Una de las manifestaciones claras de la fe sincera es esforzarse por obedecer a Dios y no buscar el interés personal. Un creyente que sabe bien que es Dios quien le concede todos los favores y que, como corresponde, le ofrece su sincera devoción y le teme nunca perseguirá el menor beneficio personal cuando se afana por causa de Dios.
Buscar el propio beneficio por los servicios en el camino a Dios no cuadra con la fe. Una persona que es consciente de la existencia de Dios y del Más Allá no concederá importancia a los meros beneficios y, a requerimiento de Dios, nunca intentará satisfacer sus propios deseos. A la inversa, los que se limitan a un mundo de ideas, pensamientos e intereses particulares sólo se degradan a sí mismos.
El Corán recuerda repetidas veces que los creyentes no deben buscar ningún beneficio personal en los servicios que prestan por la causa de Dios. Todos los profetas que menciona el Corán comunican el mensaje de Dios sin pedir nada a cambio. Éstas son algunas de las aleyas que ensalzan esta virtud de los mensajeros:
(50) Y A [la tribu de] Aad [enviamos a] su hermano Hud. Dijo: “¡Oh pueblo mío! ¡Adorad [sólo] a Dios: no tenéis más deidad que Él. [Pues ahora,] no hacéis sino inventar mentiras! (51) “¡Oh pueblo mío! No os pido recompensa por este [mensaje]: mi recompensa incumbe sólo a Aquel que me creó. ¿Es que no vais a usar vuestra razón? Sura 11: (Hud)
(57) Di: "¡No os pido a cambio recompensa alguna, sólo [me propongo] que quien quiera encuentre un camino a su Sustentador!" Sura 25: Al-Furqán (El Criterio de la Verdad)
(106) cuando su hermano Noé les dijo: "¿No vais a ser conscientes de Dios? (107) ¡Ciertamente, soy un enviado [Suyo] a vosotros, [y por tanto] merecedor de vuestra confianza: (108) sed, pues, conscientes de Dios, y obedecedme!
(109) "Y no os pido recompensa alguna por ello: mi recompensa incumbe sólo al Sustentador de todos los mundos. Sura 26: Ash-Shuaara' (Los Poetas)
Como sugieren las aleyas, no se pretende ningún beneficio en el esfuerzo que se hace por causa de Dios. Un creyente no aspira a tener mucho dinero o lograr un alto estatus o que los demás le muestren un gran aprecio (algo que también se considera un logro social) en recompensa por los servicios prestados a Dios. El único fin es Su aprobación. Pero, si Dios lo desea, otorgará a los creyentes la victoria, el solaz y favores en este mundo.
En consecuencia, el valor de los servicios prestados por causa de Dios no depende del reconocimiento de la gente sino de la intención, es decir, del deseo de contentar a Dios. Durante toda su vida, los mensajeros comunicaron sin cesar el mensaje de Dios a sus pueblos. Ha habido muchos de ellos que no fueron elogiados ni obedecidos, sino combatidos. Pero esto no supone, en absoluto, un “fracaso” suyo. En el sentido que explica el Corán, el éxito no consiste en impresionar a la gente sino en agradar a Dios. Un creyente tiene la responsabilidad de rezar, de acrecentar su conciencia de Dios a través de la reflexión y de servirle. La decisión del triunfo la toma Dios. Como dijo Bediuzzaman Said Nursi: un creyente debe cumplir con su obligación y no cuestionar lo que se le ha destinado.
Los que buscan agradar a Dios no dejan de adorarle. Los creyentes son plenamente conscientes de que este mundo es de una naturaleza arrebatadora pero engañosa. Es por ello que el dinero, los coches lujosos, las casas opulentas, las joyas, piedras preciosas, prestigio y estatus nunca les impresionan. Esto es conforme a los mandatos que Dios expone en el Corán:
(28) Y mantente con paciencia al lado de aquellos que invocan a su Sustentador mañana y tarde, buscando Su faz, y no permitas que tus ojos pasen sobre ellos en busca de las galas de este mundo; y no prestes atención a aquel cuyo corazón hemos hecho negligente de Nuestro recuerdo porque ha seguido siempre sus deseos [únicamente], abandonando todo cuanto es bueno y verdadero. Sura 18: Al-kahf (La Cueva)
Aquí destacamos un punto importante: cuando alguien se acerca a la religión, debe preguntarse: “¿Qué otros servicios puedo prestar para lograr contentar a Dios?”, en vez de “¿Cómo puedo sacar provecho de la religión?”. Este último enfoque indicaría una total falta de sinceridad. En el Corán, se llama hipócritas a los que asumen tan taimada actitud. Éstos son aquellos que fingen ser fieles y simplemente hacen uso de la religión para satisfacer sus egoístas ambiciones. En realidad, son el tipo de gente que merece el infierno y un severo castigo en el Más Allá. En el Corán, Dios cuenta este caso:
(47) Pues, [muchos son los que] dicen: "¡Creemos en Dios y en el Enviado, y obedecemos!" --pero luego, después de esta [afirmación], algunos se echan atrás: y esos no son en absoluto [verdaderos] creyentes. (48) Y [así] cuando son llamados a Dios y a Su Enviado para que [la escritura divina] juzgue entre ellos, he ahí, que algunos de ellos se apartan; (49) pero si la verdad resulta de su agrado, están dispuestos a aceptarla. Sura 24: An-Nur (La Luz)
Como resulta palpable en la aleya, los hipócritas admiten creer si hay algo que les pueda beneficiar, pero luego se retractan de ello. Estas personas pueden parecer devotos creyentes durante algún tiempo pero, como dice el Corán, en realidad son los que “han cimentado su edificio al borde de una ribera que se desmorona, socavada por el agua, y que [acabará por] desplomarse”:
(109) ¿Quien es mejor: quien ha cimentado su edificio sobre la conciencia de Dios y [buscando] Su complacencia --o quien ha cimentado su edificio al borde de una ribera que se desmorona, socavada por el agua, y que [acabará por] desplomarse arrastrándole al fuego del infierno?
Pues Dios no otorga Su guía a gentes que [deliberadamente] hacen el mal: Sura 9: At-Tauba (El Arrepentimiento)
Existen en el Corán otras numerosas aleyas que enfatizan la importancia de buscar únicamente contentar a Dios:
(162) ¿Es acaso quien busca la complacencia de Dios igual que quien ha incurrido en la condena de Dios y cuya morada es el infierno? --¡que horrible destino! Sura 3: Al Imran (La Casa de Imrán)
(174) --y regresaron [de la batalla] con la bendición y el favor de Dios, sin haber sufrido daño alguno: porque habían buscado la complacencia de Dios --y Dios posee una generosidad ilimitada. Sura 3: Al Imran (La Casa de Imrán)
(114) NADA BUENO sale, por lo general, de los conciliábulos secretos --salvo aquellos convocados para promover la caridad, la conducta honorable, o la reconciliación entre la gente: y a quien así actúe buscando la complacencia de Dios, le daremos en su momento una magnífica recompensa. Sura 4: An-Nisa’ (Las Mujeres)
(15)... Os ha venido de Dios una luz y una clara escritura divina, (16) por medio de la cual muestra Dios a aquellos que buscan Su complacencia los caminos que conducen a la salvación y, por Su gracia, les saca de las tinieblas a la luz y les guía a un camino recto. Sura 5: Al-Ma’ida (El Ágape)
(72) Dios ha prometido a los creyentes y a las creyentes jardines por los que corren arroyos, en los que permanecerán, y hermosas viviendas en jardines de felicidad perpetua: pero la complacencia de Dios es la mayor [felicidad de todas] --pues este es, precisamente, el triunfo supremo. Sura 9: At-Tauba (El Arrepentimiento)
(22) y los que son pacientes en la adversidad por anhelo de la faz de su Sustentador, y son constantes en la oración, y gastan en los demás, en secreto y públicamente, de lo que les proveemos como sustento, y [los que] repelen el mal con bien.
Estos son los que encontrarán su culminación en el más allá: Sura 13: Ar-Raad (El Trueno)
El propósito último de un creyente consiste en agradar a Dios y alcanzar el paraíso. Por tanto, cuando Dios se refiere a los creyentes dice: “(46) pues, en verdad, los purificamos por medio de un pensamiento puro: el recuerdo de la Otra Vida. Sura 38: (Sad)
De hecho, una característica esencial de un creyente es acordarse del Más Allá.
La gracia y los favores que realmente le gustarían obtener a un creyente están en la Otra Vida. Comparadas con ella, las bendiciones de este mundo son limitadas per se. Con estas peculiaridades, este mundo en realidad supone un ejemplo incompleto del Más Allá. Ciertamente se ha creado como un recuerdo de la Otra Vida.
(14) ENGALANADO aparece a los hombres el amor por lo apetecible: las mujeres, los hijos, arcas colmadas de oro y plata, caballos de raza, ganados y tierras. En eso consiste el disfrute de esta vida --pero la más hermosa de las metas está junto a Dios. Sura 3: Al Imran (La Casa de Imrán)
(20) ¡SABED [Oh hombres] que esta vida es sólo juego y distracción, y un hermoso espectáculo, y [motivo para] vuestra jactanciosa rivalidad unos con otros, y [vuestro] afán por más riqueza e hijos!
Su parábola es la de la lluvia [vivificante]: la vegetación que hace crecer complace a los labradores; pero luego se marchita y la ves amarillear, y al final queda convertida en paja.
Pero [la realidad permanente de la condición humana se hará patente] en la Otra Vida: [ya sea] el castigo severo, o el perdón de Dios y Su complacencia: pues esta vida no es más que el disfrute pasajero de un engaño. Sura 57: Al-Hadid (El Hierro)
Un creyente se beneficia de los bienes y favores de esta vida pero, mientras lo hace, recuerda a Dios y al Más Allá y nunca olvida su verdadero propósito. Dios advierte a los creyentes del atractivo que tienen las cosas de este mundo:
(24) Di: "Si vuestros padres, vuestros hijos, vuestros hermanos, vuestras esposas, vuestro clan, los bienes que habéis adquirido, los negocios por cuyas pérdidas teméis y las viviendas en las que os complacéis --[si todo eso] os es más querido que Dios, Su Enviado y la lucha por Su causa, entonces esperad a que Dios haga manifiesta Su voluntad; y [sabed que] Dios no guía a la gente perversa." Sura 9: At-Tauba (El Arrepentimiento)
En el sura “La congregación” (Al-Yumuaa), Dios nos informa sobre la actitud que deben evitar los creyentes:
(11) Sin embargo, [ocurre que] cuando la gente ve [ocasión de obtener] una ganancia o una distracción, se precipitan hacia ella y te dejan plantado [predicando].
Di: "¡Lo que hay junto a Dios es mucho mejor que cualquier distracción y que cualquier ganancia! ¡Y Dios es el mejor de los proveedores!" Sura 62: Al-Yumuaa (La Congregación)