Introduccion

Charles Darwin

Charles Darwin

Hace unos 150 años el materialista británico Charles Darwin propuso una teoría basada en una serie de observaciones hechas durante sus viajes, aunque las mismas no podían ser respaldadas por ningún descubrimiento científico. En esencia, la teoría de la evolución consistió en la presentación de distintos escenarios supuestos y conjeturas imaginadas por Darwin.

Según esa visión, las sustancias inertes pudieron juntarse fortuitamente para dar lugar a la primera célula viva. Sin duda, este supuesto muy erróneo tampoco podía ser corroborado por descubrimientos o evidencias científicas. Según ese mito, la célula se forma por casualidad gradualmente y luego se transforma en la primera especie de microbio. En otras palabras, se habría producido una “evolución”. Es decir, todas las formas de vida en la Tierra –desde las bacterias a los seres humanos– habrían aparecido de esa manera.

microscope, single-lensed microscope

El microscopio de un solo lente, usado por Darwin, revela los limitados medios tecnológicos de esa época.

Por supuesto, las afirmaciones de Darwin carecían de fundamentos valederos. Pero debido a que en esa época la ciencia estaba en una etapa muy primaria, no resultaba tan evidente el grado en que sus aseveraciones eran irreales y ridículas. Debido a ello es que tuvo una amplia aceptación.

El fundamento de la teoría de la evolución de Darwin fue el materialismo. En consecuencia, no pasó mucho tiempo sin que los materialistas la adoptaran, puesto que negaban a pie juntillas el hecho de la creación. Incluso la declararon el basamento científico de su propia investigación del mundo.

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Uno de los mayores descubrimientos que invalidan la teoría de la evolución es el de los registros fósiles, los cuales ponen de manifiesto que las estructuras de las especies vivas permanecieron inmodificables durante decenas de millones de años. En el cuadro vemos un insecto de la actualidad y un fósil del mismo con una antigüedad de 50 millones de años.

A paso seguido intentaron encontrar resultados que corroborasen dicha teoría por medio de pruebas de laboratorio en un medio inventado. Pero cada investigación y cada descubrimiento constituyeron evidencias que impugnaban el evolucionismo. Los notables progresos de la ciencia y la tecnología desde comienzos del siglo XX refutaron la teoría de la evolución. Todos los campos de la ciencia, como ser la microbiología, la biomatemáticas, la genética, la anatomía, la fisiología, la antropología y la paleontología, brindaron innumerables testimonios que la minaron totalmente.

Es posible que sean los registros fósiles los que entregan las evidencias más importantes que demuelen los supuestos evolucionistas, ya que revelaron que las formas de vida en la Tierra nunca sufrieron el más leve cambio y que ninguna de ellas se desarrolló a partir de otra. Al examinar los fósiles vemos que son exactamente los mismos que sus descendientes de hoy día, a pesar del paso de millones de años. En otras palabras, nunca hubo evolución alguna. Incluso en los períodos más antiguos los distintos tipos de vida emergieron repentinamente con todas sus estructuras complejas y con las mismas características de sus actuales semejantes.

Esto demuestra algo innegable: la vida no pasó a existir a través del supuesto proceso evolutivo. Los fósiles del caso revelan que todo lo viviente que existe y existió en la Tierra fue creado por Dios.

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El helecho ha mantenido su estructura desde que fue creado. Durante 300 millones de años siguió siendo el mismo, lo cual es una evidencia que verifica la invalidez de la teoría de la evolución.

El fósil de una salamandra de hace 125 millones de años y su semejante de hoy día.

Este libro no sólo proveerá al lector de la información respecto a cómo y dónde fueron encontrados esos restos, sino que también le hará conocer una gran variedad de ellos –con millones de años de antigüedad– que aún pueden declarar: “Nunca sufrimos ningún tipo de evolución sino que fuimos creados”.

Los fósiles que se presentan aquí son unos pocos ejemplos de los cientos de millones de especies que demuestran la creación. De todos modos, son suficientes para atestiguar que la teoría de la evolución es el mayor engaño y burla en la historia de la ciencia.

 

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