…Tiene que haber algo más detrás de las cosas, guiándolas de alguna manera. Y eso, uno podría decir, es un tipo de prueba matemática de la divinidad.
Guy Marchie. Escritor científico norteamericano 44
Astrónomos chinos testimoniaron un evento extraordinario durante la noche del 4 de julio de 1054: una estrella muy brillante que aparecía repentinamente cerca de la constelación de Tauro. Era tan brillante que se la podía ver fácilmente en pleno día. A la noche era más brillante que la Luna.
Las explosiones gigantes conocidas como supernovas, hacen que la materia se mueva a través del universo. Las enormes distancias entre las estrellas y las galaxias en el universo, moderan el riesgo de que esas explosiones afecten a otros cuerpos.
Lo que observaron los astrónomos chinos era uno de los fenómenos astronómicos más interesante y catastrófico en nuestro universo: se trataba de una supernova.
La supernova es una estrella que se destroza debido a una explosión. Una estrella enorme que se autodestruye en un estallido inmenso y hasta el material más interno de la misma es esparcido en todas las direcciones.
La luz que se produce durante ese suceso es mil veces más brillante que la luz normal de la estrella.
Hoy día los científicos piensan que las supernovas juegan un papel clave en la formación del universo. Son esas estrellas que explotan las que causan que distintos elementos sean llevados a diversas partes del universo.
Se supone que el material eyectado por esas explosiones se combina después para formar una nueva galaxia o estrella en alguna parte del universo. Según esta hipótesis, nuestro sistema solar el sol y sus planetas, incluida la Tierra seria el producto de alguna supernova increíblemente antigua.
Aunque las supernovas pueden parecer explosiones comunes, en realidad están estructuradas minuciosamente en todos sus detalles.
Escribe Michael Denton en Destino de la Naturaleza:
»La distancia entre las supernovas, y en realidad entre todas las estrellas, es algo crítico por otras razones. Si (la distancia entre las estrellas en nuestra galaxia) fuese mucho menor, se desestabilizarían las órbitas planetarias. Si fuese mucho mayor, los despojos arrojados por una supernova se esparcirían tanto que, con toda probabilidad, sistemas planetarios como el nuestro no se formarían nunca. Si el cosmos tiene que ser un hogar para la vida, entonces las sacudidas de las supernovas deben ocurrir de un modo muy preciso, y la distancia media entre ellas —en realidad entre todas las estrellas— debe ser muy cercana a la efectiva observada«45.
La relación entre las supernovas y las distancias de las estrellas, son otros dos detalles más del ajuste perfecto que existe en este universo milagroso. Un examen más profundo de la disposición del universo que vemos, nos exhibe lo maravilloso que es, tanto en la organización como en su designio o proyecto.
Recapitulemos algunos puntos vistos antes. El universo que siguió al Big Bang fue una nebulosa de hidrógeno y helio. Los elementos más pesados se produjeron con posterioridad por medio de reacciones nucleares intencionalmente proyectadas.
No obstante, la existencia de elementos pesados no es una razón suficiente para que el universo se convierta en un lugar apto para la vida. Una cuestión mucho más importante es cómo se formó y ordenó el universo.
Comenzaremos preguntándonos cuán grande es el universo.
El planeta Tierra es parte del sistema solar, en el cual hay nueve planetas grandes con cincuenta y cuatro satélites y una incontable cantidad de asteroides girando alrededor de una estrella llamada »sol«, de tamaño mediano comparada con otras. La Tierra es el tercer planeta a partir del sol.
Hemos engalanado el cielo más bajo con estrellas. (Corán 37:6) |
Intentemos entender primero la dimensión de este sistema. El diámetro del sol es ciento tres veces más grande que el de la Tierra, siendo el de ésta de 12.200 km.
Si reducimos la Tierra a la dimensión de un abalorio de vidrio, el sol sería como una pelota de fútbol. Pero lo interesante es la distancia entre ambos. En función de la misma escala dada, ambas esferas estarían a una distancia de 280 metros. Otros objetos que representen a los planetas exteriores tendrían que ser colocados varios kilómetros más lejos.
Por grande que pudiera parecer esto, el sistema solar tiene un tamaño minúsculo si se lo compara con la Vía Láctea, la galaxia en el que está colocado. En la Vía Láctea hay estrellas similares, más grandes y más pequeñas que nuestro sol.
La más cercana a éste es Alfa Centauro. Y si la queremos incorporar a nuestro modelo reducido, la tendríamos que ubicar a 78 mil kilómetros de distancia.
Se trata de algo demasiado grande para captarlo, por lo que reduciremos más la escala. Asumamos que la Tierra tiene el tamaño de una partícula de polvo. El sol entonces sería como una nuez a tres metros de distancia.En esta escala Alfa Centauro se ubicaría a 640 kilómetros del sol.
La Vía Láctea, consiste en 250 millones de estrellas con pasmosas distancias similares entre ellas. El sol está colocado más cerca del borde que del centro de la galaxia, la que tiene forma espiralada.
Incluso a la Vía Láctea se la ve empequeñecida debido a la inmensa dimensión del universo. Es una de las aproximadamente 300 mil millones de galaxias, según los cálculos más recientes.
Y las distancias entre las galaxias son millones de veces más grandes que la existente entre el sol y Alfa Centauro.
George Greenstein comenta en El Universo Simbiótico sobre esa inimaginable amplitud:
»Si las estrellas hubiesen estado algo más cerca, la astrofísica no habría sido tan distinta. Los procesos físicos fundamentales que ocurren dentro de las estrellas, las nebulosas, etc., habrían sido los mismos. La apariencia de nuestra galaxia, vista desde algún punto distante apropiado, habría sido la misma. La única diferencia al ver el cielo de noche acostado sobre la hierba, sería que se lo vería incluso más suntuoso, opulento de estrellas. ¡Ah!, sí, es cierto, habría otra pequeña modificación: nadie lo podría contemplar y comentármelo… ¡Todo ese espacio derrochado! Por otra parte, en esta misma inmensidad yace nuestra seguridad«46.
Greenstein explica también la razón de eso. Según su visión, las grandes distancias en el espacio hacen posible que ciertas variables físicas sean acomodadas, arregladas como para ser rigurosamente apropiadas para la vida.
También advierte la importancia de ese gran espacio para que la Tierra pueda existir, al minimizarse el riesgo de colisión con otras estrellas.
En resumen, la distribución de los cuerpos celestes en el espacio es exactamente la que debe ser para que la vida humana exista en nuestro planeta. Esos grandes espacios son el resultado de un designio intencional con un propósito y no el resultado de la casualidad.
Un auto abandonado se deteriora y degrada. Todo en el universo está sujeto a la entropía: la ley dice que las cosas abandonadas a sí mismas se vuelven menos estables y organizadas con el paso del tiempo.
Con el objeto de comprender el concepto de orden en el universo, necesitamos hablar, en primer lugar, de la Segunda Ley de la Termodinámica, una de las leyes físicas del universo fundamentales.
Esta ley dice que, abandonados a ellos mismos, los sistemas se vuelven inestables y menos organizados con el transcurso del tiempo. Esta ley es llamada también Ley de Entropía.
En física se denomina entropía a la cantidad de desorden de un sistema (la cantidad de energía degradada que ya no puede operar). La transición de un sistema de una condición estable a otra inestable está en concordancia con el incremento de su entropía. La inestabilidad está directamente relacionada a la entropía de ese sistema.
Podemos observar muchos ejemplos comunes de esto en nuestras vidas diarias. Si se abandona un automóvil en un lugar a la interperie durante un año o un par de meses, por cierto que no se puede esperar que cuando se vuelva a buscarlo esté en las mismas condiciones en que fue dejado.
Probablemente encontraremos las ruedas desinfladas, los vidrios de las ventanas rotos, algunas partes oxidadas, etc. De la misma manera, si no se cuida la casa en donde se vive, la desorganización y la suciedad irán en aumento con el paso del tiempo.
Se trata de un tipo de entropía. De todos modos, se puede limpiarla, recoger las cosas y tirar los desperdicios a la basura.
La Segunda Ley de la Termodinámica es ampliamente aceptada como válida y obligatoria. Einstein, el científico más importante del siglo XX, dijo que la misma es »la ley principal de toda ciencia«.
Comenta en Entropía:
Una Nueva Visión del Mundo, el científico norteamericano Jeremy Rifkin: »La Ley de Entropía presidirá, como el paradigma gobernante, el próximo período de la historia. Alberto Einstein dijo que es la primera ley de toda ciencia. Sir Arthur Eddington se refirió a ella como la ley metafísica suprema de todo el universo«47.
Cualquier galaxia en el universo es prueba de la estructura organizada que existe en todas partes. Esos sistemas magníficos, con un promedio de 300 mil millones de estrellas en cada uno, exhiben un equilibrio y armonía evidentes.
Es importante señalar que la Ley de Entropía convierte en inválidos desde el inicio muchos de los supuestos del materialismo. Porque si hay un designio y un orden definido en el universo, la ley sostiene que con el transcurso del tiempo esa situación se perderá, será destruida por el propio universo. De esta observación se pueden obtener dos conclusiones.
1) Abandonado a sí mismo, el universo no puede existir eternamente. La segunda ley dice que sin intervención externa de algún tipo, la entropía eventualmente abarcará todo el universo, llevando a que asuma un estado totalmente homogéneo.
2) La suposición de que el orden que observamos no es el resultado de la intervención externa, también es inválida. Inmediatamente después del Big Bang, el universo estuvo en un estado totalmente desorganizado, como el que existiría si la entropía habría llegado al máximo. Pero que eso se ha modificado lo podemos ver, simplemente, mirando a nuestro alrededor.
Esa modificación tuvo lugar violándose una de las leyes fundamentales de la naturaleza, la Ley de Entropía. No hay ninguna manera de explicar esto si no proponemos algún tipo de creación sobrenatural.
Posiblemente un ejemplo aclarará más el segundo punto. Imaginemos que el universo es una gran cueva llena de un revoltijo de agua, piedras y suciedades. Dejemos la cueva sola durante varios miles de millones de años y luego retornemos a observarla.
Entonces veremos que algunas piedras se hicieron más pequeñas, otras desaparecieron, el nivel de suciedad es superior, hay más lodo, etc.. Las cosas están más desordenadas, lo cual, como se podía esperar, resulta normal.
Si miles de millones de años después encontramos estatuas hechas de rocas delicadamente cinceladas, ciertamente que diremos que ese progreso no puede justificarse por medio de las leyes de la naturaleza. La única explicación racional es decir que »una mente consciente« dio lugar a esas cosas.
De este modo, el orden de nuestro universo es la prueba más abrumadora de la existencia de una conciencia superior.
El físico alemán Max Planck, ganador del Premio Nobel, explica el orden en el universo:
MAX PLANCK, GANADOR DEL PREMIO NOBEL DE FISICA:
"En nuestro universo prevalece cierto orden. Este orden puede formularse en términos de una actividad con un fin determinado".
»En resumen, diríamos que en todos los sucesos —según todo lo enseñado por las ciencias exactas acerca del inmenso campo de la naturaleza en el que nuestro diminuto planeta juega un papel insignificante—, prevalece un cierto orden, independientemente de la mente humana. No obstante, hasta donde somos capaces de averiguar a través de nuestros sentidos, ese orden puede ser formulado en términos de una actividad con un fin determinado. Hay evidencia de un orden inteligente del universo«48.
Paul Davies explica así el triunfo sobre el materialismo de este maravilloso equilibrio y armonía:
»En cualquier cosa que veamos en el universo, desde las lejanas galaxias que se mueven violentamente, hasta lo más recóndito de los átomos, encontraremos orden… Como elemento central de la idea de un universo muy especial y ordenado está el concepto de información. Para describir un sistema muy estructurado, que despliega bastante actividad organizada, se necesita abundante información. Podemos decir, alternativamente, que ese sistema contiene mucha información.
Por lo tanto nos presentamos aquí con una pregunta curiosa:
si la información y el orden tienen siempre una tendencia natural a desaparecer,
¿de dónde provino toda la información que hace del mundo un lugar tan especial?
El universo es como un reloj que se va deteniendo lentamente.
¿Cómo se dio cuerda por primera vez?«49.
Einstein se refiere a este orden como un suceso inesperado, y dice también que debería ser considerado como un milagro:
»Bien, a priori (razonando de la causa al efecto) uno esperaría que el mundo debería ejecutarse conforme a ley (obediente a la ley y al orden), solamente en la medida en que nosotros (los seres humanos) intervengamos con el orden de nuestras inteligencias… (Pero en cambio encontramos) en el mundo objetivo un alto grado de orden que, a priori, de ninguna manera podríamos esperarlo. Este es el »milagro« que cada vez se fortalece más con el desarrollo de nuestro conocimiento«50.
En resumen, el orden en el universo demanda una comprensión y conocimiento extensos y profundos.
El universo está proyectado, organizado y preservado por Dios, Quien nos revela en el Corán cómo los cielos y la tierra son resguardados por Su poder supremo:
Dios sostiene los cielos y la tierra para que no se desplomen. Si se desplomaran no habría nadie, fuera de El, que pudiera sostenerlos. Es benigno, indulgente. (Corán, 35:41)
El orden divino en este universo revela la debilidad de la creencia materialista que sostiene que el universo se trata de una masa de materia sin gobierno o control. Esto es revelado en otro versículo:
Si la Verdad se hubiera conformado a sus pasiones, los cielos, la tierra y lo que en ellos hay se habrían corrompido… (Corán, 23:71)
ALBERT EINSTEIN:
"En el mundo objetivo encontramos un alto grado de orden".
El sistema solar es uno de los ejemplos más maravillosos de esa bella armonía de la que se es testigo. Hay nueve planetas con cincuenta y cuatro satélites conocidos y un número desconocido de cuerpos más pequeños.
Los planetas, nombrados a partir del sol, son Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón. El único lugar en donde se sabe que hay vida es la Tierra.
Seguramente es el único planeta en que los seres humanos pueden sobrevivir gracias a la abundante cantidad de tierra y a una atmósfera respirable.
En la estructura del sistema solar encontramos otro bello ejemplo de equilibrio: el que se da entre la fuerza centrífuga de un planeta y la atracción gravitatoria de su primario. (En astronomía un primario es algo alrededor de lo cual gira otro cuerpo.El primario de la Tierra es el sol; el primario de la Luna es la Tierra).
Sin este equilibrio, todo en el sistema solar se esfumaría en las heladas profundidades del espacio exterior. El equilibrio entre las dos fuerzas mencionadas resulta en senderos (órbitas) que los planetas y otros cuerpos siguen alrededor de sus primarios.
Si el cuerpo del caso se moviese a muy alta velocidad, el primario sería incapaz de sostenerlo en su órbita y se esfumaría en el espacio. Pero cada cuerpo se mueve a la velocidad correcta para mantenerse en órbita.
EL SISTEMA SOLAR
1. Sol, 2. Mercurio, 3. Venus, 4. Tierra, 5. Marte, 6. Júpiter, 7. Saturno, 8. Urano, 9. Neptuno, 10. Plutón
De todos modos ese equilibrio tiene que ser distinto para cada cuerpo porque las distancias de los cuerpos al sol son distintas. Al igual que sus masas. Por lo tanto, tienen que tener distintas velocidades orbitales para no sumergirse en el sol o perderse en el espacio.
No la esta bien al sol alcanzar a la luna, ni la noche adelanta al día. Cada uno navega en su órbita. |
Isaac Newton, uno de los pioneros y fundadores de la física y astronomía modernas, vio en la estructura del universo una evidencia espléndida de la creación divina.
La astronomía materialista sostiene que el origen y supervivencia del sistema solar se puede explicar por medio de la casualidad. Muchos de sus adherentes en los últimos tres siglos han especulado sobre cómo había tenido lugar este orden maravilloso y fracasaron en la búsqueda de la respuesta. Para un materialista, el equilibrio y el orden del sistema solar son misterios inexplicables.
Astrónomos como Kepler y Galileo, entre los primeros en descubrir ese equilibrio superlativo, lo aceptaron como un proyecto deliberado y un signo de la intervención divina en todo el universo.
Isaac Newton, reconocido como una de las más grandes mentes científicas de todos los tiempos, escribió una vez:
»Este sistema sumamente elegante de soles, planetas y cometas, pudo surgir (solamente) del propósito y soberanía de una existencia inteligente y poderosa… Esa existencia determina, gobierna todo, no como un alma sino como un señor soberano de todas las cosas. Y debido a Su soberanía El es llamado comúnmente ‘Señor Todopoderoso’ »51.
Además de ese asombroso equilibrio, otro elemento evidente de un acto perfecto de creación por parte de Dios es el lugar de la Tierra en el sistema solar y en el universo.
Los últimos descubrimientos astronómicos han exhibido la importancia que tiene para la Tierra la existencia de los otros planetas. El tamaño y posición de Júpiter es un ejemplo decisivo.
Los cálculos astrofísicos muestran que Júpiter, el planeta más grande en el sistema, provee estabilidad a la órbita de las Tierra y de todos los otros planetas.
El papel protector de Júpiter sobre la Tierra se explica en Cuán Especial es Júpiter, artículo escrito por George Wetherill:
»Sin un gran planeta posicionado precisamente donde está Júpiter, la Tierra hubiese sido golpeada en el pasado por los cometas, meteoros y otros desechos interplanetarios en una frecuencia superior en mil veces a la actual. Si no fuese por Júpiter, no estaríamos aquí para estudiar el origen del sistema solar«52.
Para decirlo en pocas palabras, la estructura del sistema solar fue diseñada especialmente para que viva el género humano.
Consideremos el lugar del sistema solar en el universo. Nuestro sistema solar está colocado en uno de los colosales brazos espiralados de la Vía Láctea, más cerca del borde exterior que del centro.
¿Qué ventaja habría en eso? En El Destino de la Naturaleza, Michael Denton explica:
»... Debido a la posición de nuestro sistema solar en el borde galáctico exterior, de noche podemos contemplar más ampliamente las galaxias distantes y obtener conocimiento del conjunto de la estructura del cosmos. Si hubiésemos estado ubicados en el centro de una galaxia, nunca veríamos la belleza de su forma espiralada ni tendríamos una idea de la estructura de nuestro universo«53.
En otras palabras, incluso la ubicación de la Tierra en la galaxia es evidencia —no menor que todas las otras leyes físicas del universo— de que nuestro planeta fue destinado para que aquí viva el género humano.
La verdad palmaria es que el universo fue creado y ordenado por Dios.
La razón por la que algunas personas no pueden comprender esto, reside en los prejuicios que tienen. Pero cualquier mente objetiva desprejuiciada comprenderá fácilmente que el universo fue creado y organizado por Dios para albergar al género humano, como precisamente lo reveló El:
No hemos creado en vano el cielo, la tierra y lo que entre ellos está. Así piensan los infieles. Y ¡ay de los infieles, por el fuego…! (Corán, 38:27)
Este entendimiento profundo se revela también en otro versículo:
En la creación de los cielos y de la tierra y en la sucesión de la noche y el día hay, ciertamente, signos para los dotados de intelecto, que recuerdan a Dios de pie, sentados o echados, y que meditan en la creación de los cielos y de la tierra: »¡Señor! No has creado todo esto en vano. ¡Gloria a Ti! ¡Presérvanos del castigo del Fuego!« (Corán, 3:190-191)
44. Guy Murchie, The Seven Mysteries of Life, Boston: The Houghton Mifflin Company, 1978, p. 598.
45. Michael Denton, Nature’s Destiny, p. 11.
46. George Greenstein, The Symbiotic Universe, p. 21.
47. Jeremy Rifkin, Entropy: A New World View, New York, Viking Press, 1980, p. 6.
48. Max Planck, alocución de Mayo de 1937, citada en A. Barth, The Creation (1968), p. 144.
49. Paul Davies, The Accidental Universe, (1982) Cambridge: Cambridge University Press. Prefacio.
50. Albert Einstein, Letters to Maurice Solovine, 1956, pp. 114-15.
51. Michael A. Corey, God and the New Cosmology: The Anthropic Design Argument, Maryland: Rowman and Littlefield Publishers Inc., 1993, p. 259.
52. G. W. Wetherill, »How Special is Jupiter?«, Nature, vol. 373, 1995, p. 470.