El biólogo alemán Ernst Haeckel fue el fundador de la embriología darwinista.
Charles Darwin expone en su libro El Origen del Hombre aquello que pensaba respaldaba su teoría al respecto. La única ilustración que hay en esa obra, en el primer capítulo, es un dibujo de dos embriones: el de una persona y el de un perro. En el capítulo “Evidencia de la Descendencia del Hombre de Una Forma Inferior” escribió:
“Desarrollo Embrionario: El ser humano se desarrolla de un óvulo con un diámetro de alrededor de ciento veinticinco milésima de una pulgada (0,1 a 0,2 milímetro), el cual no difiere en nada de los óvulos de los animales. Apenas iniciado, difícilmente se distingue del de otros miembros del reino vertebrado. En dicho período… aún se encuentran las hendeduras a los lados del cuello (del embrión humano)…”53.
Después de eso, dice que sus observaciones indican que (al formarse) el embrión humano se asemeja muchísimo al del perro, al del mono o al de otros vertebrados, pero que luego, en estadios posteriores, se produce una diferenciación. En una carta, a su amiga Asa Gray, considera que la embriología evidencia “mucho más que otras cosas” la veracidad de su teoría de la evolución54.
Pero él no era embriólogo. Nunca investigó los embriones de una manera profesional. Por lo tanto, cita a quienes consideraba autoridades en la materia. En particular menciona al biólogo alemán Ernst Haeckel, quien poco tiempo después pasó a un segundo plano como autor original de la interpretación evolucionista de la embriología, pues se transformó en un seguidor incondicional de Darwin luego de leer El Origen de las Especies (1859). Con el objeto de aportar su contribución, Haeckel llevó a cabo una serie de experimentos y, en 1868, publicó el libro Naturliche Schopfungsgeschichte (Historia de la Creación de la Naturaleza). Esta obra contiene su teoría en la materia, que luego se haría muy conocida. Plantea que los embriones de los seres humanos y los de ciertos animales, como perros y monos, se desarrollan de la misma manera, lo que deja graficado en la página 242. Presenta los dibujos como idénticos y manifiesta que esas criaturas provenían de una raíz común.
En realidad, hizo la delineación de un embrión supuestamente de nuestra especie. Luego la repitió dos veces con pequeñísimas modificaciones y las presentó como de perro y de mono. Por supuesto, se las veía prácticamente iguales55.
Este fue el "trabajo" que usó Darwin como fuente en El Origen del Hombre, no obstante que ya antes de que fuese redactado algunos advirtieron y escribieron sobre las grandes distorsiones en las que había incurrido Haeckel. El profesor de zoología y anatomía comparada de la Universidad de Basilea, L. Rutimeyer, revela las falsificaciones del caso en un artículo publicado en 1868 en el periódico científico Archiv für Anthropologie (Archivos de Antropología). Además, examinó los embriones dibujados en Naturlische Schopfungsgeschichte y en Über die Entstehung und den Stammbaum des Menschengeschlechts (Sobre la Formación y la Genealogía de la Humanidad) y demostró que no tenían nada que ver con la realidad. Escribió:
“Haeckel afirma que su trabajo resulta fácilmente entendible, tanto para los legos como para los científicos y eruditos. Nadie discutirá la primera evaluación (dibujo) del autor, pero las otras no son serias. Tienen una apariencia propia de los croquis de la época medieval. Se advierte una considerable invención de ‘evidencias científicas’. No obstante, el dibujante ha sido muy cuidadoso para que el lector no lo advierta”56.
A pesar de ello, Darwin y distintos biólogos siguieron aceptando como referencia esos bocetos por medio de los cuales se intentaba dar un fuerte respaldo al evolucionismo. En consecuencia, el autor de los mismos siguió adelante con su tesitura e hizo una serie de diagramas en los que comparaba embriones de peces, salamandras, ranas, pollos, conejos y humanos. Resultaba especialmente llamativa la semejanza entre el de un humano y un pez, al punto que en el primero se veía algo que aparentaba ser branquias. Sobre esa base proclamó que “la ontogenia recapitula la filogenia”. Es decir, según él, cada criatura repite la historia de su propia especie desde el inicio. Por ejemplo, nuestro embrión se asemejaría primero a un pez, semanas después a una salamandra, para luego pasar por las etapas de reptil y mamífero antes de “evolucionar” y transformarse en un ser humano reconocible.
El concepto transmitido en la consigna “la ontogenia recapitula la filogenia” se pasó a conocer como “teoría de la recapitulación” y en muy poco tiempo ese mito se convirtió en una de las “principales pruebas” del evolucionismo. Gran cantidad de estudiantes fueron adoctrinados a lo largo del siglo XX con esas estampas imaginarias, al punto que incluso hoy día muchos defensores de la teoría de la evolución admiten la supuesta existencia de branquias durante cierto tiempo en los embriones de nuestra especie.
Pero como se sabe, no se trata más que de una invención. Los embriones de las distintas criaturas no se asemejan para nada y las ilustraciones de las que hablamos están llenas de falsedades. A algunas les agregó órganos salidos de su imaginación, a otras les sacó órganos que poseían y a un tercer grupo de distintos tamaños las exhibió como de las mismas medidas.
Lo que representaba en el embrión humano como branquias, es en realidad el comienzo del canal del oído medio, las paratiroides y el timo. Lo que hizo aparecer como una membrana que serviría de “receptáculo del huevo”, es un receptáculo que produce sangre para el bebé (feto). Asimismo, lo que presentó junto con algunos de sus colegas como “cola”, corresponde a la columna vertebral, que sólo se parece a la extremidad antes mencionada porque se forma antes que las piernas.
Fue a principios del siglo pasado que se hizo plenamente evidente tal estafa. Frente a ello reconoció:
“Después de esta comprometedora confesión de ‘adulteración’, debería considerarme condenado y destruido por completo si no tuviese el consuelo de ver a mi lado en el calabozo a cientos de compañeros reos, entre ellos a muchos de los más acreditados analistas y estimados biólogos. La gran mayoría de los diagramas en los libros de texto de biología, en los tratados y en los periódicos, incurrirían en el mismo grado de acusación de ‘falsificación’ porque todos ellos son inexactos, engañosos, urdidos e inventados”57.
Pero a pesar de esa confesión, los darwinistas siguieron defendiendo ese tipo de propaganda. Parece que no les importaba lo espurio de la misma. En consecuencia, los libros de texto y la literatura evolucionista la siguieron presentando como auténtica durante muchos años.
Recién en la segunda mitad del decenio de 1990 resultó imposible seguir sosteniéndola. Science publica el 05/09/97 un artículo titulado “Los Embriones de Humanos: Un Fraude Redescubierto”, escrito por Elizabeth Pennisi, donde se explica su verdadero carácter:
“La impresión que dan los dibujos de Haeckel es que los embriones son semejantes. Pero Michael Richardson, embriólogo del Hospital St. George de la Facultad de Medicina de Londres, dice que eso es falso… El y sus colegas reexaminaron, fotografiaron e hicieron sus propios estudios comparativos entre dichos diagramas y otros embriones equiparados de modo general por especies y edades. He aquí que ‘los embriones se veían frecuente y sorprendentemente distintos’, informa Richardson en la edición de agosto de Anatomía y Embriología”58.
Science hace saber que Haeckel, con el objeto de mostrar la similitud entre los embriones, se abstuvo de delinear algunos órganos o agregó otros, de manera deliberada. El artículo continúa:
“Richardson y sus colegas informan que el biólogo alemán no sólo agrega u oculta trazas, sino que también adultera las escalas para exagerar las similitudes entre las especies, incluso cuando las diferencias en medida se decuplicaban. Además, hacía confusas las disparidades por medio de desdeñar los nombres de las especies en la mayoría de los casos, como si un ejemplar fuese plenamente representativo de un grupo completo de animales. En realidad, Richardson y su equipo advierten que hasta embriones muy relacionados, como los de peces, varían bastante en su apariencia y desarrollo. ‘Parece que esto se está convirtiendo en uno de los mayores fraudes en el campo de la biología’, concluye Richardson”59.
El artículo dice que, de algún modo, lo admitido por el timador fue ocultado de hecho desde comienzos del siglo pasado, motivo por el cual sus dibujos siguieron apareciendo en los libros de texto, como si fuesen auténticos. Sigue Science:
“La confesión de Haeckel desapareció de escena después de que sus diagramas fueron usados en 1901 en el libro Darwin y Después de Darwin y reproducidos profusamente en los textos de biología en inglés”60.
En la edición del 16/10/1999 de New Scientist se publica una nota que pone completamente de manifiesto este mito:
“(Haeckel) llamó a esto ley biogenética, la que se hizo ampliamente conocida como ‘recapitulación’. Pero rápidamente se demostró que sus postulados eran incorrectos. Por ejemplo, el embrión humano en su primer etapa no posee branquias funcionales como un pez y nunca atraviesa estadios en los que se asemeja a un reptil o a un mono”61.
Es a través de estas manifestaciones, producto de las investigaciones, que quedó invalidado lo que se suponía era la prueba más importante de todos los tiempos del evolucionismo, a la que se la llamó “teoría de la recapitulación”.
No obstante, mientras esa fábula era desmontada, pasaba a tomar cuerpo, inadvertidamente, otra falsificación más o menos del mismo tipo: el darwinismo.
Como ya vimos, Darwin, para apuntalar su teoría, no tomó en cuenta los criterios negativos de otros científicos respecto de la interpretación de los grabados de Haeckel. Pero lo más sorprendente fue que no sólo en eso se apartaba de la verdad, sino que presentó como falsos los puntos de vista de Karl Ernst von Baer, considerado el embriólogo más notable de aquella época. Jonathan Wells explica detalladamente en su libro Iconos del Evolucionismo que el antes mencionado rechazaba y refutaba severamente la teoría de Darwin. Asimismo, era un firme opositor de las interpretaciones evolucionistas de la embriología, por lo que formuló la siguiente regla: “el embrión de una forma de vida superior nunca se asemeja a otro”62. También dijo que los dogmáticos en la materia “aceptaban como cierta la hipótesis evolucionista darwiniana antes de observar los embriones”63. Pero después de la tercera edición de El Origen de las Especies, su autor tergiversó las interpretaciones y conclusiones de von Baer para reforzar sus argumentos. Wells nos explica:
“Darwin citó a von Baer como la fuente de su tesis embriológica, pero en el punto crucial lo distorsionó para ajustarlo a su teoría. El último nombrado vivió lo suficiente para objetar el abuso que hizo el primero de sus observaciones y fue un firme crítico, hasta su muerte en 1876, del evolucionismo darwinista. Pero Darwin, de todos modos, persistió en seguir citándolo y presentarlo como alguien que respaldaba la doctrina del paralelismo evolutivo, que von Baer rechazaba explícitamente”64.
En resumen, Darwin explotó las condiciones científicas primitivas de su época para generar conclusiones falsas y prejuiciosas. Además, se aprovechó de las limitaciones en la comunicación, propia de esos tiempos, para distorsionar los descubrimientos de otros.
El hecho de que todo esto se supiese, aunque tardíamente, resulta, indudablemente, el mayor revés al darwinismo. El autor de El Origen del Hombre se valió de las falsificaciones de Haeckel para presentar a la embriología respaldando su teoría65. Muchos fueron engañados por este mito e ingenuamente aceptaron que en algún momento los humanos poseen branquias.
Pero hoy día, los estudios embriológicos no hablan a favor de esas fábulas evolutivas, por lo que también en este campo debe repetirse la consigna: ¡Había algo llamado darwinismo!
53- Charles Darwin, The Origin of Species & The Descent of Man, The Modern Library, New York, s. 398
54- Charles Darwin, Letter to Asa Gray, Sept. 10, 1860, in Francis Darwin (editor), The Life and Letters of Charles Darwin , Vol. II (New York: D. Appleton and Company, 1896), s.131
55- "HAECKEL'S FRAUDULENT CHARTS"; http://www.pathlights.com/ce_encyclopedia/17rec03.htm
56- L. Rutimeyer, "Referate," Archiv fur Anthropologie, 1868
57- Francis Hitching, The Neck of the Giraffe: Where Darwin Went Wrong, New York: Ticknor and Fields 1982, s. 204
58- Science, 5 Eylül 1997
59- Science, 5 Eylül 1997
60- Elizabeth Pennisi, "Haeckel's Embryos: Fraud Rediscovered", Science, 5 Eylül 1997
61- Ken McNamara, "Embryos and Evolution", New Scientist, 16 Ekim 1999
onathan Wells, Icons of Evolution: Science or Myth?, s. 84
63- Jonathan Wells, Icons of Evolution: Science or Myth?, s. 85
64- Jonathan Wells, Icons of Evolution: Science or Myth?, s. 86
65- Charles Darwin, Letter to Asa Gray, Sept. 10, 1860, in Francis Darwin (editor), The Life and Letters of Charles Darwin , Vol. II (New York: D. Appleton and Company, 1896), s.131