El materialismo ya no puede suponer que es una filosofía científica.
Arthur Koestler, conocido filósofo social1
¿Cómo pasó a existir el universo infinito en el que vivimos?
¿Cómo se desarrollaron el equilibrio, la armonía y el orden de este universo?
¿A qué se debe que esta Tierra sea un lugar de refugio tan apropiado para vivir en ella?
Interrogantes como estos han suscitado cuestionamientos desde el amanecer de la raza humana.
La conclusión a la que llegaron los filósofos y científicos que buscaban respuestas por medio del intelecto y el sentido común, es que el diseño y orden de este universo son evidencias de la existencia de un Creador supremo que lo gobierna en su totalidad.
Esta es una verdad indiscutible a la que podemos llegar por medio del discernimiento. Dios manifiesta esta realidad en Su libro santo, el Corán, libro que El proyectó como una guía para la humanidad hace catorce siglos.
Dios comunica que creó el universo —el cual no existía hasta ese momento— con un propósito particular, con todos sus sistemas y equilibrios diseñados específicamente para la vida humana.
Dios invita a la gente a considerar esta verdad en los siguientes versículos:
¿Sois vosotros más difíciles de crear que el cielo que El ha edificado? Alzó su bóveda y le dio forma armoniosa. Obscureció la noche y sacó la mañana. Extendió, luego, la tierra… (Corán, 79:27-30).
En distintas partes del Corán se manifiesta que las personas deberían ver y considerar todos los sistemas y equilibrios en el universo, los cuales han sido creados para ellas por Dios, y sacar una lección de sus observaciones:
Y ha sujetado a vuestro servicio la noche y el día, el sol y la luna. Las estrellas están sujetas por Su orden. Ciertamente, hay en ello un signo para gente que reflexiona. (Corán, 16:12)
El Corán señala en otro versículo:
Hace que la noche entre en el día y que el día entre en la noche. Ha sujetado el sol y la luna, prosiguiendo los dos su curso hacia un término fijo. Ese es Dios, vuestro Señor. Suyo es el dominio. Los que invocáis en lugar de invocarle a El no pueden lo más mínimo. (Corán, 35:13)
Esta simple verdad manifestada por el Corán se confirma también por medio de varios de los importantes fundadores de la ciencia de la astronomía moderna.
Galileo, Kepler y Newton reconocieron que la estructura del universo, la disposición del sistema solar, las leyes de la física y sus distintos equilibrios, fueron creados por Dios, conclusión a la que arribaron como resultado de sus propias investigaciones y observaciones.
La realidad de la creación de la que hablamos ha sido negada o ignorada desde un principio por un particular punto de vista filosófico que se llama »materialismo«.
Dicha filosofía, formulada inicialmente por los griegos de la antigüedad, se ha presentado luego también en otras culturas de época en época. La misma sostiene que la materia existe por sí sola y que siempre fue así, es decir, que su existencia es infinita.
En base a ese dogma se supone que el universo también existió »siempre« y no fue creado.
A esa suposición de que el universo existió y existirá siempre, se suma la afirmación de que no hay ningún objetivo o propósito en el mismo. Se conjetura que todos los equilibrios, armonía y orden que vemos alrededor nuestro son, simplemente, el producto de la casualidad.
También se presenta esta »afirmación de la casualidad« cuando se pregunta cómo pasó a existir el ser humano. La teoría de la evolución, a la que se conoce ampliamente como darwinismo, es otra aplicación del materialismo al mundo natural.
Ya hemos mencionado que algunos de los fundadores de la ciencia moderna eran creyentes que aceptaban que el universo fue creado y organizado por Dios. Pero en el siglo XIX hubo un cambio importante en la actitud del mundo científico respecto a este asunto.
El materialismo fue introducido deliberadamente en el programa de la ciencia moderna por medio de distintos grupos. La filosofía materialista fue ampliamente aceptada y se expandió a todo el mundo científico debido a las condiciones políticas y sociales del siglo XIX, pues éstas le proveyeron una buena base a ese efecto.
No obstante, los descubrimientos de la ciencia moderna demostraron, de manera innegable, lo falsas que resultaban en realidad las suposiciones materialistas.
Recordemos las dos afirmaciones del materialismo acerca del universo:
1) El universo tiene una existencia infinita en el tiempo. Por lo tanto, como no tiene principio ni fin, no fue creado.
2) Todo lo que hay en el universo es simplemente el resultado de la casualidad y no el producto de algún plan, proyecto o previsión adrede.
Esos dos conceptos fueron presentados de manera osada y defendidos ardientemente por los materialistas del siglo XIX, quienes, por supuesto, en lo único que se podían apoyar era en el limitado y cándido conocimiento de aquellos días, el cual fue totalmente refutado por los descubrimientos científicos del siglo XX.
El primer concepto descartado, enterrado, fue el de la existencia infinita del universo. Desde el decenio de 1920 se acumularon evidencias que negaban esa aseveración.
Hoy día los científicos saben que el universo pasó a existir de la nada como resultado de una gran explosión imposible de concebir, conocida como el Big Bang. En otras palabras, el universo pasó a existir, o más bien, fue creado por Dios.
La ciencia moderna demuestra la realidad de la creación del universo por parte de Dios, contrariamente a lo que sostiene la anticuada filosofía materialista. La revista Newsweek diseñó la tapa del ejemplar del 27 de julio de 1988 con la sentencia: "La Ciencia Descubre A Dios".
El siglo XX también fue testigo de la demolición del segundo supuesto materialista: todo lo que se presenta en el universo es el resultado de la casualidad y no de un designio.
Investigaciones coherentes llevadas a cabo a partir del decenio de 1960, demuestran que todos los equilibrios físicos en el universo en general, y en nuestro mundo en particular, tienen una disposición o arreglo complejos, para hacer posible la vida.
Al ir profundizándose esa investigación, se descubrió que cada una y todas las leyes de la física, la química, la biología y las fuerzas naturales fundamentales, como la gravedad y el electromagnetismo, así como las peculiaridades de la estructura de los átomos y demás elementos del universo, han sido estipulados con una precisión ajustada, de modo que se haga posible la existencia humana.
Los científicos actuales denominan a ese extraordinario designio o construcción, »principio antrópico«. Este es el principio que establece que todas las peculiaridades del universo han sido arregladas cuidadosamente para hacer posible la vida humana.
En resumen, la filosofía llamada materialista ha sido totalmente refutada por la ciencia moderna. El materialismo pasó de tener una posición dominante en la visión científica del siglo XIX a ser una fábula que colapsó en el siglo XX.
¿Podría haber sido de otra manera?. Como indica Dios al decir,
»No hemos creado en vano el cielo, la tierra y lo que entre ellos está. Así piensan los infieles…« (Corán, 38:27),
es erróneo suponer que el universo fue creado en vano. Una filosofía totalmente defectuosa, como la materialista, al igual que los sistemas basados en ella, estaban condenados al fracaso desde el momento de su aparición.
La creación es una realidad que examinaremos en este libro. Veremos como ha colapsado el materialismo frente a la ciencia moderna y también seremos testigos de lo maravilloso y perfecto que ha sido el diseño del universo por parte de Dios.