Breve Historia Del Darwinismo

Antes de ocuparnos del sufrimiento y los desastres que el Darwinismo trajo al mundo, veamos brevemente su historia. Muchos creen que la teoría de la evolución, presentada como tal por primera vez por Charles Darwin, es una teoría fundamentada sobre firmes evidencias científicas, la observación y el experimento. Pero así como el originador de la misma no es Darwin, la fuente de la que se nutre tampoco tiene el carácter de comprobación científica.

En la época de la civilización mesopotámica, cuando las religiones adoradoras de ídolos eran hegemónicas, abundaban las supersticiones y los mitos respecto a los orígenes de la vida y el universo: uno de ellos era la creencia en la »evolución«. Según la épica de Enuma-Elish que se remonta a los sumerios, hubo una tremenda inundación y de allí surgieron de modo repentino los dioses llamados Lahmu y Lahamu que se crearon a sí mismos. Luego se convirtieron en universales y dieron lugar a la existencia de otros elementos y criaturas vivientes. En otras palabras, según el mito sumerio, la vida apareció de modo repentino a partir del caos acuático inanimado para luego evolucionar y desarrollarse.

Podemos ver que esta creencia exhibe una estrecha relación con el supuesto de la teoría de la evolución en cuanto a que »lo viviente se desarrolló y evolucionó de lo no viviente«. Observamos entonces que la idea evolucionista no es original de Darwin sino de los idólatras sumerios.

Uydurma Evrim Haberleri

Una representación del dios del agua sumerio. Al igual que los sumerios, los darwinistas creen que la vida surgió del agua por casualidad. En otras palabras, ven al agua como un dios que creó vida.

A posteriori encontró más espacio en otra civilización idólatra, es decir, la Grecia Antigua. Los filósofos griegos materialistas de la antigüedad consideraban que lo único que existía era la materia. Recurrieron al mito de la evolución heredada de los sumerios para explicar cómo apareció lo viviente. De ese modo, en la Grecia Antigua se dieron la mano la filosofía materialista y el mito de la evolución. De allí fue llevado a la cultura romana.

Ambos criterios, cada uno de ellos un mito perteneciente a culturas idólatras, se presentaron luego en el mundo en el siglo XVIII. Algunos pensadores europeos que estudiaron las fuentes de la Grecia Antigua estaban vinculados al materialismo. El rasgo común de esos pensadores era su oposición a la religión.

En ese marco, la primera persona que toma en consideración la teoría de la evolución de modo razonado fue el biólogo francés Jean Baptiste Lamarck, quien propuso que todas las criaturas vivientes surgieron a través de la evolución, una de otra, por medio de pequeños cambios a lo largo de sus vidas. Más tarde se comprendió que eso era falso. De todos modos, una persona llamada Charles Darwin repitió las suposiciones de Lamarck con mínimas variantes.

Darwin dio a conocer su teoría en »El Origen de las Especies«, publicado en Inglaterra en 1859. Allí se presentaba el mito de la evolución proveniente de los sumerios, con ciertas particularidades. Darwin suponía que todas las criaturas vivientes se originaron a partir de un ancestro que nació por casualidad en el agua y fueron adquiriendo sus características propias a través de pequeños cambios que acaecieron también casualmente.

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Los darwinistas, al igual que las sociedades idólatras, creen que la vida apareció por casualidad en el agua como resultado de sucesos naturales. Según ese supuesto absurdo, los átomos se reunieron fortuitamente en el "caldo de cultivo" primitivo y "decidieron" crear criaturas con vida.

Esa pretensión de Darwin no ganó una aceptación generalizada entre los científicos de aquella época. En particular, los expertos en fósiles eran conscientes de que la conjetura de Darwin no era más que producto de la fantasía. No obstante, a medida que transcurría el tiempo, la teoría de Darwin empezó a ganar fuerza en distintos círculos. Ello se debió a que él y su teoría proveían los fundamentos que estaban requiriendo las fuerzas gobernantes del siglo XIX.

El Motivo que Lleva a la Aceptación del Darwinismo es Ideológico

Cuando Darwin publicó »El Origen de las Especies« y presentó su teoría de la evolución, la ciencia estaba muy en pañales. Por ejemplo, la célula, que hoy día se sabe posee un sistema estructural sumamente complejo, era visible solamente como una mancha a través de los microscopios rudimentarios que se usaban entonces. Por eso Darwin no tuvo ningún problema en suponer que la vida se produjo por casualidad a partir de la materia no viviente.

De la misma manera, la insuficiencia de registros fósiles en esa época hizo posible suponer que las criaturas vivientes provinieron una de otra por medio de cambios muy pequeños y sucesivos. Pero hoy día se sabe que nada en los registros fósiles ofrece evidencia alguna que apoye los supuestos de Darwin. Hasta hace poco los evolucionistas enfrentaban ese dilema diciendo: »Dichas evidencias se encontrarán en el futuro«. Pero actualmente no pueden valerse de esa explicación. (Más información sobre el tema ver en el capítulo »La Equivocación del Evolucionismo«).

Sea como sea, entre los darwinistas no hubo ningún cambio en su adhesión a la teoría de la evolución. Desde aquella época hasta ahora cada uno heredó de otros la fidelidad a Darwin durante los últimos 150 años.

Ahora bien, ¿cuál es la razón para que el darwinismo siga siendo admitido, a pesar de que su invalidez científica es ahora abiertamente manifiesta?

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Los microscopios del siglo XIX, comparándolos a los disponibles hoy día, eran realmente primitivos y las células se veían sólo como manchas, según se ve en la foto.

El rasgo más definido de la teoría de Darwin es la negación de la existencia de un Creador. Según la teoría de la evolución la vida se originó por sí misma de manera casual, a partir de la materia ingénita. Este supuesto del darwinismo proveyó un falso fundamento científico a todas las filosofías ateas, comenzando por la materialista. Hasta el siglo XIX la gran mayoría de los científicos consideraban a la ciencia como un método de aprender y descubrir la creación de Dios. Como dicho criterio estaba ampliamente extendido, los filósofos materialistas y ateos no podían encontrar fundamentos apropiados sobre los que establecerse. Entonces la teoría de la evolución se les presentó como una formidable oportunidad puesto que negaba la existencia del Creador y proveía un apoyo, aunque ilusorio, a las creencias materialistas y ateas. Esas creencias se identificaron entonces con el darwinismo y adaptaron la teoría de la evolución a sus ideologías.

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Charles Darwin

Otro argumento del darwinismo, además del rechazo de la existencia de Dios, venía muy bien a las ideologías materialistas del siglo XIX: »El desarrollo de los criaturas vivientes se vincula a la lucha por la vida en la naturaleza. Esta lucha favorece al más fuerte. El débil está condenado a la derrota y a la extinción«.

Esto revela claramente la cooperación del darwinismo con las ideologías que trajeron al mundo dolor y desastres.

El Darwinismo Social: La Adaptación de la Ley de la Jungla al Comportamiento Humano

Uno de los supuestos más importante de la teoría de la evolución es que fundamenta el desarrollo de las criaturas vivientes en la »lucha por la supervivencia«, lucha inmisericorde que según Darwin se presenta en la naturaleza como un conflicto eterno. El fuerte se puede desarrollar porque se impone siempre al débil. El título completo de su libro compendia ese punto de vista: »El Origen de las Especies por Medio de la Selección Natural o la Preservación de las Razas Favorecidas en la Lucha por la Vida«.

La fuente de inspiración de Darwin en la materia fue el libro del economista inglés Thomas Malthus, »Ensayo Sobre el Principio de la Población o Revista de sus Efectos Pasados o Presentes Sobre la Felicidad del Hombre« (1803). Este libro indica que a la humanidad le espera un futuro más bien tétrico. Malthus había calculado que, librada a sí misma, la población del mundo aumentaría a una velocidad enorme. La cifra se duplicaría cada 25 años. Pero las provisiones de alimentos no aumentarían en la misma proporción de ninguna manera. En este caso la humanidad enfrentaría el peligro permanente de la hambruna. Según Malthus, las fuerzas que mantendrían bajo control el crecimiento poblacional eran los desastres como las guerras, el hambre y las enfermedades. En resumen, para que cierta cantidad de gente viva, resultaba necesario que otras mueran. La existencia, entonces, significa »guerra permanente«.

Darwin declara que fue el libro de Malthus el que lo hizo pensar acerca de la lucha por la existencia:

»En octubre de 1838, es decir, quince meses después que había comenzado mi pesquisa, leí como pasatiempo lo escrito por Malthus sobre la población. Como estaba preparado para apreciar la lucha por la existencia que ocurre en todas partes, debido a mi continua y larga observación de los hábitos de los animales y de las plantas, inmediatamente me hizo dar cuenta que bajo esas circunstancias las variaciones favorables tenderían a ser preservadas y las desfavorables destruidas. El resultado de esto sería la formación de nuevas especies. Entonces, finalmente, disponía de una teoría por medio de la cual llevar adelante mis especulaciones«2.

En el siglo XIX, realmente, las ideas de Malthus habían sido adoptadas por mucha gente. En particular, los intelectuales de la clase alta europea sostenían las ideas maltusianas. La importancia dada a las mismas en la Europa de entonces, está expresada en el artículo Antecedentes Científicos del Programa Nazi de »Purificación de la Raza«:

«A mediados del siglo XIX se reunieron los miembros de las clases gobernantes a lo largo de toda Europa para discutir el reciente descubrimiento del ‘problema poblacional’ y determinar las formas de implementación del mandato maltusiano de aumentar la tasa de mortalidad de los pobres. »En vez de recomendar a los pobres el hábito de la pulcritud, deberíamos animarlos a hacer lo contrario. Deberíamos hacer las calles más estrechas en nuestras ciudades, conseguir que se amontonen más personas en cada vivienda e inducir el retorno de las plagas. En el campo deberíamos construir las aldeas cerca de aguas estancadas y, en particular, animar a realizar asentamientos en todo tipo de zonas insalubres y con ciénagas«, etc.»3.
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Tomás Malthus, quien influyó en la forma de pensar de Darwin, decía que la guerra y la escasez equilibraban el rápido crecimiento de la población mundial.

Como resultado de esa política cruel, el fuerte derrotaría al débil en la lucha por la supervivencia, lo cual pondría coto rápidamente al crecimiento poblacional. El programa de »aplastar al pobre« fue llevado a la práctica en Inglaterra en el siglo XIX. Se creó un sistema industrial donde se hacía trabajar en las minas de carbón a niños de 8 ó 9 años 16 horas por día. Allí murieron miles de ellos debido a las malas condiciones laborales. La supuesta »lucha por la supervivencia«, que la teoría de Malthus determinó como necesaria, condenó en Inglaterra a millones de pobres a sobrellevar una vida llena de sufrimientos.

Darwin, influenciado por Malthus, aplicó ese criterio a toda la naturaleza y, aceptando que dicha lucha existía realmente, propuso que debía ser ganada por los más fuertes y aptos. Esta reivindicación de Darwin incluía todo lo vegetal, animal y humano. También enfatizó que esa lucha por la supervivencia era una ley natural permanente e inmodificable. Y por medio de negar la creación, invitaba a la gente a abandonar sus creencias religiosas, con el propósito de que también abandonen todos los principios éticos que podían ser un obstáculo a esa cruel »lucha por la supervivencia«.

Es por esto que la teoría de Darwin encontró el apoyo del Establishment desde el mismo momento en que se presentó. Ese respaldo lo consiguió primero en Inglaterra y luego en el resto de Occidente. Los imperialistas, los capitalistas y otros materialistas no demoraron en hacer suya esta teoría, pues proveía una justificación »científica« al sistema político y social que ellos fundaron.

Poco tiempo más tarde la teoría de la evolución pasó a ser el único criterio en todos los campos de interés social, desde la sociología a la historia, desde la psicología a los asuntos políticos. En todos los campos las ideas básicas eran las consignas de »lucha por la supervivencia« y »supervivencia del más apto«: partidos políticos, naciones, administraciones, firmas comerciales e individuos empezaron a vivir bajo el influjo de esos lemas. Puesto que las ideologías gobernantes se habían identificado con el darwinismo, la propaganda darwinista empezó a ser llevada a cabo en todos los ambientes, desde el educacional al artístico, desde el político al histórico. Fue un intento por establecer vínculos entre todos los temas y el darwinismo, de modo que todo sea considerado a la luz del mismo. Como resultado de ello, incluso la gente que no conocía nada del darwinismo comenzó a vivir según el modelo de sociedad propuesto.

El propio Darwin recomendó que sus criterios evolucionistas se apliquen a la comprensión de la moral y de las ciencias sociales. En una carta a H. Thiel escrita en 1869, decía:

»Fácilmente comprenderá el gran interés que despierta en mí el ver que usted aplica a las cuestiones morales y sociales puntos de vista análogos a los que he usado respecto a la modificación de las especies. No se me había ocurrido que mis ideas podían aplicarse a temas tan ampliamente distintos e importantes«4.

Al aceptarse que la lucha en la naturaleza estaba en la esencia del ser humano, todos los tipos de conflictos producidos por el racismo, el imperialismo, el fascismo y el comunismo, así como los esfuerzos de los poderosos materialmente por aplastar a los que parecían más débiles, pasaban a tener una explicación “científica”. A partir de ese momento era imposible censurar u obstruir a esos que llevaban a cabo bárbaras masacres, que trataban como animales a los seres humanos, que enfrentaban a unos pueblos contra otros, que despreciaban a mucha gente debido a su raza, que clausuraban pequeños negocios en nombre de la competitividad y que se negaban a extender una mano de ayuda al necesitado. Y esa imposibilidad de censurarlos surgía del hecho de que lo que hacían estaba de acuerdo con una »ley natural científica«.

Esta nueva »consideración científica« pasó a ser conocida como »Darwinismo social«. Uno de los principales científicos evolucionistas de nuestra época, el paleontólogo norteamericano Stephen Jay Gould, acepta esa verdad al decir que después de aparecer »El Origen de las Especies« en 1859, »principalmente, bajo la bandera de la ciencia, se argumentaría a favor de la esclavitud, el colonialismo, las diferencias raciales y la lucha de clases«5.

Yaratılış Atlası

Aquí hay algo a lo que se debe prestar una gran atención. Todos los períodos de la historia humana han visto guerras, atrocidades, brutalidades, racismo y conflictos. Pero también en todas las épocas existió una religión divina enseñando a los pueblos que proceder de esas maneras era incorrecto, llamándolos en consecuencia a la paz, la justicia y la tranquilidad. Dado que los seres humanos conocían una religión divina, al menos tenían un criterio que les permitía comprender que iban por un camino equivocado cuando se entregaban a la violencia. Pero a partir del siglo XIX Darwin señaló que la contienda por los beneficios materiales, así como la injusticia, tenían cierta justificación científica. Dijo que todo ello era parte de la naturaleza humana, que el ser humano acarreaba desde sus ancestros tendencias salvajes y agresivas y que también se aplicaba a la humanidad las leyes que hacían que sobrevivan los animales más fuertes y belicosos. Fue bajo la influencia de esas ideas que las guerras, los sufrimientos y las masacres empezaron a afectar de un modo distinto a gran parte del mundo. El darwinismo apoyó, alentó y respaldó las formas en que se concretaban todos esos actos que produjeron en el planeta dolor, derramamiento de sangre y opresión, señalándolos razonables y justificados. Como resultado de ese respaldo supuestamente científico, todas las ideologías peligrosas se desarrollaron y se hicieron cada vez más fuertes, estampando sobre el siglo XX la leyenda »época de sufrimiento«.

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LA OPRESION EN TODO EL MUNDO
"Gracias" al darwinismo se aceptó la mentirosa afirmación de que el conflicto y la agresividad es parte ineludible de la naturaleza humana. Como un triste resultado de ello, guerras mundiales, matanzas y todo tipo de brutalidades fueron disfrazadas como eventos supuestamente justificables científicamente, por lo que el siglo XX se convirtió en un período de sufrimiento e inhumanidad.

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UN BALANCE DOLOROSO
Según el darwinismo social, el débil, el pobre, el enfermo y el perezoso, deben ser eliminados sin misericordia. Los darwinistas sociales creen que eso es necesario para la evolución de la humanidad. Una de las razones por la que en el siglo XX quedaron sin respuesta los pedidos de auxilio de millones de personas, desde Etiopía a Bosnia, fue esta ideología que se impuso brutalmente sobre las sociedades.

El profesor de historia Jacques Barzun evalúa en su libro »Darwin, Marx, Wagner« las causas culturales, científicas y sociológicas de la terrible quiebra moral del mundo moderno. Es llamativo lo que dice Barzun allí en cuanto a la influencia de las ideas darwinistas:

»entre 1870 y 1914 en todos los países europeos hubo una facción militarista que demandaba armamento, una facción individualista que demandaba una competencia despiadada, una facción imperialista que demandaba manos libres sobre los pueblos retrasados, una facción socialista que demandaba la conquista del poder y una facción racista que demandaba la purga interna de lo ‘extraño’. Cuando el llamado a la gloria y a la voracidad fracasaba, e incluso antes, se invocaba a Spencer y a Darwin, lo que era, por decirlo así, la ciencia encarnada… El decurso de la vida era biológico, era sociológico, era darwiniano«6.
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El profesor de historia Jacques Barzun, autor de "Darwin, Marx, Wagner"

En el siglo XIX, cuando Darwin hizo conocer su suposición de que la vida no fue creada sino que apareció por casualidad y que los seres humanos tenían un ancestro común con los animales, habiendo emergido los primeros como el organismo más desarrollado debido a coincidencias casuales, posiblemente la mayoría de la gente no podía imaginarse en aquel momento a qué daría lugar esa conjetura. Pero en el siglo XX la resultante de esa suposición se concretó en experiencias terribles. Quienes consideraban a los seres humanos como animales desarrollados no vacilaron en pisotear al débil, en acabar con el enfermo y el disminuido, en llevar a cabo masacres para exterminar a las razas que consideraban distintas e inferiores. Hicieron todo eso porque una teoría con el disfraz de »científica« les dijo que se trataba de una »ley natural«.

Así comenzaron en algunas partes los desastres producidos por el darwinismo. Luego, aceleradamente, se expandieron por todo el mundo. Debemos tener en cuenta que en el siglo XIX la gran mayoría de la gente creía que Dios era el creador de todas las criaturas vivientes y que el ser humano poseía un alma, también creada por Dios, hasta que el materialismo y el ateísmo se desarrollaron y fortalecieron por medio del apoyo que recibieron del darwinismo. Anteriormente, a todos los seres humanos, de cualquier raza o pueblo, se los veía como creaciones de Dios. Sin embargo, la pérdida de la religión, producida y fortalecida por el darwinismo, dio relevancia a grupos sociales con criterios inhumanos y competitivos que no daban ninguna importancia a las normas morales pues consideraban a las personas solamente como animales muy desarrollados. Quienes negaban que tenían cierto tipo de responsabilidades frente a Dios, produjeron una cultura donde se justifica cualquier tipo de egoísmo. De esa cultura nacieron muchos »ismos« que fueron y son una verdadera calamidad para la humanidad.

En las páginas siguientes examinaremos esas ideologías que encontraron una justificación en el darwinismo, la estrecha relación entre ambos factores y lo que le ha costado al mundo esa cooperación.

NOTAS

2.- Anton Pannekoek, Marxism and Darwinism, Traducido por Nathan Weiser, Chicago, Charles H. Kerr and Company, 1912, http://csf.colorado.edu/psn/marx/Other/Pannekoek/Archive/1912-Darwin

3.- Theodore D. Hall, The Scientific Background of the Nazi "Race Purification" Program, http://www.trufax.org/avoid/nazi.html

4.- Francis Darwin, The Life and Letters of Charles Darwin, D. Appleton and Co., 1896, vol. 2, p. 294.

5.- Stephen Jay Gould, The Mismeasure of Man, W. W. Norton and Company, New York, 1981, p. 72.

6.- Jacques Barzun, Darwin, Marx, Wagner, Garden City, N. Y.: Doubleday, 1958, pp. 94-95, citado en Henry M. Morris, The Long War Against God, Baker Book House, 1989, p. 70.