Hablar Con Sabiduría

Hablar con sabiduría representa la capacidad de expresarse de la forma más adecuada, más beneficiosa y más efectiva posible. Pero hablar con sabiduría no se limita a ninguna regla específica. Depende del tiempo, lugar, persona a quien nos dirigimos y de las circunstancias. Además, la capacidad de hablar con sabiduría no guarda ninguna relación con el grado de inteligencia de una persona, o lo educado que sea, o su nivel educativo, o su experiencia, o su especialización. Algunos, que no entienden esta verdad, se matriculan en cursos o intentan adquirir formación con el objetivo de alcanzar sabiduría o adquirir destrezas oratorias. Creen que estas cualidades se pueden obtener simplemente empleando ciertas técnicas; por esta razón, ponen mucho empeño en seguir, lo mejor que pueden, los consejos que encuentran en los libros sobre el arte de la retórica o dicción.

Creen que si se extienden mucho al hablar, o si su discurso es excesivamente elaborado, o si utilizan frases que están de moda o extranjerismos (todo lo cual creen que les proporciona un tono intelectual) su forma de hablar resultará más atractiva y efectiva. Sin embargo, estas características no dotan a nadie de la habilidad de expresarse con sabiduría, porque la sabiduría es una facultad que únicamente se puede adquirir a través de la fe, la sinceridad que resulta de saber que Allah existe y la sumisión, de corazón, a Allah.

Como Allah relata en el Corán que dijeron los ángeles: Dijeron: "¡Gloria a Ti! No tenemos más conocimiento que el que Tú nos has impartido. Ciertamente, sólo Tú eres omnisciente, sabio." (Corán, La vaca, Al-Baqara, 2: 32). Allah tiene una sabiduría ilimitada, y garantiza esta habilidad a quien Él quiere. Una persona no tiene sabiduría a menos que Allah se la enseñe.

Cuando hablan con alguien, quienes están dotados de sabiduría no buscan cautivar a los demás. Sabiendo que es Allah quien les garantiza la capacidad del habla, buscan refugio en Él y utilizan su discurso sólo para lograr Su aprobación. Son conscientes en todo momento de que, mientras hablan, no sólo se encuentran en presencia de los demás sino también de Allah, y de que sus palabras únicamente serán efectivas si Allah así lo desea. Con tal fin, rezan a Allah para que su discurso surta efecto y se les dote de sabiduría. Gracias a su sinceridad, su conciencia les asiste al elegir las palabras que sean mejores y más apropiadas. Así, todo el que escucha a su conciencia puede percibir claramente lo que necesita enfatizarse, indicar o decir.

En vez de elaborar discursos, como hacen aquellos que no se adhieren a la moral del Corán, quienes hablan con sabiduría influyen en el corazón de los que les escuchan. El que habla con sinceridad nunca lo hace con el propósito de que lo alaben. Sin embargo, puesto que el verdadero objetivo de quienes se encuentran realmente alejados de la moralidad expuesta en el Corán es hacer que los demás les aprecien, carecen por completo de sinceridad. Sin esta sinceridad, por supuesto, no puede haber sabiduría en su discurso. Únicamente podremos referirnos a sus aspectos técnicos.

Algunos oradores, meramente para mostrar su profundo conocimiento de un tema, hacen declaraciones innecesarias que no sirven de nada a los que les escuchan. Aburren a sus audiencias con dos o tres horas de largo discurso sobre temas extremadamente mundanos que podrían haberse explicado con unas cuantas frases. Por el contrario, las personas que tienen fe se explican de la forma más clara, comprensible, concisa y efectiva de modo que sea beneficiosa para quien escucha.

Su propósito no es que les alaben o que les hagan sentirse superiores a los demás. Su intención es únicamente ser útiles a quienes les escuchan con el fin de lograr la aprobación de Allah. Puesto que su intención es pura, sus esfuerzos (si Allah así lo quiere) al final tendrán éxito.

El Corán llama nuestra atención sobre la importancia de la sabiduría, y sobre el hecho de que constituye una gran bendición: "da la sabiduría a quien Él quiere: y a quien le es dada la sabiduría, ciertamente le ha sido dada una gran riqueza." (Corán, La vaca, Al-Baqara, 2: 269). De hecho, quienes están dotados de sabiduría (con el permiso de Allah) viven de acuerdo a la religión del mejor modo y el explicar a los demás la moral que se encuentra en el Corán de la forma más comprensible y efectiva les proporciona una serie de beneficios. Puede que aquellos a quienes se dirigen estas sabias personas, gracias a sus acertadas palabras, sean capaces de ver la verdad que se esconde tras los acontecimientos que observan y puede que se les anime a reformar su comportamiento, asuntos que hasta entonces no habían llegado a comprender apropiadamente. Al darse cuenta de lo grande que es la bendición de la sabiduría, los creyentes, en sus oraciones, piden a Allah que les garantice “sabiduría y discernimiento en su discurso”. El Corán da el ejemplo de la plegaria del Profeta Abrahán (Ibrahim, la paz sea con él):

(83) "¡Oh Sustentador mío! ¡Dame capacidad para juzgar [entre el bien y el mal], y reúneme con los justos, (84) y concédeme el poder de transmitir la verdad a aquellos que vengan después de mí. (Corán, Los poetas, Ash-Shu‘ara', 26: 83-84)

Estas aleyas llaman la atención sobre el hecho de que Allah garantiza sabiduría a quien Él quiere, y que la sabiduría es una característica de los mensajeros de Allah. Por ejemplo, gracias a la aleya: "Y consolidamos su dominio, y le otorgamos sabiduría y sagacidad de juicio."(Surah Sad, 38:20), entendemos que Allah garantiza una sabiduría específica y un discurso influyente al profeta David (Dawud, la paz sea con él). La siguiente aleya nos informa de que se le concedió sabiduría al Profeta Abraham (Ibrahim, la paz sea con él):

¿O es que envidian a otra gente por lo que Dios les ha concedido de Su favor? Pues dimos a la Casa de Abraham la revelación y la sabiduría, y les concedimos un dominio inmenso. (Corán, Las mujeres, An-Nisa', 4: 54)

Del mismo modo, no existe relación entre la capacidad de hablar con sabiduría y la edad de una persona. Allah dota de sabiduría en proporción a la sinceridad y fe que se tiene, independientemente de la edad que tenga la persona. Los mejores ejemplos, como indica el Corán, son los del Profeta Juan (Yahya, la paz sea con él) y Moisés (Musa, la paz sea con él).

En la aleya: [Y cuando el hijo hubo nacido y creció, le fue dicho:] "¡Oh Juan! ¡Aférrate a la escritura divina con [toda tu] fuerza!" --pues le dimos sabiduría siendo un muchacho (Corán, María, Maryam, 19: 12), se nos cuenta que al Profeta Juan (Yahya, la paz sea con él) se le dotó de sabiduría en la niñez. Por otra parte, la aleya: "Y cuando[Moisés] alcanzó la madurez plena y estuvo formado [mentalmente], le concedimos la habilidad de juzgar [entre el bien y el mal] y también conocimiento [innato]: pues así recompensamos a los que hacen el bien." (Corán, La historia, Al-Qasas, 28: 14) nos cuenta que el Profeta Moisés (Musa, la paz sea con él) recibió dicha bendición en sus últimos años de vida.

El Corán proporciona muchos ejemplos de la sabia manera de hablar de los Profetas. Uno de ellos es el de un hombre que se creía grande por el mero hecho de poseer riqueza y propiedades y protagonizó una discusión en contra de Allah. Confrontado a la sabiduría de la respuesta que le dio el Profeta Abraham (Ibrahim, la paz sea con él), reconoció entonces su propia falta de sinceridad.

¿No has sabido de aquel [rey] que discutió con Abraham acerca de su Sustentador, [sólo] porque Dios le había dado la realeza? He ahí, que Abraham dijo: "Mi Sustentador es quien da la vida y da la muerte." [El rey] respondió: "¡[También] yo doy la vida y doy la muerte!" Dijo Abraham: "¡En verdad, Dios hace que el sol salga por el este; hazlo tú, pues, salir por el oeste!" Así fue confundido el que se obstinaba en negar la verdad: pues Dios no guía a gentes que [deliberadamente] hacen el mal. (Corán, La vaca, Al-Baqara, 2: 258)

Hablar Con Sinceridad

Una de las maneras de hablar más efectiva es la que se hace con sinceridad porque, como ocurre con las palabras sabias, un discurso sincero llega directamente a los corazones y a las conciencias de los que escuchan. Está en la naturaleza humana inclinarse a los efectos de la sinceridad. Un discurso sincero ayuda a las personas a ver la verdad de una idea en la que no habían creído hasta entonces, que no habrían tolerado y a la que, por tanto, se habrían opuesto y rehusado evaluar objetivamente. Anima a los que escuchan a pensar con sinceridad, así como a juzgar y hablar sinceramente. Comparados con quienes hablan con sinceridad, la falta de sinceridad de aquellos que pronuncian discursos floridos con mucha afectación se reconoce inmediatamente. De hecho, la gente a menudo observa que hablar con falta de sinceridad sólo va en contra de la persona.

Una de las características más importantes de quienes hablan con sinceridad es que buscan refugio en Allah, sin intentar elaborar su discurso de una manera peculiar. El discurso sincero refleja los honestos sentimientos de una persona. Si esa persona tiene algún defecto o fallo, admitirlo honestamente también es signo de un discurso sincero. Quienes hablan con sinceridad se presentan tal y como son; no intentan mostrarse como buenas personas si no lo son, o si son buenos no lo intentan ocultar ni dar una impresión diferente a quienes les rodean.

Incluso aunque no les hayan presentado a quienes hablan, su sincero modo de hablar es su forma de presentarse. Su tono de voz, su énfasis, las palabras que seleccionan, su lógica estructurada, su honesta y objetiva manera de afrontar los acontecimientos, su forma natural de hablar libre de artificio, el evitar hablar buscando agradar a los demás y su determinación de decir siempre la verdad constituyen la prueba de su sinceridad ante su audiencia.

Hablar con sinceridad es un gran alivio tanto para los oradores como para los oyentes; los oradores experimentan la paz de decir lo que sale de sus corazones, sin preocuparse, porque son devotos a Allah; mientras que los que escuchan experimentan la seguridad de confiar en personas sinceras, bien intencionadas y honestas, y actúan sobre dicha veracidad. Pase lo que pase, saben que estas personas no esconden ningunos malos sentimientos y están seguros de la honestidad de sus consejos o críticas.

Decir La Verdad

Otra característica que impera en el discurso de los creyentes es que dicen la verdad bajo cualquier circunstancia. En el Corán se nos informa de que no decir la verdad simplemente por miedo a los demás es algo inaceptable. Por esta razón, mientras hablan, los creyentes escuchan la voz de su conciencia. Siempre utilizan las palabras más efectivas y mejores pero, al mismo tiempo, no dejan de lado la verdad por miedo de defraudar, enfadar o convencer a alguien. No dejan de decir la verdad por temor a que la respuesta que obtengan tenga repercusiones negativas para ellos o sus amigos. Tampoco dicen mentiras con el fin de obtener alguna ventaja para ellos mismos o para sus amigos o familiares, porque Allah instruye a todo el mundo para que digan la verdad en la siguiente aleya del Corán: " ¡Oh vosotros que habéis llegado a creer! Manteneos conscientes de Dios, y hablad [siempre] con voluntad de manifestar [sólo] lo que es justo y verdadero" (Corán, La coalición, Al-Ahzab, 33: 70) y "… evitad toda palabra falsa." (Corán, La peregrinación, Al-Hajj, 22: 30)

Mentir es algo frecuente en aquellos lugares donde no se sigue la moral del Corán. Algunos creen que mentir no es malo. Otros dicen que, aunque algunas mentiras son dañinas, otras son permisibles. Creen que las llamadas “mentiras piadosas” (que según ellos evitan males mayores en un sentido moral o material) son necesarias para sobrevivir. Intentan aliviar sus conciencias al sugerir cosas tales como “Digo mentiras, pero no hago daño a nadie” o “Cuando miento, en realidad estoy haciendo un bien”. Apoyándose en estas escusas cuentan docenas de mentiras durante el transcurso del día, aunque insisten en que no se trata de mentiras. Por ejemplo, le dicen a alguien que les llama por teléfono: “Estoy muy ocupado. Ahora mismo no puedo hablar contigo”, aunque la realidad es que no están haciendo nada en absoluto. O pierden un expediente en la oficina pero, cuando les preguntan, dicen que no saben nada del asunto o intentan culpar a otro. Cuando se encuentran con sus jefes, aunque piensen justo lo contrario, dicen cosas tales como: “Tiene razón” o “Lleva muy bien el negocio”, mostrando que son personas que tienen dos caras. Le dicen a un amigo que les pide un préstamo: “Tengo problemas en este momento, yo tampoco dispongo de dinero”, cuando en realidad les sobra. Cuando alguien de su familia les pide ayuda, encuentran una excusa diciendo: “Estoy muy enfermo y no puedo ir en este momento”, cuando en realidad no están enfermos. Podemos ofrecer numerosos ejemplos por el estilo porque quienes han llegado a caer en este tipo de moral prácticamente han hecho de la mentira su modo de vida.

En cuanto a los musulmanes, hablan siendo conscientes de que Allah los ve en todo momento y en cualquier situación y que escucha cada palabra que pronuncian, y que se les pedirá cuentas el Día del Juicio Final. Como temen a Allah, evitan decir mentiras o utilizar incluso la más pequeña de las evasivas, así como también evitan ocultar información, calumniar, chismorrear o utilizar palabrotas de cualquier clase. Se refugian en Allah para no decir ninguna palabra que Él no apruebe y hablan con honestidad todo el tiempo. Son conscientes de que las mentiras y las calumnias provocan una gran pérdida para una persona en la otra vida, como se nos relata en la aleya: “¿Y quien puede ser más perverso que quien atribuye a Dios sus falsas invenciones o desmiente Sus mensajes? En verdad, esos malhechores no alcanzarán la felicidad." (Corán, El ganado, Al-An‘am, 6: 21)

En aquellas comunidades en las que llevan a cabo su misión, los Profetas son conocidos por su palabra veraz, como se deduce de la forma en la que se dirigen a ellos quienes les rodean. El Corán nos relata cómo alguien a quien habían enviado a prisión injustamente debido a una falsa acusación se dirigió al Profeta José(Yusuf, la paz sea con él) diciendo: "José, hombre veraz" (Corán, José, Yusuf, 12: 46)

La verdad de las palabras de los musulmanes se hacen evidentes de diversas maneras; nunca perjuran. Allah advierte a los creyentes que eviten tales transgresiones en la siguiente aleya del Corán: "Han hecho de sus juramentos una pantalla [para su falsedad], y apartan así a otros del camino de Dios. Malo, en verdad, es lo que suelen hacer." (Corán, Los hipócritas, Al-Munafiqun, 63: 2) De hecho, los falsos testimonios son uno de los métodos que utilizan con más frecuencia quienes están alejados de la moral expuesta en el Corán. Incluso aunque se den cuenta de que ninguno de ellos teme a Allah y de que sus testimonios son un engaño, siguen creyendo en sus palabras. Pero nuestro Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con Él) condena este comportamiento con firmeza:

“Quienes obtienen un pequeño beneficio a expensas de su pacto con Allah y de sus juramentos, no obtendrán su parte en el Más Allá.” (Bukhari y Muslim)

En otras aleyas que también tienen que ver con el tema de hablar diciendo la verdad, Allah enfatiza que hacer una promesa que uno no puede mantener es algo inaceptable: "(2) ¡Oh vosotros que habéis llegado a creer! ¿Por qué decís una cosa y hacéis otra? (3) ¡Sumamente detestable es ante Dios que digáis lo que no hacéis!" (Corán, Las filas, As-Saff, 61: 2-3)

Por esta razón, los creyentes no hacen promesas que no pueden mantener. Saben que les puede acarrear una gran responsabilidad en presencia de Allah. Sin embargo, esto resulta algo común y corriente entre quienes distan de la moral del Corán. Este tipo de personas recurren a tales artimañas para obtener una ventaja inmerecida, para conducir a los que tienen alrededor por el camino que ellos quieren o para tapar sus fallos. En cuanto a los creyentes, cuando hacen una promesa nunca la rompen. Saben que si no mantienen su palabra habrán cometido una falta, no sólo ante los demás, sino ante Allah. Puesto que temen a Allah, intentan ser fieles a su palabra sin importarles lo difícil que les pueda resultar. Dirigimos nuestra atención hacia esta característica en el Corán:

Los que son fieles a su pacto con Dios y no rompen su compromiso. (Corán, El trueno, Ar-Ra‘d, 13: 20)

Otra característica que ejemplifica la palabra cierta de los creyentes es su veracidad a la hora de rendir testimonio:

Y [sabed que los siervos sinceros de Dios son sólo] aquellos que nunca dan testimonio de lo que es falso … (Corán, El criterio de la verdad, Al-Furqan, 25: 72)

Y los que, cuando dan testimonio, se mantienen firmes. (Corán, Las vías de ascenso, Al-Ma‘arij, 70: 33)

Aunque las consecuencias puedan resultar perjudiciales para ellos y para quienes les rodean, los creyentes atestiguan lo que ven u oyen sin dudar. Esto es así porque saben que Allah les ordena que impartan justicia siendo fieles testigos. Una aleya que viene al caso es ésta:

¡Oh vosotros que habéis llegado a creer! Sed firmes en establecer la justicia, dando testimonio de la verdad por Dios, aunque sea en contra vuestra o de vuestros padres y parientes. Tanto si la persona es rica o pobre, el derecho de Dios está por encima de los [derechos] de ambos. No sigáis, pues, vuestros propios deseos, no sea que os apartéis de la justicia: porque si alteráis [la verdad], u os evadís, ¡ciertamente, Dios está bien informado de todo cuanto hacéis!. (Corán, Las mujeres, An-Nisa', 4: 135)

Sabiendo que nuestro Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) exhortó a los creyentes sobre este tema del mismo modo: “Os aconsejo que no hagáis falsas declaraciones ni prestéis falso testimonio.” (Bukhari and Muslim), nunca protegerán a alguien que sea culpable y siempre estarán del lado de la verdad. Dicen la verdad con imparcialidad, incluso en el caso de aquellos a quienes no aprueban, testificando de la manera más justa. Como nos dice la aleya: "(8) ¡Oh Vosotros que habéis llegado a creer! Sed firmes en vuestra lealtad a Dios, dando testimonio de la verdad con toda equidad; y que el odio hacia otros no os haga desviaros de la justicia. Sed justos: esto es lo más afín a la consciencia de Dios. Y manteneos conscientes de Dios: en verdad, Dios está bien informado de todo cuanto hacéis." (Corán, El ágape, Al- Ma'ida, 5: 8), temen a Allah y se refugian en Él.

Estas fiables palabras de los creyentes se hacen evidentes también cuando llaman a los demás a la verdad. Por otra parte, quienes no han adoptado la moral del Corán buscan poner en entredicho la existencia de Allah y de la otra vida por medio de afirmaciones que hacen sin evidencia de ninguna clase. El Corán llama nuestra atención sobre la nulidad de tales afirmaciones:

Y sin embargo, hay entre los hombres muchos que discuten acerca de Dios sin tener conocimiento [de Él], y que siguen a toda fuerza satánica rebelde. (Corán, La peregrinación, Al-Hajj, 22: 3)

Este tipo de personas se animan unas a otras a sentirse excesivamente apegados a la vida de este mundo, a no hacer caso de Allah, y a vivir según una moral corrompida y descuidar la otra vida. Uno de los ejemplos que nos encontramos con más frecuencia es cuando sugieren: “Yo cargaré con tus culpas” y se animan a comportarse de modo que saben es equivocado. Sin embargo, Allah explica en esta aleya que tal cosa es imposible:"Y nadie habrá de cargar con la carga de otro. En su momento, habréis de retornar todos a vuestro Sustentador, y entonces Él os hará entender [realmente] todo lo que hacíais [en vida]: pues, en verdad, Él conoce bien lo que hay en los corazones [de los hombres]." (Corán, Las multitudes, Az-Zumar, 39: 7). Por tanto, quienes sugieren a los demás que cargarán con sus culpas están mintiendo.

Por el contrario, los creyentes siempre emplazan a los que les rodean a decir la verdad y hacer lo correcto. Exaltan la gloria de Allah, recordándoles que la otra vida en una realidad cierta, que el Día del Juicio Final está cerca, y que cumplan las leyes de Allah. En el Corán se nos relata que los mensajeros de Allah eran conocidos entre las comunidades a las que se les enviaron por decir siempre la verdad y por hablar de manera honesta y veraz. En cuanto a aquellos que, a pesar de la honestidad y veracidad de los Profetas, no creyeron en lo que decían sino que se alzaron en su contra, cuando se encuentren cara a cara con la verdad en la otra vida confesarán esta realidad diciendo: "¡Y Sus mensajeros dijeron la verdad!".

(51) Y [entonces] se soplará la trompeta [de la resurrección] –y ¡he ahí, que se precipitarán desde sus tumbas hacia su Sustentador!
(52) Dirán: "¡Ay de nosotros! ¿Quién nos ha hecho salir de nuestro lecho?"
[Entonces se les dirá:] "¡Esto es lo que el Más Misericordioso prometió! ¡Y Sus mensajeros dijeron la verdad!"
(Corán, Oh tú, ser humano, Ya Sin, 36: 51-52)

Hablar Sensata Y Lógicamente

Otra característica común a la forma de hablar de los creyentes es que resulta ser un modo de hablar que refleja la verdadera sabiduría. Al contrario de lo que muchos creen, no todos los que se piensa que son sabios lo son en realidad. Allah garantiza esta bendición a quienes creen en Él. Lo que la mayoría de las personas a menudo confunden con la sabiduría es la inteligencia, un talento que nunca se puede comparar son la superioridad de la verdadera sabiduría.

Algunos, aunque se encuentren alejados de la moral del Corán, puede que sean muy listos: tienen talento para pensar con rapidez, una gran memoria o una habilidad para responder con agilidad. Sin embargo, no encontramos en su discurso la utilización de palabras que reflejen una verdadera sabiduría. El Corán nos dice que la verdadera sabiduría, que nos permite distinguir lo bueno de lo malo, sólo aparece por el temor a Allah y la fe en Él:

¡Oh vosotros que habéis llegado a creer! Si os mantenéis conscientes de Dios, Él os dará un criterio por el que discernir lo verdadero de lo falso, borrará vuestras malas acciones y os perdonará: pues Dios posee una generosidad infinita. (Corán, El botín, Al-Anfal, 8: 29)

Esta sabiduría, que se obtiene a través de la fe y el temor a Allah, se refleja en todo lo que dicen los creyentes; los demás advierten y reconocen su sabiduría de su forma de hablar cuando toman una decisión, cuando encuentran una deficiencia o fijan una necesidad, cuando analizan la manera de ser, los fallos o las buenas cualidades de las personas. Su docto discurso es muy directo, aunque igualmente simple y sencillo; resulta inequívoco y fácil de comprender tanto para un niño o una persona sin cultura como para alguien con una elevada capacidad intelectual.

Gracias a esta sabiduría, los creyentes pueden delimitar las verdades y los puntos importantes de un tema que otros, con más conocimiento y experiencia que ellos, no son capaces de reconocer. Son capaces de proporcionar certeras respuestas a una gran cantidad de problemas, para los cuales no se ha encontrado una solución, aunque se hayan intentado todos los métodos posibles. Son capaces de señalar los errores de una persona con el lenguaje más preciso, convincente y simple posible. Evitan los comentarios infundados; teniendo en cuenta la historia y circunstancias de un suceso, evalúan sus posibles ramificaciones. Cuando se han dado por hecho otros puntos de vista, ofrecen ideas nuevas e innovadoras, exhibiendo su sabiduría. Cuando lo hacen, impresionan a los demás y tienen sobre ellos un efecto genuino.

Su discurso no es de un tipo ordinario o común. Su lógica concatenada, la evidencia que exponen y los ejemplos que ofrecen son tan atinados que los que escuchan se sienten incapaces de rechazarlos. Evitan ser monótonos hablando del mismo tema al variar su discurso utilizando diferentes tipos de frases, palabras y ofreciendo diferentes comparaciones cada vez. Desafían la familiaridad que el que escucha tiene con un tema al utilizar estrategias variadas en cada ocasión. Además, son capaces de describir algo bonito con el lenguaje más impactante y efectivo. También pueden expresar su amor o respeto por una persona del modo más bello. Para ello, no necesitan proyectarse bajo ninguna luz especial o hacer ningún otro esfuerzo; a cambio de su sincera sumisión a Él, Allah, que les inspiró la sabiduría a estos creyentes, les muestra el camino más correcto y les capacita para hablar con sabiduría.

Dar Buenas Noticias

Ciertamente, Dios ha comprado a los creyentes sus vidas y sus bienes, prometiéndoles a cambio el paraíso, [y así] luchan por la causa de Dios, matan y son matados: una promesa cierta que Él se ha impuesto en [las palabras de] la Tora, el Evangelio y el Qur’an. ¿Y quien puede ser más fiel a su promesa que Dios? Alegraos, pues, del trato que habéis hecho con Él: ¡pues este, precisamente, es el triunfo supremo! (Corán, El arrepentimiento, At-Tawba, 9: 111)

En la aleya mencionada arriba, Allah recuerda a los creyentes que compartan las buenas noticias. La fuente de alegría y buen humor de los creyentes es que Allah les ha colocado en el buen camino que les conducirá a “el triunfo supremo”. Los creyentes son quienes ponen a disposición de Allah tanto a ellos mismos como a sus riquezas, y quienes prometen comportarse de modo virtuososo para poder alcanzar el Paraíso. Éste es el pacto más inteligente que uno puede hacer en la vida de este mundo, y el que tiene la mejor recompensa.

Los creyentes experimentan esta alegría que emerge de su fe en cada etapa y momento de sus vidas, porque Allah es amigo de los creyentes y les ha dado la buena noticia de que siempre acudirá en su ayuda, se ocupará de que todos sus asuntos lleguen a un buen fin y derramará bendiciones sobre ellos y les ha prometido el Paraíso en la otra vida. Los creyentes, que saben que Allah nunca rompe sus pactos, interpretan todo lo que experimentan en la vida de este mundo según este conocimiento. Por dicho motivo, están seguros de que todo por lo que pasan es por su propio bien. Ven las bendiciones y los aspectos positivos de las dificultades con las que se enfrentan y cuando hablan de estos acontecimientos siempre lo hacen de modo optimista y alentador. Sienten dentro de sí la paz y seguridad que les proporciona su confianza en Allah. Reciben su recompensa por su extraordinaria paciencia ante los problemas y dificultades. Pensar en su noble recompensa en el Cielo como premio a su paciencia es una buena noticia que les anima. En consecuencia, cualquier cosa que le ocurre a un creyente se convierte en una buena noticia, porque todo lo que pasa proviene de Allah, que es amigo y guardián de los creyentes. Todo lo que proviene de Allah es bello y dichoso. De hecho, impresiona que los creyentes puedan hablar de “belleza” incluso ante un acontecimiento como la muerte:

Di: "¡Estáis, acaso, aguardando esperanzados a que nos ocurra algo [malo] --[cuando nada puede ocurrirnos] salvo una de las dos cosas más bellas (la victoria o la muerte en el combate)? (Corán, El arrepentimiento, At-Tawba, 9: 52)

Los creyentes dan la bienvenida a la muerte como algo bueno, puesto que para quienes han vivido su vida con sinceridad, dando su palabra incondicionalmente a Allah, no significa un final sino un nuevo comienzo. En la otra vida, Allah volverá a crear a los creyentes con la forma más bella y les colmará de bendiciones de una maravilla y variedad que no se pueden comparar a las de la vida de este mundo. Como resultado de vivir sus vidas con la sumisión que Allah aprueba, Él les ha prometido a Sus siervos las mayores y más maravillosas de las bendiciones. Por esta razón, la alegría y goce de los creyentes es incondicional. No importan las dificultades con las que se encuentren, su modo de hablar siempre refleja su gratitud a Allah.

Sin embargo, es necesario añadir que la capacidad que tienen los creyentes de ver el lado bueno y positivo de las cosas no significa que evadan sus responsabilidades. Ejercen su sabiduría de la mejor forma posible para ser capaces de ver lo bueno que encierra todo aquello que les acontece, así como para ser capaces de vencer las dificultades con las que tropiecen.

Cuando uno no se adhiere a la moral que se expone en el Corán, resulta difícil hallar una manera agradable de hablar, incluso en los mejores tiempos. No importa porqué, algunas personas tienen como costumbre buscar el lado malo de las cosas y hablan de modo pesimista. No están contentos con nada y buscan motivos para refunfuñar, quejarse y lamentarse. Tienen como costumbre ser portadores de malas noticias y hacer que los demás estén descontentos. Son espiritualmente sombríos y se incitan unos a otros a pensar negativamente sobre cualquier cosa y se conducen a la desesperación.

El no hablar con alegría es una de las características más importantes para distinguir a quienes son hipócritas por naturaleza e intentan encontrar un lugar entre los creyentes. Los hipócritas evitan cuidadosamente dar buenas noticias que puedan alegrar a los creyentes, o hablar de los acontecimientos de modo positivo o alegre. No quieren ni escuchar que algo bueno les ha sucedido a los creyentes. Si llega a sus oídos, no contestan o intentan atenuar la alegría de los creyentes y arrebatársela hallando algo negativo en ello. Pero sus esfuerzos no tienen el éxito deseado. Al contrario, la habilidad de evitar a estos hipócritas, al verlos tal y como son, es una merced y otra buena noticia más para los creyentes.

Dar buenas y venturosas noticias, e interpretar cada suceso de manera positiva a pesar de las provocaciones del alma, o de Satanás, mantiene a los creyentes entusiastas y alegres. Hablar de este modo enoja a los hipócritas e incrédulos, puesto que hace que sus intentos de dañar a los creyentes sean en vano. Mientras que ellos se avocan a la desesperación por el más mínimo motivo, observan con envidia a los creyentes a quienes no les afecta en absoluto el giro de los acontecimientos que los hipócritas consideran que son negativos. Puesto que no comprenden que el origen de la actitud de los creyentes está en la fe, no son capaces de distinguir de dónde procede su fuerza.

Hablar impregnados de buenas noticias y de manera positiva puede que haga posible que aquellos cuya fe es débil y caen fácilmente en la desesperación encuentren la fuerza para ver la verdad y fortalezcan su fe. Los creyentes, que manifiestan su contento con Allah y su sumisión a Él con su alegre y jubilosa forma de hablar, esperan, por medio de este modo de mostrar su devoción, lograr la complacencia de Allah y Su aprobación. Esta recompensa que Allah promete a los creyentes se describe en el Corán como sigue:

(100) Y de los precursores: los primeros de aquellos que han abandonado el ámbito del mal y de aquellos que han amparado y ayudado a la Fe; y también aquellos que les han seguido en [el camino de] la rectitud --Dios está complacido con ellos y ellos están complacidos con Él. Y para ellos ha preparado Él jardines por los que corren arroyos, en los que residirán más allá del cómputo del tiempo: ¡este es el triunfo supremo! (Corán, El arrepentimiento, At-Tawba, 9: 100)