¡ADVERTENCIA!
El capítulo que está por leer ahora revela un secreto crucial de la vida. Debería hacerlo con cuidado y totalmente, porque se ocupa de un tema propenso a producir un cambio fundamental en su perspectiva del mundo exterior. Este capítulo no pretende dar un punto de vista distinto, un enfoque diferente o un criterio filosófico tradicional: en realidad, trata sobre un tema que cualquiera, creyente o no creyente, debería admitir, y que además está comprobado por la ciencia hoy día.

La Real Esencia De La Materia

La gente que contempla el entorno con sentido común y de modo consciente, comprueba que todo en el universo ―vivo o inerte― debe haber sido creado. Entonces el interrogante es: ¿Quién es el creador de todo?

Es evidente que "el hecho de la creación", que se revela por sí mismo en todo lo que el universo encierra, no puede ser autoproducido. Por ejemplo, un insecto no pudo haberse creado él mismo; el sistema solar no pudo haberse creado y organizado por su propia cuenta; ni los vegetales, ni los humanos, ni las bacterias, ni los hematíes (corpúsculos de la sangre), ni las mariposas, pudieron haberse autogenerado. La posibilidad, por otra parte, de que todo eso se haya originado "por casualidad", ni siquiera es imaginable.

Por lo tanto arribamos a una conclusión: todo lo que vemos ha sido creado y ninguna de esas cosas pudo haberse "autocreado". El Creador es distinto y superior a cuanto observamos, es decir, posee un poder superior no visible, pero cuya existencia y atributos se revelan en todo lo que existe.

Este es el punto que objetan los que niegan la existencia de Dios, pues están condicionados a no sustentar esa posición, a menos que lo vean con sus ojos. Quienes no aceptan el hecho de la "creación", están forzados a ignorar su realidad, que se manifiesta en todo el universo, e intentan "probar" que éste y todo lo viviente no han sido creados.La teoría de la evolución es un ejemplo clave del vano esfuerzo hecho en ese sentido.

El error básico de quienes niegan a Dios es compartido por alguna otra gente que no rechaza Su existencia, sino que tiene una percepción equivocada de El. Estos últimos no niegan la creación sino que tienen una idea supersticiosa acerca de "dónde" está Dios. Algunos de los que así piensan, creen que Dios está en el "cielo". Imaginan tácitamente que Dios se ubica detrás de un planeta muy distante y que interfiere en los "asuntos mundanales" de vez en cuando. O también pueden pensar que no interviene para nada sino que creó el universo y lo abandonó a su suerte, del mismo modo que dejó que las personas determinen ellas mismas su destino.

Aunque algunos seres humanos se han enterado que el Corán dice que Dios está en "todas partes", no pueden entender lo que eso significa exactamente. Piensan que Dios todo lo envuelve, como las ondas radiales, o como un gas invisible, intangible.

Sin embargo, esas ideas y otras creencias que no pueden aclarar "dónde" está Dios (y puede ser que por eso lo nieguen) se basan todas en un error común. Sostienen un prejuicio sin fundamentos que lleva a opiniones erróneas respecto de Dios. ¿Cuál es ese prejuicio?

Ese prejuicio es acerca de la naturaleza y las características de la materia, pues estamos condicionados a suposiciones acerca de ella, las cuales nunca nos permiten pensar si existe realmente o es solamente creada como una imagen. La ciencia moderna demuele ese prejuicio y revela una realidad muy importante e imponente. En las páginas que siguen intentaremos explicar esa gran realidad señalada por el Corán.

El Mundo de las Señales Eléctricas

Toda la información que tenemos acerca del mundo en que vivimos es comunicada a nosotros por los cinco sentidos. El mundo que conocemos consiste en lo que nuestros ojos ven, nuestras manos tocan, nuestras narices huelen, nuestras lenguas prueban y nuestros oídos oyen. Nunca pensamos que el mundo "exterior" puede ser otro distinto del que nos presentan los sentidos, puesto que hemos dependido de ellos desde que nacimos.

La investigación moderna en muchos campos de la ciencia apunta, sin embargo, a una comprensión muy diferente y crea serias dudas acerca de nuestros sentidos y el mundo que percibimos con ellos.

El punto de partida de este enfoque es que la idea de un "mundo exterior" en nuestro cerebro es solamente una respuesta que se forma allí por medio de señales eléctricas. El tono rojo de la manzana, la dureza de la madera, su papá, su mamá, su familia, todo lo que tiene en la casa, el trabajo, las líneas de este libro, son abarcados solamente como señales eléctricas.

Frederick Vester explica hasta dónde ha llegado la ciencia en este tema:

Lo que algunos científicos afirman en el sentido de que 'el ser humano es una representación, que todo lo que experimenta es temporario y engañoso y que este universo es una imagen refleja', parece que es demostrado por la ciencia actual.14

El conocido filósofo George Berkeley comenta al respecto:

Creemos en la existencia de objetos porque los vemos y los tocamos y se nos manifiestan por medio de nuestras percepciones. Sin embargo, éstas son solamente ideas en nuestras mentes. De esta forma, los objetos que captamos por medio de las percepciones no son más que conceptos, los cuales no están en ninguna otra parte más que en nuestras mentes… Puesto que existen solamente en nuestra mente, significa que somos engañados por esos objetos cuando imaginamos que el universo y las cosas tienen existencia en el exterior de la mente. Por lo tanto, nada de lo que nos rodea existe en el exterior de la misma.15

Con el objeto de aclarar esto, consideremos los sentidos, en especial el de la visión, que nos provee la información más amplia sobre el mundo exterior.

¿Cómo Vemos, Oímos y Degustamos?

El acto de ver se verifica de una manera muy avanzada, técnicamente hablando. Racimos de luz (fotones) que viajan del objeto a la vista, pasan a través de las lentes que están en la parte de adelante del ojo. Allí se quiebran y se proyectan de manera invertida sobre la retina, ubicada en el fondo del ojo. La luz que choca allí se convierte en señales eléctricas que se transmiten a través de las neuronas a un pequeño punto, llamado "centro de la visión", colocado en la zona posterior del cerebro. Allí las señales eléctricas se perciben como una imagen después de una serie de procesos. El acto de ver tiene lugar realmente en ese pequeño punto, el cual es oscuro, totalmente aislado de la luz.

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Los estímulos provenientes de un objeto se convierten en señales eléctricas y producen efectos en el cerebro. Cuando "vemos", en realidad miramos los efectos de esas señales eléctricas en nuestra mente.

Reconsideremos este proceso aparentemente común y ordinario. Cuando decimos que "vemos", en realidad lo que estamos viendo son los efectos de los impulsos que llegan a nuestros ojos y que son conducidos a nuestros cerebros después de transformarse en señales eléctricas. Es decir, lo que percibimos realmente en el hecho de "ver" se trata de señales eléctricas en el cerebro.

Todas las imágenes que observamos se forman en el centro de la visión, el cual ocupa solamente unos pocos centímetros cúbicos del cerebro. El libro que ahora lee y el paisaje que observa cuando otea el horizonte, se acomodan en ese pequeño espacio. Otra cosa que hay que tener en cuenta es que, como dijimos antes, el cerebro está aislado de la luz. Su interior es absolutamente oscuro, no tiene ningún contacto directo con la luz.

Podemos explicar esta situación con un ejemplo. Supongamos que frente a nosotros arde una vela. Podemos sentarnos frente a ella y observarla por bastante tiempo. Sin embargo, durante ese período el cerebro nunca tiene contacto directo con la luz de la vela. Incluso mientras la vemos, en el cerebro hay una oscuridad completa. O lo que es lo mismo, observamos un mundo brillante y colorido dentro de un cerebro en la tiniebla total.

R. L. Gregory expresa así el milagroso hecho de la visión, algo que consideramos de lo más "normal":

Estamos tan familiarizados con la visión, que hay que realizar un esfuerzo de comprensión para entender los problemas a ser resueltos en la materia. Considerémoslos. En el ojo recibimos pequeñas imágenes invertidas y vemos objetos sólidos en el espacio que nos rodea. A partir de los modelos de simulación sobre las retinas, percibimos el mundo de los objetos, y esto no es menos que un milagro.16

La misma situación se aplica a todos nuestros sentidos. Lo que se oye, palpa, degusta y huele, es transmitido al cerebro como señales eléctricas que se perciben en los centros apropiados del cerebro.

matter, illusion

Incluso en el momento que sentimos la luz y el calor del fuego, el interior del cerebro está en una oscuridad total y su temperatura no cambia nunca.

brain, matter

Haces de luz que provienen de un objeto caen en la retina de modo invertido. Allí la imagen es convertida en señales eléctricas y transmitida al centro de la visión, ubicado en la parte de atrás del cerebro. Dado que es imposible que la luz llegue al cerebro, significa que miramos un vasto mundo iluminado y de vivos colores en un pequeño punto aislado totalmente de la luz.

Veamos cómo opera la audición. El oído externo recoge los sonidos por medio del pabellón auricular (u oreja) y los dirige al oído medio, el cual transmite las vibraciones sonoras intensificadas al oído interno. Éste envía esas vibraciones al cerebro traducidas en señales eléctricas. Igual que lo que sucede con la vista, el acto de oír finaliza en el centro de la audición en el cerebro, que está aislado del sonido igual que de la luz. Por lo tanto, independientemente del ruido que haya en el exterior, el interior del cerebro está en un completo silencio.

Incluso los sonidos más sutiles son percibidos en el cerebro. Es tal la calidad del oído sano, que aprecia todo sin ruidos atmosféricos o interferencias. En el cerebro, que está aislado de las ondas auditivas, se oyen las sinfonías de una orquesta, el bullicio de una plaza llena de gente y el conjunto de los sonidos dentro de una amplia frecuencia que va desde el susurro de una hoja al estruendo de los aviones a chorro. Sin embargo, si se midiese en el cerebro el nivel de sonido, por medio de un dispositivo apropiado, se vería que allí prevalece un silencio completo.

La percepción de los olores se conduce de una manera similar. Moléculas volátiles emitidas por una vainilla o una rosa son captadas por la persona en los delicados pelillos del epitelio de la nariz, y allí interactúan. Esa interacción es transmitida al cerebro mediante señales eléctricas y percibidas como olor. Todo lo que olemos, bueno o malo, no es más que la percepción del cerebro de las interacciones de moléculas volátiles con el tejido epitelial, después de haberse transformado en señales eléctricas. Es en el cerebro donde se percibe el aroma de un perfume, de una flor o de un alimento que nos gusta, o el olor del mar o de cualquier otra cosa que nos resulte agradable o desagradable. Las moléculas en sí nunca llegan al cerebro. Al igual que en los casos del sonido y de la visión, lo que llega al cerebro son, simplemente, señales eléctricas. En otras palabras, todos los olores que se presuponen pertenecen a objetos del mundo exterior desde el día en que uno nace, son señales eléctricas que se perciben a través de los órganos del sentido olfativo.

De la misma manera, en la parte anterior de la lengua hay cuatro tipos distintos de receptores químicos. Pertenecen al gusto de lo salado, lo dulce, lo amargo y lo agrio o ácido. Los receptores gustativos transforman esas percepciones en señales eléctricas después de una cadena de procesos químicos, las cuales, transmitidas al cerebro, son percibidas por éste como "gustos". Cuando se come un chocolate o una fruta que gusta, ese gusto es la interpretación por parte del cerebro de señales eléctricas. Nunca se puede llegar al objeto en el exterior, es decir, nunca se puede ver, oler o degustar el chocolate en sí. Por ejemplo, si se cortasen los nervios gustativos que van al cerebro, nada de lo que se come en ese momento llegaría como información eléctrica allí, con lo cual se perdería el sentido del gusto.

Aquí nos encontramos con otra realidad. Nunca podemos estar seguros de que dos personas sientan el mismo gusto a un alimento, o que una perciba la misma voz que oye otra. Al respecto dice Lincoln Barnett que nadie puede saber si otra persona percibe el color rojo u oye una nota determinada igual que uno.17

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Todo lo que vemos en nuestra vida se forma en la parte posterior de nuestro cerebro en un punto llamado "centro de la visión", el cual ocupa solamente unos pocos centímetros cúbicos. Tanto el libro que ahora está leyendo como el amplio paisaje que observa en el horizonte, se acomodan en ese espacio diminuto. En consecuencia, a los objetos los vemos en la medida percibida por nuestro cerebro y no en la que realmente tienen en el mundo exterior.

Nuestro sentido del tacto opera también de manera similar. Cuando se toca un objeto, toda la información que nos ayuda a reconocer el mundo externo y los objetos, es transmitida al cerebro por los nervios de dicho sentido ubicados en la piel. La sensación de tocar se forma en el cerebro. Contrariamente a la creencia general, el lugar donde percibimos lo que tocamos no es la punta de los dedos o la piel sino el centro del tacto en el cerebro. Como resultado de la evaluación de los estímulos eléctricos que provienen de los objetos por parte del cerebro, percibimos distintas sensaciones de los mismos, como ser, blandura, dureza, calor o frío. Todos los detalles que nos ayudan a reconocer un objeto derivan de esos estímulos. Respecto a este hecho importante, opinan los conocidos filósofos B. Russell y L. Wittgeinstein:

Por ejemplo, si un limón existe realmente o no, y cómo pasó a existir, no puede ser cuestionado ni investigado. El limón consiste, simplemente, en un gusto sentido por la lengua, un olor sentido por la nariz, un color y una forma percibidos por los ojos; y solamente esos rasgos del elemento en cuestión pueden someterse a evaluación y examen. La ciencia nunca puede conocer el mundo físico.18

Nos es imposible alcanzar el mundo físico. Todos los objetos que nos rodean son un conjunto de percepciones que provienen, por ejemplo, de la audición, la visión y el tacto. Esos datos, al procesarlos en los centros correspondientes del cerebro, a lo largo de la vida, no confrontan el "original" del asunto o cosa que existe en el exterior, sino más bien la copia que se forma en el cerebro. Es en este punto donde nos extraviamos, al asumir que esa copia es la cosa existente en el exterior.

"El Mundo Exterior" Dentro de Nuestro Cerebro

Como resultado de las realidades físicas descritas hasta ahora, podemos concluir que cada cosa que vemos, tocamos, oímos y percibimos como una "entidad", el "mundo" o el "universo", no se trata sino de señales eléctricas que se presentan en nuestro cerebro.

Quien come una fruta, en realidad no confronta la fruta en sí, sino la percepción de ella en el cerebro. El objeto que se considera "una fruta" consiste en una impresión eléctrica en el cerebro respecto de la forma, el gusto, el olor y la textura. Si el nervio de la visión que va al cerebro se cortase repentinamente, así de improviso desaparecería la fruta. O si hubiese una desconexión en el nervio que va desde los sensores de la nariz al cerebro, se interrumpiría completamente el sentido del olfato. Dicho de modo simple, la fruta no es más que la interpretación de las señales eléctricas por el cerebro.

Otro elemento a ser considerado es el de la distancia. La distancia entre usted y el libro es solamente una sensación de espacio que se forma en el cerebro. Los objetos que parecen distantes de la persona que los observa, también están presentes en el cerebro. Por ejemplo, alguien que observa las estrellas en el cielo, asume que están a una distancia de millones de años-luz. No obstante, lo que la persona "ve" realmente son las estrellas que están en su interior, en el centro de la visión. Mientras usted lee estas líneas, en verdad, no está en el lugar que cree. Por el contrario, es el lugar o sitio el que está dentro de usted. Cuando ve su cuerpo, cree que usted está dentro del mismo. Sin embargo, debe recordar que el cuerpo también es una imagen formada dentro de su cerebro.

Lo mismo se aplica a todas las otras percepciones. Por ejemplo, cuando se piensa que se escucha el sonido de la TV que está en la habitación de al lado, en realidad el sonido se experimenta dentro del cerebro. No se puede probar que exista una habitación próxima a uno, ni que el sonido provenga de la TV que está allí. El sonido que se piensa viene de unos metros más allá y la conversación de una persona que está al lado, se perciben en el centro de la audición del cerebro, lugar que tiene pocos centímetros cuadrados. Aparte de ese centro de percepción, no existe ningún otro concepto, como ser, derecha, izquierda, adelante y atrás. Es decir, el sonido no proviene de la derecha, de la izquierda o del aire. No hay ninguna dirección desde donde proviene el sonido.

Con los olores sucede lo mismo. Ninguno de ellos llega de una distancia determinada. Supongamos que las impresiones finales del olor correspondan a las de los objetos en el exterior. Sin embargo, así como la imagen de una rosa está en el centro de la visión, el olor de la rosa está en el centro del olfato. Nunca se puede saber si esa rosa u olor peculiar existen realmente en el exterior.

El "mundo exterior" que se nos presenta por medio de las percepciones es simplemente un conjunto de señales eléctricas que llegan al cerebro. Esas señales son procesadas a lo largo de la vida en el cerebro y vivimos sin poder reconocer que estamos equivocados al suponer que son las "versiones originales" de los elementos materiales que existen en el "mundo exterior". Nos equivocamos porque nunca podemos alcanzar el caso en sí mismo por medio de nuestros sentidos.

Por otra parte, repetimos, es el cerebro el que interpreta y atribuye sentido a las señales que asumimos son del "mundo externo". Por ejemplo, consideremos el sentido de la audición. En realidad, es el cerebro el que transforma las ondas sonoras del "mundo exterior" en una sinfonía. Es decir, la música también es una percepción creada por el cerebro. De la misma manera, cuando vemos colores, lo que llega a los ojos son, simplemente, señales eléctricas de distintas longitudes de onda. Nuevamente es el cerebro el que transforma dichas señales en colores. No hay colores en el "mundo exterior". La manzana no es roja, ni el cielo es azul, ni los árboles tienen follaje verde: son como son porque los percibimos así. El "mundo exterior" depende totalmente de aquél que lo percibe.

Incluso, el más leve defecto en la retina del ojo provoca ceguera para el color. Algunas personas perciben el azul como verde, otras el rojo como azul y también están esas que ven todos los colores en diferentes tonos de grises. Aquí podemos decir que no importa si el objeto es coloreado o no.

El prominente pensador Berkeley también habla de este hecho:

Al principio se creía que los colores, olores, etc., “existían realmente”, pero después se rechazó ese punto de vista y se dijo que solamente existían subordinados a nuestras sensaciones.19

En conclusión, la razón por la que vemos los objetos con colores no se debe a que los tengan, o que los mismos posean una existencia material exterior a nosotros. La verdad de la cuestión es que todas las cualidades que adscribimos a los objetos están dentro de nosotros y no en el "mundo exterior".

Entonces, ¿qué es lo que queda del "mundo exterior"?

¿Es Forzosa la Existencia del "Mundo Exterior"?

estimulaciones

Como resultado de estimulaciones artificiales, en nuestro cerebro se puede formar un mundo físico tan cierto y vívido como el real, pero sin que exista ese mundo físico, y una persona puede pensar que está manejando el auto, mientras en realidad esté sentada en su casa.

Hasta ahora venimos hablando repetidamente de "mundo exterior" y de un mundo de percepciones que se forma en el cerebro, que es lo que vemos. Sin embargo, dado que nunca podemos alcanzar realmente el "mundo exterior", ¿cómo podemos estar seguros de que existe realmente?

En realidad, no podemos. Puesto que cada objeto es solamente un conjunto de percepciones y las mismas existen solamente en la mente, es más preciso decir que el único que mundo realmente existe es el de las percepciones. Es decir, sólo conocemos el que existe en nuestra mente, el que está diseñado, registrado y hecho vívido allí. En resumen, el que es creado en la mente. Este es el único mundo del que podemos estar seguros.

Nunca podemos probar que las percepciones que observamos en el cerebro tengan correlatos materiales. Pueden provenir tranquilamente de una fuente "artificial". Eso es posible observarlo. Las informaciones falsas llegan a producir en el cerebro un "mundo material" totalmente imaginario. Por ejemplo, pensemos en un instrumento de registro muy desarrollado donde puedan ser grabados todos los tipos de señales eléctricas. En primer lugar, transmitamos todos los datos referidos a un ambiente (incluida la imagen del cuerpo) a ese instrumento por medio de transformarlos en señales eléctricas. En segundo lugar, supongamos que se pueda tener el cerebro con vida fuera del cuerpo. Finalmente, conectemos el instrumento de registro al cerebro por medio de electrodos, los que funcionarán como nervios y enviarán los datos prerregistrados. En ese estado uno se sentirá viviendo dicha escena creada artificialmente. Por ejemplo, se puede creer fácilmente que se está manejando por una ruta a toda velocidad. Se presenta como imposible que uno comprenda que no se compone más que del cerebro. A esto se debe que lo que se necesita para formar un mundo dentro del cerebro no es la existencia real de aquél sino, más bien, la eficacia de los estímulos. Sería perfectamente posible que esos estímulos pudiesen venir de una fuente artificial, como sería un registrador o un grabador.

En relación con esto escribió B. Russell, el distinguido filósofo:

En cuanto al sentido del tacto, cuando presionamos la mesa con los dedos, se produce una perturbación eléctrica sobre los protones y electrones de las puntas de los dedos, de acuerdo a la física moderna, por la proximidad con los electrones y protones en la mesa. Si la misma perturbación que aparece en las puntas de los dedos se presentara de cualquier otra manera, tendríamos la misma sensación aunque no se encontrara presente ninguna mesa.20

En realidad, es muy fácil que nos engañemos al estimar como correctas, percepciones sin ningún correlato material. A menudo experimentamos eso en los sueños, donde participamos de sucesos, vemos personas, objetos y el medio circundante como si fuesen totalmente reales. Sin embargo, no son más que percepciones. No hay ninguna diferencia básica entre el sueño y el "mundo real": ambos se experimentan en el cerebro.

¿Quién Es el Que Percibe?

new scientist

Los descubrimientos de la física moderna muestran que el universo es un conjunto de percepciones. Es lo que se plantea como interrogante en la tapa de la conocida revista de ciencia norteamericana New Scientist, que se ocupa de ello en la edición del 30 de enero de 1999: "Más Allá de la Realidad: ¿Es el Universo Realmente Un Juego de Información Primordial y Materia, (es decir), No Más Que Un Espejismo?"

Como venimos relatando, no hay ninguna duda de que el mundo que habitamos y que llamamos "mundo exterior", es creado en el cerebro. Sin embargo, se presenta una pregunta de primera importancia: si todos los sucesos físicos que conocemos son intrínsecamente percepciones, ¿qué podemos decir de nuestro cerebro? Dado que el mismo es parte del mundo físico, al igual que un brazo, una pierna o cualquier otro objeto, debería ser una percepción igual que todas esas cosas.

Un ejemplo con los sueños iluminará mejor el tema. Pensemos que cuando soñamos vemos en el cerebro de la manera que explicamos hasta ahora. En el sueño tendremos un brazo imaginario, un cuerpo imaginario, un ojo imaginario y un cerebro imaginario. Si durante el sueño se nos preguntara, "¿dónde registra la visión?", responderíamos: "en el cerebro". Pero en realidad no hay algún cerebro del que hablar, sino una cabeza imaginaria y un cerebro imaginario. El observador de las imágenes no es el cerebro imaginario del sueño sino una "existencia" que es muy "superior".

Sabemos que no hay ninguna distinción física entre el ambiente circundante de un sueño y el de la vida real. Así, cuando en el ambiente que llamamos de la vida real, se nos hace la misma pregunta planteada antes en el momento del sueño, es decir, "¿dónde registra la visión?", sería un sin sentido responder, como también lo hacíamos en el sueño, "en el cerebro". En ambas situaciones, la entidad que ve y percibe no es el cerebro, el cual, después de todo, no es más que un buen pedazo de carne.

Cuando se analiza el cerebro se ve que allí hay solamente moléculas de proteínas y lípidos, que también existen en otros seres vivientes. Ello significa que dentro del pedazo de carne llamado "cerebro", no hay nada para observar las imágenes y nada que constituya la conciencia o que sirva para crear lo que llamamos "yo mismo", "mi persona".

R. L. Gregory se refiere al error que comete la gente en relación con la percepción de imágenes en el cerebro:

Existe la tentación, que debe ser evitada, de decir que los ojos producen en el cerebro estampas o imágenes. Una imagen allí sugiere la necesidad de algún tipo de ojo interno para verla. Pero haría falta un ojo adicional para ver su imagen… y así de seguido en una secuencia sin fin de ojos e imágenes. Esto es absurdo.21
neuronas, moléculas

El cerebro es un montón de células, llamadas neuronas, formadas por proteínas y moléculas de grasa (entre otras sustancias). Ese pedazo de carne (el cerebro) no tiene ninguna facultad para observar las imágenes, constituir la conciencia o crear la existencia que llamamos "yo".

Esto es lo que pone en aprietos a los materialistas, quienes aceptan como real solamente la materia. ¿A quién pertenecen los "ojos interiores" que ven, que perciben y reaccionan en consecuencia?

Karl Pribram también enfocó esta importante cuestión en el mundo de la ciencia y la filosofía, acerca de quién es el que percibe:

Desde los griegos, los filósofos han venido pensando sobre el "ánima de la máquina", el "enano dentro del enano", etc. ¿Dónde estoy "yo", la persona que usa su cerebro? ¿Quién es el que verifica el acto de conocer? Como dijo San Francisco de Asís, "Al que buscamos es a aquél que ve".22

Ahora piense esto: el libro que tiene en las manos, la habitación en donde está, en resumen, todas las imágenes que observa, están en su cerebro. ¿Son lo átomos los que ven todo eso, a pesar de ser inconscientes, ciegos y sordos? ¿Por qué algunos átomos adquirieron esa cualidad y otros no? Nuestros pensamientos, comprensiones, recuerdos, estados de alegría o de tristeza, y todo lo demás, ¿consisten en reacciones electroquímicas entre esos átomos?

Cuando meditamos sobre estas cuestiones, vemos que no tiene ningún sentido buscar "voluntad" en los átomos. Está claro que la existencia que ve, oye y siente es supramaterial. Esta "existencia" está "viva" y no es ni materia ni una imagen de la materia. Se asocia con lo que percibe usando la imagen de nuestro cuerpo.

Esta existencia es el “alma”.

La suma de percepciones que llamamos "mundo material" es un sueño observado por esta alma. Así como el cuerpo que poseemos y el mundo material que vemos en sueños no tienen ninguna realidad, el universo en el que estamos instalados también carece de todo tipo de realidad material. La existencia real es el alma. La materia consiste simplemente en percepciones contempladas por el alma. Las existencias inteligentes que escriben y leen estas líneas no son un montón de átomos, moléculas y la reacción química entre ellos, sino "almas".

La Verdadera Existencia Absoluta

Todo lo enunciado nos enfrenta con una cuestión muy significativa. Si lo que reconocemos como el mundo material consta, simplemente, de percepciones visualizadas por el alma, ¿cuál es la fuente de las percepciones?

Para responder a ello tenemos que tomar en consideración que la materia no tiene una existencia que se autogobierne o controle por sí misma. Puesto que la materia es percepción, es algo "artificial". Es decir, esa percepción debe haber sido causada por otra fuerza o autoridad, lo cual significa, seguramente, que debe haber sido creada. Además, esa creación debería ser continua, ininterrumpida. Si no hubiese una creación coherente y continua, lo que llamamos "materia" desaparecería y se perdería. Se puede hacer una semejanza con la TV en la que se ve una imagen en tanto la señal continúa siendo emitida. Entonces, ¿qué es lo que hace que nuestra alma observe las estrellas, la tierra, los árboles, las personas, nuestro cuerpo y todo lo que vemos?

Es muy evidente que existe un Creador supremo, Quien ha creado todo el universo material, es decir, la suma de las percepciones; es el mismo que continúa Su creación incesantemente. Y puesto que este Creador exhibe una creación tan magnífica, seguramente tiene un poder y una potestad sin límites.

Este Creador se describe a Sí mismo y describe el universo y la razón de nuestra existencia por medio del Libro que nos envió.

Ese Creador es Dios y el nombre de Su Libro es El Corán.

Que los cielos y la tierra, es decir, el universo, no son estables; que la existencia de éste es posible solamente por medio de la creación de Dios y que desaparecerá cuando El finalice esta creación, se explica en el Corán como sigue:

Dios sostiene los cielos y la tierra para que no se desplomen. Si se desplomaran no habría nadie, fuera de El, que pudiera sostenerlos. Es benigno, indulgente. (Corán, 35:41)

Como mencionamos al comienzo, algunas personas no comprenden verdaderamente a Dios y se imaginan que se trata de una existencia presente en alguna parte de los cielos, sin intervenir realmente en los asuntos del mundo. El fundamento de esa lógica yace en pensar que el universo es una conjunción de materia y que Dios se ubica "por fuera" del mundo material, en un lugar apartado. La creencia en Dios se limita a ese tipo de comprensión en algunas religiones falsas.

Sin embargo, como hemos considerado hasta ahora, la materia se compone solamente de sensaciones. Y la única existencia real, absoluta, es Dios, es decir, lo único que existe es Dios: todo, excepto El, son imágenes. En consecuencia, es erróneo concebir a Dios como una existencia exterior separada o fuera del conjunto de la materia. Ciertamente Dios está "en todos lados" y lo abarca todo. El Corán lo explica así:

¡Dios! No hay más dios que El, el Viviente, el Subsistente. Ni la somnolencia ni el sueño se apoderan de El. Suyo es lo que está en los cielos y en la tierra. ¿Quién podrá interceder ante El si no es con Su permiso? Conoce su pasado y su futuro (el pasado y futuro de los seres humanos), mientras que ellos no abarcan nada de Su ciencia, excepto lo que El quiere. Su Trono se extiende sobre los cielos y sobre la tierra y su conservación (la de los cielos y la tierra) no le resulta onerosa. El es el Altísimo, el Grandioso. (Corán, 2:255)

El hecho de que Dios no está limitado o confinado por el espacio y de que todo lo abarca, se expone en otro versículo:

De Dios son el Oriente y el Occidente. Adondequiera que os volváis, allí está la faz (la presencia) de Dios. Dios es inmenso, omnisciente.(Corán 2:115)

Puesto que las existencias materiales son percepciones, no pueden ver a Dios. Pero Dios ve la materia que creó en todas sus formas. El Corán expresa esto así: La vista no le alcanza, pero El sí que alcanza todas las vistas… (Corán, 6:103).

¿Por qué, pues, cuando se sube a la garganta (el alma), viéndolo vosotros, - -y Nosotros estamos más cerca que vosotros de ella, aunque no lo percibís--, (Corán, 56:83-85)

Es decir, no podemos percibir la existencia de Dios con los ojos sino que es Dios quien abarca totalmente el interior, el exterior, las miradas y los pensamientos del género humano. No podemos pronunciar ninguna palabra, ni siquiera respirar una vez, sin Su conocimiento.

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Si uno medita profundamente sobre todo lo que se dice aquí, comprobará rápidamente esta situación extraordinaria y asombrosa: todo lo que ocurre en el mundo no se trata más que de meras imágenes…

En tanto observamos estas percepciones sensoriales en el curso de la vida, lo más cercano a nosotros no es ninguna de estas sensaciones sino Dios Mismo.En el Corán está el secreto de esta realidad: Sí, hemos creado al hombre. Sabemos lo que su mente le sugiere. Estamos más cerca de él que su misma vena yugular. (Corán, 50:16). Pero si la persona piensa que su cuerpo está constituido solamente de "materia", no puede entender la importancia de lo dicho en el versículo. Si acepta que su cerebro es "su persona", entonces interpreta que el exterior está a unos 20 - 30 cm. alejado de "él mismo". Sin embargo, al entender que la materia no existe y que todo es imaginación, pierden sentido ideas como las de "exterior", "interior" o "cercano". Dios abarca a la persona y está "infinitamente cerca" de ella.

Dios nos informa de esa "cercanía": Cuando Mis siervos te pregunten por Mí, estoy cerca (de ellos)… (Corán, 2:186). Otro versículo que se refiere al mismo hecho expresa: Y cuando te dijimos: 'Tu Señor cerca (con Su poder) a los hombres'… (Corán, 17:60).

El ser humano se equivoca al pensar que el más cercano a él es él mismo. En verdad, Dios está más cerca de nosotros que lo que estamos nosotros de nosotros mismos. El Todopoderoso llama nuestra atención sobre eso cuando dice: ¿Por qué, pues, cuando se sube a la garganta, viéndolo vosotros, ―y Nosotros estamos más cerca que vosotros de él (del moribundo), aunque no lo percibís―,… (Corán, 56:83-85). Como se informa en el versículo, la gente vive inconsciente de dicho fenómeno porque no lo puede ver con los ojos.

Por otra parte, es imposible para el ser humano, que no es más que una imagen, poseer un poder y una voluntad independientes de Dios. El versículo, …mientras que Dios os ha creado a vosotros y lo que hacéis (Corán, 37:96), muestra que todas las cosas que experimentamos tienen lugar bajo el control de Dios. Esta realidad se comunica en el Corán cuando dice, ...Cuando tirabas, no eras tú quien tiraba, era Dios Quien tiraba... (Corán, 8:17), por medio de lo cual se enfatiza que ningún acto es independiente de Dios. Dado que el ser humano es una imagen, no puede ser él mismo quien cumpla el acto de reflejarla. Sin embargo, a esa imagen Dios le produce la sensación de "sí mismo". Pero es Dios quien realiza todos los actos. Por lo tanto, si alguien piensa que lo que hace, lo hace él mismo, es evidente que se autoengaña.

Esa es la realidad. Una persona puede no querer reconocer esto y creer que actúa de manera independiente de Dios. Pero eso no modifica la situación. Por supuesto, la negación necia o tonta, también está dentro de la voluntad y deseo de Dios.

Todo lo Que Se Posee Es Intrínsecamente Ilusorio

Como se puede ver claramente, es un hecho científico y lógico que el "mundo exterior" no posee ninguna realidad material y que es un conjunto de imágenes que Dios presenta a nuestra alma perpetuamente. De todos modos, las personas no incluyen, o más bien, no quieren incluir, todas las cosas, en el concepto de "mundo exterior".

Si se piensa sobre esto de manera sincera y sin preconceptos, se puede comprobar que la vivienda; los muebles en su interior; el automóvil, posiblemente recién comprado; la oficina; la ropa; la esposa; los hijos; los colegas; la cuenta bancaria; las joyas y todo lo que se tiene, en realidad está incluido en ese mundo imaginario que se nos proyecta. En resumidas cuentas, todo lo que se percibe con los cinco sentidos es parte del "mundo imaginario": la voz del cantante favorito, la dureza de la silla que se ocupa, el perfume preferido, el sol que nos calienta, la flor de bellos colores, el pájaro que vuela frente a nosotros, la lancha que navega veloz sobre el agua, la huerta fértil, la computadora del trabajo, el aparato musical con la más avanzada tecnología….

Esta es la verdad, porque el mundo se trata solamente de un conjunto de imágenes creadas para poner a prueba a los seres humanos, a través de sus vidas limitadas, con percepciones que no entrañan ninguna realidad y que son presentadas excitantes y atractivas de manera intencional. Este hecho se menciona en el Corán:

El amor a lo apetecible aparece a los hombres engalanado: las mujeres, los hijos varones, el oro y la plata por quintales colmados, los caballos de raza, los rebaños, los campos de cultivo… eso es breve disfrute de la vida de acá. Pero Dios tiene junto a Sí un bello lugar de retorno. (Corán, 3:14)

La mayoría de las personas arrojan la religión a un lado debido a que codician la propiedad, la riqueza, la acumulación de monedas de oro y plata, los dólares, las joyas, las cuentas bancarias, las tarjetas de crédito, los armarios llenos de ropas, los autos últimos modelos. En resumen, se trata de la codicia de toda forma de propiedad que posean o se esfuercen por poseerla. Se concentran solamente en este mundo, olvidándose del otro. Les engaña el rostro "seductor y hermoso" de la vida mundanal, y entonces dejan de rezar, de dar ayuda a los pobres y de cumplir los actos de adoración a Dios, lo cual les haría prósperas en la otra vida. Para no cumplir con esas cosas correctas se valen de distintos argumentos: "estoy ocupada", "tengo que cumplir con otras responsabilidades", "no tengo tiempo suficiente", "ahora no puedo", "esas cosas las haré en el futuro". Consumen sus vidas buscando prosperar solamente en este mundo. En el versículo, Conocen lo externo de la vida de acá, pero no se preocupan por la otra vida (Corán, 30:7), se describe dicho concepto erróneo.

La realidad que caracterizamos en este capítulo, es decir, que todas las cosas son imágenes, es muy importante por las implicancias sobre toda la lujuria y metas sin sentido que se persiguen. La constatación de este hecho deja en claro que todo lo que se posee, y el esfuerzo por poseerlo, la riqueza lograda a través de la codicia, los hijos de los que uno se vanagloria, el considerar a la esposa como lo más cercano a uno, los amigos, el tener en la más alta estima al cuerpo de uno mismo, el nivel de superioridad que se detenta respecto a otros, las escuelas a las que se concurrió, las festividades en que se participó, no son otra cosa más que mera ilusión. Por lo tanto, todo el esfuerzo invertido, el tiempo gastado y la codicia experimentada, se evidencian algo vano, infructuoso.

A esto se debe que, sin saberlo, algunas personas se comportan tontamente cuando se ufanan de las riquezas y propiedades que poseen, o de los "yates, helicópteros, fábricas, inquilinatos, fincas y tierras", como si existieran realmente. Esas personas acomodadas económicamente, que se pavonean ostentosamente de aquí para allá en su yates, luciendo sus autos o hablando de sus riquezas, suponen también que por el cargo que ocupan son superiores a las demás, y piensan que por todo ello son exitosas. Pero en realidad deberían pensar en qué estado se encontrarán cuando comprueben que el supuesto éxito alcanzado no es otra cosa más que una ilusión.

Estas escenas también las ven algunas personas al soñar, es decir, se ven en sueños poseyendo autos veloces, propiedades, joyas muy valiosas, gran cantidad de dólares, cargos elevados, fábricas con miles de trabajadores, gobernando sobre mucha gente, vestidas con ropas que producen la admiración de todos… Así como el jactarse de las posesiones con que se aparece en los sueños llevaría a que uno fuera ridiculizado, también le sucederá lo mismo si procede de ese modo respecto de las imágenes (la "realidad") que ve en este mundo. Después de todo, lo que percibe en los sueños y lo que se refiere a este mundo, son simplemente imágenes en su mente.

Pero la vergüenza se apoderará de quienes comprueben que el luchar violentamente con otros, el delirar de furia, el estafar, el recibir coimas, el falsificar cosas, el mentir, el atesorar dinero de modo sórdido, el hacer mal a otros, el someter al prójimo y maldecirlo, el agredir lleno de odio, el encolerizarse por lograr la función y ubicación superior en el trabajo o en la escala social, el envidiar, el hacer ostentación de lo que sea, el autoelogiarse, al igual que otras cosas por el estilo, no son más que actitudes o acciones realizadas en un sueño.

Dado que es Dios Quien crea todas esas imágenes, el propietario último de todas las cosas es solamente El, como lo subraya el Corán:

De Dios es lo que está en los cielos y en la tierra. Dios todo lo abarca. (Corán, 4:126)

Es una gran tontería dejar la religión de lado debido a las pasiones mezquinas por cosas imaginarias y perder un bien permanente, la vida eterna, lo cual entraña una privación perdurable.

Aquí hay algo que debe comprenderse: no se está diciendo que todas las posesiones, riquezas, hijos, esposas, amigos y rangos a los que nos aferramos desaparecerán más tarde o más temprano y que por lo tanto no tienen ningún sentido. Lo que se dice es que todas las cosas que aparentemente se poseen en realidad no se las tiene para nada, sino que son un simple sueño compuesto de imágenes exhibidas por Dios para probarnos. Como se ve, hay una gran diferencia entre ambas conceptuaciones.

Aunque no se quiera reconocer en este momento eso, y nos engañemos asumiendo que las cosas existen realmente, al morir y en la otra vida, cuando seamos recreados, todo se nos aclarará. Dice el Corán: …hoy, tu vista es penetrante… (Corán, 50:22). Es decir, estaremos aptos para ver todo más claramente. Sin embargo, si hemos pasado la vida persiguiendo objetivos imaginarios, vamos a desear no haber vivido nunca y diremos: ¡Ojalá (la muerte) hubiera sido definitiva! De nada me ha servido mi hacienda (mi riqueza). Mi poder me ha abandonado. (Corán, 69:27-29)

Por otra parte, lo que debería hacer una persona sabia es intentar comprender en esta vida la gran realidad del universo, mientras aún tenga tiempo. De lo contrario, consumirá la vida corriendo tras los sueños, para enfrentar al final un castigo doloroso. En el Corán se expresa el estado final de esas personas que corren tras las ilusiones o espejismos de este mundo, olvidándose de Su Creador:

Las obras de los infieles son como espejismo en una llanura:el muy sediento cree que es agua, hasta que, llegado allá, no encuentra nada. Sí, encontrará, en cambio, a Dios junto a sí y El le saldará su cuenta. Dios es rápido en ajustar cuentas. (Corán, 24:39)

Defectos Lógicos de los Materialistas

Desde el comienzo de este capítulo se dice claramente que la materia no es una existencia categórica como suponen los materialistas, sino más bien un conjunto de sensaciones que Dios crea. Los materialistas resisten esta realidad evidente de manera extremadamente dogmática, pues destruye su filosofía.

Por ejemplo, en el siglo XX, George Politzer, uno de los más grandes defensores de la filosofía materialista y ardiente marxista, dio el "ejemplo del bus" como la "gran evidencia" para la existencia de la materia. Según Politzer, los filósofos que piensan que la materia es una percepción, también salen corriendo cuando ven que un bus se les viene encima, con lo cual queda probada la existencia física de la materia.23

Cuando a otro conocido materialista llamado Johnson se le dijo que la materia era un conjunto de percepciones, buscó "probar" la existencia física de las piedras pateándolas.24

Un ejemplo similar es dado por Federico Engels ―mentor de Politzer y fundador, junto con Carlos Marx, del materialismo dialéctico―, quien escribió: "Si los pasteles que comemos fuesen meras percepciones, no deberían saciarnos el hambre".25

Manifestaciones arrebatadas y ejemplos similares, como "comprendes la existencia de la materia cuando te dan una trompada en el rostro", se encuentran en los libros de Marx, Engels, Lenin y otros conocidos materialistas.

La confusión en la comprensión que exhiben estos ejemplos de los materialistas se aprecia en que interpretan la explicación de que "la materia es percepción" como que "la materia es un engaño producido por la luz". Piensan que el concepto de percepción se limita a la visión, y que otras percepciones, como la del tacto, tienen un correlato físico. El hecho de que un bus golpee a una persona y la tire al suelo, les hace decir: "Miren, la chocó, por lo tanto no es una percepción".Lo que no comprenden es que todas las percepciones experimentadas durante el choque, como las de dureza, colisión y dolor, se forman también en el cerebro.

El Ejemplo de los Sueños

brain, dream

Para usted, la realidad es todo lo que puede ser tocado con las manos y visto con los ojos. En los sueños también puede "tocar con las manos y ver con los ojos", pero en verdad, no tiene manos ni ojos ni hay nada que pueda ser palpado o visto. Excepto su cerebro, no hay nada material que haga que ello exista. Simplemente, está siendo engañado.

¿Qué es lo que separa la vida real de los sueños? En definitiva, ambas formas de vida toman existencia en el cerebro. Si somos capaces de vivir fácilmente en un mundo irreal durante el sueño, lo mismo puede ser cierto para el mundo en que vivimos. No existe ninguna razón lógica para no pensar que al despertar del sueño al que estamos acostumbrados, entremos en otro sueño más largo que llamamos "vida real". El hecho de que consideremos que el sueño es una fantasía y el mundo algo real, no es más que producto de nuestros hábitos y prejuicios. Esto sugiere que podemos ser despertados de la vida en la tierra, es decir, de la que pensamos que estamos viviendo ahora, de la misma manera como somos despertados de un sueño.

El mejor ejemplo para explicar esta realidad son los sueños. Una persona puede experimentar sucesos muy reales al soñar. Puede caerse de la escalera, romperse la pierna, tener un accidente grave con el automóvil, quedar atrapada debajo de un bus o comer un pastel y satisfacer el hambre. Hechos similares a los que se experimentan en la vida diaria también se experimentan en los sueños, con la misma impresión y produciendo los mismos sentimientos.

Una persona que sueña que es chocada por un bus, también en el sueño puede abrir los ojos en el hospital y verse lisiado. De la misma manera, puede soñar que se mata en un choque de autos, que los ángeles de la muerte toman su alma y que empieza su vida en el otro mundo. (Esto último se experimenta de la misma manera en esta vida, es decir, es una percepción como la del sueño).

La persona percibe muy vivamente las imágenes, los sonidos, la sensación de dureza, la luz, los colores y todo lo demás que participa del sueño. Las percepciones que capta en el sueño son todas naturales como las de la vida "real". El pastel que come le sacia el hambre aunque se trate solamente de una percepción, porque el estar satisfecho es también una percepción. Sin embargo, esa persona en realidad está durmiendo en ese momento en la cama, donde no existen ni escaleras, ni tráfico, ni vehículos. Quien sueña tiene percepciones y sensaciones que no existen en el "mundo exterior". El hecho de que en nuestros sueños experimentemos y veamos sucesos sin ningún tipo de correlato físico en el "mundo exterior", revela muy claramente que este "mundo exterior" consiste, total y simplemente, en percepciones.

Quienes creen en la filosofía materialista, particularmente los marxistas, se enfurecen cuando se les habla de esta realidad, es decir, de la esencia de la materia. Citan ejemplos de los razonamientos superficiales de Marx, Engels o Lenin y emiten declaraciones emocionales.

Sin embargo, estas personas deben pensar que también pueden hacer esas declaraciones cuando sueñan. Asimismo, pueden leer "El Capital", participar de reuniones, pelear con la policía, recibir un golpe en la cabeza y, además, sentir el dolor de las heridas. Cuando en los sueños se les hace preguntas, pensarán que lo que experimentan es "totalmente material", así como creen que todo lo que ven en vigilia también es material. Sin embargo, sea en sueño o en vigilia, todo lo que vean, experimenten o sientan, consiste solamente en percepciones.

La Experiencia de Conectar los Nervios en Paralelo

Consideremos el ejemplo del accidente que propone Politzer. Si en la persona que sufre el choque, los nervios que van desde los sensores de los cinco sentidos hasta el cerebro, estuviesen conectados en paralelo a otra persona, por ejemplo, al cerebro de Politzer, también éste sentiría el golpe aunque estuviera sentado en su casa. Es decir, todo lo experimentado por la persona accidentada sería experimentado por Politzer, del mismo modo que dos personas oyen la misma canción si están conectadas al mismo aparato reproductor. Politzer verá, sentirá y experimentará el sonido del freno del vehículo, el contacto del vehículo con su cuerpo, las imágenes del brazo roto y de la pérdida de sangre, los dolores de la fractura, las imágenes del ingreso a la sala de operaciones, la dureza del yeso que se le coloca y la fragilidad del brazo.

Cualquier otra persona conectada a los nervios de la accidentada experimentará todas las alternativas indicadas, desde el principio hasta el final, igual que Politzer. Si quien sufrió el accidente entra en coma, la conectada a ella también entrará en coma. Además, si todas las percepciones del accidente automovilístico se registrasen en un mecanismo apropiado y fuesen transmitidas repetidamente a algunas otras personas, éstas tendrán las mismas sensaciones.

Siendo así, ¿cuál de los buses que choca a las distintas personas es el real? La filosofía materialista no tiene ninguna respuesta a esta pregunta. La respuesta correcta es que todas las personas del caso experimentaron en sus mentes el accidente con todos los pormenores.

El mismo principio se aplica a los ejemplos del pastel y de las piedras. Si los nervios de los órganos sensoriales de Engels que sintieron la saciedad en el estómago después de ingerir el pastel, hubieran estado conectados en paralelo al cerebro de una segunda persona, ésta también se habría sentido satisfecha y llena. Si los nervios de Johnson, quien sintió el dolor en el pie cuando pateó una piedra, hubieran estado conectados en paralelo a otra persona, está habría sentido el mismo dolor.

Luego, ¿cuál piedra y cuál pastel son reales? La filosofía materialista, nuevamente, no puede dar una respuesta coherente. La respuesta correcta y coherente es que tanto Engels como la segunda persona que en sus mentes registraron la ingestión del pastel quedaron satisfechas; y del mismo modo, tanto Johnson como la otra persona han experimentado en sus mentes plenamente la patada a la piedra.

Introduzcamos un cambio en la primera experiencia. Conectemos los nervios del que sufre el choque al cerebro de Politzer, y los nervios de éste, que está sentado en su casa, al cerebro del accidentado. Entonces Politzer sentirá que el bus lo chocó, aunque esté sentado en la casa, y el accidentado no sentirá nunca el impacto y pensará que está sentado en la casa de Politzer. La misma lógica es aplicable a los ejemplos del pastel y de la piedra.

Como se puede ver, no es posible que el ser humano trascienda sus sentidos y se separe o libere de ellos. Es decir, el alma de una persona puede estar sometida a todos los tipos de representaciones aunque no tenga cuerpo físico ni existencia material y carezca también de peso material. La persona no se puede dar cuenta de esto porque supone que las imágenes tridimensionales son reales y está absolutamente convencida de que existen porque, como todos, ella depende de las percepciones que provocan e imprimen sus órganos sensoriales.

El conocido filósofo británico David Hume expresa lo que piensa al respecto:

Hablando con franqueza, cuando me incluyo en lo que llamo "mi mismo", siempre me encuentro con una percepción específica de calor o frío, luz o sombra, amor u odio, dulce o agrio, etc. Sin la existencia de una percepción, nunca puedo aprehenderme, capturarme, en un momento particular. Lo único que puedo advertir es la percepción.26

La Formación de las Percepciones en el Cerebro
no Es Algo Filosófico Sino Un Hecho Científico

Los materialistas pretenden que lo que hemos estado diciendo es un punto de vista filosófico. Sin embargo, sostener que el "mundo exterior", como lo llamamos, es un conjunto de percepciones, no se trata de filosofía sino de un claro hecho científico. En todas las escuelas de medicina se enseña pormenorizadamente cómo se forman las imágenes y las sensaciones en el cerebro. Estos hechos, probados por la ciencia del siglo XX, particularmente por la física, muestran claramente que la materia no tiene realidad en absoluto y que cada uno, en cierto sentido, está observando el "monitor en su cerebro".

Todos los que creen en la ciencia, sean ateos, budistas o cualquier otra cosa, tienen que aceptar esta realidad. Algún materialista podrá negar la existencia de un Creador, pero no puede negar esta verdad científica.

La incapacidad de Carlos Marx, Federico Engels, George Politzer y otros para comprender una realidad tan evidente y simple resulta pasmosa, si bien es cierto que el nivel de conocimiento científico y las posibilidades de entender esto en aquella época eran insuficientes. En nuestro tiempo, la ciencia y la tecnología están muy avanzadas y descubrimientos recientes permitieron discernir más fácilmente este hecho. Los materialistas actuales, por otra parte, quedan inmersos en lágrimas al advertir, aunque sea parcialmente, la realidad de la que hablamos, y al constatar cómo su filosofía resulta definidamente demolida.

El Gran Temor de los Materialistas

Rennan Pekunlu

El escritor materialista turco Rennan Pekunlu dice que "la teoría de la evolución no es tan importante, (sino que) la real amenaza es este tema", porque es consciente de que anula la materia, el único concepto en el que tiene fe.

Por algún tiempo, no hubo ninguna reacción substancial de parte de los círculos materialistas turcos en contra de lo que se plantea en este libro, es decir, que la materia es una simple percepción. Esto nos había dado la impresión de que no habíamos aclarado suficientemente el tema y que requería más explicación. Sin embargo, poco después se supo que los materialistas estaban muy inquietos por la difusión que había alcanzado la cuestión, además del temor que abrigaban frente a ello.

Esa aprensión y pánico también la expresaron a viva voz en sus publicaciones, conferencias y paneles. Los discursos mostraban desesperanza y perturbación, lo cual indicaba una grave crisis intelectual. El colapso del fundamento científico de su filosofía, es decir, de la teoría de la evolución, fue un gran golpe para ellos.Y ahora están comprobando que experimentan un golpe más duro que el que recibieron por medio de la impugnación científica del darwinismo, pues su concepto de la materia, que es más importante para ellos, pierde vigencia y sentido. Declaran que esta cuestión es "la amenaza más grande" al materialismo, y que "demuele totalmente su edificio cultural".

Uno de los que manifestaron más abiertamente la ansiedad y pavor sentidos en los círculos materialistas, fue Rennan Pekunlu, académico y colaborador de Bilim ve Utopya (Ciencia y Utopía), periódico que asumió la tarea de defender el materialismo. Tanto en los artículos publicados en "Ciencia y Utopía" como en los paneles en que participó, presentó el libro "El Engaño del Evolucionismo" de Harun Yahya como la "amenaza" número uno para el materialismo. Más que los capítulos que invalidan el darwinismo, lo que preocupó a Pekunlu fue la parte que ahora están leyendo ustedes. Le dijo a su audiencia (sólo un puñado de gente): No se extravíen ustedes mismos aceptando el adoctrinamiento del idealismo y mantengan la fe materialista, y a continuación exhibió, como referencia a ese objeto, al líder de la sangrienta revolución comunista en Rusia. Al aconsejar al público que lea el libro de Lenin escrito hace cien años, titulado "Materialismo y Empiriocriticismo", lo único que hizo fue repetir los consejos de su autor en cuanto a "no pensar sobre la cuestión o se saldrán del carril del materialismo y serán seducidos por la religión". En un artículo que escribió Pekunlu en el periódico mencionado, cita lo siguiente de Lenin:

Una vez que niega la realidad objetiva, aceptando las sensaciones, ya ha perdido el arma contra el fideísmo, porque se ha deslizado al agnosticismo o subjetivismo, que es lo que requiere el fideísmo. Una sola pata entrampada, y el pájaro está perdido. Y nuestros Machistas (seguidores de la filosofía del físico Ernst Mach, quien vivió entre 1838 y 1916) se han entrampado en el idealismo, es decir, en el fideísmo diluido, sutil. Han quedado entrampados desde el momento en que no tomaron la "sensación" como una imagen del mundo exterior sino como un "elemento" especial. Sensación de nadie, lo psíquico de nadie, espíritu de nadie, voluntad de nadie.27

Lo dicho demuestra explícitamente que las cuestiones que Lenin comprobaba de modo claro, quería eliminarlas de las ideas propias y de las de sus "camaradas". De todos modos, Pekunlu y otros materialistas sufren una angustia aún más grande, pues son conscientes de que ahora se enfrentan a una situación mucho más explícita, firme y convincente que hace cien años. Por primera vez en la historia del mundo este tema está siendo explicado de modo incontrastable.

No obstante, la situación general nos muestra un gran número de científicos materialistas que todavía se oponen, de modo superficial, al hecho de que "la materia no es más que una ilusión". El tema que se explica en este capítulo es uno de los más importantes y excitantes de todos con los que uno se puede cruzar en la vida. Nunca antes los materialistas se habían enfrentado con un asunto tan decisivo. Sin embargo, al ver cómo se expresan en sus artículos y discursos, se puede notar lo somero y superficial del entendimiento que poseen.

Al extremo de que las reacciones de algunos de ellos nos hacen ver que la adhesión ciega al materialismo les ha provocado algún tipo de daño en su pensamiento lógico, motivo por el cual están muy lejos de comprender el tema. Por ejemplo, Alaattin Senel, también académico y colaborador de "Ciencia y Utopía", dice cosas parecidas a las de Pekunlu: Olvídense del colapso del darwinismo, (porque) la amenaza real es ésta. Viendo que su propia filosofía carece de todo sentido, exige a otros cosas como "¡prueben lo que dice!". Lo más interesante es que este académico ha escrito que no pudo, por ningún medio, entender esa realidad que considera un reto.

Por ejemplo, en un artículo donde discutió exclusivamente este tema, Senel acepta que el mundo exterior es percibido en el cerebro como una imagen. Sin embargo, pasa a suponer que las imágenes se dividen en dos categorías: las que tienen un correlato físico y las que no. Y las que tienen correlato físico son las pertenecientes al mundo externo. Con el objeto de apoyar lo que afirma, da "el ejemplo del teléfono". En resumen, escribió: No sé si la imagen en mi cerebro tiene correlato o no en el mundo exterior, pero lo mismo se aplica cuando hablo por teléfono. Al hacerlo, no puedo ver a la persona con la que estoy comunicado pero puedo tener esta conversación, que la confirmo más tarde cuando me reúno con quien hablé.28

Lo que dice realmente el escritor es: "Si dudamos de nuestras percepciones, podemos controlar su realidad". Sin embargo, evidentemente, este es un concepto equivocado porque es imposible que alcancemos la materia en sí. Nunca podemos salir de nuestra mente y saber qué hay en "el exterior". Si la voz en el teléfono tiene correlato o no en el "mundo exterior", puede ser confirmado por la persona al otro lado de la línea. Sin embargo, esta confirmación también es una apariencia experimentada por la mente.

En realidad, esa gente percibe los mismos sucesos en los sueños. Por ejemplo, cuando Senel sueña también puede ver que habla por teléfono y que el interlocutor le confirma la conversación. O Pekunlu puede sentirse en sueños enfrentando "una seria amenaza" y aconsejar a la gente que lea libros escritos por Lenin hace un siglo. De todos modos, independientemente de lo que dicen, los materialistas nunca pueden negar que los sucesos que han experimentado y la gente con la que hablaron en sus sueños no son más que percepciones.

¿Quién confirmará entonces si las imágenes en el cerebro tienen correlatos o no? ¿Las imágenes en el cerebro? Sin duda, es imposible para los materialistas encontrar una fuente de información que pueda suministrar datos concernientes al exterior del cerebro, y confirmarlos.

Aceptar que todas las percepciones se forman en el cerebro y a la vez asumir que uno puede "salirse" de allí y confirmar las percepciones por medio del mundo externo real, revela que la capacidad perceptiva de la persona es limitada y que cuenta con un razonamiento distorsionado.

Sin embargo, la realidad de la que hablamos aquí puede ser fácilmente aprehendida por una persona con un nivel de comprensión y razonamiento normales. Toda persona imparcial debería saber, en relación con todo lo que hemos dicho, que no es posible probar la existencia del mundo exterior con los sentidos. No obstante, parece que la adhesión ciega al materialismo distorsiona la capacidad de razonamiento. Por ese motivo los materialistas contemporáneos exhiben severos defectos de método, al igual que todos sus mentores, quienes intentaron "probar" la existencia de la materia pateando piedras y comiendo pasteles.

También hay que decir que no es algo sorprendente, porque la incapacidad de comprensión es un rasgo común a todos los incrédulos. Dice el Corán, de modo específico, que los incrédulos "son gente que no razona" (Corán, 5:58).

Los Materialistas Han Caído en la Trampa
Más Grande de la Historia

La situación de pánico que se extiende por los círculos materialistas en Turquía, cosa de la que dimos unos pocos ejemplos, muestra que enfrentan una derrota total, como nunca sufrieron en la historia. La realidad de que la materia es simplemente una percepción, ha sido probada por la ciencia moderna y se presenta de manera muy clara, íntegra y válida. Lo único que les falta a los materialistas es ver el colapso de todo el mundo material en el que creen y confían.

A lo largo de la historia de la humanidad siempre existió el pensamiento materialista. Al sentirse muy seguros de ellos mismos y de la filosofía en que creen, se revelan contra Dios, Quien los ha creado. El escenario que plantean sostiene que la materia no tiene principio ni fin y que no hay ninguna posibilidad de que tenga un Creador. En tanto que niegan a Dios debido a la arrogancia, se refugian en la materia sosteniendo que tiene una existencia real. Estaban tan confiados en su filosofía que pensaron que nunca se podría presentar una explicación que pruebe lo contrario.

A ello se debe la gran sorpresa que produjeron las realidades contadas en este libro respecto a la verdadera naturaleza de la materia, pues destruye la esencia de la filosofía materialista y ya no hay ningún motivo para proseguir la discusión. La materia, en la que basaron toda sus formas de pensar, vidas, arrogancia y rechazos, desaparecía de golpe. ¿Cómo puede existir el materialismo si la materia no existe?

Uno de los atributos de Dios es Su intriga contra los incrédulos: "…Intrigaban ellos e intrigaba Dios, pero Dios es el mejor de los que intrigan." (Corán, 8:30).

Dios entrampó a los materialistas haciéndoles suponer que la materia existe. De ese modo los humilló de manera inadvertida. Los materialistas juzgan que realmente existe lo que tienen, el estatus, el rango, la sociedad a la que se pertenece, el mundo en su conjunto y todo lo demás, con lo cual aumentaron su arrogancia frente a Dios. Se revelaron contra Dios por medio de la jactancia, con lo que creció su incredulidad. Y para proceder así confiaron plenamente en la existencia de la materia. Tienen una comprensión tan deficiente, que no llegan a entender que Dios los abarca. Dios anuncia a los incrédulos el estado en que se encontrarán debido a su torpeza:

¿O quieren urdir una estratagema? Pero los que no creen, serán las víctimas de esa estratagema (Corán, 52:42)

Probablemente esta es su más grande catástrofe en la historia. Mientras crecían en su arrogancia fueron entrampados y sufrieron una seria derrota por medio de discutir algunas cosas monstruosas en oposición a El, en la guerra que promovieron en Su contra. El versículo, Así, hemos puesto en cada ciudad a los más pecadores de ella para que intriguen. Pero, al intrigar, no lo hacen sino contra sí mismos, sin darse cuenta (Corán, 6:123), da a conocer la inconsciencia de la gente que se revela contra Su Creador, y cómo finalizarán. Otro versículo sobre el mismo tema dice:

Tratan de engañar a Dios y a los que creen; pero, sin darse cuenta, sólo se engañan a sí mismos(Corán, 2:9)

Mientras los incrédulos recurren a artimañas, no se dan cuenta de un hecho muy importante, como lo enfatizan las palabras pero, sin darse cuenta, sólo se engañan a sí mismos, en el versículo arriba citado. Todo lo que experimentan es algo imaginario, diseñado para que lo perciban, y todas las maquinaciones que idean son nada más que imágenes formadas en sus cerebros, del mismo modo que se forman por cualquier otro acto. La insensatez les ha hecho olvidar que están a solas con Dios, y por ende, quedan entrampados por sus propios planes descarriados.

Los incrédulos de hoy día deben enfrentar en un grado no menor que los de otras épocas, una realidad que destrozará desde la misma base esos designios tortuosos. Con el versículo, ...¡Las artimañas del Demonio son débiles! (Corán, 4:76), Dios ha dicho que los que intrigan están condenados a fracasar y da las buenas nuevas a los creyentes: ...sus artimañas no os harán ningún daño... (Corán, 3:120).

En otro versículo dice Dios: Las obras de los infieles son como espejismo en una llanura: el muy sediento cree que es agua, hasta que, llegado allá, no encuentra nada… (Corán, 24:39). También el materialismo se convierte en un espejismo para los rebeldes, pues cuando recurren al mismo no encuentran más que una ilusión. Dios los ha engañado con ese espejismo al hacerles percibir como reales las imágenes que observan. Esas personas "eminentes" ―profesores, astrónomos, biólogos, físicos, etc.― independientemente de sus rangos y cargos, simplemente, son engañadas como niños y son humilladas porque toman a la materia como su dios. Supusieron a las imágenes como categóricas y basaron en ello su filosofía e ideología, se enzarzaron en serias discusiones y adoptaron el llamado discurso "intelectual". Parecían lo suficientemente "sabias" como para ofrecer un argumento acerca de la realidad del universo, y lo que es más importante, para discutir acerca de Dios con su inteligencia limitada. Dios explica esto así:

E intrigaron y Dios intrigó también. Pero Dios es el Mejor de los que intrigan. (Corán, 3:54)

Es posible que se pueda escapar de algunos tejemanejes (es decir, Dios puede perdonar algunas cosas). Sin embargo, el plan de Dios contra los incrédulos es constante, permanente y de ninguna manera se puede escapar del mismo. No importa lo que hagan o a lo que apelen los materialistas. Nunca pueden encontrar ayuda más que en Dios, como está dicho en el Corán: ...No encontrarán, fuera de Dios, amigo ni auxiliar. (Corán, 4:173).

Los materialistas nunca esperaron caer en una trampa así. Pensaron que teniendo a su disposición los medios del siglo XX, podían ser más obstinados en su rechazo y llevar a la gente a la incredulidad. Esa mentalidad permanente de los ateos, y el fin que encontrarán, se describen en el Corán:

Urdieron una intriga sin sospechar que Nosotros urdíamos otra. Y ¡mira cómo terminó su intriga! Les aniquilamos a ellos y a su pueblo, a todos. (Corán, 27:50-51)

En otro sentido, la realidad que comunica el versículo es la siguiente: se les hace comprobar a los materialistas que todo lo que poseen no es más que una ilusión; por lo tanto, no tiene ninguna existencia real. Mientras dan testimonio del patrimonio que poseen, de las fábricas, el oro, los dólares, los hijos, las esposas, los amigos, el nivel social, los cargos importantes e incluso el propio cuerpo ―lo cual consideran que existe―, se les escabulle de las manos todo eso y son "aniquilados" en los términos indicados en 27:51. En ese momento ya no son más "materia" sino almas.

No cabe ninguna duda de que no hay nada peor para los materialistas que comprobar esta verdad. El hecho de que lo que posean no sea más que ilusión, es equivalente, en sus propias palabras, a "la muerte antes de morir" en este mundo.

Dicha realidad los deja a solas con Dios. Mediante el versículo que dice: Déjame solo con quien Yo he creado (C. 74:11), Dios nos hace ver que, en realidad, cada ser humano está a solas en Su presencia. Este hecho notable es repetido en muchos otros versículos.

Habéis venido uno a uno a Nosotros, como os creamos por vez primera, y habéis dejado a vuestras espaldas lo que os habíamos otorgado… (Corán, 6:94)

Todos vendrán a El, uno a uno, el día de la Resurrección.(Corán, 19:95)

El significado de lo dicho, en otro sentido, es el siguiente: quienes toman a la materia como si fuese dios, provienen de Dios y retornan a El. Les guste o no, todos se someterán a la voluntad de Dios y tienen que esperar el Día del Juicio, momento en el que deberán rendir cuentas. Independientemente de lo renuentes que sean en comprender esto.

Conclusión

El tema que hemos explicado hasta ahora es una de las más grandes verdades que podrán escuchar mientas vivan. El demostrar o comprobar que el mundo material es en realidad una "imagen", es la clave para entender la existencia de Dios y de Su creación, y comprender que El es la única existencia categórica.

Quien advierte o intuye esto, entiende que el mundo no es el tipo de lugar que la mayoría de la gente supone. El mundo no es para nada un lugar de existencia real, como presumen quienes van por las calles de aquí para allá, se pelean en los bares, se exhiben en lugares lujosos, se jactan de las propiedades que poseen o dedican la vida a cosas sin sentido. El mundo es solamente un conjunto de percepciones, una ilusión. La gente a la que nos referimos antes, son solamente imágenes que observan las percepciones en su mente. No obstante, no tienen conciencia de ello.

El concepto mencionado es muy importante para desnudar la filosofía materialista ―que niega la existencia de Dios― pues la hace colapsar. A ello se debió que materialistas como Marx, Engels y Lenin sintieran pánico y se enfurecieran al escuchar en su época los conceptos que sostenemos, y advirtieran a sus seguidores que "no piensen" en ello. En realidad, gente así, se encuentra en tal estado de deficiencia mental que ni siquiera puede comprender que las percepciones se forman dentro del cerebro. Suponen que el mundo que observan en el cerebro se trata del "mundo exterior" y no pueden captar la obviedad de lo opuesto.

Esa inconsciencia es el resultado de la falta de sabiduría que Dios produce en los incrédulos. En el Corán se dice que los incrédulos ...Tienen corazones con los que no comprenden, ojos con los que no ven, oídos con los que no oyen... (Corán, 7:179).

Se puede profundizar en este punto por medio de la capacidad de reflexión. Para ello hay que considerar atentamente de qué manera se ven los objetos a nuestro alrededor y de qué manera se los interpreta al palparlos. Si uno procede con cuidado, entenderá que el ser inteligente que ve, oye, toca, piensa y lee ahora este libro, es solamente un alma, la cual observa sobre una pantalla (como la del cine) lo que se llama "materia", en sus distintos aspectos, bajo la forma de distintas percepciones. Se considera que la persona que discierne esto ha salido del campo del mundo material ―que engaña a la mayoría del género humano― y ha entrado al campo de la verdadera existencia.

Esta realidad ha sido advertida por una serie de creyentes en Dios o filósofos a lo largo de la historia. Intelectuales islámicos como el Imam Rabbani (nació en H. 972 ―C. 1564― y falleció en H. 1034 ―C. 1624―), Muhyyidin Ibn al-'Arabi (nació en H. 560 ―C. 1165― y falleció en H. 638 ―C. 1240―) y Mawlana Jami (nació en H. 817 ―C. 1414― y falleció en H. 898 ―C. 1493―), se dieron cuenta de esta realidad a partir de los signos suministrados por el Corán y gracias al uso de la razón. Algunos filósofos occidentales como George Berkeley han entendido la misma realidad por medio de la razón. Imam Rabbani ha escrito en Maktubat (Cartas) que todo el universo material es "una ilusión y suposición (percepción)" y que la única existencia absoluta es Dios:

Dios... La sustancia de esas existencias que El ha creado no es otra cosa que la nada... El creó todas en la esfera de los sentidos y de las ilusiones... La existencia del universo está en la esfera de los sentidos y de las ilusiones, y no es material... En verdad, en el exterior, excepto la Existencia Gloriosa (es decir, Dios), no hay nada.29

Imam Rabbani dijo explícitamente que todas las imágenes presentadas al ser humano no son más que ilusiones, y no tienen su contraparte "original" en el "exterior".

Este ciclo imaginario está representado en la imaginación. Se ve en el grado de lo que está retratado. Pero con los ojos de la mente. En el exterior parece como si se viera con los ojos de la cabeza. Sin embargo, no es así. En el exterior no tiene ninguna huella, ninguna señal. No hay ninguna circunstancia para ser visualizada. Eso es lo que sucede con el rostro de una persona que se refleja en el espejo.Sin duda ambos, su constancia y su reflejo, están en la IMAGINACION. Y Dios es Quien conoce Mejor.30

Mawlana Jami comunicó la misma realidad que descubrió siguiendo los signos o referencias del Corán y usando la razón: "Todo lo que hay en el universo son sentidos e ilusiones. Son como reflejos en espejos o como sombras".

Sin embargo, la cantidad de los que han comprendido este hecho a lo largo de la historia siempre ha sido limitada. Grandes eruditos como Imam Rabbani, han escrito que podría no ser conveniente contar esto a todos y que la mayoría de la gente no estaría en condiciones de entenderlo.

Pero en la época en que vivimos el tema que tratamos se ha vuelto empírico debido a la cantidad de evidencias presentadas por la ciencia. El hecho de que el universo es una imagen, se describe por primera vez en la historia de un modo muy concreto, claro y explícito.

Por esa razón, el siglo XXI será un punto de inflexión histórico, pues la mayoría de la gente podrá comprender las realidades divinas y dirigirse en multitudes a Dios, la única Existencia Categórica. El credo materialista del siglo XIX será relegado en el siglo XXI al gran basurero de la historia. Se entenderá la existencia de Dios y Su Gran Creación, se comprenderá la inexistencia del espacio y del tiempo; la humanidad se liberará de los velos milenarios, de los engaños y de las supersticiones que la envuelven.

No es posible que este curso ineludible sea impedido por ninguna imagen.

NOTAS

14. Frederick Vester, Denken, Lernen, Vergessen, vga, 1978, p. 6

15. George Politzer, Principes Fondamentaux de Philosophie, Editions Sociales, Paris 1954, pp. 38-39-44

16. R.L.Gregory, Eye and Brain: The Psychology of Seeing, Oxford University Press Inc. New York, 1990, p. 9

17. Lincoln Barnett, The Universe and Dr.Einstein, William Sloane Associate, New York, 1948, p. 20

18. Orhan Hancerlioglu, Dusunce Tarihi (The History of Thought), Istanbul: Remzi Bookstore, 6.ed., 1995 September, p. 447

19. V.I. Lenin, Materialism and Empiriocriticism, Progress Publishers, Moscow, 1970, p. 14.

20. Bertrand Russell, ABC of Relativity, George Allen and Unwin, London, 1964, p. 161-162

21. R.L.Gregory, Eye and Brain: The Psychology of Seeing, Oxford University Press Inc. New York, 1990, p. 9

22. Karl Pribram, David Bohm, Marilyn Ferguson, Fritjof Capra, Holografik Evren 1(Holographic Universe 1), translated by Ali Cakiroglu, Kuraldisi Publishing, Istanbul: 1996, p. 37

23. George Politzer, Principes Fondamentaux de Philosophie, Editions Sociales, Paris 1954, p. 65.

24. Orhan Hancerlioglu, Dusunce Tarihi (The History of Thought), Istanbul: Remzi Bookstore, 6.ed., 1995 September, p. 261

25. George Politzer, Principes Fondamentaux de Philosophie, Editions Sociales, Paris 1954, pp. 65

26. Paul Davies, Tanri ve Yeni Fizik, (God and the New Physics), translated by Murat Temelli, Im Publishing, Istanbul 1995, p. 180-181.

27. Rennan Pekunlu, "Aldatmacanin Evrimsizligi", (Non-Evolution of Deceit), Bilim ve Utopya, December 1998, (V.I. Lenin, Materialismo y Empiriocriticismo, Ediciones Pueblos Unidos, Instituto Marx, Engels, Lenin de Moscú, versión en español, Uruguay, 1948, pp. 387/89)

28. Alaettin Senel, "Evrim Aldatmacasi mi? Devrin Aldatmacasi mi?", (Non-Evolution of Deceit), Bilim ve Utopya, December 1998

29. Mektubat-İ Rabbani (Letters of Rabbani), Vol II, 357. Letter, p. 163.

30. Mektubat-İ Rabbani (Letters of Rabbani), Vol II, 357. Letter, p. 1432