Sólo Se Reza A Allah

Atribuir copartícipes a Allah, es decir, la idolatría (shirk), es el pecado más grave que se puede cometer contra Allah. En el Corán se hace hincapié en la gravedad de este delito:

(48) En verdad, Dios no perdona que se atribuya divinidad a nada excepto a Él, pero perdona lo que es más leve a quien Él quiere: pues quien atribuye divinidad a algo junto con Dios ha urdido en verdad un enorme delito. (Sura 4: An-Nisa’ (Las Mujeres), aleya 48)

La idolatría siempre ha sido frecuente a través de la historia, y también está muy difundida en nuestro tiempo. Muchas personas pueden considerar que existe una posibilidad muy remota de que sean idólatras, incluso aunque se encuentren inmersos en la idolatría, puesto que la idolatría es atribuir las características de Allah a otros seres. Por esta razón, si el propósito que una persona tiene en la vida es ganar la aprobación de los demás en vez de la de Allah, y complacerles, entonces están atribuyendo copartícipes a Allah.

La oración es una de las maneras más importantes de protegerse contra la idolatría ya que, mientras reza, el orante reconoce la existencia y unidad de Allah en lo más profundo de su ser, y que no hay nadie a quien recurrir sino a Él. Por esta razón, la súplica protege al creyente de la idolatría. La oración supone también reconocer nuestras debilidades ante Allah y que Él es el único que nos puede ayudar. Por esta razón, la oración protege al creyente de la idolatría.

Como sostiene la aleya: "(64) ¡Oh Profeta! ¡Dios es suficiente para ti y los creyentes que te siguen! " (Sura 8: Al-Anfal (El Botín), aleya 64)”, los musulmanes saben que el único ser de quien se busca ayuda es Allah. Él es el Único que es superior en todos los sentidos, el dueño de un poder infinito, y el que todo lo ve y oye. Él es Allah, que es ensalzado por encima de cualquier cosa. Alberga todo el poder del universo. Siendo este el caso, sólo se debe buscar la ayuda y el perdón de Allah, Aquel que es rico más allá de la necesidad, digno de alabanza. En el Corán, Allah establece la gravedad que supone el error de orar a alguien que no sea Él:

(213) Así pues, [Oh hombre,] no invoques junto con Dios a ninguna otra deidad, no sea que te encuentres entre los castigados [en el Día del Juicio]. (Sura 26: Ash-Shuaara' (Los Poetas), aleya 213)

En otras aleyas, Allah describe la situación de aquellos que oran a otros que no son Él:

(20) Y esos seres a los que algunos invocan aparte de Dios nada pueden crear porque ellos mismos son meras criaturas: (21) ¡están muertos, no vivos, y no saben [siquiera] cuando serán resucitados!(Sura 16: An-Nahl (La Abeja), aleyas 20 y 21)

Por consiguiente, nunca un creyente sincero ora a alguien que no sea Allah. Implora sólo a Él y sólo a Él pide ayuda. En la sura al-Fatiha, la primera sura del Corán, Allah aconseja a los creyentes rezar de la siguiente manera:

(5) A Ti sólo adoramos; sólo en Ti buscamos ayuda.

(6)¡Guíanos por el camino recto – (7) el camino de aquellos sobre los que has derramado Tus bendiciones, no el de aquellos que han sido condenados [por Ti], ni el de aquellos que andan extraviados! (Sura 1: Al-Fatiha (La Apertura), aleyas 5-7)

Lo que corresponde a los musulmanes es reflexionar y tratar de comprender el poder infinito de Allah, someterse incondicionalmente a este poder y pedir ayuda sólo a Él. Una actitud contraria conlleva dolor en este mundo y en el más allá. Esta es la promesa de Allah.