Vamos a enterarnos de algunas de las cualidades que Dios otorgó a las ardillas. Estamos seguros de que tanto a ustedes como a sus amigos les sorprenderá lo que leerán acerca de estos bichitos amorosos.
Normalmente viven en los bosques de Europa y los EEUU. Miden unos veinticinco centímetros de largo desde el hocico hasta el comienzo de la cola, en tanto que ésta, ancha, recta y peluda, tiene casi la misma longitud. Seguramente Dios las hizo así con un propósito, pues El no hace nada por juego o distracción: gracias a esa cola larga pueden saltar de un árbol a otro sin perder el equilibrio.
Las uñas pequeñas y agudas les permiten treparse a los árboles sin dificultad, correr por las ramas, colgarse patas arriba y moverse en esa posición. Pueden saltar de una rama a otra que está a cuatro metros de distancia, para lo cual extienden sus miembros anteriores y posteriores y planean. La cola achatada les sirve para mantener el equilibrio y como timón. Incluso pueden lanzarse en caída libre desde una altura de nueve metros y aterrizar suavemente sobre sus cuatro patas.
Lo dicho y otras cosas, como la de lanzarse desde lejos a una rama pequeña y caer justo allí como si fuesen trapecistas, nos lleva a preguntarnos sobre la forma en que manejan su cuerpo para lograrlo. Lo que hacen es usar muy bien sus miembros posteriores, realizar un cálculo visual perfecto de la distancia a cubrir, valerse de sus garras y de su cola para mantener el equilibrio. Pero, ¿pensaron alguna vez quién les dio esas capacidades y les enseñó a usarlas? Puesto que es imposible que una familia de ardillas determine un sistema métrico que les permita medir la altura de los árboles y el largo y diámetro de las ramas, ¿cómo hacen para realizar ese cálculo mientras saltan de un lado a otro? Además, ¿por qué nunca se dañan ni quedan inválidas con movimientos tan veloces y continuos?
Sin lugar a dudas, es Dios Quien las creó y les enseñó a hacer uso de las habilidades con las que las dotó. En consecuencia, tienen los atributos y destrezas necesarios para alcanzar las nueces, avellanas, castañas y piñones, es decir, los frutos que crecen en las partes elevadas de los árboles. Dios les dio esas habilidades para que puedan obtener el tipo de alimento que necesitan.
Como en el invierno les es difícil encontrar su comida, en el verano la recogen y la guardan para pasar los largos meses de frío. Pero al recoger su alimento son muy cuidadosas. No almacenan lo que se echa a perder con facilidad sino solamente los alimentos durables, como las nueces, castañas, avellanas y piñas.
Es Dios Quien les da ese conocimiento al nacer y les capacita para que obtengan su comida. Aquí testimoniamos uno de los atributos de Dios: El es ar-Razzaq (el Proveedor), es decir, es el Uno Que provee de sustento permanentemente a todo lo viviente que El ha creado.
Las ardillas ocultan el alimento en distintos lugares. En el invierno y gracias al buenísimo sentido del olfato que poseen, detectan su olor aunque esté cubierto por treinta centímetros de nieve. Después lo acarrean a sus nidos donde hay más de un depósito. Pero también se les pasan desapercibidos algunos lugares o ya no les interesan, porque Dios lo dispuso así. Es decir, esos frutos enterrados se convertirán en nuevos árboles.
Como la mayoría de los demás animales, tienen métodos para comunicarse entre ellas. La ardilla roja, por ejemplo, al ver a un enemigo, bate la cola y produce ruidos estrepitosos para que el resto de sus familiares lo sepan. La cola les sirve también de timón, para cambiar la dirección de su desplazamiento. Asimismo, los bigotes juegan un papel muy importante en el equilibrio y para percibir de noche lo que tienen a su alrededor.
¿Sabían que algunas ardillas también vuelan? Todas las especies “voladoras” australianas viven en los árboles y miden entre cuarenta y cinco y noventa centímetros de longitud. Realizan grandes saltos de un árbol a otro. Lo hacen como planeadores, sin alas pero con “membranas voladoras”. La llamada “planeadora de azúcar” es un tipo de ardilla con una membrana que se extiende desde los miembros anteriores a los posteriores, posee un cuerpo estrecho y pelos como borlas. En algunas especies la membrana está constituida por piel sarrosa que se extiende hasta los tobillos de los miembros anteriores. Pueden llegar a cubrir un trayecto de 30 metros de un solo salto. En algunos casos pueden realizar seis planeos sucesivos y cubrir una distancia de 530 metros.
Si se quedan quietas se les enfría el cuerpo muy rápidamente y pueden congelarse, por lo que les resulta peligroso quedarse dormidas. Pero Dios les ha creado varios mecanismos de protección para las situaciones desfavorables. Por ejemplo, durante el sueño envuelven y aprietan bien la cola contra el cuerpo, como si fuese una casaca, y eso evita que se congelen los días invernales.