Los problemas con los molares del juicio resultan de la dieta contemporánea, no de que sean órganos vestigiales.
Uno de los importantes engaños de la teoría de la evolución es su idea de “órganos vestigiales”. Los evolucionistas defienden que algunos órganos de los seres vivos pierden su función original a lo largo del tiempo y luego desaparecen. Tomando esto como base intentan enviar el mensaje de que “si un ser viviente hubiera sido creado realmente, no tendría órganos sin función”.
A principios del SXX las publicaciones evolucionistas anunciaron que el cuerpo humano contenía hasta un centenar de órganos que no realizaban ninguna función, incluyendo el apéndice, el cóccix, las amígdalas, la glándula pineal, el oído externo, el bazo y los molares del juicio. Sin embargo, en las décadas siguientes la ciencia médica avanzó muchísimo. Nuestro conocimiento de los órganos y sistemas del cuerpo humano aumentó. Como resultado, se vio que la idea de órganos vestigiales no era más que una superstición. La larga lista redactada por los evolucionistas se acortó rápidamente. Se descubrió que el bazo es un órgano que produce células muy importantes para el sistema inmunológico, y que la glándula pineal es responsable de la producción de hormonas importantes. También se descubrió que el cóccix aguanta los huesos de alrededor de la pelvis, y que el oído externo tiene un papel importante en la identificación de la procedencia del sonido. En resumen, se vio que la única base para la idea de la existencia de “órganos vestigiales” era la ignorancia.
La ciencia moderna ha demostrado muchas veces el error de concepto de estos órganos. Aún así, algunos evolucionistas continúan intentando utilizar esta idea. Aunque la ciencia médica ha demostrado que casi todos los órganos que según los evolucionistas son vestigiales tienen en realidad un propósito, la especulación evolucionista todavía se cierne en uno o dos órganos.
Los más destacables son los molares del juicio. Fuentes evolucionistas defienden que estos dientes son una parte del cuerpo humano que ha perdido su propósito. Como prueba de ello indican que estos dientes traen problemas a mucha gente y que nadie tiene problemas para masticar sin ellos.
Muchos dentistas, influenciados por la idea evolucionista de que estos dientes no sirven para nada, han llegado a considerar que extraerlos es algo normal y corriente, y no hacen el mismo esfuerzo por proteger estos dientes que por proteger los demás.53 Sin embargo, las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años han demostrado que los molares del juicio llevan a cabo la función de masticar igual que los otros dientes. También se han llevado a cabo estudios para mostrar que la creencia de que los molares del juicio son perjudiciales para la posición de los demás dientes en la boca es completamente infundada.54 Hoy en día el criticismo científico está acumulando sistemas para tratar los problemas de los molares del juicio con estrategias que no requieran su extracción.55 De hecho, el consenso científico defiende que los molares del juicio tienen la función de masticar exactamente igual que los demás dientes, y considera que no hay ninguna justificación científica para la creencia de que no sirven ningún propósito.
Así, pues, ¿por qué causan tantos problemas los molares del juicio? Los científicos que han investigado el tema han descubierto que los problemas con los molares del juicio se han manifestado de manera distinta en las distintas comunidades humanas a lo largo del tiempo. Ahora se sabe que este problema apenas se daba en las sociedades preindustriales. Se ha descubierto que el hecho de que hoy en día se prefieren comidas blandas, y en particular el cambio al respecto que se ha producido en los últimos cien años, ha tenido un efecto negativo sobre el desarrollo de la mandíbula humana. Se ha descubierto que la mayoría de problemas con los molares del juicio aparecen como resultado del desarrollo de la mandíbula, relacionado con los hábitos alimentarios.
También se sabe que los hábitos nutricionales de la sociedad tienen efectos negativos sobre nuestros dientes. Por ejemplo, el consumo creciente de comida con mucho azúcar y ácidos ha aumentado el ritmo de decaimiento de los dientes. Sin embargo, esto no nos lleva a pensar que nuestros dientes se han “atrofiado”. El mismo principio se aplica a los molares del juicio. Los problemas con estos dientes provienen de los hábitos alimentarios actuales, y no de ninguna “atrofia” evolutiva.
53. Leonard M.S., 1992. Removing third molars: a review for the general practitioner. Journal of the American Dental Association, 123(2):77-82
54. M. Leff, 1993. Hold on to your wisdom teeth. Consumer reports on Health, 5(8):4-85.
55. Daily.T 1996. Third molar prophylactic extraction: a review and analysis of the literature. General Dentistry, 44(4):310-320