Hablar Para Alabar Y Exaltar A Allah

En la aleya: si les preguntas: "¿Quién ha creado los cielos y la tierra, y ha hecho que el sol y la luna estén sujetos [a Sus leyes]?" --seguro que responden: "Dios. "¿Cómo es que han llegado a deformarse sus mentes? (Corán, La araña, Al-Anqabut, 29: 61), Allah señala a ese tipo de personas que se encuentran alejados de la verdad, a pesar de que son conscientes de que es Él quien les creó, y de que sólo Él puede sustentarles. Uno de los rasgos principales de los creyentes (que están bendecidos con la verdadera fe) es que demuestran su fe sincera en Allah y su devoción a Él en cada aspecto de sus vidas, en cualquier tiempo y bajo cualquier circunstancia, y con cada palabra y acto. Aman a Allah más que a nadie o a nada en este mundo. Temen el poder, conocimiento, arte y sabiduría de Allah. Quieren ganar Su aprobación mientras se encuentran en este mundo. Intentan acercarse lo más posible a Allah y ser los más amados de Sus siervos en toda la historia.

Este amor profundo se refleja en su forma de hablar. Utilizan cada una de sus palabras con el fin de recordar y exaltar a Allah, y de ganar Su aprobación. El amor que sienten por Allah es mucho mayor que su amor a las personas, y se observa claramente por su manera de hablar que cuando quieren a los demás lo hacen sólo por Allah. Saben que es Allah quien creó a la humanidad, y que es Él quien les ofrece todas las bendiciones de este mundo. Por tanto, todo lo bello que ven, todo favor que les hacen y cada expresión de afecto hacia ellos es una bendición que proviene de Allah. Todas son manifestaciones del amor, misericordia y compasión de Allah por Sus siervos. Como tales, deberíamos ser agradecidos sólo a Allah y mostrarle sólo a Él nuestra gratitud. Al reconocer esta verdad, los creyentes hablan de tal forma que se hace evidente que saben que se debe exaltar a Allah por encima de todo y de todos. En el Corán, el amor de los creyentes por Allah y su devoción hacia Él se expresan de la siguiente manera:

Y aún así, hay gentes que eligen creer en seres que supuestamente rivalizan con Dios, y les aman como [sólo] Dios debe ser amado: pero los que han llegado a creer aman a Dios por encima de todo. (Corán, La vaca, Al-Baqara, 2: 165)

Como indica esta aleya, quienes no llegan a comprender esta verdad aman a las criaturas que idolatran aparte de Allah como deberían amar al mismo Allah. En la forma de hablar de estas personas a menudo hallamos que utilizan palabras que revelan su incapacidad de apreciar a Allah con la debida apreciación que se le debe, así como su falsa estima por otros seres. Algunos hablan del dinero, propiedades, reputación u otra gente que admiran de modo que los presentan como iguales a Allah. Algunos dicen que creen en Allah, pero emplean un lenguaje que, en cambio, demuestra que colocan a sus amigos por encima de Él. Cuando se encuentran con alguien que habla de Allah de modo inapropiado no les importa ni advierten al culpable. Pero cuando se dice una sola palabra en contra de aquellos que quieren, se oponen a ella inmediatamente. No permiten que se diga una sola palabra en contra de sus seres queridos o que se les inflinja ninguna injusticia.

Este comportamiento incorrecto expone la falta de sinceridad de quienes claman que tienen fe en Allah y, sin embargo, dicha fe no se encuentra en sus corazones. Los verdaderos creyentes aman a Allah más que a nada, le exaltan con sus palabras y lo tienen por encima de cualquier otra cosa. Nunca participan en las burlas de quienes hablan en contra de Allah o de Su religión. Si tienen una oportunidad de explicar la verdad a estas personas, lo hacen; pero si los otros están empeñados en no hacer caso de sus advertencias, entonces, en ese caso, no tienen culpa de su lenguaje hostil y blasfemo.

Tales creyentes no se permitirán ver una película o escuchar una canción cuyo contenido esté en abierta oposición al criterio de Allah. No toman parte en ninguna discusión de ese tipo porque Allah les advierte en el Corán:

Y, en verdad, Él os ha ordenado en esta escritura divina que cuando oigáis a la gente negar la verdad de los mensajes de Dios o burlarse de ellos, evitéis su compañía mientras no cambien de conversación ‑-pues si no, ciertamente, os haréis como ellos. Ciertamente, junto a los que niegan la verdad, Dios reunirá en el infierno a los hipócritas. (Corán, Las mujeres, An-Nisa', 4: 140)

Los musulmanes que actúan conscientes de lo dicho adoptan, defienden y apoyan la moral del Islam en cualquier momento y situación, y durante toda su vida. Muestran su fe en Allah, y su respeto hacia Él, por encima de todo lo demás, con cada una de sus palabras y de sus actos.

Hablar Sabiendo Lo Desvalido Que Se Está Ante Allah

Con las siguientes palabras del Corán: "(1) ¡Lee en el nombre de tu Sustentador, que ha creado – (2) ha creado al hombre de una célula embrionaria! (3) ¡Lee –que tu Sustentador es el Más Generoso! (4) Ha enseñado [al hombre] el uso de la pluma --(5) enseñó al hombre lo que no sabía. (6) ¡Pero no! En verdad, el hombre se vuelve sumamente soberbio (7) cuando se cree autosuficiente: (8) ciertamente, todos habrán de retornar a su Sustentador." (Corán, La célula embrionaria, Al-‘Alaq, 96: 1-8) Allah nos hace ver que algunas personas, a pesar de su impotencia, pueden olvidar y preocuparse en exceso por ellas mismas. En realidad, hay algunos que pueden reaccionar con ingratitud hacia Allah sin tener en cuenta que es Él quien los creó o que es Él quien les dio esas cualidades de las que se sienten tan orgullosos.

De hecho, todos los seres humanos, sin excepción,dependemos en cualquier ocasión de la protección y la misericordia de Allah. Además de facultades tales como la vista, el oído, el habla, el andar y el movimiento, hay en todo momento una enormidad de sistemas internos trabajando en nuestro cuerpo sin que nos demos cuenta, pero sin los que no podemos vivir. Sólo necesitamos reflexionar un poco sobre estas cuestiones para darnos cuenta de lo desvalidos que estamos ante Allah.

A pesar de estas verdades, algunos sólo se acuerdan de Allah cuando se enfrentan a un problema o a una dificultad. Por ejemplo, una persona que está sentada en un bote y que estaba segura de volver a la orilla, se vuelve presa del pánico cuando un violento viento arremete contra su bote y empieza a balancearse de un lado a otro. De igual modo, las turbulencias que se sienten en un avión o el más mínimo fallo técnico pueden hacer que una persona sienta un gran temor. En situaciones como estas, cuando se dan cuenta de su impotencia ante Allah, y de que sólo Allah les puede rescatar de la dificultad, se vuelven a Él y se ponen a rezar. Incluso alguien que, hace apenas un momento, se paseó arrogantemente al lado de los demás pasajeros del aeropuerto se da cuenta de inmediato de lo impotente que es ante tal peligro y de que por el poder de Allah puede perder todo lo que posee en un instante.

El Corán nos cuenta cómo la gente se vuelve a Allah con un sometimiento total en períodos de dificultad pero, cuando el peligro desaparece, vuelven irreverentemente a su anterior y engrandecido yo:

(67) Y siempre que os sobreviene el peligro en el mar, todos esos [poderes] a los que soléis invocar os abandonan, [y nada os queda] excepto Él: pero tan pronto como os pone a salvo en tierra firme, os apartáis [y os olvidáis de Él] --pues, ¡en verdad, el hombre es del todo desagradecido!
(68) ¿Podréis sentiros jamás seguros de que Él no haga que una extensión de tierra os trague, o de que no envíe contra vosotros una mortal tormenta de arena, siendo así que no hallaríais entonces ningún protector?
(69) O, ¿podréis, quizá, sentiros seguros de que Él no os devuelva otra vez al mar, y envíe contra vosotros una tempestad huracanada, y os ahogue en pago a vuestra ingratitud --siendo así que no hallaríais entonces quien os defendiera de Nosotros? (Corán, El viaje nocturno, Al-Isra', 17: 67-69)

Como se nos cuenta en estas aleyas reveladas por Allah, una persona sola no tiene poder de ninguna clase. Allah nos recuerda esta verdad en otra aleya:

(37) Y no camines por la tierra con arrogante presunción: pues, ¡ciertamente, nunca podrás hender la tierra, ni crecer tan alto como las montañas! (38) La maldad de todo esto es detestable a los ojos de Dios. (Corán, El viaje nocturno, Al-Isra', 17: 37-38)

Un musulmán es quien es consciente de esta impotencia en todo momento y lugar. Las palabras que utiliza reflejan su total fe en esta verdad. Incluso aunque alguien fuese la persona más guapa del mundo, quien comprende la grandeza de Allah nunca piensa que su belleza se debe a ella misma. Habla sabiendo que su apariencia es el resultado del arte de Allah, y de que se la puede arrebatar en cualquier momento, si Allah así lo desea. Nunca diría: “Esta belleza forma parte de mí y, si me cuido, nada cambiará”, reconociendo que no puede reclamar esta bendición para sí.

Sabe que un simple virus o microbio invisible al ojo humano, o un pequeño accidente pueden destruir su belleza, y que estas cosas están bajo el control de Allah. Por dicho motivo, utiliza una manera de hablar que muestra de modo habitual su gratitud hacia Él, y que Le exalta. Si alguna otra persona elogiase su sabiduría o su belleza, respondería recordándole la suprema belleza, poder infinito, inteligencia y magnificencia de Allah. Insistiría en que es bello sólo porque Allah así lo ha querido, y que él es sólo un pequeño reflejo de Su infinita belleza o inteligencia, exaltando así a Allah.

Los creyentes ponen de manifiesto en todos los aspectos de su comportamiento que conocen sus debilidades ante Allah. Un creyente devoto nunca habla de forma que pueda humillar a la persona que piensa tiene menos medios que él. Ni tampoco, basándose en su buen aspecto, habla despectivamente o para hacer daño a alguien que es menos agraciado que él. Del mismo modo, no adopta el modo de hablar de quienes desprecian a los pobres porque ellos son ricos, ni de los que discriminan a los demás que pertenecen a una clase social inferior porque ellos tienen poder, ni de los que humillan a las personas discapacitadas intelectualmente porque ellos son inteligentes. Actúa sabiendo que, en la prueba por la que se le hace pasar en la vida de este mundo, Allah ha determinado un destino diferente para cada persona y que, para Allah, la verdadera superioridad se mide en términos de fe y piedad. Por este motivo, y de acuerdo con la moral que se explica en el Corán, adopta la forma más respetuosa de hablar a quienes le rodean, ya sean ricos o pobres, poderosos o débiles. Al darse cuenta de que cualquier comportamiento contrario a éste implicaría que se siente superior, no a la gente sino a Allah, Le teme y busca refugio en Él. Esta característica de los creyentes se menciona en el Corán como sigue:

… Y haced el bien a vuestros padres, a los parientes, a los huérfanos, a los pobres, al vecino que es de vuestra gente y al vecino que es un extraño, al compañero que tenéis al lado, al viajero y a aquellos que vuestras diestras poseen. En verdad, Dios no ama a quienes, llenos de engreimiento, actúan de forma jactanciosa. (Corán, Las mujeres, An-Nisa', 4: 36)

Hablar Sabiendo Que Cualquier Tarea Se lleva A Cabo Con El Consentimiento De Allah

Otra característica de la forma de hablar que utilizan los creyentes es que, cuando hablan de algo que tienen que hacer, dicen: "insha'Allah," es decir: "Si Allah quiere." Cuando toman la decisión de realizar alguna tarea, adoptan todas las medidas necesarias, pero no olvidan que sólo la pueden llevar a cabo si Allah quiere. No importa lo mucho que queramos lograr algo, o hasta qué punto hemos hecho todo lo necesario, no lo realizaremos si Allah no lo desea. Este hecho se recuerda a los creyentes en el Corán:

(23) Y nunca digas de algo: "Ciertamente, lo haré mañana," (24) sin [añadir], "si Dios quiere." Y si olvidaras [mencionarlo en su momento, y luego te das cuenta], recuerda a tu Sustentador y di: "¡Puede que mi Sustentador me guíe a una consciencia más afín a la rectitud que esto!" (Corán, La cueva, Al-Kahf, 18: 23-24)

Para entender la importancia de este recordatorio, Allah proporciona un gran número de ejemplos en la vida diaria de una persona. Por ejemplo, alguien puede pensar que es seguro que tendrá unas vacaciones (que ha planeado con antelación, y ya tiene las reservas y ha pagado). Parece que no existe ninguna razón para que se cancelen sus vacaciones. La familia se va pronto a la cama la noche antes del vuelo, que sale por la mañana temprano, sale de casa teniendo en cuenta las condiciones del tráfico, y comprueba una y otra vez si tienen los billetes; pero no volarán si Allah no quiere. El éxito del plan se puede ver truncado por una enfermedad repentina, un accidente de tráfico, un retraso en el vuelo o una emergencia inexcusable que tiene prioridad sobre las vacaciones.

Si la familia hizo planes sin confiar en Allah, diciendo “Haremos esto si Allah quiere”, se sentirán terriblemente decepcionados si encuentran algún obstáculo. Puesto que creen, falsamente, que cualquier tarea se puede llevar a cabo sin el consentimiento de Allah, quienes han planeado sus vacaciones se irritarán y refunfuñarán porque no se han podido marchar de vacaciones como esperaban. Sin embargo, no tienen en cuenta que, si se hubieran ido, podrían haber sufrido un accidente inesperado, o encontrarse con alguna desgracia impredecible y que, por el contrario, el no haber podido llevar a cabo sus planes en realidad puede haber sido una bendición para ellos en muchos sentidos. Aferrarse a su error de creer lo contrario sólo puede ocasionar ansiedad tanto en este mundo como en el otro.

Los musulmanes saben que Allah lo ha creado todo con un propósito y para bien. Por tanto, si la familia de nuestro ejemplo es creyente y procede asumiendo que pueden ir de vacaciones sólo si Allah así lo desea, no se sentirán defraudados en absoluto si se cancelan. Experimentan la paz de espíritu y el consuelo de saber que lo que es mejor y más beneficioso para ellos depende de la voluntad de Allah.

Al decir: “¿Quién sabe el beneficio que esto puede llevar implícito?”, reconocen que al final debe haber algo de bueno en ello y también muestran a quienes les rodean cómo deben pensar y hablar los verdaderos creyentes. Puesto que se han entregado a Allah y comportado de modo que demuestran su gratitud y sumisión a Él, disfrutan de la esperanza de la recompensa que tendrán (tanto en este mundo como en el Día del Juicio Final) por la actitud que mostraron.

Emplear El Corán Como Guía En La Forma De Hablar

En la siguiente aleya del Corán: "Una escritura divina [es ésta --una revelación] que hemos hecho descender sobre ti para que saques a toda la humanidad, con la venia de su Sustentador, de las tinieblas a la luz: al camino que lleva al Todopoderoso, el Digno de Toda Alabanza." (Corán, Abraham, Ibrahim, 14: 1), Allah explica que una de las bendiciones que se nos dispensa al haber enviado el Corán es "para que saques a toda la humanidad, con la venia de su Sustentador, de las tinieblas a la luz."

El Corán ha estado bajo la protección de Allah desde que fue revelado por vez primera hasta el presente, y no ha sufrido ninguna alteración. Se envió como admonición y aviso a las personas; para los creyentes, es la fuente de cura, guía y una misericordia. Sus palabras son las más nobles; distinguen el bien del mal y guían a quienes las siguen hacia el verdadero camino.

Quienes comprenden la sabiduría divina del Corán lo toman como guía. Puesto que han aceptado las aleyas del Corán con todo su corazón, la moral expuesta en él se refleja siempre en su forma de hablar. En cada etapa de sus vidas, ya tomen una decisión, o hablen, u ofrezcan una interpretación de alguna cuestión, utilizan el Corán como guía de manera habitual. Por tanto, cada palabra, cada decisión y cada consejo que ofrecen es de acuerdo al Corán. Quienes hablan utilizando el Corán como guía participan invariablemente en cualquier conversación del mejor modo posible, porque las aleyas del Corán reconstruyen y erradican cualquier tipo de lógica equivocada, sacando la verdad a la luz. Allah lo explica en la siguiente aleya: "Por el contrario, [por el acto mismo de la creación] lanzamos a la verdad contra la falsedad, y la aplasta: y, ¡he aquí! que se desvanece. " (Corán, ,Los profetas, Al-Anbiya', 21: 18)

Las palabras que se pronuncian según la moral explicada en el Corán son cura y misericordia para los sinceros. Quienes las escuchan con la intención de beneficiarse de sus consejos, o para obtener un buen provecho de ellas, o para analizar la sabiduría que encierran, encuentran la verdad por medio de estas conversaciones (si Allah así lo desea).

Además, la forma de hablar de quienes lo hacen según la guía del Corán adquiere sabiduría. Cada ejemplo que utilizan, cada punto sobre el que llaman la atención, y cada detalle que enfatizan, resultan efectivos e incitan a la reflexión. Animan a quienes les escuchan a pensar sincera y honestamente, y a ejercitar sus conciencias. Puesto que su discurso es sincero, emana de sus corazones y defiende lo correcto, su poder para influenciar a los demás es grande. Quienes son capaces de evaluar lo que escuchan según su conciencia pueden verificar la verdad de sus afirmaciones con certeza.

Quienes escuchan pero no son sinceros y lo hacen con prejuicios no desean ver la sabiduría y la verdad que encierran las palabras de los creyentes sino que tratan de distorsionarlas por medio de la calumnia. Incapaces de comprender que se trata de la sabiduría de las aleyas del Corán la que ha reforzado el discurso de los creyentes, intentan explicarlo por medio de suposiciones ridículas. El hecho es que estos efectos están inducidos por la fe y resultan fácilmente accesibles para todos aquellos que se amoldan al Corán y lo aceptan como guía. Sin embargo, esto es algo que los incrédulos no llegan a comprender.

En el Corán hay una serie de ejemplos de lo que acabamos de exponer. Por ejemplo, cuando se enfrentaban a la franqueza y sabiduría del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), los incrédulos y paganos se mostraban altamente consternados. En un corto período de tiempo, el mensaje de nuestro Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) conmovió e impresionó a un gran número de personas, y su obediencia y sumisión a dicho mensaje causaron una enorme consternación entre los incrédulos. Puesto que no podían comprender las aleyas del Corán, que impregnaban las afirmaciones de nuestro Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) de sabiduría y efectividad o, mejor dicho, como rehusaban aceptarlas, buscaban avivar falsas acusaciones en su contra, tales como que era un mago o simplemente un poeta. De hecho, como pasa con todos los seres humanos, fue Allah quien inspiró en los Profetas el poder de su discurso. En las aleyas del Corán se afirma:

(2) Vuestro paisano no se ha extraviado, ni se engaña, (3) ni habla por capricho: (4) eso [que os transmite] no es sino una inspiración [divina] con la que está siendo inspirado. (Corán, El despliegue, An-Najm, 53: 2-4)

Como podemos comprobar por estas aleyas, las palabras de nuestro Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) no sólo fueron extremadamente efectivas sino que estaban impregnadas de sabiduría, porque recitaba del Corán, un libro que es la palabra de Allah. Era Allah Quien impartía la fe e influenciaba los corazones de quienes escuchaban sus palabras y creían. Quienes no aprecian la grandeza de Allah cometen un grave error, buscando vanamente lograr influencia y sabiduría por otros medios.

Hablar Sabiendo La Certitud Del Destino Y La Verdad De Que Existe Algo Bueno En Todas Las Cosas

Allah ha dispuesto un destino específico para cada ser viviente. Todo lo que las personas experimentan a lo largo de sus vidas, o cada tarea que llevan a cabo, o cada palabra que pronuncian, lo predeterminó Allah antes incluso de que nacieran. Además, puesto que Allah está por encima de la noción del tiempo, la vida de todas las cosas se experimenta y concluye ante Él. Sin embargo, una persona que se encuentra atada a dicha noción sólo puede experimentar la vida a través del tiempo (siguiendo el orden del calendario). Al igual que alguien que hoy cumple cuarenta años ha vivido cuarenta años, los cuarenta años que le quedan (asumiendo que el promedio de vida de una persona sea de ochenta años) los abarca Allah. Sin embargo, un humano sólo puede ser testigo y experimentar estos acontecimientos a través del tiempo, o durante el período de cuarenta años que se extiende ante él.

En resumen, lo que describimos como futuro, o la secuencia de eventos que están aún por ocurrir, ya ha empezado y terminado para la eterna sabiduría de Allah. Todo lo que ya ha ocurrido ante Allah constituye el destino de una persona. A todo el mundo se le otorga un destino del que no puede escapar. Así como no podemos cambiar el pasado, no podemos cambiar el futuro, porque ambos ya han ocurrido para Allah. Sin embargo, algunas personas, como no disponen de esta clarividencia, creen que su futuro se encuentra en sus propias manos. Por tanto, al no creer en el destino, caen en el error de asumir que pueden darle forma. Pero toda la vida de una persona es como una película que ya se ha rodado. Si una persona contempla lo que ocurre mientras ve la película, no puede cambiar el guión o intervenir en ella; por tanto, de modo análogo, es imposible que esa persona interfiera en los acontecimientos que tienen lugar según su destino.

En el Corán se nos dice que Allah ha ordenado con antelación un destino específico para todos y cada uno de los individuos y que nadie experimentará nada de lo que no haya sido prescrito.

Ciertamente, lo hemos creado todo en su justa medida y proporción. (Corán, La luna, Al-Qamar, 54: 49)

(22) No ocurre calamidad alguna en la tierra, o en vosotros mismos, que no esté [registrada] en Nuestro decreto antes de que la causemos: realmente, todo esto es fácil para Dios. (23) ¡[Recordad esto,] para que no desesperéis por lo [bueno] que se os ha escapado ni os alegréis [en exceso] por lo [bueno] que os ha llegado: pues Dios no ama a los que, por vanidad, actúan de forma jactanciosa. (Corán, El hierro, Al-Hadid, 57: 22-23)

Como explican estas aleyas, se ha creado un destino específico no sólo para cada uno de los seres humanos sino para todas las criaturas animadas e inanimadas, es decir, para todas las cosas. Desde la mesa de madera que tienes en tu casa hasta los zapatos que calzas, desde el plantel de rosas de tu jardín hasta la ropa que tienes en tu armario, desde tus amigos hasta tu gato, todo lo que existe está sujeto al destino que Allah ha determinado Ya están predeterminadas las etapas por las que pasarás tú y las cosas que te pertenecen, como la mesa, el plantel de rosas y tus amigos. Por ejemplo, ya se sabía, en la eternidad que existe ante Allah, quien plantaría la semilla del árbol con el que se hizo la mesa, durante cuanto tiempo y bajo qué condiciones crecería el árbol, cuándo, cómo y quién lo cortaría, a qué aserradero lo llevarían, a qué medida lo cortarían, de qué clase y forma sería la mesa, el que tú decidieras comprarla, dónde la encontrarías, cuándo y en qué lugar de la casa la pondrías, qué comidas tomarías en ella, con quién hablarías sentado a ella y a quién escribirías sobre ella, porque Allah determinó todo ello antes de que nacieses y sabía, como en un único y trascendente momento, cuándo se llevaría a cabo. Sin embargo, tú sólo conocerás todo esto conforme ocurra, secuenciado en el tiempo.

Si una persona no está informada de la realidad del destino, o no comprende esta realidad en su totalidad, puede que actúe sin considerar que está cumpliendo con el destino establecido para él, y se desvíe del buen camino por la secuencia de los hechos que experimenta. Por ejemplo, cuando va a comprar una mesa de comedor para su casa, mira en docenas de tiendas, cambia de opinión una y otra vez, piensa detenidamente, intercambia ideas y discute sus opciones con los que están a su alrededor. Al final, cree que ha tomado una decisión fruto de su propia deliberación. Pero, de hecho, antes de que haya salido a comprar la mesa, ya estaba escrito en su destino la que iba a elegir; por tanto, únicamente buscó, encontró y compró la mesa que ya le estaba predestinada. El intercambio de ideas, las discusiones y dificultades en tomar una decisión también estaban predestinados según el destino que Allah le había prescrito.

Por esto, el que una persona sienta dolor, remordimiento, pena o miedo como respuesta a un suceso en particular, y que malgaste palabras tales como “Si hubiese hecho esto o aquello” o “Si no hubiese ido allí”, o preocuparse del futuro, resulta algo extremadamente inútil porque dicha persona está cumpliendo con una vida que ya ha comenzado y terminado, y los acontecimientos que lamenta son parte de su destino. Por ejemplo, cuando una persona lleva demasiados platos en las manos y se le caen y se rompen, puede que lo lamente diciendo: “Si no hubiese llevado tantos platos no se me hubiesen roto”. Pero lo cierto es que no sabe, o ha olvidado, que ya estaba decidido, para ese preciso instante, dónde y cómo se romperían cada uno de esos platos. De hecho, fue el destino el que los rompió, antes incluso de que los fabricaran o antes de que naciera la persona que iba a romperlos. Uno debería simplemente intentar tener en cuenta todos estos acontecimientos y aprender una lección, entendiendo la sabiduría que se esconde tras ellos. Sin embargo, sentir aflicción sobre estas cosas no tiene sentido porque no tenemos el poder de prevenir lo que nos va a ocurrir. En la siguiente aleya se nos dice que una persona no tiene la capacidad de impedir que se haga la voluntad de Allah:

Y [sabe que] si Dios te aflige con una desgracia, nadie sino Él podrá librarte de ella; y si desea un bien para ti, nadie podrá apartar Su favor: Él lo hace llegar a quien quiere de Sus siervos. Y sólo Él es realmente indulgente y dispensador de gracia. (Corán, Jonás, Yunus, 10: 107)

Aquellos que se rinden a su destino saben que al final hay algo bueno en todo por lo que Allah nos hace pasar, incluso aunque parezca algo adverso. Reconocen las bendiciones y la sabiduría que subyace en estos acontecimientos que Allah suscita y le están agradecidos. Si no pueden entenderlos al principio, confían en Allah y Le rezan para que les revele su propósito y la sabiduría que encierran. Si todavía no pueden entenderlos, quienes saben que se pondrán de manifiesto ante ellos el Día del Juicio Final viven con la tranquilidad y consuelo de saber con certeza que Allah es el señor de la justicia eterna, y que es compasivo y misericordioso.

La sumisión y devoción de estas personas se observa claramente en su forma de hablar. En ningún caso emplean palabras como: “¿Por qué ha pasado esto?” con referencia a los acontecimientos. Hablan sabiendo que Allah ha creado todo de la mejor manera posible, y que cualquier cosa que al principio pueda parecer negativa al final se convertirá en una bendición para ellos.

En el Corán, Allah nos recuerda esta verdad con la siguiente aleya: "pero puede ser que os desagrade algo y sea bueno para vosotros, y puede ser que améis algo y sea malo para vosotros: Dios sabe y vosotros no." (Corán, La vaca, Al-Baqara, 2: 216). Por tanto, cuando se enfrentan a una experiencia que parece un contratiempo, las palabras de los musulmanes sinceros deberían ser: “Mi Señor hace que todo ocurra con un propósito, ciertamente también debe haber algo bueno en esto”, o: “Allah ordenó que esto ocurriera para nuestro beneficio”. Nunca se quejan, como lo haría un ignorante: “¡Ay, qué lástima! ¿Cómo he podido hacer algo así?”, lamentándose de tal modo que sugiera una falta de sumisión y confianza en Allah.

Esta manera de hablar, sabiendo que todo y todos fuimos creados con un propósito específico, es importante para los musulmanes a lo largo de toda su vida. No excluyen nada, a nadie, ni a ningún acontecimiento de este saber. Comprenden que, cuando se enfrentan a un contratiempo, reflejan su ignorancia si hablan de modo que se opongan a su destino y, en vez de ello, piensan que lo que les ocurre es algo positivo para su destino. No importa si ellos, o algún otro, cometió un error; no dirán cosas tales como: “¿por qué lo hiciste?”, “no te habría pasado si no hubieses ido allí”. En vez de esto, habla como las personas que han comprendido la verdad en la aleya: "… y todo lo que os sobrevino el día en que se enfrentaron los dos ejércitos ocurrió con la venia de Dios …" (Corán, La casa de Imrán, Al-‘Imran, 3: 166). También saben que los resultados no deseados que acaecen debido a la falta de una toma de precauciones forma parte de su destino. Como alguien que ve una película una y otra vez, contemplando lo mismo escena tras escena. Por ese motivo, hundirse en la pena o el remordimiento y formular excusas ilógicas tales como “si hubiese ocurrido esto, habría ocurrido esta otra cosa” no tiene sentido. Lo que ocurrió fue para bien. Así, en el modo de hablar de un musulmán no tienen cabida la ira, furia, tensión, queja, disgusto, pánico, temor o preocupación.

Incluso ante los sucesos más difíciles y problemáticos, los creyentes intentan descubrir lo bueno que ocultan así como las posibles consecuencias que les podrían proporcionar beneficios, y habla de ellos con sinceridad. Quienes actúan como musulmanes ayudan a ahuyentar el pánico y las preocupaciones al influenciar positivamente a los que les rodean.

En el Corán, Allah indica a los creyentes la manera de hablar que se requiere en períodos de dificultad en la siguiente aleya: Di: "¡Nada nos puede sobrevenir salvo lo que Dios ha decretado! Él es nuestro Señor Supremo; y ¡qué en Dios pongan los creyentes toda su confianza!" (Corán, El arrepentimiento, At-Tawba, 9: 51)

En otra aleya, se llama nuestra atención al modo humilde en que hablan los creyentes, es decir, quienes saben que el destino o cualquier cosa que ocurre al final ha sido decretada para su beneficio: que cuando les sucede una desgracia, dicen: "En verdad, de Dios somos y, ciertamente, a Él hemos de volver." (Corán, La vaca, Al-Baqara, 2: 156).

La recompensa que Allah dará a aquellos que comprendan esta verdad se describe en esta aleya: "¡Sobre ellos se derraman la gracia y las bendiciones de su Sustentador, y ellos son los que están en el camino recto! ."(Corán, La vaca, Al-Baqara, 2: 157)

La forma de hablar de un creyente cuando dice, refiriéndose a su destino, que hay algo bueno en todas las cosas que ocurren es muy diferente del discurso “consolador”, “tranquilizador” o “de papagayo” de alguien que está alejado de la moral del Corán. Cuando se enfrentan a situaciones similares, algunos de los que no han adoptado la moral que divulga el Corán pueden usar expresiones tales como: “no hay mal que por bien no venga”. Sin embargo, existe una cierta diferencia en el modo como las emplean. Los musulmanes lo dicen de corazón, sinceramente, desde el fondo de sus almas y con carácter definitivo. No importa las veces que salga esa frase de la boca de quienes hacen gala de una moral corrompida, el hecho de que no la pronuncian como una creencia sincera se revela en la falta de confianza en Allah, que se refleja en su comportamiento.