Rayos gamma
Es algo muy notable que la radiación proveniente del sol (y de muchas series de estrellas) se concentre en una minúscula banda del espectro electromagnético y provea con precisión la requerida para mantener la vida en la Tierra.
Ian Campbell. Físico Británico65
Probablemente el sol es la cosa que más vemos a lo largo de nuestras vidas. En todo momento en que durante las horas diurnas miramos hacia el firmamento, podemos ver su luz.
Si alguien preguntase, »¿Qué tiene de bueno el sol?«, casi seguro que responderíamos de modo automático que nos brinda la luz y el calor. Esta respuesta, aunque algo superficial, sería correcta.
El sol, ¿radia luz y calor para nosotros? ¿Lo hace de modo accidental, no planeado? ¿O es que el sol está especialmente proyectado, diseñado para nosotros? ¿Puede ser que esa gran bola de fuego en el cielo sea una »lámpara« creada así para cubrir con precisión nuestras necesidades?
Recientes investigaciones indican que la respuesta a las dos últimas preguntas es por la afirmativa, porque en la luz solar hay un designio asombroso.
La luz y el calor son manifestaciones de la radiación electromagnética. En todas sus manifestaciones, la radiación electromagnética se mueve a través del espacio como ondas, similares a las que se producen cuando se arroja una piedra sobre la superficie de una fuente de agua o un lago.
Y así como los rizos creados por la piedra al golpear la superficie de agua pueden tener distintas alturas y la distancia entre ellos puede variar, la radiación electromagnética también tiene distintas longitudes de onda.
Sin embargo, la analogía hay que tomarla de forma acotada, porque entre las longitudes de onda de la radiación electromagnética hay grandes diferencias.
Cierta radiación tiene longitudes de varios kilómetros, en tanto que otras son menores a un billonésimo de centímetro. Y existen otras más que tienen un espectro uniforme, continuo, por todas partes.
![]() Rayos gamma Rayos X Luz ultravioleta Luz visible Luz infrarroja Microondas Ondas radiales 10-16 10-4 10-2 Azul 0,40 Rojo 0,70 103 109 Radiación |
LAS DISTINTAS LONGITUDES DE ONDA DE LA RADIACION ELECTROMAGNETICA
Todas las estrellas y otras fuentes de luz en el universo no emiten el mismo tipo de radiación. Por el contrario, radian energía en una amplia escala de longitudes de onda. Los rayos gamma, que tienen las longitudes de onda más cortas, sont 1/1025 la longitud de las ondas radiales más largas. Bastante extraordinariamente, casi toda la radiación emitida por el sol se ubica en una sola banda que también es 1/1025 de la de todo el espectro. La razón de ello es que los únicos tipos de radiaciones necesarias y aptas para la vida se ubican en esa banda estrecha.
Para hacer esto más fácil, los científicos dividen dicho espectro según las longitudes de ondas y asignan distintos nombres a las distintas partes del mismo.
La radiación de longitud de onda más corta (un billonésimo de centímetro), por ejemplo, se llama »rayos gama« y encierra una tremenda cantidad de energía.
Las longitudes de ondas más largas se llaman »ondas radiales« y pueden tener varios kilómetros, aunque encierran poca energía. (Por lo tanto exponernos a las ondas radiales es algo totalmente inocuo, mientras que hacerlo a los rayos gama puede ser fatal). La luz es una forma de radiación electromagnética que se coloca entre esos dos extremos.
Lo primero a advertir en cuanto al espectro electromagnético, es la amplitud que tiene: la mayor longitud de onda posee un largo de 1025 respecto a la longitud de onda más corta.
Escrito de otro modo, la primera es una onda 10.000.000.000.000.000.000.000.000 más larga que la segunda.
Un número así de grande es un poco sin sentido. Hagamos algunas comparaciones.
Por ejemplo, en 4 mil 600 millones de años (la edad estimada de la Tierra) hay unos 1017 segundos. Si se quiere contar desde 1 hasta 1025, a razón de una cifra por segundo, sin detenerse para nada, día y noche, ¡ello tomaría un tiempo cien millones de veces mayor a la edad de la Tierra!
Si pusiésemos uno sobre otro 1025 naipes, terminaríamos haciendo una pila que llegaría tan alto como la mitad de camino que hay hasta el límite observable del universo.
Así es el espectro sobre el que se extienden las distintas longitudes de onda de la energía electromagnética del universo. Lo curioso en esto es que la energía electromagnética radiada por el sol se restringe a una sección extremadamente estrecha de ese espectro.
70% de la radiación del sol tiene longitudes de ondas entre 0,3 y 1,50 micrones y dentro de esa estrecha banda hay tres tipos de luces: luz visible, luz cercana al infrarrojo y luz ultravioleta.
Tres tipos de luces podrían parecer suficientes, pero constituyen una parte insignificante de todo el espectro. Si comparamos la supuesta pila que hicimos con los naipes, que llegaba hasta la mitad de la distancia que hay al límite del universo observable, ¡el ancho de la banda de luz radiada por el sol correspondería al espesor de uno de esos naipes!
¿Por qué la luz solar se limita a esa banda tan estrecha?
La respuesta a esta pregunta es crucial porque la única radiación que es capaz de sustentar la vida en la Tierra es del tipo que tiene longitudes de ondas que se ubican en esa estrecha amplitud.
El físico inglés Ian Campbell trata esta cuestión en La Energía y la Atmósfera, donde dice:
Es algo muy notable que la radiación proveniente del sol (y de muchas series de estrellas) se concentre en una minúscula banda del espectro electromagnético y provea con precisión la radiación requerida para mantener la vida en la Tierra
«Según Campbell, esto es algo que »nos turba«66.
Examinemos ahora más minuciosamente ese »designio de la luz que nos turba«.
Dijimos que la razón entre las longitudes de ondas más larga y más corta era de 1/1025. También dijimos que la cantidad de energía que portaban las radiaciones dependía de las longitudes de ondas: las más cortas acumulan más energía que las más largas.
Otra diferencia es la que tiene que ver con la forma en que las radiaciones de distintas longitudes de ondas interactúan con la materia.
Las formas de radiación más cortas son llamadas (en un orden creciente de longitud de onda), »rayos gama«, »rayos X« y »luz ultravioleta«. Tienen la capacidad de romper los átomos por la gran cantidad de energía que poseen.
Las tres formas de radiaciones pueden fragmentar las moléculas, especialmente las orgánicas. En efecto, rompen la materia a nivel atómico y molecular.
Las radiaciones con longitudes de ondas mayores que la luz visible, comienzan en las infrarrojas y llegan hasta las ondas de radio. Su impacto sobre la materia es menos serio porque la energía que transportan no es tan grande.
El »impacto sobre la materia« del que hablamos, tiene que ver con las reacciones químicas, una cantidad significativa de las cuales solamente pueden producirse si a los compuestos del caso se les agrega energía.
Esa energía requerida para dar inicio a la reacción química se llama »energía de umbral«. Si es menor a ésta, la reacción no tendrá lugar; si es mayor no resulta ventajoso para nada: en cualquier caso la energía se desperdiciará.
En todo el espectro electromagnético hay sólo una pequeña banda que posee la energía que sirve para traspasar ese umbral con precisión.
![]() Intensidad de la radiación solar Longitudes de onda (micrones) Ultravioleta Luz visible Infrarrojo |
Casi toda la radiación del sol queda restringida a una banda estrecha de longitudes de onda que van de 0,3 a 1,5 de micrón. Esta banda abarca la luz cercana a la ultravioleta, la luz visible y la luz infrarroja.
Sus longitudes de ondas se ubican entre 0,70 y 0,40 de micrón, y se puede verla si se quiere: mire a su alrededor, pues se trata de la llamada »luz visible«. Esta radiación produce reacciones químicas que tienen lugar en los ojos y por eso se puede ver.
La radiación conocida como »luz visible« se compone de 41% de luz solar, aunque ésta ocupa menos de 1/1025 de todo el espectro electromagnético.
En La Vida y la Luz, el célebre artículo del conocido físico George Wald aparecido en Scientific American, se considera este asunto:
»la radiación provechosa que impulsa las reacciones químicas ordenadas comprende gran parte de la que proviene de nuestro sol«67.
Que el sol radie la luz exactamente necesaria para la vida, es realmente un ejemplo extraordinario de designio.
¿Sirve para algo el resto de la luz que radia el sol?
Si la observamos, veremos que gran parte de la radiación solar cae fuera del campo de la luz visible, en la sección del espectro llamado »próximo al infrarrojo«.
Esa radiación comienza donde finaliza la luz visible y, nuevamente, ocupa una muy pequeña parte del total del espectro, es decir, menos de 1/1025. 68
¿Tiene alguna utilidad la luz infrarroja? Si, pero ahora carece de sentido mirar alrededor nuestro porque no se la puede ver a simple vista. Sin embargo, es fácil percibirla: el calor que se siente en el rostro al exponerse al sol es causado por la radiación infrarroja que proviene del sol.
La radiación infrarroja del sol es la que transporta la energía térmica que mantiene caliente la Tierra. Es tan esencial para la vida como la luz visible.
Y lo fascinante es que nuestro sol aparentemente fue creado para servir a ambos propósitos, porque esos dos tipos de radiación abarcan la parte más grande de toda la emitida por el sol.
En cuanto al otro tipo de luz que proyecta el sol, ¿brinda algún beneficio?.
Se ubica »cerca de la luz ultravioleta« e integra la fracción más pequeña de la luz solar. Como toda luz ultravioleta, está muy cargada de energía y puede dañar las células vivas.
Sin embargo, la luz ultravioleta del sol es la de tipo »menos dañina« dado que está muy cercana a la luz visible. Aunque se ha demostrado que la sobreexposición a la luz ultravioleta solar provoca cáncer y mutaciones celulares, encierra un beneficio vital: la luz ultravioleta concentrada en una banda tan minúscula69 es necesaria para la síntesis de la vitamina D en los humanos y en otros vertebrados. (La vitamina D es necesaria para la formación y nutrición del hueso.
Sin ella los huesos quedan blandos y malformados, enfermedad que se llama raquitismo y se da en las personas privadas de la luz solar por un gran período de tiempo).
En otras palabras, toda la radiación emitida por el sol es esencial para la vida: no se desperdicia nada.
Lo asombroso es que toda esa radiación se limita a un intervalo de 1/1025 de todo el espectro electromagnético, y no obstante es suficiente para mantenernos calientes, ver y permitir todas las reacciones químicas necesarias para que la vida tenga lugar.
Aunque existan todas las otras condiciones necesarias para la vida mencionadas en distintas partes de este libro, si la luz solar cayese en cualquier otro intervalo del espectro electromagnético, no habría ningún tipo de vida en la Tierra.
Ciertamente, es imposible explicar por medio del argumento de la casualidad la cumplimentación de esta condición, que tiene una probabilidad de 1/1025.
Y si todo eso no fuese suficiente, la luz hace algo más: ¡también nos mantiene nutridos!
La fotosíntesis es un proceso químico y se trata de un término con el que está familiarizado cualquiera que ha ido a la escuela. Sin embargo, la mayoría de la gente no llega a darse cuenta lo importante que resulta este proceso para la vida en la Tierra o no advierte el misterio que encierran las operaciones que ejecuta.
Primero refresquemosalgo de lo que aprendimos de química y observemos la fórmula de la reacción que da lugar a la fotosíntesis:
Traducido en palabras significa: el agua, el dióxido de carbono y la luz solar producen glucosa y oxígeno.
Para ser más exactos, lo que está sucediendo en esta reacción química es que seis moléculas de agua (H2O) se combinan con seis moléculas de dióxido de carbono (CO2) en una reacción que es excitada por la luz solar.
Cuando la reacción se completa, tenemos como resultado una sola molécula de glucosa (C6H12O6) —azúcar simple, que es un elemento fundamental en la nutrición— y seis moléculas de oxígeno gaseoso (O2). La glucosa, fuente de todos los alimentos en nuestro planeta, contiene mucha energía.
Durante cientos de millones de años las plantas han estado haciendo algo que ningún laboratorio puede reproducir: produciendo alimento usando la luz del sol. Una condición fundamental para esta transformación extraordinaria es, sin embargo, que la luz que reciba la planta sea la correcta para que pueda tener lugar la fotosíntesis.
Aunque esa reacción parezca algo simple, en realidad es increíblemente compleja. Ocurre en un solo lugar: en los vegetales, los cuales producen los alimentos básicos para todos los seres vivientes.
Éstos, de un modo u otro, son nutridos en definitiva por la glucosa. Los animales carnívoros comen vegetales y otros animales, en tanto que los herbívoros sólo ingieren vegetales.
Los seres humanos no son ninguna excepción: nuestra energía se deriva del alimento que comemos y proviene de la misma fuente. Cada manzana, papa, pedazo de chocolate, porción de carne o cualquier cosa que se coma, nos provee energía que viene del sol.
Pero la fotosíntesis es importante por otra razón. La reacción entrega dos productos: además de glucosa libera seis moléculas de oxígeno.
Lo que sucede aquí es que los vegetales están limpiando constantemente la atmósfera que continuamente está siendo »contaminada« por el dióxido de carbono exhalado por humanos y animales como producto de la combustión del oxígeno tomado del aire que respiran.
Si los vegetales no liberasen oxígeno, quienes inhalan a éste usarían todo el que hay en la atmósfera y eventualmente se terminaría. Pero en realidad el oxígeno en la atmósfera está siendo constantemente provisto por medio de los vegetales Sin la fotosíntesis no existirían vegetales vivos. Y sin vegetales vivientes no habría ningún otro tipo de vida, humana o animal. Esta maravillosa reacción química que nunca ha sido repetida en ningún laboratorio, tiene lugar en el pasto que se pisa así como en los árboles, aunque se nos pase inadvertida.
Ese proceso ya tuvo lugar en los vegetales que en su momento ingerimos. Se trata de uno de los procesos fundamentales de la vida.
Lo interesante es que la fotosíntesis resulta un proceso cuidadosamente proyectado. Al estudiar ese proceso no podemos sino observar que hay un equilibrio perfecto entre la fotosíntesis de los vegetales y el consumo de energía de quienes respiran oxígeno.
Los vegetales proveen glucosa y oxígeno. Quienes respiran oxígeno lo queman en sus células con la glucosa; obtienen así energía y liberan dióxido de carbono y agua (es decir, invierten la reacción de la fotosíntesis) que los vegetales usan a su vez para producir más glucosa y oxígeno. De ese modo se da un ciclo continuo que se llama »ciclo del carbono«, accionado por la energía del sol.
Con el objeto de ver lo perfectamente creado que resulta ese ciclo, centremos nuestra atención en uno de sus elementos: la luz solar.
En la primer parte de este capítulo observamos la luz solar y descubrimos que los componentes de su radiación estaban hechos a la medida, especialmente para permitir la vida sobre la Tierra.
¿Puede ser que la luz solar también esté hecha deliberadamente a medida para que tenga lugar la fotosíntesis? ¿O será que los vegetales son los suficientemente »flexibles« como para realizar la fotosíntesis sin importar qué tipo de luz incida sobre ellos?
![]() Energía radiante emitida por el sol Rayos gamma Luces visible e infrarroja Longitudes de onda (micrones) Ondas radiales Energía radiante útil biológicamen te Rayos gamma Luces visible e infrarroja Longitudes de onda (micrones) Ondas radiales |
CUALIFICACION DE LA LUZ SOLAR PARA LA PRODUCCION DE CLOROFILA
Los vegetales pueden ejecutar la fotosíntesis porque la molécula de clorofila en sus células son sensibles a la luz solar. Pero la clorofila sólo puede hacer uso de un rango de longitudes de ondas luminosas muy limitado, que son, justamente, las principales radiadas por el sol. Resulta aún más interesante que ese intervalo corresponda, precisamente, a 1/1025 de todo el espectro electromagnético.
En ambos gráficos que están arriba se puede ver la extraordinaria adecuación entre la luz solar y la clorofila. En el diagrama superior aparece la distribución de la luz emitida por el sol. En el diagrama inferior se presenta la luz bajo la cual tiene lugar la fotosíntesis. El hecho de que ambas curvas sean casi idénticas está indicando la perfección del diseño de la luz visible.
En El Universo Simbiótico habla de esto el astrónomo norteamericano George Greenstein:
»La clorofila es la molécula que efectúa la fotosíntesis… El mecanismo de la fotosíntesis se inicia con la absorción de la luz solar por medio de una molécula de clorofila. Pero para que esto ocurra la luz debe poseer los constituyentes correctos. La luz de constituyentes inapropiados no lo hará posible.
Una buena analogía es la del aparato de televisión. Para recepcionar un canal determinado debe sintonizárselo. Si se sintoniza en otro punto no tendrá lugar la recepción esperada. Con las fotosíntesis pasa lo mismo. En la analogía el sol funciona como la antena transmisora y la molécula de clorofila como el televisor que recibe la señal. Si la molécula y el sol no están en sintonía —sintonizados en lo que hace a las características de la luz— la fotosíntesis no se producirá. Mientras se produzca es porque los constituyentes de la luz solar son los correctos«70.
En el capítulo anterior hicimos notar el error inherente que hay en el concepto de »adaptación« de la vida. Algunos evolucionistas sostienen que »si las condiciones hubiesen sido distintas, la vida se habría desarrollado también en armonía perfecta«.
Si se piensa superficialmente acerca de la fotosíntesis y los vegetales, se podría llegar a una conclusión similar: »Si la luz solar fuese distinta, los vegetales se habrían desarrollado en consonancia con esa diferencia«. Pero esto es realmente imposible.
Aunque George Greenstein es evolucionista, admite lo siguiente: »Uno podría pensar que aquí ha estado operando cierta adaptación: la adaptación de las plantas a las propiedades de la luz solar.
Después de todo, si el sol fuese de una temperatura distinta, ¿no podría alguna otra molécula, sintonizada para absorber luz de características distintas, ocupar el lugar de la molécula de clorofila?
Resulta bastante interesante saber que la respuesta es »no«, porque dentro de límites amplios todas las moléculas absorben luz de constituyentes similares.
La absorción de la luz se efectúa por medio de la excitación de los electrones en las moléculas con estados de energía más elevados, sin importar de que tipo de moléculas hablamos. Por otra parte, la luz está compuesta de fotones.
Y los fotones de energía incorrecta, simplemente, no pueden ser absorbidos… Como están las cosas, realmente, hay un buen encaje o conformidad entre la física de las estrellas y la de las moléculas.Como quiera que sea, la vida habría sido imposible en ausencia de esa conformidad«71.
En resumen, lo que dice Greenstein es lo siguiente: ningún vegetal puede realizar la fotosíntesis fuera de una estrecha escala de longitud de onda de luz. Y esa escala corresponde exactamente a la de la luz emitida por el sol.
La armonía entre la física estelar y molecular a la que se refiere Greenstein es demasiada extraordinaria para ser explicada mediante la casualidad. La posibilidad de que el sol nos provea el tipo de luz correcta y necesaria y que a la vez en nuestro planeta estén presentes las moléculas capaces de usar esa luz era de 1/1025. Esa armonía perfecta es una prueba incuestionable de un designio deliberado, intencional.
En otras palabras, hay un solo Creador, el Soberano de la luz de las estrellas y de las moléculas de los vegetales, Quien ha creado todas las cosas en armonía entre sí, exactamente como se revela en el Corán:
Es Dios, el Creador, el Hacedor, el Formador. Posee los nombres más bellos. Lo que está en los cielos y en la tierra Le glorifica. Es el Poderoso, el Sabio. (Corán, 59:24)
Hemos visto que la luz que nos llega del sol consiste de tres bandas estrechas del espectro electromagnético:
1) La luz infrarroja, que mantiene a la Tierra caliente y cuyas longitudes de onda son más largas que la de la luz visible.
2) Una pequeña cantidad de luz ultravioleta con longitudes de onda más cortas que la de la luz visible, necesaria para la síntesis de la vitamina D, entre otras cosas.
3) La luz visible, la cual hace posible la visión y permite la fotosíntesis en los vegetales.
La existencia de un campo de »luz visible« es tan importante para asegurar la visión biológica como lo es para la fotosíntesis. La razón de ello es que el ojo no puede ver fuera del espectro de la luz visible y de una pequeña sección cercana al infrarrojo.
Para explicar porqué esto es así, necesitamos comprender primero cómo tiene lugar la visión. Comienza con partículas de luz llamadas »fotones«, que pasan a través de la pupila del ojo y caen sobre la superficie de la retina colocada en la parte de atrás del ojo.
![]() Radiación apropiada para la visión biológica Rayos gamma Luz visible Longitudes de onda (micrones) Ondas radiales |
Los únicos rayos apropiados para la visión biológica tienen longitudes de onda que se ubican dentro de la escala llamada "luz visible". Gran parte de la energía que es emitida por el sol corresponde a ese rango.
La retina contiene células sensibles a la luz. Son tan sensibles que incluso cada una de ellas puede darse cuenta del impacto de un solo fotón. La energía del fotón activa una molécula compleja llamada »rodopsina«, la cual se encuentra en grandes cantidades en las células mencionadas.
La rodopsina activa a su vez a otras células y éstas repiten la operación con otras más72. Eventualmente se genera una corriente eléctrica que es llevada al cerebro por los nervios ópticos.
El primer requerimiento para que este sistema opere es que la célula de la retina debe ser capaz de darse cuenta cuando un fotón la impacta. Para que eso suceda el fotón debe tener una cantidad de energía exactamente determinada: si la cantidad es menor o mayor, no activará las rodospinas.
La modificación del tamaño del ojo no significa nada: lo crucial es la armonía entre el tamaño de la célula y las longitudes de onda de los fotones que penetran.
En un mundo dominado por la vida basada en el carbono resulta imposible diseñar un ojo orgánico que pudiese ver otras amplitudes del campo electromagnético.
En Destino de la Naturaleza, Michael Denton explica este tema detalladamente y confirma que un ojo orgánico puede ver solamente dentro del campo de la luz visible.Si bien teóricamente se podrían diseñar otros modelos de ojos, ninguno de ellos sería capaz de ver amplitudes distintas del espectro.
Denton nos dice porqué:
»Los rayos ultravioletas,los rayos gama y los rayos X, tienen demasiada energía y son altamente destructivos, en tanto que las ondas infrarrojas y las de radio son demasiado débiles para ser detectadas, pues comunican muy poca energía a la materia con la que interaccionan… Y parecería entonces que, por distintas razones, la región visible del espectro electromagnético es la muy especialmente apropiada para la visión biológica, en particular para el ojo de cavidad vertebrada de alta resolución, de un diseño y dimensión muy cercano a la del ojo humano«73.
Deteniéndonos para pensar acerca de todo lo dicho hasta ahora, llegamos a la siguiente conclusión: el sol radia energía dentro de una banda estrecha (tan estrecha que corresponde a un 1/1025 de todo el espectro electromagnético) que ha sido elegida cuidadosamente. Esta banda está ajustada, calibrada, tan minuciosamente, que mantiene al mundo caliente, sostiene las funciones biológicas de las formas de vida complejas, posibilita la fotosíntesis y permite ver a prácticamente todas las criaturas de este mundo.
Al comparar nuestro mundo con los otros planetas del sistema solar, encontramos que la escala de temperaturas necesarias para la vida, existe solamente aquí, en la Tierra.La principal razón de ello es que estamos a una distancia correcta del sol: los otros planetas exteriores, como Marte y Plutón, son demasiado fríos, mientras que los interiores como Venus y Mercurio, son demasiado calientes.
Quienes rechazan aceptar que hay un designio intencional en la distancia existente entre la Tierra y el sol, sugieren cosas como estas: »El universo está lleno de estrellas, algunas mucho más grandes que el sol y otras mucho más pequeñas. Muy bien podrían tener sus propios sistemas planetarios. En una estrella más grande que la que nos ilumina, el planeta ideal que sustentaría la vida estaría ubicado a una distancia mucho mayor de la que se ubica la Tierra del sol. Por ejemplo, un planeta en órbita alrededor de una gigante roja, podría tener un clima benigno como el nuestro si estuviese ubicado a una distancia como la de Plutón al sol. Un planeta así sería apropiado para la vida como lo es la Tierra«.
Nuestro sol tiene una temperatura superficial de unos 6000°C. Si esta temperatura fuese, aunque más no sea, levemente mayor o menor, la luz solar resultante sería incapaz de sustentar la vida.
La suposición antedicha es inválida en algo muy importante, pues ignora el hecho de que las estrellas de masas distintas radian distintos tipos de energía.
Los factores que determinan las longitudes de onda de la energía que radia una estrella, son su masa y la temperatura superficial. (Ésta depende directamente de la masa).
Por ejemplo, el sol radia luz visible, luz cercana al ultravioleta y luz cercana al infrarrojo porque su temperatura de superficie es de unos 6000°C. Si la masa del sol fuese un poco más grande, la temperatura de la superficie sería más elevada.
En ese caso los niveles de energía de la radiación solar también serían más elevados y el sol radiaría entonces rayos ultravioletas mucho más destructivos que los actuales.
Esto nos dice que si alguna otra estrella emitiese luz que sirva a la vida, debe tener, necesariamente, una masa parecida a la de nuestro sol. Por lo tanto, si distintas estrellas tuviesen planetas en órbita capaces de admitir formas de vida, deberán estar ubicados a una distancia no substancialmente distinta a la que hay entre la Tierra y el sol.
En otras palabras, ningún planeta que gire alrededor de una gigante roja, una gigante azul o cualquier otra estrella cuya masa difiera substancialmente de la del sol, podría albergar vida.
La única fuente de energía capaz de sustentar vida es la de una estrella como nuestro sol. La única distancia planetaria apropiada para la vida es la que existe entre la Tierra y el sol.
Hay otra forma de expresar esa verdad: el sol y la Tierra fueron creados para ser exactamente como necesitaban ser. Por cierto, en el Corán se revela que Dios creó todo según un cálculo preciso:
(El es) Quien hace que el alba apunte, Quien hizo de la noche descanso y del sol y de la luna cómputo (del tiempo). Esto es lo que ha decretado el Poderoso, el Omnisciente. (Corán, 6:96)
Desde el inicio de este capítulo hemos estado hablando acerca de la radiación emitida por el sol y cómo fue diseñada especialmente para sustentar la vida. Hay otro factor importantísimo del que no nos ocupamos aún: con el objeto de que esa radiación alcance la superficie de la Tierra, tiene que atravesar la atmósfera.
Ciertamente, la luz solar no podía sernos provechosa si la atmósfera no la dejaba pasar. Pero nuestra atmósfera está especialmente diseñada para la »transparencia« (la que se determina por la relación que hay entre la intensidad de la luz que incide y la que atraviesa el medio de que se trate) a esa radiación benéfica.
Lo verdaderamente interesante no es tanto que la atmósfera permita el paso de la luz solar provechosa, sino que sea a la única radiación que se lo permite. Admite el paso de la luz visible y de la cercana al infrarrojo, necesarias para la vida, pero bloquea otras formas de radiaciones mortales.
Esto hace de la atmósfera terrestre un filtro importante contra las radiaciones cósmicas que llegan desde el sol y otras fuentes.
Denton dice lo siguiente al respecto:
»Los gases atmosféricos absorben de inmediato el conjunto de la radiación electromagnética, excepto la de la luz visible y la de la cercana al infrarrojo… De toda la radiación electromagnética —que va desde los rayos gama hasta las ondas de radio— la única que deja pasar es la de una banda sumamente estrecha, que incluye la luz visible y la cercana al infrarrojo. Virtualmente, a la superficie de la Tierra no llega nada de radiación gama, X, ultravioleta, infrarroja superior y de microonda«74.
Es imposible ignorar la competencia o idoneidad de ese designio. ¡El sol envía solamente un 1/1025 de toda la radiación electromagnética que podría ser enviada y resulta que esa es la única amplitud buena para nosotros y es la única radiación que la atmósfera deja pasar!
También es valioso señalar en este punto que casi toda la radiación cercana al ultravioleta que radia el sol queda atrapada por la capa de ozono de la atmósfera.
![]() Energía radiante absorbida por la atmósfera Rayos gamma Luces visible e infrarroja Longitudes de onda (micrones) Ondas radiales Absorción por unidad relativa de agua Rayos gamma Luces visible e infrarroja Longitudes de onda (micrones) Ondas radiales |
Tanto el aire como el agua permiten solamente el paso de esa radiación que necesitamos para vivir. Toda la radiación cósmica mortal y dañina que proviene del espacio distante es atrapada por este filtro perfectamente diseñado.
Otra cosa que hace esto aún más interesante es que, al igual que el aire, el agua también tiene un tipo particular de transparencia: la única radiación capaz de abrirse paso en el agua es la de la luz visible, pues la radiación cercana al infrarrojo, que penetra la atmósfera (y así nos provee de calor) la penetra mínimamente.
Debido a ello, solamente unos pocos milímetros de la superficie de los océanos del mundo son calentados por la radiación que proviene del sol. Ese calor se comunica por etapas a los niveles de agua inferiores hasta cierta profundidad, por debajo de la cual la temperatura marítima es muy similar en todo el globo. Por supuesto, esto crea un medio ambiente totalmente adecuado para la vida.
Otra característica interesante del agua es que los distintos colores de la luz visible son capaces de viajar distintas distancias dentro de ella. Por debajo de los ocho metros, por ejemplo, no penetra la luz roja, mientras que la luz amarilla alcanza una profundidad de hasta cien metros.
Por otra parte, el azul y el verde descienden hasta 240 metros. Este es un designio extremadamente importante porque para la fotosíntesis es crucial, precisamente, la parte azul y verde del espectro. Dado que el agua permite penetrar a esos colores más profundamente que a los otros, las plantas fotosintetizadoras pueden vivir hasta 240 metros por debajo de la superficie.
El conjunto de hechos mencionados son de la mayor importancia pues posibilitan la existencia de la vida.
La Encyclopedia Britannica, al comentarlo, admite lo extraordinario que es todo esto:
»Considerando la importancia de la luz visible para todos los aspectos de la vida terrestre, uno no puede evitar sentirse atemorizado por lo dramáticamente estrecha que es la banda del espectro luminoso que penetra la atmósfera y el agua« 75.
La filosofía materialista y el Darwinismo, que tienen como fuente el materialismo, suponen que la vida apareció en el universo de modo casual, tratándose de un »accidente« sin ningún tipo de propósito u objetivo, cualquiera pueda ser.
Sin embargo, el conocimiento que se está obteniendo a través de los avances que ocurren en las ciencias, muestra que en cada detalle del universo hay un designio y un plan, cuya intención u objetivo es la vida humana.
Ese designio es de tal característica, que incluso un componente como la luz — que antes pudimos no darle tanta importancia— resulta tan claramente el »correcto« o »exacto« para la vida, que uno no puede impedir quedarse atónito.Intentar explicar ese esmerado designio como »accidental«, »fortuito«, es irracional.
El hecho de que la radiación del sol quede constreñida a una banda estrecha de 1/1025 de todo el espectro electromagnético, el hecho de que la luz para la vida se ubique precisamente dentro de esa estrecha banda, el hecho de que la atmósfera bloquee todas las otras radiaciones con longitudes de onda distintas, el hecho de que el agua en la Tierra sea transparente a determinadas longitudes de onda benéficas a profundidades distintas, ¿pueden ser todas casualidades?
Una calibración o sintonización tan extraordinaria como esta, no puede explicarse por medio de la casualidad sino, solamente, por medio del designio consciente.
Ello nos muestra a su vez que todo el universo y todos sus detalles —incluida la luz del sol que nos posibilita la visión y el mantenernos calientes— han sido especialmente creados y dispuestos para nuestra vida.
Esta conclusión a la que llegó la ciencia es una verdad que el Corán enseñó al género humano hace catorce siglos. La ciencia nos muestra que la luz solar fue creada para nosotros. En otras palabras, que ha sido hecha para »estar a nuestro servicio«. En el Corán se nos dice:
El sol y la luna, para cómputo (del tiempo con precisión). (Corán, 55:5)
En otra parte del Corán se comunica:
Dios es Quien ha creado los cielos y la tierra y ha hecho bajar agua del cielo, mediante la cual ha sacado frutos para sustentaros. Ha sujetado a vuestro servicio las naves para que, por Su orden, surquen el mar. Ha sujetado a vuestro servicio los ríos.
Ha sujetado a vuestro servicio el sol y la luna, que siguen su curso. Ha sujetado a vuestro servicio la noche y el día. Os ha dado todo Lo que le habéis pedido.
Si os pusierais a contar las gracias de Dios, no podrías enumerarlas. El hombre es, ciertamente, muy impío, muy desagradecido. (Corán, 13:32-34)
65. Ian M. Campbell, Energy and the Atmosphere, London: Wiley, 1977, pp. 1-2.
66. Ian M. Campbell, Energy and the Atmosphere, London: Wiley, 1977, pp. 1-2.
67. George Wald, »Life and Light«, Scientific American, 1959, vol. 201, pp. 92-108.
68. El rango cercano al infrarrojo se ubica en los rayos que van desde 0,70 de micrón —donde finaliza la luz visible— hasta 1,50 de micrón.
69. Este rango estrecho se ubica en los rayos ultravioletas que van desde 0,29 de micrón hasta 0,32 de micrón.
70. George Greenstein, The Symbiotic Universe, p. 96.
71. George Greenstein, The Symbiotic Universe, pp. 96-97.
72. Esta cadena de reacciones que tiene lugar en el ojo es realmente mucho más compleja. La luz que llega al ojo pasa a través de las lentes y cae en la retina en la parte de atrás del ojo. Al incidir la luz allí, un fotón interactúa con una molécula llamada 11-cis-retinal. El cambio en la forma de la molécula retinal fuerza el cambio de la forma de la proteína —rodopsina—, a la cual la retinal está estrechamente ligada. Esta metamorfosis altera su comportamiento. Pasa a llamarse ahora metarhodopsina II y se pega a otra proteína llamada transducina. La transducina estaba ligada a una molécula pequeña llamada GDP, pero cuando interactúa con la metarhodopsina II cae la GDP y otra molécula llamada GTP se une a la transducina. Ahora tenemos juntas dos proteínas y una molécula pequeña. Este conjunto llamado GTP-transducina-metarhodopsina II, se liga a otra proteína que es la fosfodiesterasa y adquiere entonces la capacidad de »cortar« a una molécula llamada GMPc. Inicialmente en la célula hay muchas moléculas GMPc, pero la fosfodiesterasa reduce su concentración del mismo modo que al sacar el tapón de una bañera llena de agua se reduce el nivel de ésta.
Otra proteína que se liga a la GMPc se llama canal de iones y actúa como una apertura que permite la entrada de iones de sodio en la célula. Al mismo tiempo otra proteína las bombea activamente al exterior. La acción del canal de iones y la bomba mantienen el nivel de iones de sodio en la célula dentro de límites estrechos. Cuando la cantidad de GMPc se reduce debido al desdoblamiento por medio de la fosfodiesterasa, el canal de iones se cierra, haciendo que se reduzca la concentración de iones de sodio, cargados positivamente. Esto provoca un desbalance de cargas a través de la membrana celular, lo cual finalmente produce una corriente que es transmitida por el nervio óptico al cerebro. El resultado de ello, después de ser interpretado por el cerebro, es la visión. (Citado del libro de Michael Behe, »La Caja Negra de Darwin«, New York: Free Press, 1996, pp. 18-21).
Esta es una versión muy breve y simplificada de cómo se produce la visión. Si las reacciones señaladas fuesen las únicas en producirse en la célula, la provisión de 11-cis-retinal, GMPc y iones de sodio, se agotaría enseguida. Muchos mecanismos restaurarían las células a su estado original. Asimismo, las reacciones descritas antes están lejos de ser una explicación bioquímica completa de cómo se cumplimenta el proceso que nos permite ver. Se trata sólo de algo muy resumido. Pero de todos modos lo relatado sugiere que la visión es un mecanismo muy perfecto y complicado que nunca puede acaecer por medio de la evolución.
73. Michael Denton, Nature’s Destiny, pp. 62, 69.
74. Michael Denton, Nature’s Destiny, p. 55.
75. Encyclopaedia Britannica, 1994, 15ª edición, volumen 18, p. 203.