Los Efectos Que Se Derivan De La Manera De Hablar De Un Musulmán

La manera de hablar de un musulmán es una característica importante de la fe, y es la forma más influyente de hablar sobre la faz de esta tierra. El poder de su influencia proviene de la fe y la sinceridad de los creyentes. Los musulmanes muestran el modo como viven a través de sus palabras; revelan lo que realmente creen y sienten por medio de su discurso. En general, los que hablan como musulmanes impresionan a aquellos con los que se encuentran. Puesto que las demás personas han sido expuestas durante gran parte de sus vidas sólo a conversaciones que no reflejan la moral del Corán, la sinceridad de los musulmanes ofrece un marcado contraste, y les impresiona profundamente. Aunque algunos con los que anteriormente se hayan reunido y hablado pueden haberles explicado la necesidad de la perfección moral y de la devoción religiosa sincera, quizá su fallo haya sido que, al no poner en práctica lo que predicaban, lo que decían no tuvo un efecto sincero en el oyente. Debido a que estos casos están tan extendidos, cuando se encuentran con aquellos que son sinceros, es decir, que practican lo que predican, escuchan con gran interés y sinceridad lo que antes habían oído (y con frecuencia desechado) y lo ponen en práctica (si Allah así lo quiere). Éste es uno de los efectos más importantes que tiene la manera de hablar de un musulmán: ser capaz de reformar los corazones de la gente (si Allah así lo desea) y hacer que amen la fe.

El que habla como musulmán es capaz de explicar la moral del Corán a los demás de la manera mejor y más eficaz. Por ejemplo, cuando explican el significado de ser conscientes de Allah, este conocimiento de Allah también se refleja en su discurso y, con Su permiso, permite a aquellos con los que está hablando entender este tema con mayor facilidad. Si el orador trata de explicar este tema sin sentir él mismo este conocimiento, repitiendo únicamente las mismas frases, del mismo modo, con los mismos argumentos, aunque lo hiciera una y otra vez, no sería capaz de convencer a los que le escuchan de su sinceridad y éstos probablemente serían insensibles a lo que les dijera. Sin embargo, el que habla como lo hace un musulmán explicará la sinceridad porque es sincero, la sumisión porque es sumiso, el optimismo porque es optimista y la compasión porque es compasivo, etc y, si Allah así lo desea, ejercerá un efecto sobre la conciencia de quien le escucha.

Otro efecto importante que tiene la manera de hablar de un musulmán es que infunde paz, alegría y reposo en los corazones de la gente, porque, como Allah nos dice: "... en el recuerdo de Dios encuentran los corazones [de los hombres] su sosiego " (Corán, El trueno, Ar-Ra'd, 13: 28). Cada palabra que se pronuncia teniendo presente a Allah y conforme a Su voluntad, trae la paz y la alegría a los corazones de la gente. Aquellos que hablan de esta manera puede que no se refieran directamente a Allah por su nombre, o que hablen sobre un tema religioso, pero sólo su forma de hablar (que refleja su fe y la moral del Corán) es un método eficaz que hace que la gente se acuerde de Allah. Los musulmanes influencian a las personas que tienen a su alrededor; gracias a su forma de hablar, otros comienzan a pensar en el carácter temporal de esta vida mundana, la cercanía de la muerte, la verdad de la vida futura, y la importancia de ganar la aprobación de Allah. Así, uno de los efectos beneficiosos de ser testigos de la manera de hablar de un musulmán es que los lleva a examinar sus conciencias y a pensar con sinceridad.

Quienes se encuentran cerca de una persona que se expresa como musulmán que es pueden llegar a abandonar su extraviada forma de hablar (que no tenía en cuenta a Allah) aunque se hubiese convertido en un hábito y no viesen nada dudoso en ella. El contraste evidente entre los dos estilos de hablar hace que se sientan avergonzados de sus modos y por tanto los abandonen. De hecho, en donde predomina un discurso que no tiene en cuenta a Allah, estas personas no ven nada malo en expresarse de una forma vil que surge de su olvido de la muerte, la vida futura y su impotencia ante Allah. Sin embargo, cuando uno habla con ellos como lo hace un musulmán, a menudo ponen fin a sus viejas costumbres. La sinceridad del creyente despierta su conciencia reprimida, y, aunque sólo sea por un corto periodo de tiempo, los inspira a pensar y actuar con sinceridad.

La manera de hablar de un musulmán también permite el desarrollo de la amistad profunda y de la confianza entre las personas. Los que muestran su devoción y amor a Allah en su discurso inspiran afecto y respeto en aquellos con los que hablan. Esto también fomenta la gran cooperación entre los musulmanes. De hecho, Allah aconseja a los musulmanes de la siguiente manera:

(55) Ciertamente, vuestro único aliado debe ser Dios y Su Enviado, y quienes han llegado a creer que son constantes en la oración, dan el impuesto de purificación y se inclinan [ante Dios]: (56) pues, todos los que se alían con Dios, con Su Enviado y con los que han llegado a creer ¡en verdad, son ellos, los partidarios de Dios, quienes saldrán victoriosos! (Corán, El ágape, Al-Ma'ida, 5: 55-56)

Como explican estas aleyas, los fieles deben hacer a Allah, a Su Enviado y a los que creen, sus amigos. Cuando se encuentran con otros creyentes que hablan como lo hacen los musulmanes, siendo sus palabras un reflejo de su fe sincera, desarrollan confianza y un profundo vínculo entre ellos. Allah forja la unión de sus corazones. Los fundamentos de esta amistad son tan sólidos que se nos dice en el Corán que esta cercanía no se puede adquirir de otra manera:. "cuyos corazones Él ha unido: [pues,] aunque hubieras gastado todo lo que hay en la tierra, tú no habrías sido capaz de unir sus corazones: pero Dios los ha unido. En verdad, Él es todopoderoso, sabio. "(Corán, El botín, Al-Anfal, 8: 63)

Otro efecto que causa la manera de hablar de un musulmán es que aumenta la esperanza y el entusiasmo. Quienes hablan de acuerdo con las enseñanzas y moral del Corán, a lo largo de toda su vida, inspiran a otros en consecuencia lo que es bueno y conforme al Corán. Debido a que se recuerdan unos a otros que la confianza en Allah incluso en sus momentos más difíciles es una fuente de esperanza para los fieles, que el destino se desarrolla de la mejor manera posible, y otras cuestiones similares, naturalmente, refuerzan su moral.

Por otra parte, esta manera de hablar que potencia la fe también tiene efecto en los hipócritas y los infieles tanto como en los musulmanes. La manera de hablar de un musulmán (de los que son devotos a Allah con profunda fe y sinceridad en todo momento y lugar) causa un serio malestar en los hipócritas. Al igual que los idólatras y los incrédulos, los hipócritas se sienten incómodos en presencia de los que hablan como musulmanes.

Del mismo modo, Satanás no se aplaca cuando se habla como lo hacen los musulmanes, ya que los hipócritas no pueden fomentar su estragos y Satanás no puede dedicarse a sus satánicos objetivos. Cada palabra del hipócrita, y cada susurro de Satanás, pierde su efecto si se habla a la manera de los musulmanes. Por esta razón, quienes hablan como musulmanes hacen que aquel que adolece de un carácter hipócrita o bien se reforma extrayendo enseñanzas de sus discursos, o bien llega a un punto en el que no puede aguantar más y se aleja de la presencia de los fieles. De esta manera, los musulmanes se limpian de los hipócritas que de otro modo tratarían de encontrar un lugar entre ellos ocultando su verdadero rostro.

En resumen, la manera de hablar de un musulmán es una continua fuente de bendición y abundancia para los que les rodean; es una forma de adoración que no sólo es importante en lo que respecta a la otra vida de los fieles, sino que al mismo tiempo se dirige a todo el mundo. De hecho, en el Corán, Allah explica que las mejores palabras son una fuente permanente de bendición para las personas:

(24) ¿No ves cómo Dios propone la parábola de una palabra buena? [Es] como un árbol bueno, firmemente enraizado, [que extiende] sus ramas hacia el cielo, (25) y que da sus frutos en cada estación con la venia de su Sustentador. Y [así es como] Dios propone parábolas a los hombres, para que reflexionen [sobre la verdad]. (26) Y la parábola de una palabra mala es un árbol malo, arrancado [de sus raíces] sobre el suelo, totalmente incapaz de resistir. (Corán, Abraham, Ibrahim, 14: 24-26)