El Corán nos informa de que el alma cuenta con dos facetas: una que inspira el mal y las acciones pecaminosas, y otra que protege de las inculcaciones de la maldad. Esta último, la conciencia, guía al hombre hacia la rectitud, como explica el Corán. La conciencia tiene origen en el espíritu que Dios insufla en el hombre.
El sura “La postración” (As-Sachda) nos lo relata:
(7) que hace perfecto todo lo que crea. Y así, inicia la creación del hombre de la arcilla; (8) luego hace que sea engendrado de la esencia de un líquido despreciable; (9) y luego lo forma con arreglo a su función, e insufla en él algo de Su espíritu: Sura 32: As-Sachda (La Postración)
Todos los buenos atributos del hombre tienen origen en este alma que Dios insufla en él. Si no la oculta, puede que muestre algunos de los mejores atributos de Dios.
La conciencia del hombre es conforme a los mandatos de Dios. Dos aleyas del sura “Los bizantinos” (Ar-Rum) son bastante aclaratorias:
(29) Pero no --los que están empeñados en hacer el mal siguen únicamente sus deseos, sin tener conocimiento alguno [de la verdad]. Y, ¿quién puede guiar a los que Dios ha dejado que se extravíen, y que no tienen [por tanto] quien les auxilie?
(30) ASÍ PUES, dirige tu rostro con firmeza hacia la fe [verdadera y perenne], apartándote de todo lo falso, conforme a la disposición natural que Dios ha infundido al hombre: [pues,] no permitir que ningún cambio corrompa lo que Dios ha creado así --tal es [el propósito de] la fe verdadera y perenne; pero la mayoría de la gente no lo sabe. Sura 30: Ar-Rum (Los Bizantinos)
Según estas aleyas, los incrédulos se extravían al seguir sus propios deseos. Por otra parte, lo que los creyentes deben hacer es seguir la religión. Dios se comunica con el hombre a través de la revelación. Esta religión ofrece un estilo de vida que se adapta mejor a la naturaleza del hombre y a su conciencia, es decir, al espíritu que Dios le ha insuflado.