Cuando tienen problemas y necesitan ayuda, o quieren conseguir alguna cosa, los ignorantes buscan una solución en lo que consideran que son las fuentes de poder de este mundo. Algunos esperan ayuda de amigos influyentes, otros de gente con riqueza, reputación o autoridad. Olvidan que todas estas personas son criaturas impotentes que actúan bajo el control de Allah. Por tanto, como lo olvidan, intentan congraciarse con ellos.
De hecho, sólo existe un poder que puede ocasionar el bien o el mal a una persona, y ése es Allah. Los musulmanes conocen esta verdad. Por esta razón, hablan en cualquier momento con la esperanza de que Allah los ayude y les respalde, y con el único objetivo de lograr Su aprobación. Incluso aunque estén necesitados, tengan problemas o dificultades, saben que sólo Allah puede aliviar estas circunstancias y que Él es el único que puede ayudarles. Por tanto, los creyentes se animan unos a otros a volverse a Allah y poner su confianza en Él cuando se enfrentan a las dificultades. El Corán dice:
Si Dios os auxilia, nadie podrá venceros; pero si Él os abandona, ¿quien podría auxiliaros luego? ¡Que los creyentes pongan su confianza en Dios! (Corán, La casa de Imrán, Al ‘Imran, 3: 160)
Además, los creyentes hablan sabiendo que Allah siempre se encuentra a su lado y que, sin el permiso de Allah, nadie ni nada puede hacerles daño, según estipula lo siguiente: "… Y Dios, sin duda, ha de auxiliar a quien auxilia a Su causa" (Corán, La peregrinación, Al-Hajj, 22: 40). Incluso en los peores momentos, más críticos o letales, creen que hay bendiciones en lo que sufren e iluminan a los que les rodean con esta verdad, como el profeta Jacob (Yaqub, la paz sea con él) dijo, según esta aleya del Corán: "… en manos de Dios. En Él he puesto mi confianza: pues, todos los que confían [en Su existencia] deben poner su confianza sólo en Él." (Corán, José, Yusuf, 12: 67)
Los creyentes no utilizan en ningún momento la manera de hablar de los que están absorbidos por el miedo, el pánico o la desesperación; al contrario, hablan de forma calmada y comedida. Saben que perder la esperanza en Allah es una característica de quienes son incapaces de comprender las sutilezas de la fe. Como son conscientes de que todo ocurre por deseo de Allah, y según Su sabiduría, no dejan paso a las falsas preocupaciones en época de dificultades. Hablan sabiendo que Allah hará lo que sea mejor para ellos.
En la siguiente aleya del Corán se nos cuenta que sin duda Allah ayuda a quienes le ayudan a Él: "¡Oh vosotros que habéis llegado a creer! Recordad las bendiciones que Dios os dispensó cuando una gente [enemiga] estaba a punto de poneros las manos encima y Él contuvo sus manos. Manteneos, pues, conscientes de Dios: y que en Dios pongan los creyentes su confianza." (Corán, El ágape, Al-Ma'ida, 5: 11)
En el Corán se se dan varios ejemplos de la leal forma de hablar de los creyentes. Por ejemplo, cuando los hijos de Israel quedaron atrapados entre el mar y el ejército de Faraón, mientras que quienes caían en la incredulidad, la desesperación y el miedo decían: “¡Sin duda seremos alcanzados [y aniquilados]!”, las palabras del Profeta Moisés (la paz sea con él) fueron: “¡No, en verdad! ¡Mi Sustentador está conmigo: Él me guiará!” En el Corán se nos informa del modo en que la forma de hablar del Profeta Moisés (la paz sea con él) refleja su fe en Allah:
(60) Y [los egipcios] les dieron alcance al amanecer; (61) y tan pronto como los dos grupos se avistaron, los seguidores de Moisés exclamaron: "¡Sin duda seremos alcanzados [y aniquilados]!" (62) Respondió: "¡No, en verdad! ¡Mi Sustentador está conmigo: Él me guiará!" (Corán, Los poetas, Ash-Shu‘ara', 26: 60-62)
Enfrentado a este dilema, el Profeta Moisés (la paz sea con él) confió y dependió únicamente de Allah, invitando a los que le rodeaban a hacer lo mismo. Allah le dijo al Profeta Moisés (la paz sea con él) que golpeara el mar con su vara y, cuando lo hizo, éste se partió en dos, proporcionando un paso seguro para los hijos de Israel. En cuanto a Faraón y su ejército, todos se ahogaron. Este episodio es un ejemplo de la ayuda que nuestro Señor da a quienes lo toman como custodio y sólo confían en Él.
Como en el caso de la historia del Profeta Moisés (la paz sea con él), de cada palabra de los creyentes se puede observar que no temen a nada ni a nadie excepto a Allah, confiando sólo en Él. En una aleya del Corán se nos informa de que a los creyentes, cuando se les amenaza diciendo: "La gente se ha reunido contra vosotros; ¡así que temedles!" expresan su confianza en Allah diciendo: "¡Dios nos basta y que excelente protector es!":
Aquellos que fueron advertidos por la gente: "La gente se ha reunido contra vosotros; ¡así que temedles!" --pero esto no hizo sino aumentar su fe, y dijeron: "¡Dios nos basta y que excelente protector es!" (Corán, La casa de Imrán, Al ‘Imran, 3: 173)
Aquellos que deifican lo terrenal utilizan una manera de hablar que les es característica. Se percibe claramente en su discurso que han hecho de la vida en este mundo su mayor objeto de deseo. Algunos hablan con envidia, otros con avaricia, de las exquisiteces que los demás poseen. Estos deseos, que se encuentran escondidos en sus corazones, afloran debido a que ignoran tanto la verdad de la vida de este mundo como la del más allá; sin embargo, Allah nos dice en el Corán que las bendiciones de este mundo está hechas para probar a la gente.
Y sabed que vuestros bienes y vuestros hijos son sólo una prueba y una tentación, y que junto a Dios hay una recompensa magnífica. (Corán, El botín, Al-Anfal, 8: 28)
Como desconocen esta verdad, quienes no tienen fe son parciales con aquellos que poseen en este mundo más de lo que ellos tienen y les hablan de forma servil. Por ejemplo, cuando opinan sobre el coche y la ropa de una persona rica y famosa, les invade una profunda envidia, que se entremezcla con su sentimiento de inferioridad. Exhiben sus deseos con frases tales como “Si fuese tan rico como él”, “Si estuviese en su lugar” y “Tiene un coche tan bueno, ojalá fuese mío”. Pero, de hecho, Allah sabe que aquellos a quienes contemplan con envidia son (como ellos mismos) débiles y necesitados. Todo lo que poseen pertenece a Allah. Él pone a prueba a todo el mundo, a lo largo de nuestra vida, con las bendiciones que Nos otorga.
Puesto que saben que la verdadera y duradera vida es la del Más Allá, los creyentes se esfuerzan durante toda su vida en este mundo para poder conseguir su morada en el Paraíso. Desean las bendiciones de este mundo, tales como la riqueza y las propiedades, pero sólo para utilizarlas de forma que agrade a Allah, para mostrarle su gratitud y para exaltarle. Debido a esta excelencia moral, incluso si pierden algún bien mundano, o todas sus posesiones, no dejan paso a la pena o la desesperación. Consideran que es algo predestinado por Allah, y quieren que les dote de las verdaderas bendiciones y lo más refinado del Más Allá. Además, de todo lo que dicen se deduce que saben que Allah les proporciona el sustento y otras bendiciones en este mundo por Su misericordia y sabiduría. Una aleya del Corán nos informa de lo siguiente:
Dios concede abundante sustento, o lo restringe, a quien Él quiere; y esos [que han recibido abundancia] se complacen en la vida de este mundo --aunque, en comparación con la Otra Vida, la vida de este mundo no es sino un disfrute pasajero. (Corán, El trueno, Ar-Ra‘d, 13: 26)
Al no llegar a comprender que es Allah quien ha prescrito unos propósitos específicos, aquellos que se consagran apasionadamente a su riqueza y propiedades, interpretan los acontecimientos como orientados hacia el mundo. Por ejemplo, una persona, cuya riqueza y fama ambicionan puede, en el fondo, tener una baja moral. No obstante, quienes carecen de entendimiento no consideran que tenga una vil moral en absoluto, ni piensan en lo que se encontrará en el Día del Juicio Final, y posiblemente no vean ninguna falta en desear la riqueza o reputación de esa persona.
Por el contrario, los musulmanes ven la verdad de la vida de este mundo e intentan lograr la aprobación de Allah para conseguir la vida futura. Por esta razón, su manera de hablar refleja de forma habitual que conocen esta realidad. Como ejemplo, el Corán cita el caso de cierta gente envidiosa de la riqueza de un hombre llamado Qarun:
En verdad, Qarún pertenecía al pueblo de Moisés; pero se impuso arrogantemente a ellos --simplemente porque le habíamos dado tales riquezas que sólo sus cofres habrían sido, ciertamente, una carga demasiado pesada para un grupo de diez, o más, hombres fuertes. (Corán, La historia, Al-Qasas, 28: 76)
Adictos a la vida de este mundo y, por dicho motivo, incapaces de catalogar acertadamente a Qarun como el malhechor que era, estas personas decían lo siguiente cuando contemplaban su fortuna:
Y se presentó ante su pueblo con sus mejores galas; [y] los que sólo ansiaban esta vida decían: "¡Ojalá tuviéramos tanto como le ha sido dado a Qarún! ¡En verdad, tiene una suerte extraordinaria!" (Corán, La historia, Al-Qasas, 28: 79)
Los musulmanes les recordaron que quien le había dado a Qarun sus posesiones era nuestro Señor, y que su destino real estaba en la vida del Más Allá; no obstante, quienes no hablaban con la moral que es característica a los musulmanes se quedaron impresionados por la riqueza de Qarun y se comportaron ignorantemente. El Corán nos relata el aviso que los musulmanes les dieron a dichas personas:
Pero aquellos a quienes había sido dado el verdadero conocimiento dijeron: "¡Ay de vosotros! El mérito ante Dios es mucho mejor para quien llega a creer y obra con rectitud: pero sólo quienes son pacientes en la adversidad pueden lograr esta [bendición]." (Corán, La historia, Al-Qasas, 28: 80)
En el Corán se nos relata que Qarun y su casa fueron abatidos debido a su inmoralidad. Después de esto, quienes al principio habían envidiado a Qarun vieron que era impotente ante Allah, y se dieron cuenta de su error, respondiendo esta vez como musulmanes:
(81) Y entonces hicimos que la tierra se lo tragara junto con su casa; y no tuvo el auxilio de nadie contra Dios, ni era de los que pueden socorrerse a sí mismos.
(82) Y por la mañana, los que apenas el día anterior habían anhelado estar en su lugar exclamaron: "¡Ay [que no supimos ver] que es en verdad [sólo] Dios quien da el sustento en abundancia, o en medida escasa, a quien Él quiere de Sus criaturas! ¡De no haber sido por la gracia de Dios con nosotros, podría haber hecho que [la tierra] nos tragara a nosotros también! ¡Ay [que olvidamos] que quienes niegan la verdad jamás pueden alcanzar la felicidad!" (Corán, La historia, Al-Qasas, 28: 81-82)
Como se nos dice en esta aleya: Que sus riquezas o [la felicidad que puedan obtener de] sus hijos no provoquen tu admiración: Dios quiere sólo castigarles por medio de ello en esta vida y [hacer] que sus almas partan mientras [siguen aún] negando la verdad." (Corán, El arrepentimiento, At-Tawba, 9: 55), los musulmanes muestran que no ambicionan la riqueza de este mundo, y que son personas que siempre piensan en Allah y su morada final en el Más Allá, lo cual se refleja en todos sus actos y en su forma de hablar. Esta firme moral de los musulmanes tiene su recompensa, por la gracia de Allah, en este mundo así como en el Más Allá. Allah nos dice que garantizará bendiciones y las mejores recompensas tanto en este mundo como en el otro a aquellos que se purifican de las ambiciones mundanas y aspiran a lograr Su aprobación:
Y a todo aquel --sea hombre o mujer-- que haga buenas obras, y además sea creyente --le haremos vivir una buena vida; y, ciertamente, concederemos a esos su recompensa con arreglo a lo mejor de sus acciones. (Corán, La abeja, An-Nahl, 16: 97)
Uno de los aspectos más marcados en la manera de hablar de un musulmán es el escrupuloso cumplimiento de no traspasar las fronteras entre lo lícito e ilícito según lo prescribe el Corán. Con la aleya: "[El triunfo de] aquellos que se vuelven [a Dios] arrepentidos [cada vez que han pecado] y que [Le] adoran y alaban, y persisten [en buscar Su complacencia], y se inclinan [ante Él] y se postran en adoración, y ordenan la conducta recta y prohíben la conducta inmoral, y guardan los límites prescritos por Dios. Y da [Oh Profeta] la buena nueva [de la promesa de Dios] a todos los creyentes. " (Corán, El arrepentimiento, At-Tawba, 9: 112), Allah ordena la adhesión a estos límites.
Así como los creyentes buscan evitar lo que Allah ha prohibido y cumplir lo que ha ordenado, también deben observar los mismos límites en su forma de hablar durante toda su vida. No deben defender o apoyar con sus palabras ningún comportamiento al que Allah les haya ordenado renunciar. También deben hablar de modo que alaben el comportamiento que Allah aprueba. Por ejemplo, los creyentes saben que Allah desaprueba y ha prohibido el que se prive a los demás de sus derechos, haciendo que sea un beneficio injusto el pesar fraudulentamente las mercancías, el mentir y levantar falso testimonio, y por ello no tolera tales cosas. No pueden apoyar tácitamente a quien defiende un comportamiento pecaminoso al permanecer en silencio.
No se abstienen de decir lo que es cierto y está bien; al contrario, se complacen en explicar a los demás la moral que el Corán explicita. Nunca dan lugar a pensamientos tales como “Si me opongo a sus ideas, ¿tomarán medidas contra mí?” o “¿Qué pensarán de mí?”, ni permanecen en silencio porque, como se nos informa en la aleya: "Esta es una escritura divina que se ha hecho descender sobre ti --y que no haya duda acerca de esto en tu corazón-- para que adviertas con ella [a los extraviados], y amonestes a los creyentes." (Corán, La facultad del discernimiento, Al-A‘raf, 7: 2) incumbe a los creyentes amonestar a los demás basándose en el Corán. Por esta razón, explican a los demás la errónea forma de pensar que tienen y les exponen lo correcto utilizando evidencias tomadas del Corán. Al explicar que Allah desaprueba y prohíbe ciertos tipos de comportamiento, invitan a los demás a observar los límites impuestos por Él. Si se percatan de que aquellos a quienes hablan no hacen caso de sus consejos y, en vez de ello, lo que hacen es blasfemar sobre el Corán, obedecen el mandato de Allah al abandonar a tales personas. Allah lo relata en el Corán como sigue:
Cuando te encuentres a un grupo ocupado en charlas [blasfemas] acerca de Nuestros mensajes, apártate de ellos hasta que cambien de conversación; y si Satán hiciera que te olvidaras [de ti mismo], no permanezcas, una vez que hayas recordado, en compañía de esa gente malvada. (Corán, El ganado, Al-An‘am, 6: 68)
En otra aleya, se nos informa de que cuando los creyentes se encuentran cara a cara con gente que habla de forma ignorante, ellos se muestran honorables y respetuosos y pasan por su lado diciendo salaam (paz):
Pues, los [verdaderos] siervos del Más Misericordioso son [sólo] aquellos que caminan por la tierra con modestia, y que cuando los ignorantes se dirigen a ellos, responden con [palabras de] paz. (Corán, ,El criterio de la verdad, Al-Furqan, 25: 63)
En el Corán se nos relata que Satanás juró desviar a las personas del camino de Allah. Puesto que Satanás se reveló contra Allah, Éste lo expulsó del Paraíso y lo maldijo. El objetivo de Satanás es incitar a los humanos a la rebelión, como él mismo hizo. Allah ha permitido que Satanás intente su propósito hasta el final de los tiempos, pero le advirtió de que sería incapaz de influenciar a los verdaderos creyentes.
Con el fin de desviar a las personas del verdadero camino, Satanás urde variadas tretas y profiere diversos halagos pero, como se nos dice en la aleya: "En verdad, quienes son conscientes de Dios se acuerdan [de Él] cuando les importuna una oscura insinuación de Satán --y ven entonces [las cosas] con claridad" (Corán, La facultad del discernimiento, Al-A‘raf, 7: 201), Satanás no puede influenciar a quienes guardan a Allah en lo más querido de sus corazones. Cuando perciben cualquier provocación que Satanás dirige contra ellos, los creyentes buscan refugio en Allah y reconocen que no se trata más que de una de sus estratagemas.
Aquellos que tienen una fe débil se dejan engañar fácilmente por las tretas de Satanás. Aunque en la aleya se nos dice: "... el engaño de Satán es en verdad débil" (Corán, Las mujeres, An-Nisa', 4: 76), quienes no creen como debieran piensan que los engaños de Satanás son ciertos.
Las personas que no prestan atención a la existencia de Allah ni a la moral que se expone en el Corán actúan bajo la guía de Satanás. Piensan, se comportan y hablan de la manera que Satanás quiere. La retorcida lógica de Satanás rige cada decisión que toman y cada palabra que pronuncian. El propósito de Satanás es, al explotar a quienes le siguen, conducir a otros a una degradación moral general e imponer su propia y perversa moralidad dentro de sus corazones. Al utilizar sus bocas como si fuesen la suya propia, intenta que su inspiración alcance a otra gente.
La manera de hablar de quienes no se preocupan por la existencia de Allah tiene un particular aspecto satánico. Como si se tratase de los portavoces de Satanás, algunas personas emplean una forma de hablar engañosa, conduciendo a los demás lejos de Allah y de la moral del Corán, y viviendo en cambio según la moral que les destina al infierno. En tanto que estos modos pueden resultar engañosos y atractivos a veces, su principal objetivo consiste en presentar algo satánico y maléfico como razonable y lógico. En tales casos, estas personas confían invariablemente en palabras que se basan en una lógica equivocada. Con sus palabras, intentan hacer que quienes les rodean olviden la verdad del destino, la vida después de la muerte, el Día del Juicio Final y el castigo prometido de Allah. Utilizan una manera subrepticia de hablar para engañar a otros sobre la vida en este mundo. Fomentan afirmaciones falsas y engañosas para embotar la conciencia del que escucha y someterle. En lo que se refiere a la fe en Allah y vivir de acuerdo con la moral claramente detallada en el Corán, se empeñan secretamente en inducir ocultamente la duda y la desconfianza en los corazones de las gentes. Los métodos que usan son, a menudo, muy ladinos; la mayoría de las veces intentan implantar pensamientos delictivos en el subconsciente de las personas e influenciarles hasta el punto de que se habitúen a tales ideas. Por esta razón, quienes actúan como portavoces de Satanás, o quienes hablan bajo su influencia, no suelen defender un comportamiento diabólico abiertamente. En lugar de eso, intentan engañar a otros sin reconocerlo. Abordan las cuestiones indirectamente a través de tortuosos enfoques; del modo más oculto, intentan implantar la duda en los demás. El Corán nos relata estos variados métodos y tácticas que usa Satanás:
(16) [Y entonces Iblis] dijo: "Ya que me has frustrado, ciertamente he de acecharles en Tu camino recto, (17) y ciertamente he de atacarles abiertamente y en formas que no sospechan, por su derecha y por su izquierda: y verás que la mayoría no son agradecidos." (Corán, La facultad del discernimiento, Al- A‘raf, 17: 16-17)
(119) y he de extraviarles, y he de llenarles de vanos deseos; y he de instigarles y cortarán las orejas al ganado [como sacrificio a los ídolos]: y he de instigarles y corromperán la creación de Dios!" Pero quienes toman a Satán por patrón en vez de a Dios, ciertamente han incurrido en una perdida total: (120) les promete y les llena de vanos deseos: pero cuanto Satán les promete es sólo para engañarles. (Corán, Las mujeres, An-Nisa', 4: 119-120)
Como afirman estas aleyas, el objetivo principal de Satanás es desviar a la gente del camino de Allah. Quienes se apegan a Satanás y actúan en su nombre emplean sus mismas tácticas. Intentan evitar que los demás interpreten los acontecimientos según la guía del Corán. Al enfatizar lo negativo en vez de lo positivo, intentan hacer que la gente olvide ver que hay algo bueno en lo que se les ha destinado, como en todas las cosas. Se afanan en inducir a las personas al pesimismo, la desesperanza y el abatimiento. Por ejemplo, cuando llegan noticias de un accidente o una muerte repentinas, inmediatamente intentan hacer que a la otra persona hable de forma que suponga una ofensa a nuestro Señor.
Cuando se enfrenta a tales noticias, quienes saben que la vida y la muerte están supeditadas a Allah hablan de modo que muestran sumisión y sincera devoción a Allah; dicen: “La decisión de Allah siempre es para mejor”.
De igual modo, una vez que los que se encuentran alejados de la fe se percatan de que les ha sobrevenido una enfermedad mortal puede que, bajo la influencia de Satanás, mencionen su desesperación y decepción. Al manipular a aquellos que se encuentran bajo su influencia, Satanás intenta, encubiertamente, implantar en sus mentes el sentimiento de que la tristeza y la falta de confianza en Allah resultan algo razonable; por el contrario, los que hablan como musulmanes siempre son optimistas y respetuosos con Allah, incluso en los momentos más difíciles. No importa lo grave que sea la enfermedad que han contraído, hablan con la confianza y la sumisión que emana del saber que el poder de Allah no tiene límites. El que los creyentes se expresen con tal optimismo invita a los que les rodean a actuar con una confianza similar en Allah, así como a hablar con el mismo optimismo.
Quienes tienen fe en Allah reconocen cuando se dice algo bajo la influencia de Satanás y, en cualquier situación, lo exponen sin temor o represalia, sin aprobarlo nunca. Saben que el castigo en la otra vida para quienes actúan como portavoces de Satanás será similar al fijado para el mismo Satanás. Por ello, no caen en su trampa; se refugian en Allah inmediatamente y, al hablar según el Corán, al final hacen que los esfuerzos de Satanás no fructifiquen.
Gracias a su forma de hablar, los creyentes intentan vivir lo mejor que pueden según la moral que explica el Corán y animar a los demás a llevar una vida dentro de dicha moral. Ésta es la razón por la cual, en el Corán, se les advierte de que son responsables de decir a los demás que se comporten bien, disfrutando de lo bueno y prohibiendo lo malo.
Y para que de vosotros pueda salir una comunidad [de gente] que llame al bien, ordenando la conducta recta y prohibiendo la conducta inmoral: ¡y esos, precisamente, serán los que alcanzarán la felicidad! (Corán, La casa de Imrán, Al ‘Imran, 3: 104)
Como manda esta aleya, los musulmanes intentan dirigirse unos a otros y a otras personas hacia la moral que aprueba Allah. En el Corán, se alecciona a los creyentes a pronunciar "las palabras más hermosas”. Por esto, los creyentes se expresan utilizando su inteligencia y su conciencia del mejor modo posible e intentan encontrar las palabras que sean más útiles a las personas con las que hablan. Sabiendo que la falta de conocimiento o la ignorancia de los demás provienen de lo alejados que se encuentran del Corán, se acercan a ellos hablando de un modo lleno de compasión y misericordia. No olvidan que, antes de que ellos mismos aprendieran la moral del Corán, eran propensos a un comportamiento incorrecto o que han sido capaces de llegar a la perfección moral gracias únicamente a la compasión de Allah.
Además, cuando explican la religión, nunca hablan de modo que obliguen a los demás. Como se esboza en esta aleya del Corán: "(21) Exhórtales, pues, [Oh Profeta]; tu tarea es únicamente exhortar: (22) no puedes obligarles [a creer]" (Corán, El suceso sobrecogedor, Al-Ghashiyya, 88:21-22), la responsabilidad de los musulmanes sólo radica en aconsejar utilizando el lenguaje más bello y hablar sabiendo que es Allah el único que, al final, guía. Intentan hablar de “la forma más amable”, puesto que así se les aconseja que lo hagan en otra aleya del Corán: "Llama[a toda la humanidad] al camino de tu Sustentador con sabiduría y con una excelente exhortación, y razona con ellos de la forma más amable" (Corán, La abeja, An-Nahl, 16: 125)
Como se les recuerda en otra aleya: "… amonéstales y háblales de sí mismos de forma grave e incisiva" (Corán, Las mujeres, An-Nisa', 4: 63), los musulmanes apelan a las consciencias de quienes han caído en el error, pero de modo franco, utilizando palabras inequívocas y efectivas. Nunca se expresan con arrogancia o complejo de superioridad. Utilizan una manera de hablar mesurada, siempre respetuosa, y ofrecen puntos de vista positivos y constructivos a aquellos que aconsejan. Mantienen conversaciones que, gracias a su inteligencia y sinceridad, atraen a esas personas. Al advertir a otros que abandonen el error en que se encuentran inmersos y al contarles (para dirigirles hacia un mejor modo de comportarse) cosas sobre la otra vida ,el Día del Juicio y que Allah escucha cada palabra que pronuncian y ve todo lo que hacen les invitan a hacer caso de Allah.
Sin embargo, aunque los creyentes sean realmente sinceros en sus esfuerzos, puede que la otra parte no sea capaz de entender lo que se le explica, o simplemente no quieran aceptarlo. A pesar de todo, los creyentes nunca caen en la desesperanza o en la desesperación. Su obligación consiste en cumplir con la tarea de comunicar el mensaje de Allah (que Él mismo describe como una forma de adoración) de la mejor manera posible; la responsabilidad de seguir sus consejos o no recae únicamente en aquellos a quienes se les habla. Los creyentes nunca olvidan que es Allah quien les guía, como se nos dice en la siguiente aleya del Corán:"En verdad, tú no puedes guiar a todos aquellos a los que amas: sino que Dios guía a quien quiere [ser guiado]; y es Él quien mejor sabe quienes se dejan guiar." (Corán, La historia, Al-Qasas, 28: 56)