El fin de semana, Asad fue a visitar a su abuelo. Los dos días pasaron muy deprisa y, antes de que se diera cuenta, su padre llegó para llevarlo de vuelta a casa. Asad le dijo adiós a su abuelo y fue hacia el coche. Se puso a mirar por la ventanilla mientras esperaba a que su padre metiese las cosas en el maletero. Una mariposa que estaba posada en una flor cercana batió sus alas y voló hacia la ventanilla.
“¿Vas a casa, Asad?”, preguntó la mariposa con su vocecita.
Asad estaba atónito: “¿Me conoces?”, le preguntó.
“Desde luego”, sonrió la mariposa. “He oído a tu abuelo hablar a los vecinos de ti.”
“¿Por qué no has venido a verme antes?”, le preguntó Asad.
“No podía, porque sólo era una crisálida en lo alto de un árbol del jardín”, le explicó la mariposa.
“¿Una crisálida? ¿Qué es eso?”, preguntó Asad, que siempre había sido un niño muy curioso.
“Déjame que te lo explique desde el principio”, dijo la mariposa tomando aliento. “Nosotras, las mariposas, eclosionamos del huevo como minúsculas larvas y luego pasamos a ser orugas. Nos alimentamos mordisqueando hojas. Luego, utilizamos un líquido que sale de nuestros cuerpos como si fuese un hilo y nos envolvemos en él. Ese pequeño envoltorio que tejemos se llama crisálida. Pasamos un tiempo dentro de él hasta que crecemos. Cuando nos despertamos y salimos fuera tenemos unas alas de colores brillantes. Pasamos el resto de nuestra vida volando y alimentándonos de las flores.”
Asad asintió pensativo: “¿Quieres decir que todas esas mariposas de colores fueron crisálidas antes de que les salieran alas?”
“¿Ves a la oruga de esa rama?”, preguntó la mariposa.
“Sí, la veo. Está devorando las hojas. Tiene mucha hambre.”
“Es mi hermana pequeña”, sonrió la mariposa. “Dentro de poco se convertirá en crisálida y, un día, será una mariposa como yo.”
Asad tenía muchas preguntas que hacerle a su nueva amiga. “¿Cómo planificas este cambio? Me explico: cuando sales del huevo, ¿cuánto tiempo eres crisálida y cómo fabricas el hilo para hacer el saco que te envuelve?”
“Yo no planifico nada”, explicó la mariposa con paciencia. “Dios nos ha enseñado lo que necesitamos hacer cuando lo precisamos. Sólo actuamos según los deseos de nuestro Señor.”
Asad estaba realmente impresionado. “Los diseños de vuestras alas son maravillosos. Y en todas las mariposas son diferentes, ¿verdad? ¡Son verdaderamente coloridas y llamativas!”
“Eso es una prueba del arte incomparable de Dios. Nos creó una a una de la forma más bella imaginable”, le explicó su amiga.
Asad asintió con entusiasmo: “Resulta imposible no fijarse en las cosas hermosas que Dios ha creado. ¡Hay cientos de ejemplos a nuestro alrededor!”
La mariposa asintió: “Tienes razón, Asad. Necesitamos dar gracias a Dios por todas estas bendiciones.”
Asad miró por encima de su hombro: “Ya viene mi padre. Me parece que nos marchamos. Encantado de conocerte. ¿Podemos charlar otra vez cuado vuelva la semana que viene?”
“Desde luego”, asintió la mariposa. “Que tengas buen viaje de regreso a casa.”
"Todo cuanto hay en los cielos y en la tierra proclama la infinita gloria de Dios" (Sura 57:1 El hierro)
"¿No ves que Dios hace caer el agua del cielo, y hacemos brotar mediante ella frutos de gran variedad de colores –igual que en las montañas hay vetas blancas y rojas de diversas tonalidades, y [otras] de un negro intenso, y [cómo] entre los hombres, los animales y el ganado existe también gran variedad de colores? De todos Sus siervos, sólo quienes están dotados de conocimiento [innato] temen [realmente] a Dios: [pues sólo ellos comprenden que,] en verdad, Dios es todopoderoso, indulgente." (Sura 35:27-8 El originador)