Ningún otro animal es tan simpático y amigable con los seres humanos como el delfín. Su docilidad y maneras afectuosas son obvias en su rostro.
Al momento de tener un hijo, sale primero la cola del pequeño, después el cuerpo y finalmente la cabeza. Para alimentarlo la madre contrae y afloja sus glándulas mamarias y de ese modo le rocía el alimento dentro de la boca. Lo hace de la misma manera que nosotros al apretar una botella de plástico con una abertura pequeña, de modo de poder verter su contenido dentro de la boca.
Los mamíferos terrestres no necesitan ese mecanismo, pero para los mamíferos que viven en el agua es esencial. ¿Es posible que lo haya diseñado y construido el animal? ¿Es posible que haya sentido la necesidad de emplear este método y entonces agregase a las glándulas mamarias los músculos que sirven para cumplir esta tarea? Como es fácil de entender, nada de eso es posible. Como ya venimos repitiendo, Dios creó el cuerpo de la mamá delfín de una manera extraordinariamente apropiada para las necesidades del bebé delfín.
Estos animales poseen un sistema respiratorio similar al de los humanos. Pero a diferencia de nosotros, no tienen la nariz en la mitad de la cara sino en la parte de arriba de la cabeza. Inhalan aire igual que nosotros antes de zambullirse y lo retienen mientras bucean. Al volver al exterior y antes de llegar a la superficie, lo expulsan con potencia a través del respiradero.
En la TV habrán visto la manera ágil y sin esfuerzo con que nadan los delfines y la forma en que se deslizan velozmente junto a los barcos. Son muy buenos nadadores, especialmente gracias a su piel suave y resbaladiza. También les sirve muy bien la nariz, a la que llamamos trompa. Tiene la forma más adecuada para desplazarse en el agua, motivo por el cual se constituyó en modelo para el diseño de la proa de barcos más veloces. ¿Sabían que el delfín carece de olfato y es ciego? Pero Dios le proveyó de un sentido auditivo avanzado con el que puede oír ruidos que se producen a muchos kilómetros de distancia. Además, por medio de un sistema que se asemeja al sonar, logra determinar rápidamente su camino y la ubicación de sus presas.
El sonido producido por el delfín, inaudible para nosotros, se expande en la forma de ondas sonoras subacuáticas. Cuando encuentra un obstáculo rebota allí y vuelve al animal. El tiempo que transcurre entre la emisión y la recepción, determina la distancia del objeto en el que rebotó. Es este precisamente el sistema que inspiró a los científicos para el desarrollo del sonar usado en los submarinos.
El sentido auditivo del delfín es tan bueno, que le protege de caer presa de otros peces.