Era un soleado día de domingo. Faruq había ido de excursión al bosque con su clase. Él y sus amigos se pusieron a jugar al escondite. De repente, Faruq oyó una voz que decía: “¡Cuidado!”. Miró a derecha e izquierda, sin saber de dónde venía dicha voz, pero no vio a nadie.
Un poco más tarde, volvió a escuchar la misma voz. Esta vez dijo: “¡Estoy aquí abajo!”.
Faruq se dio cuenta de que, justo al lado de su pie, había un insecto parecido a una hormiga.
“¿Quién eres?”, le preguntó.
“Soy una termita”, contestó la minúscula criatura.
“Nunca he oído hablar de un animal llamado termita”, dijo Faruq pensativo. “¿Vives sola?”
“No”, respondió el insecto. “Vivimos en grandes grupos dentro de nidos. Si quieres, re mostraré uno.”
Faruq estuvo de acuerdo, así que marcharon. Cuando llegaron, lo que la termita le enseñó a Faruq era algo parecido a un edificio alto con ventanas.
“¿Qué es esto?”, quiso saber Faruq.
“Es nuestra casa”, le explicó la termita. “La construimos nosotras mismas.”
“¡Pero sois tan pequeñas…!”, objetó Faruq. “Si tus amigas tienen tu misma talla, ¿cómo podéis hacer algo tan grande como esto?”
La termita sonrió. “Tienes razón al sorprenderte, Faruq, porque es realmente sorprendente que criaturas tan pequeñas como nosotras podamos construir lugares como éste. Pero no olvides que esto es algo fácil para Dios, que nos creó a todos.”
“Aún más, aparte de ser muy altas, nuestras casas tienen otras peculiaridades. Por ejemplo, tenemos habitaciones especiales para los niños, lugares para cultivar el moho, y la habitación de la reina. Y no olvides el sistema de ventilación. Gracias a él, equilibramos la humedad y la temperatura del interior. Y, antes de que se me olvide, déjame decirte algo más: ¡somos ciegas!”
Faruq estaba atónito: “A pesar de ser tan pequeñas y de que apenas podéis ver, construís casas como los edificios que hacen las personas. ¿Cómo es posible?”
La termita sonrió de nuevo: “Como te dije antes, es Dios quien nos proporciona este extraordinario talento. Nos creó de tal manera que podemos hacer todas estas cosas. Pero ahora debo regresar a casa y ayudar a mis amigas.”
Faruq lo comprendió: “Muy bien, ahora mismo voy a ir a contarles a mi profesor y a mis compañeros lo que he aprendido de vosotras.”
“Buena idea, Faruq”, dijo la termita despidiéndose. “Cuídate. Espero volver a verte.”