Quienes creyeron y obraron biena nadie pedimos sino según sus posibilidades-. ésos morarán en el Jardín eternamente. (Corán, 7:42)
Algunas personas consideran que la muerte es el final de todo. Pero la verdad es que la muerte es una transición de la vida de este mundo a la vida del más allá. Es como una puerta hacia un nuevo tipo de vida.
Al otro lado de dicha puerta, es decir, en la vida del más allá, el conseguir el Jardín o el Fuego depende de nuestra creencia pura en la unicidad de Dios y de la aceptación o no por Su parte de nuestras acciones y comportamientos en este mundo.
La muerte es sólo el fin de un cierto período de tiempo. Es similar al toque de campana que señala el fin de un examen. Este período es distinto para cada uno de nosotros. Dios le ha concedido a cada ser humano un lapso de vida diferente. Algunos llegan a los treinta años, mientras que otros disfrutan de una vida de más de cien años. Así como Dios decide la fecha de nacimiento de cada persona, es decir, el comienzo de su tiempo de examen, Dios decide también cuándo se acaba su existencia. En otras palabras, solo Dios sabe a qué edad morirá cada ser humano.
La muerte, es decir, el fin del período de nuestra prueba en este mundo, es una fuente de felicidad y alegría para los creyentes. Es raro sentir lástima por alguien que ha superado un examen con éxito, ¿no? Por lo tanto no se debería sentir tristeza por alguien que muere, aunque se trate de un familiar cercano o alguien al que amamos. Una persona de fe reconoce que la muerte no es una separación permanente sino que simplemente finaliza su período de examen en este mundo. Sabe que en el Más Allá Dios reunirá a los creyentes que obedecieron Sus órdenes en este mundo y les recompensará con el Jardín. El que es consciente de esto, en lugar de sentir pena sentirá una gran felicidad.
Y debido a que Dios puede tomar nuestras almas en cualquier momento, debemos esforzarnos por ganarnos Su complacencia.
En resumen, la muerte no es un fin sino una puerta que nos conduce al Más Allá, donde la vida es eterna. En consecuencia, tenemos que prepararnos para ello. ¿Piensan que una persona que hace un examen quiere que éste dure para siempre? Claro que no. Sólo quiere responder todo correctamente e irse contento.
Del mismo modo, el ser humano debe esforzarse en este mundo por aprobar su examen, lograr la complacencia de Dios y amarlo, para así ganarse el Jardín.
Para eso contamos permanentemente con el amor y la protección de nuestro Señor, el Misericordiosísimo, como lo indica un versículo coránico:
Dios describe en muchos versículos del Corán la naturaleza temporal de este mundo, subrayando que la verdadera morada del ser humano está en el Más Allá. Cuando la muerte nos sorprende, dejamos de ser probados en este mundo y empezamos a vivir en el otro, donde la existencia es eterna pues el alma de cada persona es eterna. Entre las incontables bendiciones que creó Dios, se encuentra la de la vida en este mundo. Gracias a Sus favores y el actuar como El nos indica, podemos ganarnos Sus mayores premios. Y a ese efecto creó, como premio o castigo, el Jardín y el Fuego.
Dios nos informa cómo nos retribuirá en el Más Allá:
Dios es muy misericordioso con nosotros. A los buenos premiará generosamente, mientras que a los que se merezcan el castigo sólo les dará el equivalente a sus malas acciones. No será injusto con nadie. En cambio nosotros sí somos injustos con otros. En este mundo un pecador puede engañar o descarriar a las demás personas. Pero si no ha creído en Dios y Su unicidad, por cierto que Dios le castigará en la otra vida. Al musulmán Dios puede castigarle o perdonarle. El es quien retribuye como corresponde porque todo lo ve y todo lo sabe.
Después de la muerte los seres humanos pasaremos nuestras vidas en uno u otro de dos sitios diferentes: El Jardín o el Fuego. Una vez más, es el Corán el que nos proporciona información puntual sobre estos lugares.
Puede ser que ustedes hayan estado en lugares con bellos paisajes o bien hayan visto escenarios impresionantes en las películas, lugares en los que les hubiese gustado permanecer siempre. Pero el Jardín es incomparablemente más hermoso que cualquiera de esos sitios o vistas. Y la comida de la que disfrutarán los creyentes es mucho más deliciosa que la comida de este mundo.
Dios, el Creador de todo lo primoroso en este mundo, nos informa que en el Jardín ha creado una belleza superior a todo lo conocido para los creyentes sinceros.
En la vida terrenal sufrimos muchas dificultades. Nos enfermamos, nos podemos romper los brazos o las piernas, sufrimos el calor, el frío o de dolor de estómago, se nos estropea la piel, etc. Observen las fotografías de sus padres cuando eran jóvenes y compárenlas con sus rostros ahora. Notarán la diferencia.
Es Dios quien ha hecho que los seres humanos suframos esa decadencia en este mundo. Pero en el otro mundo eso es inexistente. Si reflexionamos sobre las debilidades que nos aquejan aquí, apreciaremos mejor el valor del Jardín, pues allí desaparecen esas y otras dificultades. Piensen en todo lo que les desagrada en este mundo... Nada de ello encontrarán allá.
El Jardín está decorado con las bendiciones que más placer producen al ser humano. Lo mejor de lo que comemos y bebemos tiene su igual sin defectos en el Jardín. Allí nunca se siente frío o calor, no existen las enfermedades, nada produce preocupación, tristeza o envejecimiento. No se encontrará ni una sola persona mala porque ellas, que no han creído en Dios y Le negaron, permanecerán en el Fuego, el lugar que se merecen. En el Jardín se habla con amabilidad; no se maldice, nadie se enoja, grita o daña a otros. Todas las personas de bien que tengan una fe verdadera en la unicidad de Dios, actúen de la manera que le agrada a El y merecen el Jardín, estarán allí conviviendo como amigos para siempre.
Sabemos por el Corán que en el Jardín existen cosas magníficas: espléndidas mansiones, jardines umbríos y ríos que fluyen, para más gozo de sus moradores. Por eso, todo lo que describimos antes es insuficiente para graficar las bendiciones del Jardín. La belleza del Jardín supera cualquier cosa que imaginemos.
También nos informa Dios en el Corán que en el Jardín obtendremos más de lo que esperamos. Por voluntad de Dios, cualquier cosa que allí se desee se obtendrá en un instante. En un versículo nos dice Dios:
Algunos versículos coránicos revelan la belleza del Jardín:
Dios nos informa que la gente que merece el Jardín permanecerá allí eternamente:
El creyente, esencialmente, siente placer cuando logra la complacencia de Dios. Saber que eso es así y sentirlo, resulta el mayor goce que el ser humano puede tener en este mundo.
Quienes se rebelan contra Dios y se niegan a aceptar Su existencia, también serán recompensados en consecuencia. Se trata de gente arrogante que no cree que Él es el creador de todo y no realiza los actos de adoración que se espera de ellos. Por el contrario, inducen a lo malo en este mundo y debido a ello serán castigados en el Fuego.
Algunas personas cometen diversos crímenes. Si nadie les ve, quedan impunes. Pero no se dan cuenta que Dios les observa en todo momento y que El conoce incluso sus pensamientos íntimos.
Todos serán recompensados por las buenas o malas acciones que hayan realizado, abiertas o encubiertas. Dios, el más justo de los justos, nos da en el Corán la buena nueva de que incluso la más diminuta acción correcta será premiada generosamente. También nos informa que las personas serán premiadas si se arrepienten y Le piden perdón. Pero también advierte sobre la resultante de no creer en Él, no cumplir con los mandatos coránicos y pensar que no existe la vida después de la muerte.
El Fuego es la recompensa de aquéllos que se rebelan contra Dios. El Corán lo describe así:
A la gente del Fuego le espera un castigo doloroso que no se puede comparar con ningún dolor en este mundo. El Infierno es un lugar donde prima el miedo, la pena, la desesperación y la infelicidad. Las personas del Fuego suplicarán a Dios y Le pedirán que les saque de allí. Pero ya será demasiado tarde para sentirse apenado o compungido, como fue el caso, seguramente, del arrepentimiento de Faraón. Dios le concede al ser humano oportunidades hasta poco antes de morir. Pero el arrepentimiento no le servirá de nada si no es sincero y sólo está motivado por sentir la proximidad de la muerte.
Las personas del Fuego vivirán una vida infinitamente peor a la de los animales. El único alimento que tendrán será la fruta de la espina amarga y el árbol de Zaqqum. Su bebida será sangre y pus. Con la piel destrozada, la carne ardiendo y la sangre salpicando por todos lados, llevarán un pasar degradante. Con las manos atadas al cuello, serán arrojados a lo más profundo del fuego. Y esa situación y sufrimiento serán eternos.
Muchos creen que el Fuego es un lugar temporal y que una vez cumplido el castigo por sus malas acciones entrarán en el Jardín. Pero Dios nos dice en el Corán:
Lo que debe hacer el musulmán que es conciente de sus errores y malas acciones es arrepentirse, suplicar y buscar el perdón de Dios. Nuestro Señor nos informa en el Corán que perdonará cualquier mala acción siempre y cuando nos arrepintamos sinceramente. El versículo al respecto dice así:
Es importante que el ser humano sea conciente de sus errores y pida perdón a Dios para evitar en la otra vida un arrepentimiento permanente que no le servirá de nada. Sólo así se salvará del tormento insoportable del Fuego.