odos los pueblos que hemos analizado hasta ahora tenían algunas características en común: ofendieron a Dios, adjudicaron iguales a Dios, se comportaron con arrogancia, unos devoraron injustamente la propiedad de otros, se inclinaban hacia la perversión sexual y la insolencia. Otro rasgo en común era el carácter opresor y la iniquidad hacia los musulmanes (hacia los respetuosos de Dios) en su vecindad.
El propósito de las advertencias que aparecen en el Corán no tiene el objetivo de dar lecciones sobre historia. El Corán dice que las historias sobre los profetas se relatan solamente a modo de "ejemplos".
Esos pueblos que fueron destruidos y se mencionan en el Corán deberían servir como ejemplo para que quienes vengan después se conduzcan por el sendero recto:
"¿Es que no les dice nada que hayamos hecho perecer a tantas generaciones precedentes, cuyas viviendas huellan ellos (las caravanas comerciales de la Meca) ahora? Ciertamente, hay en ello signos para los dotados de entendimiento" (C. 20:128)
Si consideramos como "ejemplos" a todas esas generaciones desaparecidas, en base a ello podemos observar algunos sectores de nuestra sociedad y ver que para nada son mejores, en términos de degeneración y transgresión.
Por ejemplo, la mayoría de las sociedades actuales poseen un alto nivel de población sodomita y homosexual, lo cual nos hace recordar al pueblo de Lot. Los invertidos que participan de fiestas sexuales con "gente importante de la sociedad", despliegan todo tipo de corrupción, eclipsando a sus equivalentes de Sodoma y Gomorra. Aún más, en las grandes ciudades del mundo están esos que van "más allá" de sus similares de Pompeya.
Todas las sociedades que hemos examinado han sido castigadas por medio de desastres naturales, como lo son terremotos, tempestades, diluvios, etc. Por lo tanto, las sociedades que se extravían y se atreven a cometer los mismos agravios de pueblos que existieron antes, pueden ser castigadas de la misma manera.
No se debe olvidar que Dios puede sancionar a cualquier persona o pueblo que El desee, y en el momento que El elija. O también, puede llevar a quien El quiera por una vida rutinaria, corriente, en este mundo y castigarle en el Más Allá. Dice el Corán:
"Sorprendimos a cada uno por su pecado. Contra unos enviamos una tempestad de arena. A otros les sorprendió el Grito. A otros hicimos que la tierra se los tragara. O otros les anegamos. No fue Dios quien fue injusto con ellos, sino que ellos lo fueron consigo mismos." (C. 29:40)
El Corán también nos cuenta acerca de un creyente que era de la familia de faraón y vivió durante el período de Moisés, pero ocultó su creencia.
"El que creía dijo: '¡Pueblo! Temo por vosotros un día como el de los coalicionistas, como ocurrió al pueblo de Noé, a los aditas, a los tamudeos y a los que vinieron después de ellos. Dios no quiere la injusticia para Sus siervos. ¡Pueblo! Temo que viváis el día de la Llamada Mutua, día en que volveréis la espalda y no tendréis a nadie que os proteja de Dios. Aquél a quien Dios extravía no tendrá quien lo dirija" (C. 40:30-33)
Todos los profetas advirtieron a sus pueblos señalándoles el Día del Juicio, e intentaron que se preocupen por la sanción de Dios (a los pecadores). Así actuó ese creyente que ocultaba su fe. Los profetas se pasaron la vida explicando esto a sus pueblos una y otra vez. No obstante, la mayoría de las personas a las que fueron enviadas los acusaban de mentirosos, de buscar beneficios materiales o de intentar imponerse sobre ellos como autoridades mundanales. Por lo tanto, la mayoría de esos pueblos siguieron con sus sistemas de vida desviados, sin tomar en cuenta lo que decían los profetas o sin cuestionarse sus propias acciones. Algunas de esas personas incluso fueron más lejos e intentaron matar o extraviar a los creyentes.
Por otra parte, aunque casi siempre fue muy reducida la cantidad de creyentes que seguían y obedecían a los profetas, unos y otros eran salvados cuando Dios castigaba a las comunidades rebeldes.
A pesar de los miles de años que han pasado y de las profundas modificaciones habidas en los distintos lugares, en las costumbres, en las tecnologías y en las civilizaciones, nos encontramos con que fueron reducidos los cambios en las estructuras sociales y en los sistemas de los incrédulos.
Como remarcamos antes, cierta parte de la sociedad en la que vivimos tiene todas las características de corrupción de los pueblos descritos en el Corán. Al igual que en el caso del pueblo de Tamud, pero en otra dimensión, hoy día también existe una gran cantidad de personas espurias o estafadoras. (También) existe una "comunidad homosexual" que es defendida en cualquier oportunidad que se presente y cuyos miembros no van a la zaga del pueblo de Lot, en donde la corrupción sexual había llegado al extremo. Gran parte de la sociedad esta constituida por gente ingrata y rebelde como la de Saba, desagradecida a pesar de la riqueza otorgada, como la del pueblo de Iram, desobediente y ultrajante como la del pueblo de Noé, desatenta o indiferente respecto a la justicia social como la del pueblo de 'Ad.
Todos esos son signos muy significativos…
Deberíamos tener siempre presente que las diferencias entre unas y otras sociedades en lo que hace al nivel de avance tecnológico o a sus posibilidades potenciales, no son importantes para nada. Nadie puede salvarse de la sanción que determina Dios. El Corán nos recuerda esta realidad:
"¿No han ido por la tierra y mirado cómo terminaron sus antecesores? Eran más poderosos, araban la tierra y la poblaban más que ellos. Sus enviados vinieron a ellos con las pruebas claras. No fue Dios quien fue injusto con ellos, sino que ellos lo fueron consigo mismos" C. 30:9)
"¡Gloria a Ti! No sabemos más que lo que Tú nos has enseñado. Tú eres, ciertamente, el Omnisciente, el Sabio"
(C. 2: 32)