En el Corán se da cuenta detallada de los incrédulos que están desprovistos de raciocinio. Dios explica que su característica más destacada es el estado de “inconsciencia” en que se encuentran. Algunas de las aleyas que lo narran son:
(179) Y ciertamente hemos destinado al infierno a muchos seres invisibles y hombres que tienen corazones con los que no comprenden la verdad, ojos con los que no ven y oídos con los que no oyen. Son como el ganado --¡que va! son aún menos conscientes del camino recto: ¡ellos, precisamente, son los [realmente] inconscientes! Sura 7: Al-Aaraf (La Facultad del Discernimiento)
(108) Esos a quienes Dios ha sellado sus corazones, su oído y su vista --¡esos, precisamente, son los negligentes! Sura 16: An-Nahl (La Abeja)
En vez de reconocer el error de su comportamiento, el individuo que no presta atención a los deseos de Dios hace un esfuerzo supremo para ignorar sus faltas o para encubrirlas. Esta resuelta oposición e insistencia por seguir sus vanos deseos y por tanto no estar alerta hacia ellos con el fin de evitar que le desvíen de lo que Dios le ha enviado en la vida es, de hecho, un vano intento de poner de manifiesto su supuesta inocencia. Inventar excusas para justificar los errores no es un modo de librarse de la culpa, como evidencia la siguiente aleya: “(14) es más, el hombre dará testimonio contra sí mismo, (15) aunque se cubra de excusas”. Sura 75: Al-Qiyama (La Resurrección)
Las excusas son sólo inútiles intentos por ocultar las decisiones que se toman o las acciones que se llevan a cabo bajo la influencia de los deseos y pasiones. El Corán se refiere específicamente a algunos de estos pretextos:
(11) Sin embargo, [ocurre que] cuando la gente ve [ocasión de obtener] una ganancia o una distracción, se precipitan hacia ella y te dejan plantado [predicando].
Di: "¡Lo que hay junto a Dios es mucho mejor que cualquier distracción y que cualquier ganancia! ¡Y Dios es el mejor de los proveedores!" Sura 62: Al-Yumuaa (La Congregación)
En vez de sugerir pretextos, lo que liberaría al hombre del despreocupado estado en que se encuentra sería intentar lograr una mayor comprensión de sus faltas. En caso contrario, el persistir en esta actitud le desviará del camino correcto. Dios relata en el Corán la despreocupación de la gente y lo que lo lamentarán en el Más Allá:
(1) SE ACERCA a los hombres su ajuste de cuentas: pero ellos siguen obstinadamente despreocupados [de su llegada]. Sura 21: Al-Anbiya’ (Los Profetas)
(97) mientras se avecina [el cumplimiento de] la promesa verdadera [de la resurrección].
Y entonces, ¡he aquí! que los ojos de los que [en vida] estaban empeñados en negar la verdad se quedarán fijos de horror, [y éstos exclamarán:] "¡Ay de nosotros, qué nos desentendimos por completo de esta [promesa de la resurrección]! --¡más aún, estábamos [empeñados en] hacer el mal!" Sura 21: Al-Anbiya’ (Los Profetas)
(28) Y mantente con paciencia al lado de aquellos que invocan a su Sustentador mañana y tarde, buscando Su faz, y no permitas que tus ojos pasen sobre ellos en busca de las galas de este mundo; y no prestes atención a aquel cuyo corazón hemos hecho negligente de Nuestro recuerdo porque ha seguido siempre sus deseos [únicamente], abandonando todo cuanto es bueno y verdadero. Sura 18: Al-kahf (La Cueva)
Al contrario del indiferente estado de ánimo que caracteriza a los incrédulos, los creyentes muestran una total alerta, percepción y atención hacia el mundo exterior y las cosas que ocurren a su alrededor.
Se debería concentrar la atención en el hecho de que Dios todo lo abarca, que es consciente de todo lo que ocurre y de que nos pedirá cuentas en el Más Allá. Un creyente que logra centrar su atención en cada aspecto de la vida es totalmente consciente y está alerta ante cualquier incidente. Puesto que Dios todo lo abarca y porque todo ocurre por Su decreto, nada sucede por casualidad o sin propósito alguno. Todo lo que pasa, cada acontecimiento, conlleva un mensaje interno y un significado. Al centrar toda su atención, el hombre puede comprender el significado y sabiduría de dichos sucesos y aprehender el significado oculto de los mismos. Por el contrario, los incrédulos no prestan atención al mundo exterior. Al no ser conscientes del hecho de que todo lo que sucede en la tierra tiene un propósito, muestran indiferencia por lo que ocurre a su alrededor y permanecen insensibles al mundo que les rodea. Sólo les mueve su propio interés; es por ello que únicamente les interesan ciertos aspectos particulares de lo que acontece. En tal estado de ánimo, alcanzan a captar las verdades de manera superficial y, por lo común, llegan a conclusiones erróneas.
La atención cuenta con varias facetas. Entre los signos que evidencian una actitud juiciosa destacan el aprender de lo que acontece, contarse entre las personas de entendimiento que prestan atención, percibir las pruebas claras que nos rodean y actuar de una cierta manera teniendo en cuenta todos los inconvenientes. Un creyente debe ser extremadamente cuidadoso y estar atento. El cansancio, la indiferencia o la estupidez son las características típicas de los incrédulos, no de los creyentes. Estos últimos son extremadamente cuidadosos, están atentos y alerta y también animan a otros creyentes con su entusiasmo.