A Los Osos Les Encanta La Miel

oso Los osos son conocidos por su pelambre que abriga mucho, por comer miel, ver poco y oír poco. ¿Cómo hacen entonces para encontrar la miel? Gracias a una nariz muy buena que Dios les otorgó. Con su olfato aguzado encuentran la mejor de los alrededores.

Posiblemente ustedes ya sepan que son bastante torpes. Pero no crean que son lentos. Pueden correr a 48 km/h y son muy fuertes. Con un cuerpo de dos a tres metros de largo, algunas especies suben a las ramas altas de los árboles y se pasan bastante tiempo allí. Por lo general se alimentan de vegetales y trepan hasta los treinta metros en búsqueda de alimentos. Al ubicar una colmena la golpean con las patas, las abejas se van y comen la miel con muchas ganas. ¡Pero ustedes nunca intenten hacer algo así porque las abejas les picarían en todo el cuerpo y les provocarían daños! Pero al oso Dios le puso una cobertura que le protege de las abejas y por eso no tienen problemas.

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En otoño se meten en una cueva, se cubren con ramas y pajas y se quedan allí hasta la primavera. Antes de irse a dormir tanto tiempo comen mucho, especialmente piñas y castañas, de modo que bajo la piel gruesa acumulan una capa de grasa que la consumen a lo largo del invierno. El ser humano moriría si tuviese un desgaste así.

El parto es otra cosa que los retiene bastante tiempo en la cueva. Por lo general dan a luz tres cachorros y los alimentan con leche hasta la primavera. Nacen desdentados, ciegos y pelados. Al salir de la cueva la madre debe protegerlos pues sino serían atrapados por los cazadores o muertos por los osos.

Nuestro Señor, Quien es el Compasivísimo y el Misericordiosísimo, atiende las necesidades de todas las criaturas y las protege. Y así procede con los simpáticos oseznos para que sobrevivan y no los atrapen. Les aseguró la protección por medio de sus madres fuertes que nunca los abandonan.