Este animal pertenece a la familia de los gatos y es muy predador. Con su tronco y cabeza grandes, piernas cortas y apariencia fuerte y majestuosa, merece el título de “rey de la selva”, aunque en realidad no vive allí sino en la sabana.
Sus medidas son: desde el suelo hasta el lomo alrededor de un metro; desde el hocico al nacimiento de la cola alrededor de dos metros y medio y la cola desde el nacimiento hasta la punta unos ochenta centímetros. Pesa unos 230 kilogramos. Dicho en otras palabras, es un gato grande que desde el hocico hasta la punta de la cola mide más del doble que un niño.
Los machos tienen melena alrededor del rostro que les cubre la cabeza, parte de la espalda, los hombros, el pecho y llega hasta la panza, lo cual les da una apariencia impresionante. Esa majestuosidad se las otorgó Dios para que se los vea más fuertes y grandiosos de lo que son.
Se pasan todo el día echados o durmiendo a la sombra de rocas o árboles y se despiertan a la noche para cazar. Tienen una visión nocturna perfecta, con la que localizan fácilmente a sus posibles presas. El diseño de la estructura ocular del león es especial y sus pupilas y lentes son más grandes que las de los ojos de otros animales.
Eso potencia su capacidad de cazador en el reino animal. Es decir, Dios le ha dado las mejores características en relación con su entorno.
Sus rugidos se pueden oír a la noche cuando cazan y antes del amanecer.
Al producirlos, se paraliza la vida en la sabana. Los lobos dejan de aullar y los leopardos de gruñir. Todos guardan silencio y escuchan al rey, menos los monos que trepan a los árboles y gritan del modo más estrepitoso posible.