Cuando Antar leyó en un libro que los canguros crían a sus bebés en unas bolsas especiales que tienen en la barriga, se preguntó sorprendido: “¿De verdad existe algún animal que tenga bolsas?”. De repente, el canguro del libro empezó a saltar por la página y le contestó: “Tienes motivos para sorprenderte, Antar, pero sí, los canguros tenemos realmente una bolsa en nuestra barriga y es allí donde alimentamos, protegemos y criamos a nuestras crías.”
Antar se fijó con más detenimiento y vio una foto de un adorable bebé canguro asomando su cabecita desde la bolsa de su madre.
“Me pregunto cómo se mete dentro”, dijo a la madre, que le respondió:
“La cría de canguro sólo tiene un centímetro cuando nace. Esa minúscula criatura, que aún no está desarrollada, alcanza la bolsa tras un viaje que dura tres minutos.”
“Eso es muy interesante”, dijo Antar pensativo. “¿Cómo se le da de comer ahí dentro?”
La madre explicó con paciencia: “Tengo cuatro pezones en el interior de la bolsa. En uno de ellos hay leche caliente lista para alimentar a la cría. En los otros tres también hay leche, pero no para el recién nacido sino para los que son un poco más mayores. Al cabo de unas semanas, la cría dejará el pezón del que se alimenta y lo hará de otro que contiene una leche más conveniente para su edad. Cuando se haga un poco más mayor, pasará al siguiente.”
“¡Increíble!”, exclamó un entusiasmado Antar. “¿Cómo sabe un bebé canguro de sólo un centímetro qué pezón elegir? ¿Y cómo vosotras, las mamás canguro, dais diferentes tipos de leche?”
La mamá canguro siguió con su explicación: “La leche de la que se alimenta un recién nacido es más caliente que las otras. El alimento que contiene también es distinto. ¿Cómo piensas que calentamos la leche? No olvides, Antar, que no somos nosotras quienes hacemos todo esto. Ni siquiera sabemos que producimos diferentes tipos de leche. No nos es posible calcular su temperatura, ni tampoco somos conscientes de que cada tipo de leche tiene propiedades y nutrientes distintos. Vivimos del modo que Dios nos inspira. Dios, que nos creó, pensó en las necesidades de nuestras crías. Nuestro Señor, con su infinita compasión y misericordia, hizo que brotara la leche más adecuada para ellas y la colocó en el lugar más apropiado, es decir, en las bolsas de sus madres.”
Di: "¡Si todo el mar fuera tinta para las palabras de mi Sustentador, ciertamente se agotaría el mar antes de que las palabras de mi Sustentador se agotaran! Y [así sería] aunque añadiéramos un mar tras otro." (Sura 18:109 La cueva)