Según el Corán la guerra representa “una obligación no deseada”, que se lleva a cabo bajo la observancia de pautas morales y de humanidad particulares, aunque no se debería recurrir al combate excepto que sea absolutamente inevitable. En un versículo se explica que son los incrédulos quienes comienzan las guerras y que Dios no las aprueba:
...Siempre que encienden el fuego de la guerra, Dios se lo apaga. Se dan a corromper en la tierra y Dios no ama a los corruptores (Corán, 5:64).
En caso de conflicto, los creyentes antes de comprometerse en una guerra deben esperar hasta que el combate se convierta en obligatorio. A los creyentes se les permite luchar sólo cuando la otra parte ataca y no queda ninguna otra alternativa más que la lucha:
Pero, si cesan, Dios es indulgente, misericordioso (Corán, 2:192).
Un examen más particularizado de la vida del Profeta Muhammad (PB) revela que la guerra fue un método al que recurría con propósitos sólo defensivos y en condiciones inevitables.
La revelación del Corán al Profeta Muhammad (PB) se prolongó por un período de 23 años. Durante los primeros 13 años los musulmanes vivieron en Meca como minoría bajo un orden pagano y sufrieron mucha opresión. Muchos de los musulmanes fueron atormentados, injuriados, torturados e incluso asesinados y sus casas saqueadas. Sin embargo, no recurrieron a la violencia y siempre llamaron a la paz a los paganos.
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Una visión de Medina en nuestros días, ciudad a la que emigraron el Profeta Muhammad (PB) y los musulmanes para establecer su propia constitución política. |
Cuando la opresión se volvió insoportable, los musulmanes emigraron a la ciudad de Yatrib, la que luego pasó a llamarse Medina. Allí establecieron su propio orden en un medio de más libertad y más amigable. Pero no incitaron a que se tome las armas contra los paganos agresivos de la Meca. Sólo después de la revelación que lo ordenaba, el Profeta (PB) preparó al pueblo para la guerra:
Les está permitido (combatir) a quienes son atacados, porque han sido tratados injustamente. —Dios es, ciertamente, poderoso para auxiliarles—. (Les está también permitido combatir) a quienes han sido expulsados injustamente de sus hogares sólo por haber dicho “Nuestro Señor es Dios”... (Corán, 22:39-40).
En resumen, a los musulmanes se les permitió combatir sólo después de que fueron oprimidos y sometidos a la violencia. Para decirlo de otra manera, Dios les dio permiso para el combate únicamente con propósitos defensivos. En otros versículos se les advierte a los musulmanes que no recurran sin necesidad a la violencia:
Combatid por Dios contra quienes combatan contra vosotros, pero no os excedáis. Dios no ama a los que se exceden (Corán, 2:190).
Después de la revelación de estos versículos tuvo lugar varias guerras entre musulmanes y paganos pero en ninguna oportunidad fueron los primeros quienes comenzaron las mismas. Por otra parte, el Profeta Muhammad (PB) estableció un entorno pacífico y seguro para ambos por medio de la firma del acuerdo de paz de Hudaybiya, el cual concedió a los paganos la mayoría de las cosas que solicitaban. Nuevamente fueron éstos quienes violaron el acuerdo y reiniciaron las hostilidades. Gracias a las rápidas conversiones el ejército islámico reunió una gran fuerza para combatirlos. Sin embargo, Muhammad (PB) conquistó la Meca sin derramar sangre y con un espíritu tolerante. Si hubiese querido, se habría vengado de ellos pero no dañó a nadie, les perdonó y les trató de la forma más comprensiva. En palabras del experto occidental en Islam John Espósito, El Profeta dio paso a un acuerdo que concedía amnistía a sus enemigos antes que empuñar la espada en pos de venganza o para el saqueo propio de las conquistas2.
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Los paganos, que más tarde se convertirían al Islam por decisión propia, no podían dejar de admirar la personalidad tan noble del Profeta (PB).
No sólo durante la captura de la Meca sino en el curso de todas las batallas y conquistas, fueron meticulosamente defendidos los derechos de los inocentes e indefensos. Muhammad (PB) recordó a los creyentes en numerosas oportunidades este asunto y por medio de su propia forma de proceder se convirtió en un modelo a seguir por otros. A los creyentes que iban a la guerra les habló en los siguientes términos: Marchen a la guerra en defensa de la religión de Dios. Nunca agredan a los ancianos, a las mujeres o a los niños. Mejórenles la situación que tienen y sean amables con ellos. Dios ama a los íntegros3. También dejó en claro la actitud que debían adoptar los musulmanes incluso en medio del furor de una batalla: No maten a los niños. ¡Eviten molestar a los devotos que adoran en las iglesias! Nunca asesinen a mujeres y a ancianos. No quemen ni talen los árboles. ¡Nunca destruyan las viviendas!4.
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La Caaba, lugar al que en el mes de Ramadán llegan casi dos millones de musulmanes desde los cuatro rincones del mundo, es un símbolo de la paz y tolerancia propias de la enseñanza islámica. |
Dios anuncia en el Corán los principios islámicos que explican la política y temperamento pacífico del Profeta Muhammad (PB). Ordena a los creyentes tratar a los no musulmanes de manera amable y correcta:
Dios no os prohíbe que seáis buenos y equitativos con quienes (aún siendo infieles) no han combatido contra vosotros por causa de la religión, ni os han expulsado de vuestros hogares. Dios ama a los que son equitativos. Lo que sí os prohíbe Dios es que toméis como amigos a los que han combatido contra vosotros por causa de la religión y os han expulsado de vuestros hogares o han contribuido a vuestra expulsión... (Corán, 60:8-9).
Estos versículos dejan en claro cuál debe ser el comportamiento de los musulmanes con los no musulmanes. Deben tratarlos con bondad y no hacerse amigos de los que exhiben hostilidad hacia el Islam. En caso de que esa enemistad lleve a que los musulmanes sean agredidos y sometidos a ataques militares, éstos deberían responder de acuerdo al cuadro de situación general desde la perspectiva humana. El Islam prohíbe todas las formas de barbarie, de actos de violencia innecesarios y de agresiones injustas. En otro versículo Dios advierte a los musulmanes sobre dicha conducta y explica que la cólera que se siente hacia el enemigo no debería ser motivo de injusticias:
¡Creyentes! Sed íntegros ante Dios cuando depongáis con equidad. Que el odio a un pueblo no os incite a obrar injustamente. Sed justos. Esto es lo más próximo al temor de Dios. Y temed a Dios. Dios está bien informado de lo que hacéis (Corán, 5:8).
Otro concepto que es preciso aclarar es el de yihad.
Su sentido exacto es “esfuerzo”. En consecuencia, llevar a cabo yihad significa islámicamente “esforzarse”, “bregar” por algo. El Profeta Muhammad (PB) explicó que la yihad mayor es la que lleva a cabo el individuo contra su propia alma inferior. Por esta última hay que entender las ambiciones y deseos egoístas. Desde el punto de vista coránico, yihad también puede significar una lucha de tipo intelectual contra quienes oprimen a la gente, la tratan injustamente, la someten a torturas y crueldades violando los legítimos derechos humanos. El propósito de esta lucha es conseguir la justicia, la paz y la igualdad.
También tiene el sentido de lucha física. Pero, como explicamos antes, ésta tiene que ser llevada a cabo solamente con propósitos defensivos. Enunciarla para actos de agresión contra gente inocente, es decir, para aterrorizar, es injusto y significa una gran distorsión del verdadero sentido del término.
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Uno de los principales propósitos de las bombas, los ataques incendiarios y otros episodios malignos de los terroristas, es crear temor, ansiedad, inseguridad y pánico entre la gente. |
Otra cuestión importante que se presenta con los últimos atentados terroristas en los EEUU es el de los ataques suicidas. Alguna gente mal informada acerca del Islam ha expresado erróneamente que esta religión permite realizarlos, cuando en realidad para los musulmanes está prohibido suicidarse y asesinar a otros. Al decir Dios, No os matéis unos a otros (Corán, 4:29), ha declarado que es pecado quitarse la vida. Cualquiera sea el motivo, en el Islam está prohibido matarse o asesinar.
El Profeta (PB) lo consideraba un pecado al decir que el suicido sería castigado en el más allá:
En verdad, quien se quita la vida (intencionalmente) después será castigado en el Fuego del Infierno, donde habitará para siempre5.
Como queda en claro, suicidarse, llevar a cabo ataques suicidas o provocar la muerte de miles de inocentes, es una violación absoluta de la moral islámica. Por eso mismo es totalmente imposible para quien cree en Dios y dice que se comporta como indica el Corán, hacer una cosa así. Los únicos que pueden incurrir en ello son los que interpretan equivocadamente la religión, desconocen absolutamente la moral coránica, no se valen de la razón y del discernimiento, están bajo la influencia de ideologías ateas, tienen “el cerebro lavado” y albergan en sus corazones sólo odio y deseos de venganza.
Todos nos debemos oponer a crímenes como esos.
...No os matéis unos a otros. Dios es misericordioso con vosotros (Corán, 4:29))
Resumiendo lo tratado hasta ahora, podemos decir que la doctrina política del Islam (en otras palabras, las normas y principios respecto de las cuestiones políticas) es muy moderada y amante de la paz. Esta verdad es aceptada por muchos historiadores y teólogos no musulmanes. Uno de ellos es la historiadora británica Karen Armstrong, ex monja y experta en historia del Oriente Medio. En su libro Guerra Santa examina los antecedentes de las tres religiones divinas:
El término “Islam” proviene de la misma raíz árabe que el término “paz”, y el Corán considera a la guerra una situación anormal opuesta a la voluntad de Dios... El Islam no justifica ninguna guerra de agresión o exterminio... El Islam reconoce que la guerra es inevitable y a veces una obligación positiva con el objeto de terminar con la opresión y el sufrimiento. El Corán enseña que la guerra debe ser acotada y conducida del modo más humano posible. Muhammad ha combatido no sólo a los mequenses sino también a las tribus judías de la zona y a las tribus cristianas en Siria, las cuales habían planeado atacarle en alianza con las anteriores.
Pero no por ello Muhammad amenazó al Pueblo del Libro. Los seguidores del Profeta fueron forzados a defenderse pero no llevaron adelante una “guerra santa” en contra de la religión de sus enemigos. Cuando Muhammad envió a su liberto Zaid a la cabeza del ejército musulmán contra los cristianos, le dijo que combata con vigor por la causa de Dios pero de modo humano. No debía molestar a los sacerdotes, a las monjas, a las mujeres, al débil, al inválido y a los incapaces de luchar. No debía masacrar civiles, cortar un solo árbol o derrumbar algún edificio.6
Después de la muerte del Profeta (PB), los califas que le sucedieron también fueron muy sensibles en materia de justicia. Conquistados y conquistadores vivían en paz y seguridad en los países a los que entraban. El primer califa Abu Bakr pidió a su gente que adoptara actitudes justas y tolerantes donde fuesen, porque eso era lo que estaba en consonancia con los valores coránicos. Antes de la primera expedición a Siria dio la siguiente orden a su ejército:
Hagan un alto para que pueda darles las normas a tener en cuenta. No traicionen ni se aparten del sendero recto. No asesinen ni mutilen a los niños, ancianos y mujeres. No destruyan o incendien una sola datilera ni corten árboles frutales. No maten vacas, camellos o manada alguna, excepto para la subsistencia. Posiblemente pasen por pueblos que han dedicado su vida al monasterio. No los molesten y déjenlos en posesión de eso a lo que se entregaron con devoción tanto tiempo. Es también probable que se encuentren con gente que les obsequie muchos tipos de alimentos. Pueden comer, pero no olviden de mencionar el nombre de Dios.7
Omar ibn al-Khattab, quien sucedió a Abu Bakr, fue famoso por la forma en que ejerció la justicia y los contratos que hacía con las poblaciones de los pueblos conquistados. Cada uno de esos acuerdos son un ejemplo de tolerancia y corrección. Por ejemplo, en su manifiesto donde concede protección a los cristianos de Jerusalén y Lod, asegura que las iglesias no serán demolidas y garantiza que los musulmanes no las ocuparán para rezar. Las mismas condiciones acordó con los cristianos de Belén. Durante la conquista de Mada’in también se garantizó al Patriarca Nestoriano Isho’yab III (650-660 C.) que las iglesias no serían demolidas y que no se las convertirían en viviendas o mezquitas. Es realmente impresionante la carta que el Patriarca escribió al obispo de Fars (Irán), pues describe la tolerancia y compasión exhibida por los gobernantes musulmanes al Pueblo del Libro:
Los árabes, a quienes Dios les ha dado ahora el gobierno del mundo.... no persiguen a la religión cristiana. En verdad, la favorecen, honran a nuestros sacerdotes y a los santos del Señor y otorgan beneficios a iglesias y monasterios.8
Las tierras de Jerusalén y sus alrededores que bajo gobierno musulmán han gozado durante largos períodos de tiempo de paz y tolerancia, hoy día son una zona de guerras y conflictos.
Todos estos son ejemplos muy importantes que revelan cómo esos creyentes auténticos se esforzaban por cumplir con la justicia y tolerancia ordenadas. Dice Dios en un versículo:
Dios os ordena que restituyáis los depósitos a sus propietarios y que cuando decidáis entre los hombres lo hagáis con justicia. ¡Qué bueno es aquello a que Dios os exhorta! Dios todo lo oye, todo lo ve (Corán, 4:58).
Canon Taylor, uno de los principales líderes de la misión de la Iglesia Anglicana, expresa la belleza revelada por la moral islámica:
El Islam estampó en su matriz los dogmas fundamentales de la religión: la Unicidad y grandeza de Dios, que El es misericordioso y justo, que demanda obediencia a Su voluntad así como fe y conformidad a Sus órdenes. El Islam hizo hincapié en la responsabilidad del ser humano, la vida futura, el día del juicio y el castigo severo para el ruin. Puso en vigor las obligaciones del rezo, la limosna, el ayuno y la benevolencia. El Islam rechaza las virtudes fingidas, la mentira (en general y) en materia de religión (en particular), la oratoria banal, la perversión moral y las sutilezas (intrascendentes) en las discusiones teológicas... Da esperanzas al esclavo, impulsa la fraternidad y reconoce las realidades fundamentales de la naturaleza humana.9
La falsa afirmación de que en los países conquistados los pueblos se convertían al Islam bajo amenaza, también ha sido refutada por los investigadores occidentales, a la vez que se confirmó la actitud tolerante y justiciera de los musulmanes. Dicha realidad la expresa el estudioso occidental L. Browne:
Entre paréntesis, realidades bien establecidas acaban con la idea tan ampliamente difundida en los escritos cristianos respecto a que los musulmanes, donde fuera que estuviesen, forzaban a la gente a aceptar el Islam a punta de espada.10
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Muchos Cruzados se sorprendieron por las actitudes justas, compasivas y tolerantes exhibidas por los musulmanes, incluso en el campo de batalla. Después expresaron abiertamente su admiración al escribir sus memorias. En el cuadro de arriba vemos una escena de la Segunda Cruzada inaugurada por Luis VII. |
Browne dice en otra parte de su libro Perspectivas del Islam que el verdadero motivo que impulsaba a los musulmanes a la conquista era la fraternidad islámica. La gran mayoría de los administradores que gobernaron en tierras musulmanas a lo largo de la historia, trataron a los miembros de otras religiones con la mayor tolerancia y respeto. Dentro de los límites de los estados islámicos, tanto judíos como cristianos vivieron seguros y con plena libertad.
El profesor de Religión y Relaciones Internacionales de la Universidad Georgetown John L. Espósito, describe la enorme tolerancia que encontraron judíos y cristianos en los estados manejados por musulmanes:
Los ejércitos musulmanes demostraron ser formidables conquistadores y gobernantes efectivos, constructores antes que destructores. Reemplazaban a los gobiernos y ejércitos de los países conquistados pero preservaban muchas de sus instituciones, aparatos burocráticos y expresiones culturales. Gran cantidad de gente ya no consideraba la entrada de las nuevas autoridades (un simple) cambio de amos, puesto que traían la paz y seguridad a individuos desmoralizados e insatisfechos por las pérdidas y fuertes impuestos que debieron soportar en la época de las operaciones militares persa-bizantinas. Ahora cada comunidad podía continuar tranquilamente con su modo de vida. En muchos aspectos las poblaciones encontraron a los gobernantes musulmanes más flexibles y tolerantes que los bizantinos y los persas. Los seguidores de cada religión podían practicar libremente su fe y gobernarse con sus leyes a través de sus líderes en cuestiones como el matrimonio, el divorcio y la herencia. A cambio de eso pagaban un tributo llamado jizya (capitación), que les aseguraba la protección de los musulmanes frente a agresiones y les exceptuaba del servicio militar. De ahí que fueron llamados dhimmi (protegidos). En la práctica esto significaba por lo general menos impuestos, mayor autonomía local, gobernantes semitas a los que les unían lazos lingüísticos y culturales más estrechos que los que tenían con las élites greco-romanas helenizadas de Bizancio y mayores libertades religiosas para judíos y cristianos nativos. La mayoría de las iglesias cristianas, como la Nestoriana, Monofisita, Jacobita y Copta, habían sido perseguidas al ser acusadas de heréticas y cismáticas por la cristiandad oficial. Fue por eso que algunas comunidades judías y cristianas ayudaron a los ejércitos invasores al considerarlos menos opresores que sus amos imperiales. Los conquistadores introdujeron de muchas maneras la Pax Islámica en un área militarizada.11
El Islam también llegó con otra “Pax Islámica” para las mujeres, un segmento de la sociedad terriblemente ultrajado en la época preislámica. El profesor Bernard Lewis, conocido como uno de los principales expertos sobre Oriente Medio, hace el siguiente comentario:
En general, el advenimiento del Islam trajo una enorme mejora de la posición de las mujeres en la Arabia antigua, dotándola con propiedad privada y otros derechos, y dándole protección contra el maltrato a manos de sus esposos o dueños. El asesinato de los bebés, sancionado por la costumbre en la Arabia pagana, fue declarado fuera de la ley por el Islam. Pero cuando ese mensaje original del Islam perdió su ímpetu y fue modificado bajo la influencia de costumbres y posturas preexistentes, la posición de la mujer se debilitó y empeoró en muchos aspectos.12
El reino de los turcos Seljuk y el Imperio Otomano, también se vieron marcados por la perspectiva justa y tolerante del Islam. El investigador británico Sir Thomas Arnold explica en su libro La Expansión Mundial del Islam porqué los cristianos buscaban de motu propio vivir bajo el gobierno Seljuk:
Esa misma inteligencia de una vida religiosa segura bajo el gobierno musulmán, condujo también a muchos cristianos del Asia Menor, más o menos en la misma época, a dar la bienvenida a los turcos Seljuk por considerarlos sus libertadores... En el reino de Miguel VIII (1261-1282) era común que los habitantes de las pequeñas ciudades del Asia Menor invitasen a los turcos a tomar posesión de las mismas para escapar de esa manera a la tiranía del imperio (bizantino). Tanto ricos como pobres emigraban con frecuencia a los dominios turcos.13
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El gobierno musulmán en España finalizó en 1492 al ser conquistada Granada por los ejércitos de los reyes católicos Fernando e Isabel. En el cuadro se representa la rendición de la ciudad. |
Malik Shah, gobernante del Imperio Islámico Seljuk en su época más brillante, hacía propuestas muy tolerantes y compasivas a las personas de las tierras conquistadas, por lo que fue recordado con gran respeto y amor. Todos los historiadores objetivos se refieren en sus obras a la justicia y tolerancia de Malik Shah. Esa forma de ser también promovió un gran cariño hacia él en los corazones de la Gente del Libro. Por esa razón y por voluntad de sus habitantes, muchas ciudades pasaron a ser gobernadas por Malik Shah, lo cual es algo sin precedentes. Sir Thomas Arnold también dice que Odo de Diogilo, monje de San Denis que participó en la Segunda Cruzada como capellán de Luis XVII, se refiere en sus memorias a la justicia administrada por los musulmanes, independientemente de la religión de las personas. Escribe el historiador en base a lo graficado por Odo de Diogilo:
La situación de los sobrevivientes habría sido totalmente desesperante si los corazones de los musulmanes no se hubieran inundado de piedad al ver el estado en el que se encontraban. Cuidaron al enfermo, asistieron al pobre y hambriento con una liberalidad magnánima. Algunos musulmanes incluso rescataron el dinero francés que los griegos habían confiscado a los peregrinos por la fuerza o la malicia y lo distribuyeron entre los necesitados. Fue tan grande el contraste entre el buen trato recibido de los incrédulos y la crueldad de sus correligionarios los griegos —quienes les impusieron trabajos forzados, les golpearon y robaron lo poco que les había quedado—, que muchos de ellos abrazaron voluntariamente la fe de sus libertadores. Como dice el viejo cronista (Odo de Diogilo), evitaron a sus correligionarios que habían sido tan crueles con ellos y buscaron refugio con los infieles que les tuvieron compasión y, según nos enteramos, más de tres mil se unieron a los turcos y se fueron con ellos al retirarse.14
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El Sultán Beyazid II era un musulmán devoto. Dio la bienvenida a los judíos que huían de la persecución cristiana y les permitió que practiquen su religión con total libertad en tierras musulmanas. |
Estas manifestaciones de los historiadores revelan que los administradores musulmanes fieles a la moral islámica gobernaron siempre con tolerancia, compasión y rectitud. El Imperio Otomano, que gobernó sobre tres continentes durante siglos, también tiene una historia que abunda en ejemplos de comprensión.
La manera en que los judíos se asentaron en tierras otomanas durante la época del Sultán Beyazid II, después de ser masacrados y enviados al exilio por parte de los reinos católicos de España y Portugal, es un ejemplo apropiado de las amplias concesiones que brinda el Islam. Individuos de las tres religiones monoteístas vivieron mucho tiempo en paz uno al lado del otro en Andalucía hasta que fue derrocado el último gobierno islámico de Granada en 1492. Entonces los monarcas católicos presionaron de un modo insoportable a los judíos y a los que no querían convertirse al cristianismo los enviaron al exilio, en tanto que los musulmanes fueron sometidos a una terrible matanza.
Un grupo de esos desterrados buscó refugio en el Imperio Otomano, el cual los aceptó y resolvió que los barcos del gobierno, bajo el mando de Kemal Reis, condujeran a los judíos exiliados y a lo sobrevivientes musulmanes de la masacre a tierras otomanas.
El Sultán Beyazid II, quien ha pasado a la historia como el creyente más piadoso, en la primavera de 1492 instaló a los judíos vejados alrededor de Edirna y Tesalónica. (Esta ciudad actualmente pertenece a Grecia). La mayoría de los veinticinco mil seguidores de la religión del profeta Moisés que viven actualmente en Turquía son los descendientes de aquéllos exiliados. Adaptaron a las condiciones del país la religión y costumbres traídas 500 años antes de España y continúan viviendo tranquilamente con sus propias escuelas, hospitales, geriátricos, asociaciones culturales y periódicos. Están presentes en todos los estamentos de la sociedad como profesionales y en los círculos intelectuales. En tanto que las comunidades judías en muchos países de Europa siguieron expuestas durante siglos al temor de los ataques racistas antisemitas, las de Turquía vivieron siempre en paz y seguras. Este solo ejemplo es suficiente para demostrar la tolerancia y los criterios de justicia propios del Islam.
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La captura de Estambul por el Sultán Mehmet el Conquistador significó la libertad para judíos y cristianos de opinión distinta a la oficial, los cuales habían sido sometidos a opresión durante siglos por los gobernantes bizantinos y romanos. |
La compasión y tolerancia exhibidas por el Sultán Beyazid II se aplica a todos los sultanes otomanos. Cuando Mehmet el Conquistador capturó Constantinopla, permitió a judíos y cristianos vivir allí en libertad. André Miquel, conocido por sus valiosos escritos acerca de las prácticas justas y tolerantes de los musulmanes y el mundo del Islam, dice:
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El Sultán Mehmet el Conquistador otorgó muchas prebendas a la jerarquía cristiana, la que bajo el gobierno turco gozó de autonomía por primera vez en la historia. En el cuadro vemos al Sultán Mehmet el Conquistador recibiendo al Patriarca. |
Las comunidades cristianas vivían bajo un gobierno bien administrado, cosa que no habían gozado durante los períodos bizantino y latino. Nunca fueron sometidas a una persecución sistemática. Por el contrario, el Imperio y especialmente Estambul, se habían convertido en el refugio de los torturados judíos españoles. Nunca se los intentó islamizar por la fuerza sino que el desarrollo de la islamización tuvo lugar como resultado de distintos procesos sociales.15
Como queda claro de lo expresado, los musulmanes nunca fueron opresores sino que, al contrario, a donde iban llevaban la paz y la seguridad. Tenían de guía el versículo de Dios que dice, Servid a Dios y no le asociéis nada. Sed buenos con vuestros padres, parientes, huérfanos, pobres, vecinos —parientes y no parientes—, el compañero de viaje, el viajero (el seguidor de la causa de Dios) y vuestros servidores. Dios no ama al presumido, al jactancioso (Corán, 4:36) y se comportaron bien con todos los pueblos.
En resumen, la amistad, la fraternidad, la paz y el amor son la base de la moral coránica y virtudes superiores a las que siempre buscaron mantenerse fieles los musulmanes. (Para más detalles ver el libro de Harun Yahya Justicia y Tolerancia en el Corán).
Quienes creen y no revisten su fe de impiedad, ésos son los que están en seguridad, los que están bien dirigidos (Corán, 6:82)
2. John L. Esposito, Islam: The Straight Path, Oxford University Press, 1998, p. 10
3, Ahmad Diya'al-Din al-Kamushkhanawi, Ramuz al-Ahadith, Vol 1, 84/8
4. Ahmad Diya'al-Din al-Kamushkhanawi, Ramuz al-Ahadith, Vol 1, 76/12
5. Bukhari (5778) and Muslim (109 and 110), Reported by Muslim - Eng. Trans, Vol. 1, p.62, No. 203
6. Karen Armstrong, Holy War, MacMillan London Limited, 1988, p. 25
7. Tabari, Ta' rikh, 1, 1850, cited in Majid Khadduri, War and Peace in the Law of Islam, Johns Hopkins Press, Baltimore, 1955, p. 102
8. W.H.C. Frend, “Christianity in the Middle East: Survey Down to A.D. 1800”, Religion in the Middle East, Ed. A.J. Arberry, I-II Cambridge, 1969, Volume I, p. 289
9. Prof. Thomas Arnold, The Spread of Islam in the World, A History of Peaceful Preaching, p. 71-72
10. L. Browne, The Prospects of Islam, p. 11-15
11. John L. Esposito, Islam: The Straight Path, p. 33-34
12. Bernard Lewis, The Middle East, Weidenfeld & Nicolson, London, 1995, p. 210
13. Prof. Thomas Arnold, The Spread of Islam in the World, A History of Peaceful Preaching, p. 96
14. Prof. Thomas Arnold, The Spread of Islam in the World, A History of Peaceful Preaching, p. 88-89
15. André Miquel, L'Islam et Sa Civilisation VIIe - XXe siècle, Librairie Armand Colin, Paris 1968, p. 244