Tariq había ido a jugar a casa de un compañero de clase llamado Kashif. Cuando la madre de éste le llamó para que bajara a por una cosa, Tariq se quedó solo en la habitación. En ese preciso instante, el perro de Kashif entró en ella. Era un perro adorable y parecía que le estuviese preguntando: “¿Quieres jugar conmigo?”
“Eh, venga, vamos a jugar”, dijo Tariq poniéndose en pie de un salto.
“Muy bien, con mucho gusto”, dijo el perro moviendo la cola frenéticamente.
Tariq se quedó helado. ¡El perro estaba hablando! No podía perder esta oportunidad. Empezó a preguntarle cosas que siempre había querido saber sobre los perros.
“Siempre he querido saber”, comenzó diciendo, “cómo podéis masticar los huesos tan duros que os damos para comer.”
El perro sonrió, descubriendo una hilera de blancos y afilados dientes. “Dios, que ha dotado a todos los seres vivos de características únicas, nos ha dado a los perros habilidades físicas diferentes a las de otros animales. Por ejemplo, tenemos más dientes que vosotros, 42 en total, para que podamos masticar la comida con facilidad, especialmente los huesos.”
Tariq inquirió: “Os gusta correr, saltar y jugar tanto como a mí, ¿verdad? ¿Cómo es que no sudáis?”
El perro de Kashif asintió con la cabeza: “No sudamos como hacen los humanos para controlar el calor corporal porque nuestra piel no tiene poros. En vez de ellos, tenemos un sistema respiratorio que controla nuestra temperatura. Nuestro pelo evita que el calor exterior llegue a nuestra piel. Desde luego, cuando sube la temperatura, nuestro calor corporal también se eleva y, para disminuirlo, jadeamos con la lengua fuera, así que no sudamos ni siquiera en los días más caluroso y a pesar de nuestro grueso pelo.”
“Dios nos ha provisto de un sistema tan maravilloso que, mientras los humanos se ponen a sudar a la media hora de hacer ejercicio, nosotros podemos correr sin parar durante horas sin sudar en absoluto. De ahora en adelante entenderás que no tienes que preocuparte cuando veas a un perro jadeando con la lengua fuera en un día caluroso. Por supuesto que nosotros no inventamos este sistema. Ésta es una de las pruebas del supremo poder creativo de Dios, que todo lo hizo de una forma completamente original, sin copiar nada.”
“Creo que vuestro sentido del olfato también está muy desarrollado”, dijo Tariq conforme acariciaba la nariz del perro.
“Tienes razón”, asintió el perro. “Tenemos un sentido del olfato muy desarrollado. El centro olfativo situado en nuestro cerebro está cuarenta veces más desarrollado que el de los humanos.”
“¡Por eso cuando los perros policías huelen algo una sola vez pueden encontrar a su propietario!, exclamó Tariq.
“De nuevo estás en lo cierto. Puedes concluir que los perros que ves todos los días son una prueba de la creación de Dios, tal y como lo son otros seres vivos. Recuérdalo y no olvides dar gracias a Dios.”
“Muchas gracias”, dijo Tariq. “No lo olvidaré. Además, contaré a todos mis amigos lo que me has dicho sobre los dones con que Dios te ha bendecido, y también les diré que Le den gracias.”
Justo entonces Kashif regresó a la habitación y todos se pusieron a retozar y jugar juntos.
"Es Él quien ha creado para vosotros todo cuanto hay en la tierra…" Sura 2:29 La vaca.
Los perros cuentan con una sensibilidad extraordinaria para los olores. Cuando vagan por las calles, encuentran el olor que dejan otros perros y el de la gente, y de ellos aprenden cosas. Pueden detectar sin ninguna dificultad el más ligero rastro en el aire. Los sabuesos, una raza que tiene un sentido del olfato particularmente agudo, pueden localizar a la gente desde lugares en los que no han dejado huella visible alguna siguiendo un rastro de hace cuatro días y hallando el olor de una persona a más de 80 kilómetros de distancia.