No Comprender Lo Que Significa Rezar

Los que toman a otros seres aparte de Allah como sus dioses, en otras palabras, los idólatras, también rezan a Allah de vez en cuando. Sin embargo, las oraciones de los idólatras son muy diferentes de las de los creyentes. Los idólatras recuerdan que necesitan a Allah sólo en momentos de dificultad y sólo rezan para librarse de ella.

Sin embargo, necesitamos a Allah a cada instante de nuestras vidas. La diferencia entre la oración de un creyente y la de un idólatra surge justo en este punto. Los creyentes recurren a Allah bajo cualquier circunstancia y en todo momento. Para rezar a Allah, los creyentes no esperan a los tiempos difíciles. Puesto que sienten la necesidad de acercarse a Allah, oran en todo momento.

Lo que caracteriza a los idólatras es su ingratitud e hipocresía hacia Allah. En tiempos de tribulación y angustia, simplemente recurren a Allah y rezan. Cuando el peligro desaparece, se olvidan totalmente de Allah, como si no hubieran sido ellos los que le habían pedido algo. Esto se debe a que asumen que algunos otros seres aparte de Allah tienen el control de los acontecimientos. No son conscientes de que todo lo que sucede en la tierra lo hace por voluntad de Allah. Debido a este punto de vista superficial, se olvidan de que lo que esperan ya está bajo el control de Allah. Cuando enferman, por ejemplo, piensan que es el médico, la medicina o la avanzada tecnología empleada por el hospital lo que les va a curar. No son capaces de pensar que es Allah quien cura todas las enfermedades, y quien crea la medicina y los médicos. Cuando fallan los médicos y la medicina de la que tanto dependen, sólo entonces piensan en dirigirse a Allah, algo que nunca antes habían pensado. El hecho es que sólo es Allah el que sana a una persona. Sin embargo, la gente ignorante no puede entenderlo. Son desagradecidos. Una aleya explica esta ingratitud de la siguiente manera:

(12) Pues [así es:] cuando al hombre le aflige una desgracia, Nos invoca, ya esté echado sobre su costado, sentado o de pie; pero tan pronto como le libramos de su aflicción, continúa como si nunca Nos hubiera invocado por la desgracia que le afligía. Así es como aparecen gratas a los ojos de quienes se dilapidan a sí mismos sus propias acciones. (Sura 10: Iunus (Jonás), aleya 12)

El que una persona recuerde a Allah en sus momentos más difíciles indica un hecho cierto: que ya sabe que Allah es el único a quien puede dirigirse. Cuando se enfrenta a dificultades, recuerda este hecho que ha sido ignorado hasta entonces (ya que desafía sus intereses personales). Sin embargo, cuando se le libra de ellas, de nuevo se vuelve ingrato. El Corán se refiere a esta situación con un ejemplo:

(22) Él es quien os permite viajar por tierra y por mar. Y [ved que ocurre] cuando salís al mar en barcos: [salen al mar en barcos,] y navegan en ellos con viento favorable, y se complacen de ello --hasta que les sobreviene una tempestad y las olas les azotan por todos lados, y se sienten rodeados [por la muerte; y entonces] claman a Dios, sinceros [en ese momento] en su fe sólo en Él: "¡Si nos libras de esto, seremos ciertamente de los agradecidos!" (23) Pero tan pronto como Él les ha salvado de ese [peligro], he aquí que se comportan insolentemente en la tierra, atentando contra todo derecho.

¡Oh gentes! ¡Vuestra conducta insolente se volverá contra vosotros! [Os preocupa sólo] el disfrute de la vida de este mundo: [pero recordad que] al final habréis de volver a Nosotros, y entonces os haremos comprender todo lo que solíais hacer [estando vivos]. (Sura 10: Iunus (Jonás), aleyas 22 y 23)

Es muy difícil que te rescaten de un barco que está a punto de hundirse en medio del océano. En tal situación, una persona se enfrenta a una muerte segura y ninguna de las ideas de las que dependía hasta entonces le sirve de ayuda. Sólo El que tiene el control sobre el mar, la tormenta, el barco y la oscuridad le puede ayudar ... y ése es Allah, el Dueño del Poder Superior.

Esto simplemente significa que todos los agentes a los que se piensa que puede acudir para pedir ayuda son impotentes. Esta es, en realidad, una situación totalmente desesperada. Así, alguien que se encuentra en un barco que se hunde empieza a rezar de repente, sin dudar de que Allah existe y de que nadie más que Él le puede salvar. Mientras reza, se muestra humilde y se dirige a Allah en su oración. Entiende perfectamente que sólo Él puede salvarle de la situación desesperada en la que se encuentra y que no se va a salvar a menos que Allah quiera.

Resulta muy probable que las personas que normalmente no rezan a Allah, o incluso han negado su existencia, y que de repente se encuentran en esta difícil situación, nunca antes pensaran enfrentarse a la muerte de esta manera. Por lo general, piensan en la muerte como una posibilidad lejana y por lo tanto permanecen indiferentes ante la vida que les espera después de la muerte, y confían en sus partidarios de este mundo. Sin embargo, cuando se enfrentan a esta terrible situación en la que nunca antes pensaron, la existencia de estos partidarios deja de tener sentido. Ahora no titubean y oran a Allah. En ese momento se vuelven a Él en oración, aunque antes siempre habían dudado de la eficacia de pedir Su ayuda. Nadie les recuerda ahora que deben rezar a Allah, y de hecho no hay necesidad de hacerlo, porque ellos saben en el fondo que sólo es Allah quien les puede ayudar.

Al estar tan cerca de la muerte, la gente examina rápidamente su vida y su inminente muerte y de repente empiezan a pensar en la vida después de la muerte; se dan cuenta de que no han participado en hechos que sean dignos del Paraíso y de pronto éste será su mayor temor. Pensarán en cómo han gastado su tiempo en esta vida. Ahora no pueden mostrarse arrogantes ni seguir siendo negligentes o imprudentes hacia las cuestiones relativas a la religión. Actúan como si no hubieran sido ellos los que rechazaron a Allah. Pero a su vez, son realmente conscientes de su ingratitud: que sientan la necesidad de orar ahora que están en una situación desesperada indica que, en realidad, sabían desde el principio cómo debían comportarse. Sin embargo, sorprendentemente, tal y como nos informa el Corán, los incrédulos que se dirigen a Allah en este tipo de circunstancias extremas, reconociendo que Allah es el Todopoderoso, de repente pierden su sinceridad cuando la amenaza ha remitido. De manera increíble, vuelven a convertirse en idólatras. Su arrepentimiento y confianza en Allah es, de pronto, sustituida por la incredulidad y la ingratitud. Vuelven a caer en su anterior estado de negligencia. La clarividencia que experimentaron frente al peligro de repente desaparece. Con la seguridad que infunde el alivio y la desaparición del peligro, no sienten la necesidad de volver a rezar.

Esta psicología anormal de la gente ignorante y su ingratitud se describe en el Corán como sigue:

(49) El hombre jamás se cansa de pedir lo bueno [de esta vida]; y si le alcanza el infortunio, pierde toda esperanza, y cae en la desesperación.

(50) Pero si le hacemos saborear algo de Nuestra gracia después de haber sufrido una desgracia, seguro que dice: "¡Esto me lo merezco!" –y: "¡No creo que vaya a llegar la Última Hora: pero si [llegara, y] fuera devuelto a mi Sustentador, ciertamente, tendría entonces junto a Él el supremo bien!"

Pero [en el Día del Juicio] daremos sin duda a los que se empeñaron en negar la verdad una comprensión plena de todo lo que hicieron, y les haremos saborear sin duda un castigo severo.

(51) Y, así mismo, cuando concedemos Nuestras bendiciones al hombre, tiende a apartarse y a desentenderse [de Nuestro recuerdo]; ¡pero tan pronto como le alcanza un infortunio, se deshace en súplicas! (Sura 41: Fussilat (Expuestos con Claridad), aleyas 49-51)

Todas estas aleyas hacen mención de las personas que se dirigen a Allah cuando tienen problemas y se vuelven ingratos cuando se sienten aliviados. Como se dijo anteriormente, ésta es una actitud propia de los idólatras, ya que el rasgo revelador del carácter de los creyentes es que recuerdan a Allah bajo cualquier circunstancia. No sólo en tiempos de dificultad, sino también en tiempos de calma y bienestar, oran y glorifican a Allah. Tienen una fe cierta en el hecho de que sólo Allah les puede ayudar.

Ser desagradecido, como en el caso de quienes rezan a Allah en el barco que se hunde, pero luego se vuelven olvidadizos cuando pasa el peligro, es lo que nuestras almas se sienten inclinadas a hacer. Uno de los propósitos de esta historia del Corán sobre el barco es, sin duda, condenar a los idólatras. Sin embargo, todo el mundo tiene que aprender de ella y evitar asumir una actitud similar. Es decir, todo el mundo tiene que reflexionar sobre este ejemplo, reconsiderar su propia situación y corregir sinceramente su actitud.

¿Tú, por ejemplo, tienes en cuenta alguna vez tu propia situación?

¿Rezas con más convicción cuando te encuentras con dificultades, como en el caso de las personas atrapadas en una tormenta en medio del océano? ¿Recurres a Allah y oras sólo cuando tienes problemas? ¿Tus oraciones son más sinceras en períodos de dificultad? ¿Eres propenso a apenas recordar a Allah y prestar menos atención a la oración cuando te sientes feliz y aliviado?

Si éste es tu caso, entonces necesitas reflexionar sobre tu propia situación. Necesitas aprender de este incidente que se menciona en el Corán, y esforzarte por no ser como los idólatras que rezaron en la nave pero luego se volvieron unos desagradecidos cuando se les salvó del peligro. Tienes que pedir perdón y arrepentirte, puesto que el deber de las personas que tienen fe es evitar los rasgos que caracterizan a los incrédulos e idólatras y esforzarse en adoptar los rasgos que caracterizan a los creyentes. Uno de estos rasgos es que recuerdan constantemente que son siervos de Allah, tanto si están tranquilos como si tienen problemas. Siempre rezan a Allah y son agradecidos.

Debemos recordar que rezar sólo en los momentos en los que tenemos problemas y dificultades es una actitud hipócrita. De hecho, el Corán relata que incluso la gente más insolente que se rebeló contra Allah y Su Mensajero, rezó a Allah cuando atravesaban períodos muy difíciles.

Faraón es el prototipo de dichos personajes. Faraón, que se presentaba a sí mismo como un dios en el antiguo Egipto y se volvió arrogante, trató al profeta Moisés (Musa, la paz sea con él) y a su gente de manera cruel y negó a Allah, a pesar de los muchos milagros que presenció y de que el profeta Moisés le comunicó el mensaje de Allah. Es más, la negación de Faraón y su arrogancia se mantuvieron hasta que se enfrentó a la muerte. Sin embargo, una vez que se dio cuenta de que la muerte estaba muy cerca y que no tenía ninguna esperanza de salvación, comenzó a rezar desesperadamente y afirmó que él también era musulmán (que se había sometido a Allah). Esto se relata en el Corán como sigue:

(90) Y franqueamos a los hijos de Israel la travesía del mar; y entonces Faraón y su ejército les persiguieron con gran insolencia y hostilidad, hasta que [fueron arrollados por las aguas del mar. Y] cuando estaba a punto de ahogarse, [Faraón] exclamó: "¡Sí, creo que no hay más deidad que Aquel en quien creen los hijos de Israel, y soy de los que se someten a Él!"

(91) [Pero Dios dijo:] "¿Ahora? ¿Cuando antes de esto has sido siempre rebelde [contra Nosotros], y has sido de los que siembran la corrupción? (92) [¡Que va,] sino que salvaremos hoy sólo tu cuerpo, de modo que seas un signo [de advertencia] para los que vengan después de ti: pues, ciertamente, mucha gente se muestra indiferente a Nuestros signos!" (Sura 10: Iunus (Jonás), aleyas 90-92)

Los creyentes también deben prestar atención a esta visión distorsionada de la oración que se relata en el Corán. Todos los creyentes que leen el Corán se hacen responsables de sus mandatos, y con estas aleyas, Allah advierte a los creyentes y deja claro que Él espera que Sus siervos incluyan la oración en todos los aspectos de sus vidas. Esto demuestra una notable diferencia entre cómo entienden los creyentes la oración, y cómo lo hace la gente ignorante. Los creyentes se someten a nuestro Señor, El que otorga las bendiciones infinitas. Son conscientes de que su verdadero amigo y protector es Allah. Por esta razón, bajo cualquier circunstancia, rezan y piden ayuda sólo a Él. La gente ignorante se acuerda de rezar sólo cuando tienen una extrema necesidad. De lo contrario, atribuyen copartícipes a Allah y esperan la ayuda de los mismos. Seguramente recibirán un tratamiento doloroso a cambio de esta ignorancia, tanto en este mundo como en el más allá.