. Además, el día del ataque correspondía a los 110 años del nacimiento de Hitler.
Esos muchachos eran, aparentemente, estudiantes normales con familias estables y sin ningún problema con sus miembros, según se desprende de sus respectivos diarios. Nadie podía imaginar que llevarían a cabo ese acto terrorista.
No sorprende para nada que personas “instruidas”, que se sienten excluidas por otros a los que consideran “inferiores”, ataquen a éstos apoyados en la falsa creencia de la selección natural (preeminencia del fuerte sobre el débil, necesidad de eliminar a los “menos dotados”).
Esos criterios son adquiridos como resultado de la educación que nos imponen los programas darwinistas. Al tomarse por cierto lo escrito en los libros de texto acerca de la selección natural y la competencia sin cuartel, es casi lógico que se entienda que nada impide recurrir a cualquier tipo de brutalidad en “la lucha por la supervivencia” (o por el “triunfo”).
Sin embargo, cuando se educa a la luz de los valores de la moral coránica, los integrantes de la sociedad aceptan como el mejor camino perdonar, asegurar la vida pacífica, evitar los odios, prevenir los conflictos, brindar amor, dar afecto y profundizar la amistad. La solución a la corrupción moral yace en destronar la filosofía que conduce al envilecimiento y reemplazarla por las virtudes éticas enunciadas en el Corán.
1. CNN, "Columbine Killer Envisioned Crashing Plane in NYC, 6 Aralık 2001, http://edition.cnn.com/2001/US/12/05/columbine.diary/
2. Denver Rocky Mountain News, 25 Haziran 1999, s. 4A, 14A
3. Antonio Mendoza, "High School Armageddon", http://www.mayhem.net/Crime/columbine.html
4. Antonio Mendoza, High School Armageddon, http://www.mayhem.net/Crime/columbine.html
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163. Phillip E. Johnson, Defeating Darwinism, Intervarsity Press, 1997, s.99
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178. Martin Mawyer, "Death Act Dies in California", Fundamentalist Journal, 7 Haziran 1988:61
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