No importa el lugar del mundo al que vayas o con quien hables, si preguntas: “¿Quieres que se burlen de tí?” es muy probable que la respuesta que recibas sea “Por supuesto que no”. Sin embargo, estas personas que no disfrutan con que se rían de ellas, ven la burla como una estupenda fuente de entretenimiento, siempre y cuando sea de otro del que se mofen. Como la mayoría de la gente aprueba esta forma de hablar, están engañados y creen que la burla es algo aceptable. Alegan que esta clase de comportamiento no es malintencionado, y que incluso la persona de la que se burlan disfruta con ello. Pero cuando les pasa a ellos no opinan lo mismo. Cuando alguien se ríe de ellos se enojan, diciéndole que intenta hacerles enfadar y humillarles deliberadamente. Pero puesto que esto se emplea a menudo como una forma de hacerse superior a los demás, no dudan en tratar a los otros de esta humillante manera siempre que tienen la oportunidad. Cuando se ríen de los defectos y debilidades de una persona, disfrutan presumiendo de su superioridad.
Puesto que han acallado la voz de sus conciencias, estas personas se vuelven cada vez más crueles y ofensivas con el paso del tiempo. Además de adoptar una actitud, discurso y modo de vida snob, encuentran placer en burlarse de los defectos físicos de nacimiento o de las debilidades humanas en general. La diminuta nariz de alguien, su falta de pelo, su acento, su miopía, su peso, su cociente intelectual, su estilo de vestir, su trabajo, su lugar de trabajo, el sitio en el que viven, el mobiliario de su casa y su coche, todo esto se convierte en objeto de mofa. Incluso se burlan de los que estornudan, tartamudean, se atragantan o tropiezan y se caen. Esta clase de gente piensa que, al poner en evidencia estos defectos, están humillando a los demás, y así afirman sus cualidades. E insisten en sus burlas repitiéndolas durante días, meses o incluso años.
Por otra parte, el error que comenten quienes son objeto de dichas burlas es responder a ellas con burlas similares. En las sociedades ignorantes la mofa se encuentra tan extendida que puede dar lugar a una guerra de egos, cuando la realidad es que se trata de un comportamiento que Allah nos ha aconsejado evitar:
¡Oh vosotros que habéis llegado a creer! No os burléis unos de otros: puede que esos [de quienes se burlan] sean mejores que ellos; ni las mujeres unas de otras: puede que esas [de quienes se burlan] sean mejores que ellas. Y no os difaméis unos a otros, ni os insultéis con motes [ofensivos]; mala es toda imputación de iniquidad después de [haber alcanzado] la fe; y los que [siendo culpables de ello] no se arrepientan – ¡ésos, precisamente, son los malhechores! (Corán, Las habitaciones privadas, Al-Hujurat, 49: 11)
Al ser conscientes de esta enseñanza que proviene de Allah, los creyentes nunca se burlan de los demás cuando hablan; responden a aquellos que se burlan de ellos según la moral del Corán y actúan con pudor, porque saben que sólo se puede alcanzar la verdadera superioridad si se vive de acuerdo a la moral expuesta en el Corán. Responder a quienes hacen caso a sus corazones y actuar con un comportamiento similar es lo más fácil. Sin embargo, lo más correcto es ignorar las provocaciones de nuestros corazones y escuchar la voz de nuestras conciencias. Son musulmanes los que hablan dejándose guiar por sus conciencias.
No hay nada de entretenido en mofarse de las flaquezas humanas como estornudar, toser o caerse, o de los defectos físicos de nacimiento, o de reírse de los demás llamándoles con motes poco afortunados. Siguiendo con este punto de vista, los creyentes no disfrutan con palabras hirientes o peyorativas ni con ninguna otra clase de humor burlesco. Así como ellos mismos no se rebajan a este tipo de vilezas, tampoco permiten que se mofen de nadie en su presencia. Actúan sabiendo que fue Allah quien asignó las flaquezas, y que Él tiene el poder de otorgárselas a aquellos que son culpables de reírse de los demás. Allah anuncia esta verdad en la siguiente aleya:
Y, en verdad, [aún] antes de ti fueron los enviados objeto de burlas --pero los que se burlaban de ellos se vieron [al final] arrollados por aquello de lo que solían burlarse. (Corán, El ganado, Al-An‘am, 6: 10)
En la aleya: "... el ánimo es siempre propenso al egoísmo. Pero si hacéis el bien y sois conscientes de Él ciertamente, Dios está en verdad bien informado de todo lo que hacéis."(Corán, Las mujeres, An-Nisa', 4: 128), Allah señala que la avaricia egoísta y la envidia se encuentran en los corazones de todos nosotros, pero es una tendencia que debemos evitar. En otra aleya, Allah explica qué es lo que una persona que siente envidia debe hacer para evitar esta maldad y las clases de perversidades que surgen de ella:
(1) Di: "Me refugio en el Sustentador del amanecer,
(2) "del mal de lo que Él ha creado,
(3) "del mal de la oscuridad cuando desciende,
(4) "del mal de aquellos seres humanos empeñados en afanes ocultos,
(5)"y del mal del envidioso cuando envidia." (Corán, El amanecer, Al-Falaq, 113: 1-5)
El que Allah nos advierta sobre la maldad de quienes se inclinan hacia este descaminado sentimiento es importante para comprender el tipo de baja moral al que la envidia nos puede llevar. A menudo nos encontramos en nuestra sociedad con problemas causados por dicho sentimiento; con frecuencia hallamos que la fuente de conflictos y disputas que conduce a graves lesiones e incluso al asesinato es la envidia.
Los musulmanes saben que la envidia es un sentimiento que Allah desaprueba, y es por ello que tratan de purificarse de este vicio. Los creyentes saben que Allah es quien otorga todas las bendiciones y las cosas bellas. Por tanto, son conscientes de que envidiar dichas bendiciones o cosas bellas que Allah concede es equivalente a desaprobar la decisión de Allah porque, según Su sabiduría, Allah vió que era bueno dotar de ello a una persona en particular. Aún más, todas estas cosas forman parte de las pruebas por las que una persona tiene que pasar en la vida de este mundo; también incluyen parte de la prueba de otras personas que aprecian mucho estas cosas. Una persona puede sucumbir ante la envidia a causa de estas bendiciones o bien, suprimiendo esta tendencia, alcanzar la moral que le lleva a estar contento de que otros las posean. De hecho, el Corán anuncia que este estado de cosas ha sido especialmente creado para poner a prueba a las personas: "Pues es así como probamos a unos hombres por medio de otros --para que lleguen a preguntar: "¿Es, pues, a esos a quienes Dios ha favorecido prefiriéndoles a nosotros?" ¿No sabe bien Dios quienes [Le] son agradecidos?"(Corán, El ganado, Al-An‘am, 6: 53). Además, no se debe olvidar que todas las bendiciones que uno ha envidiado durante la vida en este mundo no serán accesibles después de su muerte. Envidiar algo que al final desaparecerá, y como consecuencia tener un comportamiento que Allah no aprueba, es un grave error. Al actuar teniendo esto en cuenta, los creyentes se refugian en Allah de la envidia cuando ven algo especialmente bello que le pertenece a otro. Así como se guardan con cuidado de no sentir celos, también evitan sembrar dudas y ansiedad en los demás. Aprecian las buenas cualidades de aquellos con los que hablan, y emplean un estilo de discurso imbuido de elogios y expresiones de admiración. En cuanto a quienes, en las mismas circunstancias, se dejan llevar por la envidia, en vez de hablar de modo que demuestren que aprecian a la otra persona, pasan por alto sus buenas cualidades e intentan enfatizar sus defectos y faltas.
Los musulmanes son personas que pueden controlar los deseos y pasiones de sus corazones, como se describe en la aleya del Corán. Como ante otras formas de desviaciones, responden a la envidia que surge de dentro de sí mismos según estipulan las aleyas del Corán. Para Allah, decidir entre los primeros de los creyentes no es algo que se basa en criterios tales como la belleza, educación o cultura. El más piadoso o la más piadosa es quien es más respetado y querido entre los creyentes y para Allah. El que los creyentes sepan que lo que de verdad se debe envidiar es la piedad (es decir, ser conscientes de Allah) evita que envidien cualquier cosa de este mundo.
Puesto que quienes no creen en Allah piensan que sus vidas están limitadas a la vida de este mundo, no sienten ninguna necesidad de prepararse para la existencia eterna a la que se les conducirá en el mundo venidero. No reflexionan sobre la forma en que se comportan, el bien que hacen durante su vida, o el fin al que se están acercando. De hecho, cada acto, cada palabra y cada pensamiento se registra, y se les recordará cada uno de ellos en el Día del Juicio. Cada palabra buena y sabia que se pronunció será para beneficio de una persona en el Más Allá, y la ayudará a obtener la aprobación de Allah, Su misericordia y Su Paraíso.
Mientras que los que no reflexionar acerca del Más Allá pierden su tiempo utilizando palabras vacías y adornando con ellas conversaciones que no son de ninguna utilidad ni para ellos mismos ni para nadie más, los fieles emplean cada momento de su tiempo en conversaciones beneficiosas y sabias.
En el Corán, se nos habla de la siguiente manera acerca de quienes malgastan sus palabras olvidándose de la Otra Vida: "y déjales jugando con su palabrería.” (Corán, El Ganado, Al-Ana'am, 9: 91)
El hecho de que los musulmanes evitan cuidadosamente utilizar palabras vacías e inútiles se expresa en otra aleya:
“y porque, cuando escuchaban conversaciones frívolas, se apartaban de ellas y decían: "Nosotros habremos de dar cuentas de nuestros actos, y vosotros de los vuestros. La paz sea con vosotros --[pero] no queremos trato con quienes son ignorantes [del bien y el mal]." (Corán, La historia, Al-Qasas, 28: 55)
En cuanto a qué palabras son vacías y vanas, los musulmanes emplean el Corán como indicativo. Tienen mucho cuidado a fin de evitar palabras vacías porque saben que cada momento que pasan en la vida de este mundo es precioso en lo que respecta a la determinación de su suerte en la otra vida, consultando siempre primero a sus conciencias. En una aleya del Corán, se nos dice que cuando escuchan palabras vacías pasan de largo honrosamente: "Y [sabed que los siervos sinceros de Dios son sólo] aquellos que nunca dan testimonio de lo que es falso, y [que], cuando pasan al lado de [gente ocupada en] la frivolidad, pasan de largo con dignidad;” (Corán, El criterio de la verdad, Al-Furqan, 25: 72)
Los musulmanes abordan cada experiencia por la que pasan a lo largo del día haciéndose la siguiente pregunta: "¿Cómo debo actuar para obtener la aprobación de Allah?" Una forma de comportarse con la esperanza de ganar la aprobación de Allah es escuchar cortésmente a una persona sin interrumpirla. Esto demuestra respeto por el que habla y por lo que está diciendo.
En cambio, en lugares donde la moral del Corán no se cumple, hacer oídos sordos a las personas que están hablando, no escucharse como es debido el uno al otro, argumentar al mismo tiempo y hablar más fuerte que el oponente resulta algo frecuente. En particular, encontramos con bastante frecuencia ejemplos de este tipo en los “talk-shows” (programas de entrevistas) de la televisión. Incluso los que son expertos en sus campos específicos pueden manifestar a veces un comportamiento grosero e irrrespetuoso. En lugar de beneficiarse de lo que otros tienen que decir, estas personas intentan con arrogancia que se escuchen y acepten sus propias palabras.
En cuanto a los musulmanes, no se dejan influenciar por las aspiraciones de sus corazones, tales como llamar la atención sobre sí mismos, para ser el centro de atención o tener la última palabra. Debido a esto, su forma de hablar es comedida y tranquila. En virtud de la cortesía que se deriva de la moral del Corán, siempre se dan las gracias unos a otros, tratando de beneficiarse en la medida de lo posible de lo que otros dicen, y evitando comportarse ignorantemente.
Otra característica que define a los que están lejos de la moral del Corán es el tono de su voz. Para aparentar que están en lo cierto, para intimidar a la otra persona, o ganar la discusión y obligar a los demás a rendirse, hablan en voz muy alta. Allah informa a los musulmanes de este asunto en el Corán al relatar los consejos que el profeta Luqman (la paz sea con él) dió a su hijo:
"Así pues, camina con modestia, y baja la voz: pues, ciertamente, la voz más desagradable es la voz [estridente] del asno...." (Corán, Luqman, 31: 19)
Una de las características atrayentes del discurso de los musulmanes es que utilizan la forma de hablar que es la más adecuada, más consideradamente comprensible. Es la inteligencia que se deriva de la fe la que los dota de esta capacidad para hablar a personas de todas las edades y circunstancias. La forma que emplean para dirigirse a una persona con una mente abierta y amplio nivel de conocimiento es diferente de la utilizada para hablar al que tiene poca cultura y escasa capacidad de comprensión. Por ejemplo, no es correcto explicar un tema con aire de superioridad a un intelectual que cuenta con un conocimiento detallado del mismo. La base de la consideración y la cortesía consiste en hablar sin olvidar que el otro conoce el tema mucho mejor y reconocer su superioridad.
Por el contrario, al hablar con una persona que es menos culta y que tiene muchos menos conocimientos y experiencia, se debe poner más cuidado en hacerse comprender. Hablar a una persona de manera que no pueda entender o descifrar, sin prestar atención a las explicaciones que pueda necesitar, y expresarse de forma ambigua y confusa, está mal. Por ejemplo, usar un lenguaje sofisticado con una persona inculta no tiene sentido. Aquellos que tratan de hacer un espectáculo de sí mismos ante los demás tratando un tema sobre el cual no están documentados sólo hace que se empequeñezcan ante ellos. Como requisito de la inteligencia que han adquirido siguiendo el Corán, los creyentes siempre utilizar el modo de hablar más apropiado, teniendo en cuenta las necesidades, conocimientos y nivel cultural de la persona a la que se dirigen.
En el Corán, los que se describen a sí mismos como creyentes, pero que, en verdad, no creen, se les conoce como "hipócritas". Aunque se les invita a la creencia, el hecho de que permanezcan apegados a la vida de este mundo, y hayan adoptado una forma de vida contraria a la moral del Corán lleva a estos hipócritas a adoptar una forma poco sincera de hablar, porque existe una profunda diferencia entre sus verdaderos sentimientos y los que tratan de mostrar a los creyentes.
Los hipócritas interpretan el Corán de una manera deshonesta. Esta lógica distorsionada también se refleja en su discurso. Ellos interpretan las aleyas del Corán de acuerdo con sus propios deseos y pasiones. Sin embargo, su forma de hablar es una señal de su verdadero ser. Esta situación, que se destaca en esta aleya del Corán: "Y si hubiéramos querido, te los habríamos mostrado claramente para que pudieras reconocerlos con certeza por medio de una señal visible: pero [aún así] podrás reconocerlos por el tono de su voz. Y Dios sabe todo lo que hacéis, [Oh hombres;]” (Corán, Muhammad, 47: 30) es una ayuda de Allah a los creyentes. De esta manera, los creyentes pueden reconocer a los falsos que están tratando de infiltrarse entre ellos.
A veces, los hipócritas, adornándolo, tratan de hacer que su fingido discurso parezca razonable. Pero cuando se examina de cerca, se puede ver que esta es una forma satánica de hablar que sólo alienta aún más la falta de sinceridad:
“Y cuando les ves, su aspecto te agrada; y cuando hablan, prestas atención a sus palabras. [Pero aunque parezcan seguros de sí mismos,] como si fueran postes [firmemente] plantados, ellos piensan que todo grito va [dirigido] contra ellos. Esos son los [verdaderos] enemigos [de toda fe], tened pues cuidado con ellos. [Se merecen la imprecación:] "¡Que Dios los destruya!" ¡Que corrompidas están sus mentes!” (Corán, Los hipócritas, Al-Munafiqun, 63: 4)
Los musulmanes detectan inmediatamente la forma de hablar de la gente que no es sincera y evitan cuidadosamente hablar de una manera similar.
Sin embargo, si algunos de los fieles se comporta como los hipócritas, esto no establece definitivamente que ellos lo sean. Los creyentes son progresivamente educados durante toda su vida. Durante ese tiempo, pueden cometer muchos errores o comportarse de modo equivocado, y algunos de estos errores puede que sean similares a los de los hipócritas. Sin embargo, lo importante es que estos creyentes sean capaces de ver sus errores y corregirlos y alcanzar un nivel de moralidad que les lleve a no repetirlos. Que uno sienta un arrepentimiento sincero y cambie su comportamiento, conforme al Corán, muestra que él o ella se ha purificado y trata de actuar con sinceridad. Sin embargo, si se adhiere obstinadamente a la hipocresía de su discurso, se trata de un asunto muy diferente.
Otra forma de hablar que los musulmanes deben evitar es la propia de los hipócritas, que está llena de dudas y las provoca. Debido a que los hipócritas cuestionan la existencia de Allah, Sus promesas y la vida futura, su discurso refleja estas inseguridades. Nunca son capaces de explicar la moral del Corán de forma tan abierta, clara y categórica como los fieles. Esta duda profunda, que se refleja en su discurso, pretende también sembrar la duda en los corazones de aquellos que les escuchan. Sin embargo, los creyentes, que creen con sinceridad y con toda certeza, no se ven afectados por sus palabras, porque están convencidos de que la Palabra de Allah es la verdad. Si alguien refleja estas dudas en su modo de hablar, saben que es el resultado de la falta de sinceridad de la persona y de su corrompida forma de pensar.
Estos errores no se encuentran en el discurso de los musulmanes, porque no existe ninguna duda en sus corazones, sus palabras son definitivas y sin ambigüedades. Sin embargo, tienen cuidado de no hablar de manera que de lugar a malentendidos entre sus oyentes, porque a veces, incluso con la mejor de las intenciones, varias frases colocadas juntas o dos temas que se mencionan seguidamente pueden estar abiertos a diferentes interpretaciones.
Incluso si no es ésa la intención, la forma de expresarse puede dar lugar a sembrar incertidumbres entre los oyentes. Por lo tanto, la manera de hablar de un musulmán requiere utilizar un discurso que no de lugar a confusión, teniendo en cuenta cómo se puede interpretar cada palabra (una a una), qué tipo de connotaciones pueden surgir, y el contexto en el que se desarrolla la situación . Un enfoque contrario podría reflejar una disposición típica del "carácter dudosamente secreto" de los hipócritas. Por esta razón, la fe exige poner mucho cuidado de no hacer discursos que sean característicos de los hipócritas, incluso si no es ésa la intención.
Además, el uso de expresiones tales como "Si no hubiese ocurrido", "Maldita sea, hemos perdido", y "¡Oh, qué pena!", que no demuestran un acatamiento de la voluntad de Allah, refleja también otra forma hipócrita de hablar. Se nos dice en el Corán que los hipócritas que se encuentran entre los creyentes intentan romper su determinación actuando como portadores de malas noticias:
(1) Di: "Me refugio en el Sustentador de los hombres,
(2) "el Soberano de los hombres,
(3) "el Dios de los hombres,
(4) "del mal del susurrador huidizo,
(5) "que susurra en los corazones de los hombres --
6) "de [toda incitación al mal por parte de] las fuerzas invisibles y también de los hombres." (Corán, Los hombres, An-Nas, 114: 1-6)
Allah advierte contra una moral tan vil, y aconseja evitar la “khannas”; es decir, ser uno de los que "susurran el mal en el seno de la humanidad." Los hipócritas son los que han asumido el papel de “khannas” ante los creyentes, utilizando métodos sospechosos, secretos y mal intencionados; actúan como portavoces de Satanás, y tratan de sembrar la semilla de la duda en los corazones de la gente. En cuanto a los creyentes, evitan cuidadosamente una forma de hablar que pueda reflejar tal desviación y en su lugar buscan refugio en Allah del discurso que pueda provocar dudas.
Otra cosa que los musulmanes deben evitar es hablar de forma indiscreta y engañosa. Hemos mencionado en apartados anteriores que la sinceridad y la honestidad se encuentran entre las mejores características de los musulmanes, cualidades que también se reflejan en su discurso. Decir lo que quieren decir directamente, sin escudarse en falsos pretextos, es también un requisito de la sinceridad y la honestidad. La intención de los musulmanes se puede deducir fácilmente de su manera de expresarse.
Las personas que están lejos de la moral del Corán en general no dicen lo que quieren decir directamente. La razón estriba en que han hecho unos cálculos previos con mala intención. Cuando quieren aprender algo, en vez de preguntar abiertamente, prefieren ir por caminos tortuosos. Si buscan información sobre un tema, tratan llevar la conversación hacia el mismo y, utilizando tácticas engañosas, hacer que el otro hable de ello. También creen que estos ardides no son percibidos por otras personas. Sin embargo, tal astuta y engañosa manera de hablar se hace inmediatamente evidente a través de su evidente falta de sinceridad.
Éste es el comportamiento de los que están alejados del Corán y de los hipócritas. Los musulmanes, que ven todo a la luz del Corán, inmediatamente detectan los motivos satánicos de tal forma de hablar, y no se dejan engañar por ellos.
Los musulmanes tratan de decir cada palabra de manera que se ajuste a las instrucciones del Corán, y que esté de acuerdo con la religión de Allah. Tratan de plantear asuntos que serán de utilidad para otros creyentes, acercarlos a Allah, proporcionarles paz y alegría, animarlos y consolarlos. Se encargan de evitar las cuestiones que disminuyan su paz interior, ocupen sus mentes innecesariamente, o despierten dudas o ansiedad en sus corazones.
En las conversaciones de los hipócritas se encuentra a menudo esta forma de hablar . Con su discurso, tratan de provocar unos en otros la oposición a Allah, fomentar el pecado y, utilizando métodos tortuosos, hacer que otros se apeguen excesivamente a esta vida mundanal. No hablan con el fin de animar a otros a acercarse a Allah, a vivir una vida moral y a entender mejor el destino y el Más Allá. Por el contrario, tratan que cada aberrante pensamiento sea el tema de todas las conversaciones. A menudo se puede observar a estas personas aventurarse a la ligera en temas totalmente incompatibles con la moral del Corán. Emplean una forma de hablar que tiene por objeto difundir entre los creyentes ese tipo de comportamiento que Allah ha prohibido.
En lo que respecta a los asuntos que Allah les ha ordenado claramente en el Corán, los creyentes no se ven tentados por las asechanzas de los hipócritas. Están continuamente alerta ante tales tácticas. Los hipócritas persisten en sus esfuerzos porque no pueden entender lo devotos a Allah que son los creyentes, y la forma sincera y honesta como viven de acuerdo con las enseñanzas del Corán. Las ideas que presentan a los creyentes, y la falsa lógica que emplean, abrumadoramente contrarias al Corán, reflejan la oscuridad espiritual de aquellos que se resisten a la fe. Los fieles, que son conscientes de la falacia de esta manera de hablar, escuchan con cautela cuando otro comienza a hablar, percatándose de que dicha persona puede estar promoviendo ideas satánicas, y entonces los creyentes llaman a la gente a que se adhieran a la moral del Corán.
Otro asunto que los creyentes evitan cuidadosamente es lo que se describe en el Corán como "distorsionar el Libro." Hablar de modo retorcido es el intento de interpretar de modo diferente las aleyas del Corán, a pesar de que sean claras e inequívocas. En una de las aleyas del Corán, Allah nos dice que hablar con ofuscación es una característica de los hipócritas y representa una desviación de la fe:
Él es quien ha hecho descender sobre ti esta escritura divina, en la que hay mensajes que son claros por, y en sí mismos --que son la esencia de la escritura divina-- junto con otros que son alegóricos. Pero aquellos cuyos corazones tienden a desviarse de la verdad van tras esa parte de la escritura divina que ha sido expresada en alegoría, buscando [lo que habrá de crear] confusión, y queriendo [llegar a] su significado último [de una forma arbitraria]; pero su significado último sólo Dios lo conoce. De ahí que aquellos que están profundamente arraigados en el conocimiento digan: "Creemos en ella; toda [la escritura divina] proviene de nuestro Sustentador --aunque sólo los dotados de perspicacia tienen esto presente. (Corán, La casa de Imrán, Al-Imran, 3: 7)
Los que conocen bien las aleyas de Allah pero tienen sus corazones desviados intentan distorsionar el significado de las mismas actuando según los deseos que éstos les dictan. En particular, en asuntos en los que la religión entra en conflicto con sus intereses, en lugar de ajustarse a las órdenes de Allah, tratan de adaptar la religión a sus deseos. En una aleya del Corán se explica que, cuando hablan de modo retorcido, estas personas son conscientes de que están mintiendo:
Y, ciertamente, hay algunos entre ellos que distorsionan el Libro con sus lenguas, para haceros pensar que [lo que dicen] procede del Libro , cuando no procede del Libro ; y que dicen: "Esto procede de Dios", cuando no procede de Dios. Dicen así una mentira acerca de Dios a sabiendas. (Corán, La casa de Imrán, Al-Imran, 3: 78)
Al emplear esta forma de hablar, uno de los mayores errores en los que caen estas personas es su falsa creencia de que podrán ganarse a los fieles a través de lo que dicen. Creen que serán capaces de interpretar las aleyas de acuerdo con su lógica corrupta y que los creyentes aceptarán sus interpretaciones. Sin embargo, las aleyas reveladas por Allah son claras, y debido a su fe los creyentes son capaces de entender su significado. Aunque la gente hipócrita distorsiona sus palabras, los creyentes reconocen inmediatamente sus propósitos. Al final, todo lo que estas personas son capaces de lograr con su manera de expresarse es exponer su propia falta de sinceridad.
En el Corán hay muchos ejemplos de la manera de hablar de la gente hipócrita. Cuando el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) pidió a los fieles que permanecieran unidos, y que se opusieran a los ataques de aquellos que se resistían a la fe, quienes tenían el corazón enfermo se dispusieron de inmediato a hablar de modo retorcido, presentando excusas hipócritas tales como "nuestrascasas se encuentran expuestas [a un ataque]" "(Corán, La coalición, Al-Ahzab, 33: 13) y" "¡No salgáis de expedición con este calor!" (Corán, El arrepentimiento, At-Tawba, 9: 81).
Sin darse cuenta de su propia imprudencia, creían que sus excusas serían aceptadas. Sin embargo, para los creyentes devotos, ni el calor ni sus casas esons más importantes que la llamada del Mensajero de Allah. Los creyentes sinceros nunca tratar de escapar de una tarea que Allah aprueba, o tergiversar sus palabras para hacer declaraciones faltas de sinceridad. Ellos saben que esta manera de hablar es un rasgo conocido de los hipócritas. En todo momento, se expresan conforme a las enseñanzas del Corán. Antes de decir una palabra sobre cualquier tema, los fieles se refieren a sus conciencias, haciéndose a sí mismos preguntas tales como: "¿Hay alguna falta de sinceridad en lo que estoy diciendo?", "¿Se ajusta a la manera de hablar de un musulmán tal y como explica el Corán?" y "¿Hay algo aquí que esté inspirado por corazón?" Si reconocen una sola palabra de falsedad a la que sus conciencias se oponen, se refugian en Allah y hablan de manera que se ajuste a la moral del Corán.
En el Corán, Allah señala que las conversaciones secretas no tienen la intención de servir a un buen propósito: " Nada bueno sale, por lo general, de los conciliábulos secretos salvo aquellos convocados para promover la caridad, la conducta honorable, o la reconciliación entre la gente: y a quien así actúe buscando la complacencia de Dios, le daremos en su momento una magnífica recompensa." (Corán, Las mujeres, An-Nisa, 4: 114)
De acuerdo con esta aleya, siempre y cuando no se llevan a cabo con fines sinceros (tales como conducir a la gente hacia el bien, o establecer la paz entre ellos) las reuniones secretas no son beneficiosas para nadie. Satanás considera que estas situaciones son sus principales oportunidades de engañar a las personas, por lo que se trata de provocar en ellas una forma de hablar que se oponga a Allah. La siguiente aleya del Corán deja claro que lo que se dice en las reuniones secretas se hace bajo la influencia de Satanás: "Los [demás] conciliábulos son sólo cosa de Satán, para causar aflicción a los que han llegado a creer; pero él no puede causarles el menor daño, si no es con la venia de Dios: ¡que los creyentes pongan su confianza en Dios!" (Corán, La que argumenta, Al-Mujadala, 58: 10) Debido a esto, Allah advierte a la gente y les aconseja lo que deben evitar cuando se ven involucrados en reuniones secretas:
[Así pues,] Oh vosotros que habéis llegado a creer, cuando celebréis conciliábulos secretos, no conspiréis entre vosotros con ánimo de pecar, o de desafiar y desobedecer al Enviado, sino reuniros para promover la virtud y la conciencia de Dios: y manteneos [siempre] conscientes de Dios, hacia quien todos seréis conducidos. (Corán, La que argumenta, Al-Mujadala, 58: 9)
La verdad que todos necesitamos saber es que mientras hablamos en secreto estamos en presencia de Allah. Las palabras que creemos que son secretas en realidad se hablan en Su presencia. A pesar de que creían que no había nadie excepto ellos al tanto de su conversación secreta, se nos informa de que no estaban solos:
¿No ves que Dios conoce todo lo que hay en los cielos y todo lo que hay en la tierra? No hay conciliábulo secreto entre tres personas en el que Él no sea el cuarto, ni entre cinco que no sea Él el sexto; y tampoco entre menos, o entre más, que no esté Él con ellos dondequiera que se encuentren. Pero al final, en el Día de la Resurrección, Él les hará entender realmente lo que hacían: pues, ciertamente, Dios tiene pleno conocimiento de todo. (Corán, La que argumenta, Al-Mujadala, 58: 7)
Allah oye todo lo que se dice en las reuniones secretas. Pero aquellos que no tienen esto en cuenta suponen erróneamente que es suficiente mantener sus conversaciones en secreto de otras personas.
El Corán ofrece muchos ejemplos sobre quienes frecuentan las conversaciones secretas. Todos estos ejemplos nos muestran que no son nada bueno, como se nos dice en las siguientes aleyas:
Nosotros somos plenamente conscientes de lo que quieren oír cuando te escuchan: pues cuando se juntan entre ellos, he ahí, que esos malhechores dicen [unos a los otros], "¡Si siguierais [a Muhammad, seguiríais] sólo a un hombre hechizado!" (Corán, El viaje nocturno, Al-Isra', 17: 47)
(3) Ocupados sus corazones en deleites pasajeros; pero los que están [así] empeñados en hacer el mal ocultan sus pensamientos más íntimos [cuando se dicen unos a otros]: "¿No es este [Muhammad] un mortal como nosotros? ¿Vais, pues, a ceder a [su] fascinadora elocuencia cuando veis claramente [lo que es]?"
(4) Di: "Mi Sustentador sabe lo que se dice en el cielo y en la tierra; y sólo Él todo lo oye, todo lo sabe."(Corán, Los profetas, Al-Anbiya, 21: 3-4)
¿No ves a esos a quienes se ha prohibido [intrigar en] conciliábulos secretos, y que reinciden [una y otra vez] en lo que se les prohibió, conspirando juntos con ánimo de pecar, y de desafiar y desobedecer al Enviado? Y que cuando se acercan a ti, [Oh Muhammad,] te saludan con un saludo que Dios no aprueba; y dicen para sí: "¿Por qué no nos castiga Dios por lo que decimos?" ¡El infierno será su porción asignada: [en verdad] entrarán en él –qué horrible destino! (Corán, La que argumenta, Al-Mujadala, 58: 8)
(76) Y que, cuando se encuentran con los que han llegado a creer, dicen: "Creemos [como creéis vosotros]" --pero cuando se quedan a solas entre ellos, dicen: "¿Vais a informarles de lo que Dios os ha revelado para que puedan usarlo como argumento en contra vuestra, citando las palabras de vuestro Sustentador?¿Es que no vais a usar vuestra razón?" (77) ¿No saben acaso que Dios conoce todo lo que ocultan y todo lo que divulgan? (Corán, La vaca, Al-Baqara, 2: 76-77)
(61) Moisés les dijo: "¡Ay de vosotros! ¡No inventéis mentiras contra Dios, no sea que os destruya con un castigo: pues, ciertamente, quien inventa [tales] mentiras fracasará lamentablemente!" (62) Entonces debatieron entre ellos sobre qué hacer; pero mantuvieron secreto su consejo, (63) diciéndose [unos a otros]: "Ciertamente, estos dos son magos que se proponen expulsaros de vuestra tierra con su magia, y acabar con vuestra forma de vida, consagrada por la tradición. (64) Así pues, [Oh magos de Egipto,] decidid vuestro plan a seguir, y luego acudid como un solo cuerpo: pues, ¡en verdad, quien sea superior hoy, ciertamente prosperará!"(Corán, Oh hombre, Ta Ha, 20: 61-63)
Todos estos ejemplos citados en el Corán deberían mostrar a la gente que no hay nada de bueno en mantener reuniones secretas, y que deben evitarlas. En estos ejemplos también se indica cómo esta manera de hablar no es sincera y sí contraria al Corán. Por tanto, los fieles son los que prestan atención a estas advertencias y evitan las conversaciones secretas. Dondequiera que estén, o con quienquiera que hablen, hablan de una manera que cumple con el Corán, siguen el camino de Allah y el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), y llaman a otros a que sigan la moral del Corán. Debido a esto, no tienen necesidad de conversaciones secretas.
En contraste con los fieles, las personas que no son sinceras sienten la necesidad de ocultar su carácter retorcido. Incluso si por algún motivo el creyente se encuentra en su compañía (por razones ajenas a su voluntad) sin duda reconocerá la maldad que encierra su conversación y nunca les secundará, sino más bien intentará conducir a los que le rodean hacia la virtud.
Allah envió a sus mensajeros para mostrar a la humanidad el verdadero camino, para advertirles de Su castigo, y para llevarles la buena noticia de la recompensa que los creyentes podrán disfrutar en el Más Allá. Los mensajeros eran hombres cuyas vidas ejemplificaban la verdadera fe, invitando a la gente a la virtud y la moralidad, y conduciéndolos a un grado de fe por el cual pudieran ser capaces de lograr la mayor recompensa. En el Corán, se nos dice que el Mensajero de Allah (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) sacó a la gente de las tinieblas y los llevó hacia la luz, aligeró y alivió sus cargas y los condujo a la salvación:
Para aquellos que han de seguir al [último] Enviado, el Profeta iletrado a quien encontrarán descrito en la Tora que ya tienen, y [más tarde] en el Evangelio: [el Profeta] que les ordenará la conducta recta y les prohibirá la conducta inmoral, y les hará lícitas las cosas buenas de la vida y les prohibirá las malas, y les librará de las cargas y de las cadenas que [antes] pesaban sobre ellos. Quienes crean, pues, en él, le honren, le asistan y sigan la luz que se ha hecho descender a través de él --esos son quienes conseguirán la felicidad. (Corán, La facultad del discernimiento, Al- A'raf, 7: 157)
Como se nos dice en las palabras de otra aleya del Corán: " os ha llegado un Enviado salido de entre vosotros; le apena hondamente [la idea de] que hayáis de sufrir [en la Otra Vida]; anhela vuestro bien [y está] lleno de compasión y de misericordia hacia los creyentes. " (Corán, El arrepentimiento, At-Tawba, 9: 128), nuestro Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) se comportó con humildad, compasión y misericordia hacia los fieles. Los creyentes sinceros, como se describe en la aleya: "Dios, ciertamente, ha concedido una gracia a los creyentes al suscitarles un enviado de entre ellos, que les transmite Sus mensajes, les ayuda a crecer en pureza y les enseña la escritura divina y la sabiduría --mientras que antes se encontraban, ciertamente, en un claro extravío. "(Corán, La casa de Imrán, Al-Imran, 3: 164), estaban al tanto del gran favor y misericordia de Allah por haberles enviado un mensajero. Por esta razón, todos los musulmanes siguen el camino de nuestro Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), y lo defienden y apoyan en todo tiempo y lugar. Se nos habla de este comportamiento en las siguientes aleyas:
(8) En verdad, [Oh Muhammad,] te hemos enviado como testigo [de la verdad], como portador de buenas nuevas y como advertidor –(9) para que [los hombres] creáis en Dios y en Su Enviado, y Le honréis, reverenciéis y proclaméis Su infinita gloria de la mañana a la noche. (Corán, La victoria, Al-Fath, 48: 8-9)
La forma de expresarse mediante la cual un creyente defiende y apoya al Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) es una de las características principales de la moral que se refleja en su discurso. Allah explica que jurar lealtad al Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) es prometerle fidelidad a Él: "Ciertamente, todos los que te juran fidelidad, juran fidelidad a Dios: la mano de Dios está sobre sus manos. Así pues, quien rompe su juramento, lo rompe en contra de sí mismo: mientras que a quien sea fiel a lo que ha jurado a Dios, Él le dará una magnífica recompensa."(Corán, La victoria, Al-Fath, 48: 10)
Por tanto, el amor, la devoción y obediencia de los creyentes hacia el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) provienen de su fe en Allah. Por esta razón, en cada oportunidad, y a través de todo lo que hacen y dicen, los fieles expresan su devoción al Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), hacia la sabiduría de sus consejos y sus cualidades morales superiores, y lo defienden de la mejor manera posible.