Los gatos son animales que confían fundamentalmente en ellos mismos, sin apegarse particularmente a nadie. Nunca se someten plenamente a los deseos de sus dueños, como lo hacen los perros domésticos. Cuando sienten hambre maúllan y arañan el piso o la alfombra. También ronronean con placer cuando son acariciados. Según la manera en que actúan comunican distintos mensajes.
¿Sabían que los gatos tienen una visión nocturna perfecta? Así es. Incluso pueden ver en un lugar pequeño y oscuro, pues Dios les ha dado un mecanismo de la visión distinto al de otras criaturas. En la oscuridad sus pupilas se agrandan y reciben toda la luz posible, lo que les da una vista aguda.
Además, los ojos del gato tienen una capa adicional atrás de la retina, donde se refleja la luz y vuelve a ésta. Es decir, la luz incide en la retina dos veces. Por lo tanto, a diferencia de los humanos, ven muy bien en la oscuridad.
¿Han pensado alguna vez por qué los ojos de los gatos brillan en la oscuridad? Se debe a esa capa adicional que hemos mencionado, pues refleja la luz como un espejo y hace que centelleen.
¿Conocen las características de sus patas?
En momentos de peligro sus patas pequeñas se convierten en garras destructoras debido a sus uñas afiladas que tienen allí recogidas.
¿Saben por qué caen siempre parados?
Como todos lo vimos alguna vez, el gato al caer desde cierta altura siempre lo hace sobre sus patas. Para mantener el equilibrio usa las uñas y acomoda el centro de gravedad del cuerpo.
El Uno, Quien les otorgó todas las características de seguridad para treparse a los árboles y pasearse por lugares elevados, es nuestro Señor Poderoso, el Compasivísimo, el Misericordiosísimo.