El material genético del
primer hombre contenía
todas las características de las distintas razas, y por tanto, cuando partes de este material genético acabaron dominando distintas comunidades se formaron las razas humanas.
Algunos evolucionistas intentan presentar la existencia de distintas razas como prueba a favor de la evolución. De hecho, normalmente quienes dicen esto son evolucionistas aficionados que tienen un conocimiento insuficiente de la teoría que defienden.
La tesis que proponen los que defienden esta teoría se basa en la siguiente pregunta: si, tal y como dicen las fuentes divinas, la vida empezó con un hombre y una mujer, ¿cómo aparecieron las distintas razas?” Otra manera de decirlo es: “Si consideramos que la altura, el color de la piel y otros rasgos de Adán y Eva pertenecían a solamente dos personas, ¿cómo se explica la aparición de razas con rasgos completamente distintos?”
De hecho, el problema subyacente a todas estas preguntas u objeciones es un conocimiento demasiado limitado de las leyes genéticas, o incluso la completa ignorancia de estas. Para entender la razón por la cual existen diferencias entre las razas del mundo actual, se necesita tener cierta idea sobre el tema de “variación”, que está estrechamente ligado a esta cuestión.
Variación, un término usado en genética, se refiere al suceso genético que provoca que los individuos o grupos de cierto tipo o especie posean características distintas unos de otros. Esta variación existe a causa de la información genética que poseen los individuos de una especie. Como resultado de la reproducción entre estos individuos, esta información genética se presenta con combinaciones distintas en generaciones posteriores. Se produce un intercambio de material genético entre los cromosomas de la madre y los del padre. Así, los genes se mezclan unos con otros. El resultado es una gran variedad de rasgos individuales.
Las distintas características físicas que encontramos en las razas humanas son el resultado de variaciones dentro de la raza humana. Toda la gente de la Tierra lleva, básicamente, la misma información genética, aunque algunos tienen ojos achinados, otros son pelirrojos, algunos tienen la nariz larga, otros son bajitos, dependiendo del alcance de la variación potencial de esta información genética.
Para entender el potencial de variación, consideremos una sociedad en que la gente castaña y con los ojos marrones predomina sobre los individuos de ojos azules. Como resultado de que los individuos de las dos comunidades se mezclen y se casen unos con otros a lo largo del tiempo, aparecerán en las nuevas generaciones individuos de pelo castaño y ojos azules. En otras palabras: las características físicas de ambos grupos se mezclarán en generaciones posteriores, y provocarán la aparición de rasgos físicos nuevos. Si nos imaginamos el resto de características físicas mezclándose de la misma manera, veremos que aparecerá una gran variedad.
Es importante entender este punto: cada característica física es controlada por dos genes. Uno puede dominar al otro, o ambos pueden influenciarse el uno al otro. Por ejemplo, hay dos genes que determinan el color de los ojos de una persona. Un gen viene de la madre, otro del padre. Sea cual sea el gen dominante, el color de los ojos de un individuo estará determinado por ese gen. En general, los colores oscuros dominan a los claros; así, si una persona tiene genes de ojos marrones y verdes, sus ojos serán marrones porque el gen de los ojos marrones es dominante. Sin embargo, el color verde recesivo puede transmitirse a las generaciones siguientes y reaparecer más adelante. Es decir: padres con ojos marrones pueden tener hijos de ojos verdes. Esto ocurre porque el gen de los ojos verdes es recesivo en ambos progenitores.
Esta ley se aplica a todas las otras características físicas y los genes que las rigen. Cientos e incluso miles de características físicas como las orejas, la nariz, la forma de la boca, la altura, la estructura ósea, la estructura de los órganos o la forma se controlan de la misma manera. Gracias a esto la información ilimitada de la estructura genética puede transmitirse a generaciones posteriores sin ser visible desde el exterior. Adán, el primer ser humano, y Eva pasaron la abundante información de su estructura genética a generaciones siguientes aunque sólo una parte estaba presente en su apariencia física. El aislamiento geográfico que ocurrió a lo largo de la historia humana ha comportado una situación en la que características físicas distintas se juntaron en grupos diferentes. A lo largo de un periodo de tiempo muy largo, aparecieron grupos que tenían estructuras óseas, color de piel, altura y volumen craneal distintos. Esto condujo al cabo de un tiempo a la aparición de distintas razas.
Sin embargo, por supuesto, este largo periodo no cambió una cosa: independientemente de su altura, color de la piel y volumen craneal, todas las razas forman parte de la especie humana.