ANWAR Y EL PAJARITO

¿No han visto a las aves [volando] por encima de ellos, extendiendo y replegando sus alas? Nadie sino el Más Misericordioso las mantiene en vuelo: realmente, Él ve todas las cosas. Sura 67:19 La soberanía.

¿No han visto (los seres humanos) las aves sujetas (al servicio de Dios) en el aire del cielo? Sólo Dios las sostiene. Ciertamente, hay en ello signos para gente que cree. Sura 16:79 La abeja.

Cuando Anwar regresaba a casa a la salida del colegio, empezó a llover muy fuerte. Después de cenar, antes de ponerse a hacer los deberes, le preguntó a su madre si podía mirar un rato cómo llovía. Le dijo que sí. Anwar fue hacia la ventana y observó cómo caía la lluvia. En la calle, había gente con paraguas y, los que no llevaban, se arrimaban a las paredes de los edificios. Al poco rato, se empezaron a formar charcos. Los coches que pasaban salpicaban las aceras y la gente se apartaba del bordillo para no mojarse. Anwar pensó en qué bien se estaba en casa y en que debía dar gracias a Dios por darle de comer y un hogar caliente en donde vivir. En ese preciso instante, un gorrión se posó en el alféizar de la ventana. Anwar pensó que el pobre pájaro debía estar buscando refugio de la lluvia e, inmediatamente, abrió la ventana.

“Hola, me llamo Anwar”, dijo. “Puedes entrar si quieres.”

“Gracias, Anwar”, dijo el pajarito. “Me gustaría esperar dentro a que deje de llover.”

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“Debes tener mucho frío ahí fuera”, se compadeció Anwar. “Nunca antes he visto un pájaro tan de cerca. ¡Qué delgadas son tus patas! ¿Cómo pueden sostener tu cuerpo?”

“Tienes razón, Anwar”, asintió el gorrión. “Los pájaros tenemos las patas muy delgadas en comparación con el cuerpo pero, a pesar de todo, nos pueden sostener con facilidad. Tenemos muchos músculos, venas y nervios en ellas. Si fueran un poco más delgadas o más gruesas, nos resultaría difícil volar.”

“Volar debe ser maravilloso”, dijo Anwar pensativo. “Tus alas también son muy delgadas, pero puedes volar con ellas. ¿Cómo es que puedes recorrer distancias tan largas sin cansarte?”

“Cuando alzamos el vuelo consumimos mucha energía porque tenemos que elevar el peso de todo nuestro cuerpo con nuestras delgadas alas”, empezó diciendo el gorrión. “Pero una vez en el aire, nos relajamos y dejamos que nos lleve el viento. Así gastamos menos energía y no nos cansamos. Cuando se para el viento, volvemos a aletear. Gracias a esta ventaja que Dios ha creado para nosotros, podemos recorrer distancias muy largas.”

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Anwar preguntó entonces: “¿Cómo es posible que veas bien cuando vuelas?”

El gorrión le explicó cómo: “El sentido que tenemos más desarrollado es el de la vista. Además de dotarnos de la capacidad de volar, Dios también lo ha hecho de un sentido de la vista extraordinario. Podemos ver objetos distantes con más claridad que los humanos y nuestro campo de visión es más amplio. Por ello, al advertir un peligro, ajustamos la dirección y velocidad del vuelo. No podemos mover los ojos como lo hacen los seres humanos, porque los nuestros permanecen fijos en las cuencas; pero podemos mover nuestras cabezas y cuellos rápidamente para ampliar el campo de visión.”

Anwar lo comprendió: “Ése es el motivo por el que los pájaros estáis siempre moviendo la cabeza: para mirar a vuestro alrededor. ¿Son así los ojos de todos los pájaros?”

“Los búhos y otras aves nocturnas tienen los ojos más grandes”, siguió el gorrión. “Gracias a unas células especiales pueden ver incluso con una luz muy tenue. Por ejemplo, los búhos ven cazar de noche estupendamente. Existen otra clase de aves llamadas acuáticas que Dios ha creado de manera que puedan ver con claridad debajo del agua. Meten sus cabezas debajo de ella y atrapan insectos y peces. Dios las creó con este tipo de visión para que pudieran capturar a sus presas.”

“Tampoco los picos de todas las aves son iguales, ¿por qué?”, preguntó Anwar.

“Dios creó picos diferentes que cumplen funciones distintas para las diferentes especies de aves”, fue la respuesta. “Nuestros picos están perfectamente adaptados al medio en que vivimos. A nosotros, los pájaros insectívoros, nos encantan las orugas y los gusanos. Podemos capturarlos fácilmente introduciendo nuestros delgados y afilados picos debajo de las hojas de los árboles. El pico de las aves acuáticas es generalmente largo con forma de cucharón para poder pescar peces sin dificultad. Y el de las aves que se alimentan de plantas se adapta perfectamente a su alimento. Nuestro Señor ha dotado a todas las criaturas de la Tierra de las características adecuadas.”

Anwar tenía otra pregunta para el gorrión: “No tienes orejas como las mías, pero aún así me puedes escuchar muy bien, ¿cómo es posible?”

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“El sentido del oído es muy importante para nosotras, las aves. Lo usamos para cazar y para avisar a las demás de cualquier peligro potencial y así protegernos. Algunas aves poseen un tímpano que les permite escuchar el más leve ruido, por ejemplo, los búhos. Éstos pueden oír sonidos inaudibles para el ser humano”, le dijo el gorrión.

Anwar volvió a preguntar: “Los pájaros cantáis muy bien. Me gusta escucharos. ¿Para qué utilizáis vuestras voces?”

El pájaro asintió: “Algunos de nosotros usamos sonidos diferentes para despistar a nuestros enemigos. A veces, anidamos en los huecos de los árboles y, cuando un depredador intenta entrar, siseamos como las serpientes. El intruso cree que dentro hay una y así protegemos nuestros nidos.”

“¿Qué más hacéis para protegeros de los depredadores?”, preguntó Anwar.

“Construimos falsos nidos para engañarlos”, dijo el pájaro. “De este modo, despistamos a los intrusos y protegemos nuestros nidos y huevos. Para defendernos de las serpientes venenosas, escondemos las entradas y las hacemos muy complicadas. Otra precaución que tomamos consiste en construir los nidos en árboles que tienen ramas con espinas.”

"¿Es que no han visto las aves encima de ellos, desplegando y recogiendo las alas? Sólo el Compasivo las sostiene. Lo ve bien todo." (Surat al-Mulk:19)

“¿Cómo es que algunas aves pueden nadar en el agua? ¿Y por qué no todas ellas pueden hacerlo?”, preguntó Anwar a su amigo.

El gorrión replicó: “Dios ha dotado a algunas aves de la capacidad de nadar. Les ha proporcionado patas con membranas para que puedan nadar cuando están en el agua. Otras tenemos delgados dedos sin dichas membranas. Es decir, aparte de las aves acuáticas (que son palmípedas), ninguna otra puede nadar.”

“¡Cómo las aletas!”, exclamó Anwar. “Cuando nado con aletas voy más deprisa.”

“Hay algunas aves que tienen esas aletas de nacimiento”, dijo el pájaro.

Mientras Anwar y el pájaro mantenían esta conversación, su madre le interrumpió para decirle que fuera a su habitación a hacer los deberes. En ese instante, dejó de llover.

"¿No han visto las aves sujetas en el aire del cielo? Sólo Alá las sostiene. Ciertamente, hay en ello signos para gente que cree." (Surat an-Nahl: 79)

Anwar le dijo a su amigo: “Ahora tengo que ir a mi habitación a hacer los deberes. Mañana le contaré a mis amigos las características especiales con que Dios os ha creado, a vosotros y a todos los demás seres vivos, gracias a su perfecto arte creativo.”

“Ha parado de llover, así que puedo volver a mi nido”, dijo el gorrión. “Gracias por dejarme entrar, Anwar. Cuando le hables a tus amigos de nosotros, ¿les puedes decir que nos cuiden y que no nos tiren piedras, ni a nosotros ni a ningún otro animal?”

“Ten por seguro que así lo haré”, afirmó Anwar. “Que Dios os proteja.”

Anwar abrió la ventana y el pájaro salió volando rápidamente, revoloteando en el cielo. Anwar reflexionó sobre lo perfecta que es la creación de Dios y se sentó a hacer sus deberes.