Una mirada rápida a la historia demuestra que la mayoría de las personas tienen una cosa en común: Ya sean jóvenes o viejos, ricos o pobres, una parte significativa de su estilo de vida consiste en quejarse de ella. Todo lo que ocurre es motivo de descontento. Incluso aunque algo cuente con miles de aspectos buenos y agradables, en lugar de estar contentos, se fijan en las pequeñas imperfecciones y se enojan. Tienen tan arraigada esta forma de pensar que reaccionan del mismo modo ante cosas que aún no han visto o experimentado porque piensan en las posibles dificultades, y así amargan su vida.
Como resultado de este modo de ser, se desalientan bastante por razones que no pueden entender y creen que nunca serán lo suficientemente felices con nada. Sin duda, conoces a personas que se quejan y dicen: “No sé qué es lo que me pasa", “ Estoy tan aburrido", "Estoy harto de esta vida", o “No tengo ganas de nada.” Si tratases de echarles una mano para que salieran de su profundamente arraigado hastío del mundo y de su descontento, lo más probable es que fracasases.
Incluso aunque les llevaras al lugar más bello del mundo y desplegaras ante ellos las más maravillosas de las bendiciones y aunque les proporcionaras todos los lujos que sus corazones pudieran desear, no lograrías que disfrutasen de todo ello o que dichos dones ejercieran una influencia duradera en su espíritu. En otras palabras, no lograrías que fuesen realmente felices.
Sin embargo, cualquier lugar, desde lo alto del cielo a las profundidades del mar, está lleno de innumerables maravillas: hermosos seres vivos (por ejemplo, pájaros, conejos, ardillas, leones, cebras, panteras, tigres, gatos, perros y peces), cientos de variedades de frutos (fresas, naranjas, melones, ciruelas y melocotones), plantas que alegran el espíritu (rosas, orquídeas, margaritas, violetas, jacintos y claveles) y muchas otras cosas hermosas que deleitan el alma. En el Corán, Dios enumera las muchas cosas maravillosas que nos ofrece en esta vida, y nos recuerda que estas bendiciones son demasiado numerosas y diversas como para que podamos contarlas:
[Y recordad que] Dios es quien ha creado los cielos y la tierra, y quien hace caer agua del cielo y mediante ella hace brotar [toda clase de] frutos para vuestro sustento; y quien ha puesto las naves a vuestro servicio, de forma que navegan el mar a instancia Suya; y ha puesto a vuestro servicio los ríos;(32)
y ha puesto a vuestro servicio el sol y la luna, constantes en sus cursos; y ha puesto a vuestro servicio la noche y el día.(33)
Y os da [siempre] algo de lo que Le hayáis pedido; y si intentarais contar las bendiciones de Dios, no podríais enumerarlas.(34)
[Y, no obstante,] ¡ciertamente, el hombre es en verdad persistente en la maldad, obstinadamente ingrato!
(Corán, 14:32-34)
Pues, si intentarais contar las bendiciones de Dios, no podríais enumerarlas.
Ciertamente, Dios es en verdad indulgente, dispensador de gracia;
(Corán, 16:18)
Sólo una de estas bendiciones basta para deleitar el alma. Por tanto, resulta bastante inusual que alguien que vive rodeado de tantas cosas bellas no se percate de ellas o se deleite con las mismas. Es una gran pérdida. Obviamente, esta clase de personas han probado y consumido todos los placeres de esta vida y ahora los encuentran aburridos.
Resulta contradictorio que los que inventan pobres excusas para evitar la religión quieren que este mundo sea un lugar en el que puedan reír y disfrutar. Su principal objetivo es probar todos los placeres que puedan. Esta ley universal ha permanecido invariable a lo largo de siglos. Algunos de los que no comprenden el verdadero sentido de la vida han desarrollado filosofías basadas en los placeres de este mundo y han elogiado a los que intentan “disfrutar al máximo”.
Horacio (65-8 a. de C), el famoso poeta lírico romano, dijo “carpe diem” (“vive el momento”). Esta frase, de moda desde el siglo diecisiete, resume una filosofía de vida basada únicamente en la vida de este mundo. En pocas palabras, viene a decir que una persona no debe pensar en el mañana sino vivir el momento y disfrutar al máximo cada día, que no debe considerar que la muerte puede alcanzarle en cualquier instante, ni pensar en lo que viene después. Del mismo modo, el lema del Renacimiento “memento mori” (“recuerda que has de morir”) nos recuerda que moriremos y por ello debemos aferrarnos al mundo tanto como podamos. De acuerdo con esta idea, no deberíamos temer a la muerte; más bien, sabiendo que está próxima, deberíamos vivir como quisiéramos, sin límites y abandonándonos a nuestros propios placeres.
A lo largo de la historia, las sociedades que han tratado de llevar una vida buena y feliz alejados de las revelaciones de Dios han elaborado muchas ideas y filosofías extrañas. Sin embargo, un punto que todas ellas tienen en común es la idea de que las personas deben saciar sus deseos y pasiones y sacar el máximo provecho de las bendiciones que se cruzan en su camino. Dios llama la atención sobre las ambiciones de estas personas:
Apártate, pues, de aquellos que dan la espalda a Nuestro recuerdo y no desean sino la vida de este mundo.
(Corán, 53:29)
En vez de dar gracias a Dios por las innumerables bendiciones y posibilidades que les ha ofrecido, muestran una codicia insaciable:
Déjame solo con quien Yo solo creé,(11)
y al que he concedido abundante riqueza,(12)
e hijos atentos en su presencia,(13)
y he dado a su vida amplios horizontes:(14)
¡y aun así, desea que le dé todavía más!
(Corán, 74:11-15)(15)
¿Por qué se encuentran tan vacíos? ¿Por qué no pueden disfrutar de esta vida, de los demás, de la naturaleza y de los seres vivos? Su único objetivo consiste en beneficiarse de los placeres de esta vida. Entonces, ¿por qué son incapaces de disfrutarlos? ¿Por qué están tan angustiados, tristes, deprimidos y hastiados del mundo? ¿Cómo llegaron a este estado que les impide darse cuenta y disfrutar de las bondades y bendiciones que les rodean? ¿Por qué han agotado todos los placeres de esta vida y no encuentran regocijo en ellos? Sólo existe una respuesta a estas preguntas: Su negación de Dios; su desagradecimiento hacia Él y hacia Sus bendiciones hace que sus corazones se angustien:
Y a quien Dios quiere guiar, le abre el pecho a la sumisión [a Él]; y a quien Él quiere dejar en el extravío, hace que su pecho se cierre y se constriña, como si estuviera ascendiendo en el aire: así es como Dios impone la ignominia a quienes se niegan a creer.
(Corán, 6:125)
Debido a su rechazo, Dios desea que vivan en la oscuridad y la tristeza, aunque se encuentren rodeados de cosas bellas:
Dios está cerca de los que tienen fe; les saca de las tinieblas a la luz --pero quienes se obstinan en negar la verdad tienen a su lado a los poderes del mal que les sacan de la luz a las tinieblas: esos están destinados al fuego y en él permanecerán.
(Corán, 2:257)
Puesto que Dios creó este mundo como un lugar de prueba, los que quedan atrapados en los ornamentos de esta vida cometen un grave error. En uno de sus hadices, el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones sean con él) dice:
“El mundo es precioso. Dios hará que lo heredes y observará cómo te comportas allí. Por tanto, evita el mundo.” (Sahih Muslim and al-Tirmidhi)
Cuando comprendemos que todas las bendiciones de este mundo son un regalo de Dios y le damos gracias por ellas, Le contentamos. Por consiguiente, somos conscientes de que la belleza, las bendiciones y las cosas buenas que nos rodean provienen de Él.
Sin embargo, los que niegan a Dios no ven esta verdad. En cambio, Le ignoran y se dedican a saciar sus propios deseos y pasiones. A medida que disfrutan más y más de estas bendiciones aumenta su descontento, porque les consume el maníaco deseo de poseerlo todo. En vez de estar satisfechos con lo que tienen, son infelices hasta que no consiguen más. El resultado es que no son capaces de apreciar en su totalidad las innumerables bendiciones ni los ilimitados potenciales con los que ya cuentan. Por ejemplo, puede que tengan un buen coche pero, en cuanto sale un modelo nuevo, les parece poco. Creen que marcharse de vacaciones acabará con sus problemas, pero el más mínimo contratiempo les inquieta y amarga el viaje. No intentan superar las dificultades con paciencia y resignación a su destino sino que se vuelven pesimistas y su preocupación y decepción aumentan. Incluso aunque se lo hubiesen pasado bien, su alegría sólo es temporal; la angustia subsiguiente es mucho más duradera.
Por supuesto, este lugar de prueba está lleno tanto de cosas bellas como de limitaciones y no es duradero (con todo lo cual tropezarán estas personas). Por ejemplo, los ricos puede que pierdan su fortuna debido a un accidente o a un desastre; los guapos puede que pierdan su físico; y los inteligentes pueden perder su capacidad mental. Además, con el tiempo, perderán su juventud y belleza, así como su energía y fuerza. Las personas que no siguen la moral del Corán también se preocupan si encuentran a alguien que sea espiritual y materialmente superior a ellos. El hecho de que alguien sea más rico, más atractivo, tenga más éxito, sea más inteligente y cuente con un círculo social más amplio que ellos los sume en un profundo abatimiento.
Por tanto, esta manera de pensar de juicio apresurado explica por qué los que niegan a Dios inician una búsqueda que dura toda su vida y nunca están satisfechos con lo que tienen. Sus deseos hacen que su vida sea difícil, puesto que no pueden apreciar lo que tienen como es debido ni disfrutarlo. Como creen que todas las bendiciones llegan a su fin con la muerte, consumen y agotan una a una todas las cosas bellas que poseen.Para ellos, belleza, juventud y salud son algo transitorio y los empedernidos deseos de su ego hacen que se sientan infelices con lo que tienen. Por esta razón sufren en ambos mundos:
Y [cuando] pregunten: "¿Cuándo se cumplirá esa promesa [de la resurrección? ¡Responded a esto, Oh vosotros que creéis en ello,] si sois veraces!"(71)
di: "Puede que algo de lo que [en vuestra ignorancia] exigís con tanto apremio esté ya pisándoos los talones....”
(Corán, 27:71-72)(72)
Parte de este sufrimiento implica que estas personas vivan una especie de infierno en este mundo, aunque estén rodeados de belleza y oportunidades. Hay mucha gente que se encuentra en esta situación espiritual y observan que sus niveles de ansiedad, abatimiento, estrés y sus problemas psicológicos siguen aumentando. Aquellos que se quejan continuamente diciendo: “No sé porqué estoy tan inquieto”, “Estoy muy aburrido”, “Estoy harto de esta vida” o “No tengo ganas de nada” deben comprender que necesitan un cambio espiritual. Se deben preguntar a sí mismos qué les ha ocurrido y por qué. Dios ha revelado la cura: la fe. Examinaremos ahora esta importante verdad y, en consecuencia, daremos a conocer que sólo cuando contemplamos los dones espirituales y materiales con los ojos de un creyente nuestra alma es capaz de disfrutarlos plenamente.