Dios lo ha creado todo conforme a Su sabiduría divina y ha puesto muchas cosas al servicio del ser humano. Claramente, muchas cosas en el universo, desde el sistema solar a la proporción de oxígeno que contiene la atmósfera, desde los animales que nos dan carne y leche al agua, se han creado para servir al hombre. Si se reconoce este hecho como algo evidente, se concluye que no es lógico pensar que esta vida no tiene un objetivo. Sin lugar a dudas, esta vida tiene un fin que Dios explica así:
(56) y [diles que] no he creado a los seres invisibles y a los hombres sino para que Me [conozcan y] adoren.
Sura 51: Ad-Dariyat (Los Vientos Que Arrastran)
Sólo una minoría de personas comprende el propósito de la creación y así conducen sus vidas. Dios nos ha otorgado la vida en la Tierra para verificar si nos adecuamos al mismo. Aquellos que sirven a Dios con sinceridad y los que se revelan contra Él se diferenciarán unos de otros en este mundo. Todos los dones (el cuerpo, los sentidos, las posesiones…) que se otorguen al hombre en este mundo son la forma en que Dios los pone a prueba. En una aleya del Corán, Dios relata lo siguiente:
(2) Ciertamente, hemos creado al hombre de una gota de esperma entremezclado, para ponerle [luego] a prueba: y por ello le hemos dotado de oído y de vista.
Sura 76: Al-Insán (El Hombre)
La obligación del ser humano en este mundo es tener fe en Dios y en el más allá, comportarse de acuerdo con los mandatos del Corán, observar los límites impuestos por Dios y tratar de obtener Su contento. Las continuas pruebas que con el tiempo nos encontramos en esta vida descubren a aquellos que se comprometen a cumplir estas tareas. Puesto que Dios demanda una fe sincera y verdadera (que es la clase de fe que no se consigue diciendo únicamente “Creo”) el hombre debe demostrar que tiene una fe auténtica en Dios y en Su religión, y que no se desviará del camino recto a pesar de las astucias de Satanás. Del mismo modo, debe demostrar que no seguirá a los incrédulos ni preferirá sus propios deseos a contentar a Dios. Su respuesta ante los acontecimientos que le sobrevengan en esta vida pondrán de manifiesto todas estas cualidades. Dios creará ciertas dificultades, frente a las cuales el hombre debe mostrarse paciente para demostrar así el grado de dedicación de su fe en Dios. Este hecho se expone en el Corán como sigue:
(2) ¿Piensan los hombres que [sólo] con decir: "Hemos llegado a creer", se les va a dejar en paz, y que no serán puestos a prueba?
Sura 29: Al-Aankabut (La Araña)
En otra aleya, Dios afirma que se pondrá a prueba a los que dicen “Creemos”:
(142) ¿O es que pensáis que entraréis en el jardín sin que Dios tenga constancia de que os habéis esforzado [por Su causa], y tenga constancia de que habéis sido pacientes en la adversidad?
Sura 3: Al Imran (La Casa de Imrán)
Siendo este el caso, frustrarse ante las dificultades no sería la respuesta adecuada que uno podría permitirse. Tales dificultades pueden ser grandes pruebas o simplemente triviales problemas cotidianos. Un creyente debe considerar todas estas circunstancias como parte del examen al que se le somete, confiar en Dios y comportarse de manera que logre Su contento. En una aleya del Corán se relatan las dificultades a las que se enfrentarán los creyentes:
(155) Y ciertamente os pondremos a prueba por medio del peligro, del hambre, de la perdida de bienes, de vidas y de frutos [del trabajo]. Pero da buenas nuevas a los que son pacientes en la adversidad --
Sura 2: Al-Baqara (La Vaca)
El profeta Muhammad (saas) también nos recordó esto a los creyentes diciendo: “Quienquiera que la acepte (la prueba de Dios), disfrutará del contento de Dios y a quienquiera que le desagrade, incurrirá en el desagrado de Dios”. (At-tirmidhi)
No sólo las dificultades sino también los dones de este mundo sirven para poner a prueba al hombre. Dios nos tantea con cada bien que nos otorga, para comprobar si le damos las gracias o no. Del mismo modo, Dios crea muchas circunstancias por medio de las cuales el hombre adopta una cierta actitud. Inmersos en estas pruebas, podemos tomar una decisión, ya sea para ganar el favor de Dios o el nuestro propio. Si reconocemos que estos incidentes son pruebas que provienen de Dios y nos comportamos de modo que intentemos ganar Su favor, entonces las pasaremos con éxito. Por el contrario, si nuestra decisión obedece a dictámenes de nuestra alma, será a la vez un pecado (que lamentaremos profundamente en el más allá) y una causa de ansiedad en este mundo, puesto que perturbará nuestra conciencia.
De hecho, todo lo que Dios crea en este mundo es una prueba. Esos sucesos que los ignorantes consideran mera “coincidencia” o “mala suerte” son en realidad circunstancias creadas según la gran sutileza de un plan divino. Dios pone el ejemplo de los judíos que rompieron el “Sabbath” (N. del T.: Día del Señor, sábado, día de descanso entre los judíos) tentados por la abundancia de peces:
(163) Y pregúntales por aquella ciudad, a orillas del mar, cuyas gentes profanaban el Sábado, cuando acudían a ellos los peces de forma ostensible en Sábado --y no acudían en los demás días. Así les pusimos a prueba por medio de sus [propias] acciones perversas.
Sura 7: Al-Aaraf (La Facultad del Discernimiento)
Puede que los judíos pensasen que los peces llegaban el sábado por “coincidencia” pero era algo predeterminado para probarles ante Dios. Como este caso pone de manifiesto, un propósito divino y una prueba subyacen tras cada suceso que tiene lugar en la vida. Todo lo que acontece a un creyente ha sido determinado para que lo tenga en cuenta e intente pasar la prueba con éxito y que adopte un comportamiento que plazca a Dios.