El Corán no contiene ni un solo verso que diga que la creación se basara en la evolución.
Aunque se ha probado científicamente que el magnífico diseño que hay en todas las cosas vivas o inertes del universo no puede haber aparecido debido a fuerzas ciegas de naturaleza y suerte, hay algunas personas que defienden la idea de que sí existe un Creador, pero que creó los seres vivos a través de un proceso evolutivo.
Es evidente que Dios, el Todopoderoso, creó todo el universo y la vida. Es decisión suya si la creación se produce de golpe o por fases. Nosotros sólo podemos entenderlo mediante la información que Dios nos ha dado (en otras palabras, los versos del Corán) y las pruebas científicas que encontramos en la naturaleza.
Cuando examinamos estas dos fuentes de conocimiento, vemos que la teoría de “creación por evolución” no tiene sentido.
Dios ha revelado muchos versos en el Corán que tratan de la creación del hombre, la vida y el universo. Ninguno de estos versos contiene información acerca de creación por evolución. En otras palabras, ningún verso indica que los seres vivos aparecieran evolucionando unos de otros. Al contrario, en estos versos se revela que la vida y el universo fueron creados mediante la orden de Dios “¡Sed!”.
Los descubrimientos científicos también han demostrado que la “creación por evolución” no tiene sentido. El registro fósil muestra que las distintas especies no aparecieron evolucionando las unas a partir de las otras, sino independiente y repentinamente con todas sus estructuras individuales. En otras palabras, la creación es distinta para cada especie.
Si la »creación por evolución« hubiera existido deberíamos poder ver pruebas de ello hoy en día. Dios lo ha creado todo con un orden particular enmarcado en unas causas y leyes particulares. Por ejemplo, no hay duda de que Dios es quien hace que los barcos floten en el agua. Sin embargo, cuando miramos las causas de ello, vemos que es la creación de la fuerza de apoyo del agua. No es sino el poder de Dios lo que permite volar a los pájaros. De hecho, cuando examinamos cómo vuelan, encontramos las leyes de aerodinámica. Por este motivo, si la vida se hubiera creado mediante un proceso de varias fases, sin duda habría sistemas que proporcionarían las leyes y avances en genética para explicarlos. Es más: se conocerían otras leyes físicas, químicas y biológicas. Habría pruebas, resultantes de investigaciones realizadas en laboratorio, que mostrarían que una especie viva se podría convertir en otra. Sin embargo, con esas investigaciones debería ser posible desarrollar enzimas, hormonas y moléculas similares a las que una especie necesita para que le ofrezcan ventajas. Además, sería posible crear nuevos órganos y estructuras que el ser vivo en cuestión nunca hubiera poseído antes.
FÓSILES VIVOS La estrella de mar fósil de la izquierda tiene 100-150 millones de años. Es igual que la estrella de mar que aparece sobre estas líneas.
El tiburón, una de las criaturas más peligrosas del mar, y el fósil de hace 400 millones de años que se ve abajo muestran claramente que no ha habido ningún proceso evolutivo. Todos los descubrimientos fósiles que se han hecho muestran que los seres vivos no han experimentado ningún proceso evolutivo, sino que fueron creados hace millones de años con la misma forma que tienen hoy, y que no tuvieron ancestros evolutivos. Este hecho muestra claramente que la creación mediante evolución no puede plantearse. |
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Estudios en laboratorio deberían poder mostrar ejemplos de criaturas que hubieran mutado beneficiándose en el proceso. También veríamos que estas mutaciones podrían transmitirse a generaciones subsiguientes hasta convertirse en un rasgo de la especie. Nos encontramos de nuevo con que debería haber millones de formas intermedias que vivieron en el pasado, y que debería haber seres vivos en nuestra época que no hubiesen completado sus procesos de transición. Es decir, debería haber innumerables ejemplos de un proceso así.
Sin embargo, no hay ni una sola prueba de especies que se conviertan en otras. Como hemos visto, los datos fósiles muestran que los seres vivos aparecieron todos de repente, sin antepasados. Así como este hecho destruye la teoría de la evolución, que proclama que la vida apareció por casualidad, también muestra la falta de validez científica de la afirmación de que Dios creó la vida y que esta luego evolucionó en fases.
Dios creó a los seres vivos de forma sobrenatural, mediante la simple orden “¡Sed!” La ciencia moderna confirma este hecho y demuestra que los seres vivos aparecieron de repente sobre la tierra.
Los que defienden la idea de que “es posible que Dios creara los seres vivos mediante la evolución” están intentando “reconciliar” a creacionistas y darwinistas. Pero cometen un error fundamental. Se les escapa la lógica básica del darwinismo y el tipo de filosofía a la cual sirve. El darwinismo no consiste en el concepto de la transmutación de las especies. En realidad es un intento de explicar el origen de los seres vivos mediante solamente factores materiales. Para decirlo de otra manera: dando a su teoría una pátina científica, intenta ganar aceptación para la idea de que los seres vivos son un producto de la naturaleza. No puede haber ningún “territorio común” entre esa filosofía naturalista y la fe en Dios. Es un grave error dejarse llevar por la búsqueda de ese terreno común y ceder al darwinismo y estar de acuerdo con la afirmación falsa de que es una teoría científica. Tal y como se ha visto en los últimos 150 años, el darwinismo es la espina dorsal de la filosofía materialista y del ateísmo, y por mucho que busquemos el territorio común no podremos cambiar este hecho.