EL MUNDO Y EL MÁS ALLÁ

Hermoso a ojos de los hombres es el amor de las cosas que codician: mujeres e hijos; acumular montones de oro y plata; los caballos de pura raza (por su sangre y excelencia); y (la riqueza de) el ganado y las tierras de labranza. Tales son las posesiones de la vida de este mundo; pero la proximidad a Dios es la mejor de las metas.

(14) Engalanado aparece a los hombres el amor por lo apetecible: las mujeres, los hijos, arcas colmadas de oro y plata, caballos de raza, ganados y tierras. En eso consiste el disfrute de esta vida --pero la más hermosa de las metas está junto a Dios.
(15) Di: "¿Queréis que os diga algo que es mejor que esos [disfrutes terrenales]? Para quienes son conscientes de Dios hay, junto a su Sustentador, jardines por los que corren arroyos, en los que residirán; esposas puras, y la complacencia de Dios."
Y Dios ve lo que hay en [los corazones de] Sus siervos.
Sura 3: 14-15 (La Casa de Imrán)

Esencialmente todos los intentos para buscar en la religión algo malo resulta de una falta de comprensión de la realidad del Más Allá.

Como se afirma en el Corán, Dios ha creado el mundo como una residencia temporal para nosotros. Es para poner a prueba a los creyentes, purificarles, hacer que se vuelvan dignos del cielo y testificar en contra de los incrédulos.

Sin embargo, los miembros de la sociedad de la ignorancia hacen caso omiso de esta realidad y se aferran al mundo como si nunca se fuera a acabar. Ese es el razonamiento que moldea la mentalidad de la sociedad ignorante que hemos tratado de reflejar a lo largo de este libro. “La vida es corta, así es que espabílate y haz algo”, “venimos a este mundo sólo una vez, así que disfrutémoslo”. Las declaraciones de este género son en realidad simples reflexiones de esta mentalidad que urge a las personas a vivir sus vidas sin considerar sus deberes religiosos ni el más allá. Deberías disfrutar de la vida mientras estás vivo. Puedes probar cualquier cosa por diversión y para tu beneficio porque en la sociedad de la ignorancia mientras se saque partido de algo no hay nada malo en ello. Desde ese punto de vista, todo es legítimo.

La sociedad de la ignorancia se encuentra en una situación de desconocimiento profundo. Está claro que la muerte es un fin inevitable y que tarde o temprano alcanzará a todo el mundo en esta tierra. No obstante, la persona ignorante hace caso omiso de este hecho y lo mantiene apartado de su agenda tanto como le es posible. Diligentemente evitan pensar en él e impiden a las personas de hablar de ello. Todo el mundo vive su vida como si nunca fuese a morir, aunque la mayoría de la gente no niega la existencia de Dios. Cuando se les pregunta, afirman que también creen en la otra vida, puesto que es un prerrequisito para ser musulmán. Sin embargo, sus acciones prueban lo contrario. Esto es debido a su falta de fe en el más allá:

(50) Pero si le hacemos saborear algo de Nuestra gracia después de haber sufrido una desgracia, seguro que dice: "¡Esto me lo merezco!" –y: "¡No creo que vaya a llegar la Última Hora: pero si [llegara, y] fuera devuelto a mi Sustentador, ciertamente, tendría entonces junto a Él el supremo bien!"
Pero [en el Día del Juicio] daremos sin duda a los que se empeñaron en negar la verdad una comprensión plena de todo lo que hicieron, y les haremos saborear sin duda un castigo severo.
Sura 41: 50 (Expuestos con Claridad)

En realidad, resulta difícil entender por qué las personas de la sociedad de la ignorancia persisten en su ceguera. Si alguien cree en Dios, entonces inevitablemente llega a la conclusión de que el más allá también debe existir. Dios crea al ser humano, le deja vivir su vida, le otorga incontables bendiciones y le muestra gran compasión y misericordia. Entonces, ¿por qué querría aniquilarle al llegar a una cierta edad?

Recordemos un ejemplo dado por un gran estudioso islámico de este tema: ¿Puede ajusticiar una madre a su niño después de criarle durante años? De hecho, a una madre le importa mucho su hijo y siente una gran compasión hacia él. Ni siquiera piensa en hacerle ningún daño, y mucho menos dejar de quererle. Cuando Dios la ha dotado de estos sentimientos, como el poseedor final de la compasión y de cualquier concepto del bien, ¿cómo puede alguien ser capaz de creer que Dios aniquila a los seres humanos que crea y dota con todo lujo de bendiciones, especialmente cuando esas personas son agradecidas hacia Él y prefieren ser Sus sirvientes?

Quizá podríamos tener una razón para pensar que la muerte fuese un fin si las buenas personas viviesen en la tierra eternamente mientras que los malvados morían. Sin embargo, como se menciona en la aleya: “Todo ser humano ha de saborear la muerte” Sura 21: 35 (Los Profetas) Dios acaba con nuestra vida después de dejar que vivamos durante un cierto periodo de tiempo: "¿No os dimos acaso una vida lo bastante larga como para que quien tuviera voluntad de recapacitar, recapacitara? ¡Y [además,] vino a vosotros un advertidor!” Sura 35: 37 (El Originador), el cual es suficiente para que cada uno de nosotros elijamos.

Durante dicho período de tiempo, deberíamos darnos cuenta de que nuestras almas son inmortales. Dios nos ha hecho querer cosas diversas y nos ha dado a todos nosotros lo que queremos y necesitamos. Nos ha creado de tal manera que sentimos hambre y nos ha ofrecido en abundancia los manjares de la tierra. Habiéndonos dado la sensación de sed, creó el agua para la humanidad cuando hizo la tierra. Entonces, asimismo, ¿no nos dejará Dios vivir por siempre, como nos ha hecho querer vivir por siempre? Dios ha creado al ser humano como Su califa en la tierra y puso a su servicio todas las otras cosas que creó, como el sol, las estrellas y la tierra. Después de esta perfecta creación de parte de Dios sería irrazonable pensar que permite al género humano vivir en la tierra durante un cierto tiempo y luego termina su existencia para siempre. En resumen, cuando fallecemos, no nos perdemos en “la nada”, sino que damos un paso hacia nuestra verdadera vida.

Resulta algo obvio para una persona que piensa que la vida en este mundo es temporal y simplemente una muestra de la vida real. Todas las cosas bellas que existen en el mundo son temporales y tienen muchas deficiencias. El ser humano más guapo puede conservar su buena presencia únicamente durante una o dos décadas. A medida que se hace más mayor, su aspecto físico cambia, su piel se arruga, su cuerpo pierde su forma y comienza a sufrir muchas clases de enfermedades relacionadas con la edad. No hay que hacerse mayor para experimentar las imperfecciones de la vida de este mundo. Los mecanismos que rigen el cuerpo se construyen con muchas debilidades. Si dicho individuo no se da una ducha durante unos pocos días, entonces comienza a oler mal. No importa cuán atractivo sea, tiene que usar el baño como cualquier ser humano y tiene que ocuparse de esta clase de debilidades en sí mismo cada día durante toda su vida.

Como quiera que las personas están acostumbradas a todo esto, no son por lo general conscientes del hecho de que estas debilidades están hechas a propósito. Consideran la presencia de las mismas como algo muy normal y nunca piensan que podría existir una alternativa. Sin embargo, la creación de Dios es perfecta. Cuando consideramos la creación del universo, la tierra, la naturaleza y todas las criaturas vivas desde los complicados organismos a las estructuras unicelulares, vemos claramente que existe un orden y un diseño perfectos en todo. Por tanto, si Dios hubiese querido, las personas no habrían sufrido nada de lo mencionado con anterioridad. Pero todas estas deficiencias están para recordarnos el hecho de que tenemos necesidad de Dios. También nos recuerdan que la vida en este mundo es sólo un ejemplo de la vida real en el más allá, la cual está libre de todo defecto.

(20) ¡Sabed [Oh hombres] que esta vida es sólo juego y distracción, y un hermoso espectáculo, y [motivo para] vuestra jactanciosa rivalidad unos con otros, y [vuestro] afán por más riqueza e hijos!
Su parábola es la de la lluvia [vivificante]: la vegetación que hace crecer complace a los labradores; pero luego se marchita y la ves amarillear, y al final queda convertida en paja.
Pero [la realidad permanente de la condición humana se hará patente] en la Otra Vida: [ya sea] el castigo severo, o el perdón de Dios y Su complacencia: pues esta vida no es más que el disfrute pasajero de un engaño.
Sura 57: 20 (El Hierro)

Entonces, uno puede preguntar, “¿Cómo es la vida real?” Todo el mundo sabe que habrá dos moradas diferentes en la otra vida: una para los creyentes, el Paraíso, y otra para los incrédulos, el Infierno. Sin embargo, la sociedad de la ignorancia no ha parado de inventar cuentos acerca del Paraíso y del Infierno. Por consiguiente, otra vez necesitamos referirnos al Corán para entender la verdadera la naturaleza del más allá.