La descripción que se hace en Matrix de los seres humanos –unidades con un "software" muy complejo– no está alejada de la verdad para nada.
Una de las películas más populares de todos los tiempos es Matrix. Quienes han visto la parte dos, Matrix Recargado, recordarán la secuencia en la que todos los personajes son unidades (o productos) de un programa de información en un medio donde cada objeto tiene esa característica. Una escena muestra a una mujer a la que se le da una píldora con el objeto de que la audiencia discierna mejor que ambas –píldora y mujer– son eso, para lo que también una y otra son mostradas como una silueta compuesta de números dígitos y letras verdes. La repetición de dichos cuadros se debe a ese fin.
La mayoría de los que la vieron, eran inconcientes de que todos los cuerpos vitales en el mundo real no son más que, en cierto sentido, partes muy complejas de un programa de información.
Si usted quisiese pasar al papel todos los datos que contiene uno de ellos, debería contar con una biblioteca suficientemente grande ubicada en una sala de tamaño más bien descomunal. Y si desea comparar su programa con los de otros sistemas operativos, como los de Windows o Mc Os (abreviatura, en inglés, de Sistema Operativo Macintosh), se encontrará con que el de la criatura es incomparablemente más complejo y superior. Además, el sistema operativo de una computadora se cuelga o se interrumpe y hay que resetearlo. Otras veces se rompe el disco rígido y se pierde toda la información. Pero, mientras usted vive nunca sucede algo así con el software que posee en su interior. Si en alguna parte del mismo se presenta un error, otra parte lo corrige y elimina el problema (con las excepciones del caso).
También es interesante advertir que no estamos compuestos de números dígitos y letras verdes como en la película mencionada, sino de moléculas que son parte de una cadena gigante, llamada ADN y ubicada en el núcleo de cada una de los billones de células que constituyen nuestra estructura física.
Todas las particularidades de cada individuo se encuentran en esa cadena, que es un banco de datos compuesto por una serie de cuatro unidades químicas llamadas bases. Estas, a semejanza de cuatro letras del alfabeto, acumulan la información de todas las moléculas orgánicas del ser viviente. Y no se colocan ni disponen azarosamente, sino de acuerdo a una diagramación determinada, formando, por así decirlo, “oraciones” y “párrafos”, a los que los científicos denominan “genes”. Cada uno de éstos describe distintos detalles del organismo. Por ejemplo, la estructura de la córnea transparente de los ojos o la fórmula de la hormona insulina que permite a las células usar el azúcar que se ingiere.
Se reconoce que el descubrimiento del ADN es uno de los más importantes en el campo de la ciencia. Fueron dos jóvenes investigadores llamados Francis Crick y James Watson quienes determinaron la existencia y estructura de dicha molécula en 1953. En el medio siglo transcurrido desde entonces, gran parte del mundo científico ha intentado comprender, decodificar y leer el ADN para poder usarlo. Uno de los pasos más grandes en este esfuerzo, es decir, el Proyecto Genoma Humano, fue iniciado en el decenio de 1990 y concluido en 2001. Los responsables del mismo secuenciaron todos los genes humanos, e hicieron el “inventario” completo.
Por supuesto, dicho Proyecto no iba a ser beneficioso sólo para los médicos e ingenieros genéticos, sino también para distintos profesionales de otros ámbitos de la investigación. Asimismo, brindó la comprensión del origen del ADN, algo de una magnitud especial. Gene Myers, responsable del trabajo en la empresa Celera Genomics, explica lo siguiente en el San Francisco Chronicle, bajo el título “El Mapa del Genoma Humano Hace Hablar a los Científicos de lo Divino”:
“Nosotros somos exquisitamente complejos a nivel molecular. Aún no nos comprendemos, lo cual es impresionante. Sin embargo, hay un elemento… metafísico. Lo que me asombra realmente es la arquitectura de la vida. El sistema es extremadamente laberíntico. Pareciera que fue diseñado”.
Y ante la pregunta que se le hizo sobre la posibilidad de la existencia de un diseñador, agregó:
“Allí hay una enorme inteligencia”47.
La información contenida en el ADN invalida los puntos de vista darwinistas –los cuales consideran a la vida el producto de casualidades– a la vez que destruye sus fundamentos “reduccionistas”.
Como sabemos, la filosofía materialista asevera que todo es sólo materia, que ésta existió y existirá siempre y que fuera de la misma no hay nada. Para afirmar lo que dicen, se valen de un tipo de lógica a la que llaman “reduccionismo”. Según ésta, las cosas que parecen inmateriales pueden ser explicadas en función de influjos materiales.
Tomemos como ejemplo el pensamiento, que no puede ser visto ni palpado ni se relaciona con lo que se podría llamar en el cerebro “centro de la inteligencia”, porque éste es inexistente. Tal situación nos conduce a concebir que el entendimiento es algo que está más allá de la materia. Lo que llamamos el “yo”, es decir, lo que tiene que ver con el afecto, la meditación, el placer, el dolor, la felicidad o la infelicidad, no es algo material, como una tabla o una piedra.
Los materialistas, por su parte, afirman que la comprensión sí puede ser reducida a materia. O lo que es lo mismo, que todas las actividades mentales, como el pensar, el amar, el remordimiento, etc., son, en realidad, productos de reacciones químicas entre los átomos en el cerebro. El sentimiento de amor hacia alguien sería el producto de la acción de neuroquímicos en determinadas células cerebrales. También el temor se debería a una reacción química. De acuerdo con esta lógica, dijo el filósofo materialista Karl Vogt: “el cerebro secreta pensamientos del mismo modo que el hígado secreta bilis”48. Nosotros decimos, en cambio, que esta última es una sustancia material, pero que no hay ninguna prueba que el pensamiento lo sea.
El reduccionismo, una operación estrictamente lógica, debería sustentarse sobre fundamentos valederos. Y una de las formas más importantes para determinar su carácter real es recurrir a la ciencia. Entonces planteamos: ¿puede verificarse el reduccionismo –base de la lógica materialista– a la luz de los datos científicos? Las investigaciones, observaciones y resultados de todos los experimentos realizados en el siglo XX han dado un resonante ¡NO! a dicha pregunta.
Dice el Dr. Werner Gitt, director del Instituto Alemán de Física y Tecnología:
“Un sistema codificado siempre entraña un proceso intelectual no material. La materia no puede producir una codificación informática. Todas las experiencias muestran que cada elemento de información creativa representa un esfuerzo mental de un ser inteligente… No se percibe ninguna ley natural, ningún proceso cognitivo y ninguna secuencia de sucesos que lleve a que la materia origine información por sí misma…”49.
Las palabras de Gitt comunican las mismas conclusiones a las que se llega por medio de la llamada Teoría de la Información, la cual, aceptada como parte de la Termodinámica, se ha desarrollado en los últimos decenios para investigar el origen de dicha codificación y estructura. Después de prolongadas investigaciones, se concluyó que la información es distinta a la materia, que nunca puede ser reducida a ésta y que las fuentes de ambas deben ser estudiadas por separado.
Como vimos antes, los científicos que escudriñaron el ADN han dicho que contiene una información “magnífica”. Puesto que ésta no puede ser reducida a materia, seguramente debe originarse en una fuente más allá de la misma.
George C. Williams, un firme defensor del materialismo durante muchos años y uno de los proponentes de la teoría de la evolución, admite que la mayoría de los que tienen criterios como los suyos no aceptan esa conclusión. Pero en un artículo escrito en 1995 dice otra cosa:
“Los biólogos evolucionistas no han podido comprender que trabajan con dos áreas más o menos inconmensurables: la de la información y la de la materia… Ambas nunca fueron reunidas en nada que tenga que ver con el ‘reduccionismo’… El gene es un paquete de información, no un objeto… En biología, cuando se hacen comentarios acerca de cosas como los genes –los genoptipos y el pool de genes– se está hablando de información, no de la realidad física objetiva… La escasez de términos descriptivos compartidos hace a la materia y a la información dos áreas diferenciadas de la existencia, las cuales tienen que ser discutidas separadamente, cada una en sus propios términos”50.
El reduccionismo es el producto de la ciencia poco desarrollada de los siglos XVIII y XIX. Esta tesitura fundamental del darwinismo presupone que la vida es tan simple (en su estructura) que sus orígenes pueden ser explicados en función de sucesos casuales. Pero la biología del siglo XX ha mostrado que la situación es exactamente la opuesta. Phillip Johnson, quien fuera profesor de la Universidad de California en Berkeley y uno de los críticos contemporáneos del darwinismo, explica que éste ha negado información que hace al fundamento de la vida, lo cual condujo al error:
“La biología postdarwiniana ha sido dominada por el dogma materialista y los biólogos han tenido que presentar a los organismos como mucho más simples de lo que son en realidad. (Según ellos,) la vida tiene que ser puramente química: reúna los elementos correctos y la vida se presenta. El ADN sería también un producto solamente químico. En una exhibición del Museo de Historia Natural de Nueva Méjico aparece un lema que dice, ‘¡gases volcánicos + luz = ADN = VIDA!’. Al preguntársele al vocero de esa presentación acerca de su veracidad, reconoce que está muy simplificada pero que es cierta, aunque en realidad es una fábula”51.
De todos modos, esas suposiciones primitivas y superficiales se volvieron sin sentido. Como señalamos en el primer capítulo de este libro, incluso la célula, la forma básica de vida más pequeña, resultó más compleja que todo lo que se había imaginado antes, a la vez que se reconoció la “información” espectacular que contiene. Ya hemos visto también la inutilidad de los esfuerzos por reducir toda la información a algo material, como la sentencia que aparece en el Museo antes mencionado. Johnson explica la situación de quienes tienen esa postura:
“Los biólogos reduccionistas no están considerando la realidad, sino solamente cómo debería haber sido la vida si sus hipótesis se hubiesen constatado. Se trata de la vieja historia del borracho que perdió las llaves del automóvil en los matorrales pero las busca en la calle iluminada porque allí hay suficiente claridad para ver”52.
Hoy día son cada vez más los científicos que dejan de buscar las llaves en el lugar equivocado y se dirigen adonde es correcto. En vez de investigar, sin sentido, sucesos casuales que podrían haber dado origen a la vida (y a la magnífica información que encierra), han aceptado la verdad evidente de que es el resultado de una Creación superior. Esto tomó cuerpo, esencialmente, en el siglo XXI, al convertirse la Internet y la computadora en una parte importante de nuestra existencia. En consecuencia, la anticuada idea darwinista del siglo XIX acerca de la simpleza de la vida, motivada por el desconocimiento de los respectivos datos biológicos, está condenada a perderse en la noche de los tiempos.
La verdad es que Dios ha creado todas las criaturas del planeta y ha ordenado todo perfectamente, con el arte sin tacha de Su Creación. Creó a los humanos y después, maravillosamente, les insufló de Su espíritu. El conjunto de lo que hace a nuestro conocimiento –los sentidos de la visión y de la audición, la meditación, los sentimientos y las emociones– no es resultado de la interacción de átomos inconcientes sino facultades del espíritu que nos ha dado Dios. El Corán nos recuerda esto:
Di: “El es Quien os ha creado, Quien os ha dado el oído, la vista y el intelecto. ¡Qué poco agradecidos sois!”, (Corán, 67:23)
Los seres humanos poseemos el espíritu que El nos dio. Y cada uno de nosotros somos responsables ante nuestro Señor, Quien ha creado todo de la nada. Dios revela en el Corán el sentido de la creación a esos que piensan que su existencia no tiene ningún propósito, y les dice que después que mueran serán resucitados:
¿Cree el hombre que no van a ocuparse de él? ¿No fue una gota de esperma eyaculada y, luego, un coágulo de sangre? El lo creó y le dio forma armoniosa. E hizo de él una pareja: varón y hembra. Ese tal (es decir, Dios) ¿no será capaz de devolver la vida a los muertos? (Corán, 75:36-40)
47- Tom Abate, San Francisco Chronicle, 19, Şubat 2001. http://www.sfgate.com/cgi-bin/article.cgi?file=/chronicle/archive/2001/02/19/BU141026.DTL
48- Encyclopædia Britannica. "Modern Materialism"
49- Werner Gitt. In the Beginning Was Information. CLV, Bielefeld, Germany, ss. 107, 141
50- George C. Williams. The Third Culture: Beyond the Scientific Revolution. (ed. John Brockman). New York, Simon & Schuster, 1995. ss. 42-43
51- Phillip Johnson's Weekly Wedge Update, "DNA Demoted" April 30, 2001, http://www.arn.org/docs/pjweekly/pj_weekly_010430.htm
52- Phillip Johnson's Weekly Wedge Update, "DNA Demoted" April 30, 2001 , http://www.arn.org/docs/pjweekly/pj_weekly_010430.htm