El último apoyo que recibió el criterio de estructuras consideradas anquilosadas, tratado en el capítulo anterior, es la actual tesitura, ya desautorizada, de ADN “chatarra”.
Al comprobarse en la segunda mitad del siglo XX las importantes funciones que cumplían los llamados órganos atrofiados, la fábula al respecto empezó a derrumbarse y llegó al colapso total. Pero sus sostenedores no quisieron quedarse sin la propaganda que les brindaba y entonces dieron lugar a una nueva versión de la misma: lo que se atrofiaba era algunos genes del código genético, no los órganos en sí. Fue esta nueva invención la que echó a rodar la idea de que existía ADN “chatarra”.
Según los darwinistas, un considerable sector del ADN –molécula de gran tamaño donde están codificados todos los datos genéticos de las criaturas vivas– es no funcional actualmente: habría cumplido un papel en el pasado, pero después de los supuestos cambios evolutivos quedó inactivo. Es decir, pasó a ser “chatarra”. La idea, de amplia y rápida divulgación en la literatura científica, tuvo poco tiempo de vigencia. Su desmerecimiento vino de la mano de los resultados del Proyecto Genoma Humano, pues los mismos hicieron comprender, paso a paso, las funciones del llamado ADN chatarra. El evolucionista Evan Eichler de la Universidad de Washington admitió que “el término ‘ADN chatarra’ es un reflejo de nuestra ignorancia”81.
Examinemos ahora cómo surgió y se desvaneció el mito en la materia.
Para comprender mejor esto, debemos saber algo acerca de la estructura del ADN.
Esta cadena molecular gigante en el interior de la célula viva es considerada a menudo como “banco de datos”, debido a la información y código genético que contiene, cumpliendo este último el papel de orientador de lo que hace a las actividades corporales. Como ya dijimos, cada intento de los materialistas por explicar el origen de la molécula ADN resultó infructuoso, pues se constata que la información de la que dispone no pudo haber pasado a existir por casualidad. La misma es, claramente, un ejemplo de Creación superior.
Las partes del ADN que codifican nuestras características físicas y actividades fisiológicas, que juegan un papel en la síntesis de diversas proteínas y que aseguran nuestra supervivencia, se llaman genes. Pero la totalidad de éstos constituye sólo alrededor del 10% del ADN. El 90% restante es conocido como “ADN no codificante”, debido a que no gobierna la producción de alguna proteína y se lo puede ubicar en distintos subgrupos.
A veces se lo encuentra apretujado entre los genes y se lo llama intrón. Otra variedad recibe el nombre de ADN repetitivo porque está formado por repetidas secuencias de nucleótidos que extienden la longitud de la cadena. Si esos nucleótidos fuesen acomodados en un gene de una manera similar a las series complejas, en vez de recibir ese nombre habría que denominarlos pseudogenes.
Los evolucionistas amontonaron esos segmentos de ADN que no codifican proteínas bajo el título general de “ADN chatarra” y afirmaron que son sobrantes innecesarios producto del llamado proceso evolutivo. Sin embargo, estamos frente a una propuesta claramente ilógica porque el hecho de que no codifiquen para la producción de proteínas no implica que carezcan de funciones. Si bien la determinación de todas ellas será, seguramente, producto de las investigaciones, los darwinistas consiguieron que esto pase desapercibido para la gente, en general, por medio de recurrir a sus engañosas y prejuiciosas afirmaciones de vieja data. No obstante, los estudios de los últimos diez años les tira abajo su castillo de naipes. Las partes no codificantes del ADN no son “chatarra” sino, por el contrario, un “tesoro genético”82.
Paul Nelson, quien recibió su doctorado de filosofía en la Universidad de Chicago, es uno de los principales exponentes del movimiento antievolucionista. En un artículo titulado “Se les Terminó el Negocio a los Vendedores de Chatarra”, describe el colapso de la propuesta en cuestión:
“Carl Sagan (defensor del ateísmo) argumentó que la ‘chatarra genética’, las ‘redundancias, los tartamudeos y cosas sin sentido’ en el ADN, probaban que en el ‘corazón de la vida existe una imperfección abismal’. Comentarios como éste son comunes en la literatura biológica, aunque posiblemente menos comunes que lo que eran hace unos años. ¿A qué se debe ello? Se debe a que los genetistas están descubriendo que lo que se consideraba ‘escombro genético’ cumple distintos tipos de funciones”83.
¿Cómo se descubrió que el “ADN chatarra” no tiene, para nada, esa condición?
El experimento hecho en 1994 con ADN no codificante por biólogos de la Facultad de Medicina de Harvard y físicos de la Universidad de Boston, reveló algunas cosas notables. Estudiaron 37 secuencias de ADN de distintos organismos, con un mínimo de 50 mil pares de bases, para poder determinar si había algunos patrones particulares en la disposición de los nucleótidos. ¡El estudio reveló que el 90% del ADN humano, que antes se suponía que era chatarra, en realidad, poseía similitudes estructurales para los idiomas nativos!84. Es decir, se descubrió que en ese ordenamiento en los nucleótidos de ADN existe un criterio de codificación común para cada idioma oral. Esta constatación resultó totalmente opuesta a la tesis de que los datos en el llamado ADN chatarra estaban ensamblados al azar. En cambio, sí respalda la Creación superior como fundamento de la vida.
Los científicos han descubierto hace poco las funciones de la heterocromatina –uno de los componentes del cromosoma–, considerada hasta entonces chatarra. Aunque aparece a menudo en el ADN, no podía determinarse su papel en la producción de alguna proteína. Entonces se dijo que carecía de valor.
Comentan Hubert Renauld y Susan Passer, del Instituto Suizo para la Investigación del Cáncer, que a pesar de su presencia importante en el genoma (hasta el 15% en las células humanas y alrededor del 30% en las de las moscas), por lo general fue considerado “ADN chatarra” y por lo tanto inservible85.
Pero trabajos más avanzados revelaron que la heterocromatina cumple tareas importantes. Dice Emile Zuckerkandl del Instituto de Ciencias Médicas Moleculares:
“…Si alguien reúne nucleótidos (pares de bases de ADN) que individualmente son no funcionales, puede obtener una suma de los mismos colectivamente funcionales. Un ejemplo de ello son los nucleótidos de la cromatina. A pesar de todo lo que se argumentó para considerar a la heterocromatina como chatarra, muchos que se ocupan del tema ya no dudan que juega papeles funcionales… Los nucleótidos pueden ser chatarra individualmente pero oro colectivamente”86.
Una de esas misiones “colectivas” de la heterocromatina se puede ver en el par meiótico. Asimismo, estudios de probeta con cromosomas muestran que esos segmentos de ADN cumplen varias funciones87.
Un estudio hecho en 1999, que examinó los genomas de las células singulares de los organismos fotosintéticos conocidos como criptomonadas, descubrió que el ADN no codificante eucariota (llamado también ADN secundario) era funcional en el núcleo.
Una característica de estos organismos es que aunque varían ampliamente en medida, la relación entre el tamaño de las células y de sus núcleos se mantiene siempre igual.
Los estudiosos observaron, asimismo, la proporción entre la dimensión de los núcleos y la cantidad de ADN no codificante y coligieron que era necesario más de éste en los de mayor tamaño. Tal conclusión fue un revés espectacular al concepto de ADN chatarra y al ADN “personal” de Dawkins, negador del hecho de la Creación88. Quienes hicieron el análisis mencionado informan lo siguiente:
“Por otra parte, la falta de una cantidad suficiente de ADN secundario nucleomorfo… refuta las teorías ‘personal’ y de ‘chatarra’ del ADN secundario”89.
En los últimos años se comprendió el importante papel que juega el ADN no codificante: es absolutamente necesario para la conformación y funcionamiento de los cromosomas. Las investigaciones demostraron que provee la estructura que permite cumplir distintas funciones que de otra manera serían imposibles. Los científicos observaron que la eliminación en el cromosoma de la levadura de un telómero (complejo proteína-ADN en los extremos de los cromosomas, que disminuye su crecimiento después de la división celular) provocaba la detención de un ciclo celular90. Esto indica que los telómeros ayudan a la célula a distinguir entre los cromosomas intactos y el dañado. En las células que se recuperaron de la parálisis mencionada sin reparar el cromosoma dañado, eventualmente éste quedó malogrado. Lo dicho demuestra también que los telómeros pertenecientes a ADN no codificante, resultan necesarios para mantener estable el cromosoma.
Se ha comprobado que durante el desarrollo embrionario, el ADN no codificante cumple una tarea de primer orden en la regulación de la expresión de los genes (proceso por el cual la información codificada por el gene se convierte en las estructuras que operan en la célula)91. Por ejemplo, en el desarrollo de las células fotorreceptoras92, del tracto reproductivo93 y del sistema nervioso central94. Es decir, el ADN no codificante resulta vital en la embriogénesis.
Los evolucionistas pensaron durante años que los intrones, apretujados entre los genes funcionales y los que se desempalman en el proceso de producción de proteínas, eran ADN chatarra. Sin embargo, las investigaciones han probado que juegan un papel importantísimo, motivo por el que hoy día son reconocidos como “una mezcla compleja de distintos ADN, muchos de los cuales son esenciales para la vida de la célula”95.
En el The New York Times, en una nota corta pero interesante en la columna dedicada a la ciencia y titulada “ADN: ¿Es Chatarra o No?”, se escribe sobre el concepto equivocado de los evolucionistas respecto a los intrones. C. Claiborne Ray resume allí el resultado de los estudios:
“Un cúmulo de investigaciones han sugerido durante años que los intrones en realidad no son chatarra sino que influencian en el trabajo de los genes…. Los intrones cumplen labores importantes”96.
Este artículo enfatiza que a la luz de los últimos desarrollos científicos, lo que se suponía era “ADN chatarra”, como los intrones, en realidad participa activa y provechosamente en la vida de los organismos.
Lo dicho hasta ahora no sólo revela nueva información acerca del ADN no codificante, sino que también, claramente, señala el hecho muy importante de que el concepto evolucionista de ADN chatarra se basa en la falta de conocimiento e “ignorancia”, como admitió Evan Eichler97.
Importantes progresos realizados desde el decenio de 1990, han evidenciado que el concepto de ADN chatarra constituye un error cimentado en la carencia de conocimiento de embriología. El ADN no codificante, como los intrones, que interrumpen la secuencia de los genes, y el ADN repetitivo –secuencias más largas–, son funcionales. Quedaba un solo tipo de ADN no codificante con funcionalidad desconocida: el pseudogene.
El prefijo “pseudo” significa “falso”, “engañoso”. Los evolucionistas le dieron ese nombre a un segmento de ADN producido por un gene funcional que aparentemente había sufrido una mutación y perdido su funcionalidad. Al reconocer esta gente, de manera reservada, que las mutaciones no pueden producir evolución, el recurrir a los pseudogenes resulta una maniobra para engañar al público.
Aunque el proceso evolutivo requiere el aumento de los datos genéticos en la especie del caso, una inmensa cantidad de experimentos han mostrado que las mutaciones siempre resultan en destrucción de los mismos. Así como algunos golpes al azar con un martillo no sirven para arreglar el funcionamiento de un reloj, las mutaciones nunca han conducido al desarrollo de nuevos organismos o a la evolución de algún otro, debido, precisamente, a lo dicho arriba.
Los darwinistas, carecientes, de aunque más no sea, un mecanismo concreto que respalde su teoría, presentaron los pseudogenes como productos secundarios de un artificio fantástico que funcionaría en un proceso evolutivo imaginario. Aseveraron que esos segmentos de ADN supuestamente inservibles eran “fósiles” moleculares de la llamada evolución. Lo único que le servía de sostén a lo que afirmaban, era la falta de conocimiento respecto a si dichos genes cumplían o no una función real.
Las cosas siguieron así hasta el 1º de Mayo de 2003. Fue entonces cuando la revista Nature publicó una carta titulada “Un pseudogene expresado regula la estabilidad del ARN mensajero de su gene codificante homólogo”, donde se habla de la funcionalidad de los pseudogenes. La misma fue redactada por una serie de investigadores que hicieron experimentos con ratones98. Según la información que se brinda allí, las mutaciones fatales ocurren en una línea de esas criaturas transgénicas, como resultado de cambios genéticos en pseuodgenes denominados Makorin1-p1. Se percataron que las mismas poseen riñones poliquísticos y deformación ósea.
Así se hizo evidente porqué una modificación en la composición del pseudogene tendría un efecto tan desastroso sobre los órganos de los ratones: no sólo es funcional sino también necesario.
Un artículo en Nature evalúa esta investigación y dice que dicho descubrimiento modifica la creencia en que los pseudogenes eran, simplemente, “fósiles moleculares”99. De esta manera colapsaba otro mito evolucionista.
Tres semanas después de revelarse que, después de todo, cumplen una actividad biológica, un estudio que apareció en Science del 23/05/03 propinó otro golpe severo a la idea del ADN chatarra100, al dar a conocer otras de sus funciones. Los darwinistas, en conocimiento de todo esto, no pudieron más que aceptar que había llegado el momento de descartar completamente sus conceptos al respecto. Wojciech Makalowski de la Universidad Estatal de Pensilvania, resume esta cuestión en una nota titulada “Después de Todo No Es Chatarra”:
“…La creencia en la existencia de ADN chatarra, especialmente de los elementos repetitivos, comenzó a modificarse a principios del decenio de 1990. Hoy día, los biólogos consideran a los últimos, cada vez más, un tesoro genómico… Estos dos informes demuestran que los elementos repetitivos no son ADN chatarra inservible, sino componentes importantes de los genomas eucariontes… Por lo tanto, no deberían llamarse chatarra…”
Puede ser que alguna vez usted haya oído hablar mucho sobre esto y las especulaciones al respecto.
Pero, como reseñamos aquí, el concepto de “atrofia” –ADN chatarra– así como las consideraciones evolucionistas sobre el ADN repetitivo, han quedado desacreditadas.
82- Gretchen Vogel, "Objection #2: Why Sequence the Junk?", Science, 16 Şubat 2001
83- Wojciech Makalowski, "Not Junk After All", Science, Volume 300, Number 5623, 23 Mayıs 2003,
84-http://www.arn.org/docs/odesign/od182/ls182.htm#anchor569108
85- "Does nonsense DNA speak it's own dialect?", Science News, Vol. 164 , 24 Aralık,1994
86- Hubert Renauld and Susan M. Gasser, "Heterochromatin: a meiotic matchmaker," Trends in Cell Biology 7 (May 1997): ss. 201-205
87- Emile Zuckerkandl, "Neutral and Nonneutral Mutations: The Creative Mix-Evolution of Complexity in Gene Interaction Systems,' Journal of Molecular Evolution 44 (1997): S2-8.
88- Hubert Renauld and Susan M. Gasser, "Heterochromatin: a meiotic matchmaker," Trends in Cell Biology 7 (May 1997): 201-205.
89- Bencil DNA tezi: Evrimcilerin, kodlamayan DNA'nın sözde evrimsel oluşumunu açıklamada başvurduğu bir tez. Bu tez, canlıların işlevini yitirmiş DNA parçaları arasında bir tür rekabet olduğunu savunan hayali iddiadır. Bu yazıda da gösterildiği gibi, Crytomonad'lar üzerinde yapılan bu çalışmayla çürütülmüştür.
90- Beaton, M.J. and T. Cavalier-Smith. 1999. Eukaryotic non-coding DNA is functional: evidence from the differential scaling of cryptomonal genomes. Proc. R. Soc. Lond. B. 266:2053-2059
91- Sandell LL, Zakian VA. 1994. Loss of a yeast telomere: arrest, recovery, and chromosome loss. Cell 75: 729-739.
92- Ting SJ. 1995. A binary model of repetitive DNA sequence in Caenorhabditis elegans. DNA Cell Biol. 14: 83-85.
93- Vandendries ER, Johnson D, Reinke R. 1996. Orthodenticle is required for photoreceptor cell development in the Drosophila eye. Dev Biol 173: 243-255.
94- Keplinger BL, Rabetoy AL, Cavener DR. 1996. A somatic reproductive organ enhancer complex activates expression in both the developing and the mature Drosophila reproductive tract. Dev Biol 180: 311-323.
95- Kohler J, Schafer-Preuss S, Buttgereit D. 1996. Related enhancers in the intron of the beta1 tubulin gene of Drosophila melanogaster are essential for maternal and CNS-specific expression during embryogenesis. Nucleic Acids Res 24: 2543-2550.
96- R. Nowak, "Mining Treasures from 'junk DNA ", Science 263 (1994): 608.
97- "DNA; Junk or Not", The New York Times, 4 Mart 2003
98- Gretchen Vogel, "Objection #2: Why Sequence the Junk?", Science, 16 Şubat 2001
99- Hirotsune, S., Yoshida, N., Chen, A., Garrett, L., Sugiyama, F., Takahashi, S., Yagami, K., Wynshaw-Boris, A., and Yoshiki, A. 2003. An expressed pseudogene regulates the messenger-RNA stability of its homologous coding gene. Nature 423: 91-96.
100- Lee, J. T. 2003. Molecular biology: Complicity of gene and pseudogene [News and Views]/78 Emile Zuckerkandl, "Neutral and Nonneutral Mutations: The Creative Mix-Evolution of Complexity in Gene Interaction Systems,' Journal of Molecular Evolution 44 (1997): S2-S8.ature 423: 26-28.
101- "The Birth of an Alternatively Spliced Exon: 3' Splice-Site Selection in Alu Exons ", Galit Lev-Maor, et al. Science, Volume 300, Number 5623, Issue of 23 May 2003, ss. 1288-1291
102- Science, 23 Mayıs 2003