Dios, el Creador de todo lo que ustedes poseen y de lo que hay por todas partes, es el dueño del poder infinito. Nuestro Señor nos creó y nos ordena que Le obedezcamos y nos comportemos correctamente, como describe el Corán. Todo lo que nuestro Señor nos exige es que Le adoremos. Ayunar, rezar, ser agradecidos con Dios, ser pacientes y comprometernos en las buenas acciones, son algunos de los actos de adoración.
Pero la mayoría de las personas reniegan de ese tipo de cosas, a pesar de ser conscientes de las virtudes que encierran. Debido a la arrogancia pecaminosa, les resulta muy difícil ser obedientes a Dios. Hacen oídos sordos a las palabras de Dios porque se consideran muy importantes. Rechazan aceptar que Dios les creó y se atreven a rebelarse en su contra. A pesar de que saben que fue el Todopoderoso quien les ha dado el corazón, el oído, la salud, en resumen, todo lo que hay en la tierra, no se muestran agradecidos a Él por todos estos favores.
Pero estas personas sentirán una gran amargura. Ser ingratos y arrogantes les acarreará un transcurrir penoso en este mundo y un profundo pesar en la otra vida. La ingratitud (kufr) que ellos muestren en este mundo les asegurará el fuego del Infierno.
Todo el que no quiera lamentarse por ser uno de los que entrarán al Fuego, debe ser agradecido con Dios. Lo que El nos pide es que Le seamos agradecidos, que Le supliquemos y Le adoremos por todas las bendiciones que nos ha dado. Entonces, al ver en nuestro entorno las diversas bendiciones hermosas y perfectas -que por sí solas no habrían podido existir-, hemos de recordar a Dios y sentirnos agraciados. No debemos ser de los que pasan por alto las bendiciones que derrama sobre nosotros.
Dios también nos ordena en el Corán practicar otras formas de adoración. Algunas de ellas son: rezar cinco veces al día, ayunar durante el mes de Ramadán, pagar el zakat (impuesto sobre los bienes) y hacer el hayy (la peregrinación) a la Meca, de ser posible, al menos una vez en la vida.
Rezar cinco veces al día, estableciendo así la oración en nuestras vidas, familias y comunidades, normalmente nos ayuda a recordar nuestras debilidades como siervos de Dios. Es un acto de adoración que ha de ser cumplido en determinados momentos. Dios nos informa en el Corán que esta forma de adoración nos ayuda a apartarnos de las malas acciones, las cuales Le desagradan.
El ayuno es otra forma de adoración establecida en el Corán. Dios ordena que durante el mes de Ramadán no se come ni se bebe desde la salida a la puesta del sol. La abstención de comida y bebida durante un cierto periodo de tiempo nos permite desarrollar la paciencia.
Pagar el zakat, otra forma de adoración, consiste en dar una porción de nuestros bienes a los pobres, a los necesitados y a todo aquel que le corresponda recibirlo. Es muy importante cumplir con este acto porque elimina la pobreza y exhibe la autoentrega, conductas que complacen a Dios. Además, pagar el zakat mejora la cooperación entre las personas y desarrolla el espíritu humano.
Dios da gran importancia a la súplica: Di: “Mi Señor no se preocupa de vosotros si no fuese porque Le invocáis... (Corán, 25:77). Como sugiere este versículo, el valor de una persona ante Dios depende de su oración. Una persona que ora, pide todo lo que necesita sólo a Dios, el Dueño de todas las cosas.
Dios ha creado todo cuanto necesitamos, como bendiciones para nosotros. Tomen como ejemplo la comida, esencial para la vida humana. El ha creado las verduras, las frutas, los pollos, las vacas, etc., así como a sus padres y a todas las personas en su entorno. El Todopoderoso ha dotado a las personas con cuerpo, inteligencia, conocimiento, fuerza, salud y los favores de los que disfrutan.
Lo que comemos se lo debemos a El, al igual que la capacidad de ingerirlo. ¡Piensen en esto por un momento! ¿Podrían masticar sin los dientes? ¿Podrían digerir los alimentos sin sus estómagos? ¿Tendría alguna razón de ser ese alimento si careciésemos de sistema digestivo?
Es Dios Quien quiere que nos alimentemos y a Quien hemos de suplicar cuando queramos que algo ocurra o conseguir algo, porque es El Quien concede todas las bendiciones. Por consiguiente, debemos pedir todo a nuestro Señor.
Lo dicho lo entenderemos mejor con un ejemplo.
Al pulsar un interruptor para encender la luz, ¿se puede decir que ese dispositivo es el que crea la luz? Por supuesto que no. El interruptor es sólo un medio, como lo es el cable que conduce la electricidad. En este mundo es Dios Quien crea las causas para cada efecto. Creó el agua que en las presas mueve grandes turbinas para producir electricidad. Los cables conducen el fluido eléctrico y finalmente la lamparita transforma la electricidad en luz. Pero es Dios Quien crea la luz. Si El lo quisiese, podría crear la electricidad sin dichas causas. Pero Dios quiere que nosotros usemos nuestra inteligencia, que pensemos, y que reflexionemos en Su creación, de modo que lleguemos a la fe por convicción.
Cuando queremos agua abrimos el grifo. ¿Podemos decir que éste o la cañería son los que originan el agua? Al igual que en el caso del interruptor, el grifo y la cañería sólo son un medio, no la causa.
Hacer una lista de todos los motivos por los que debemos agradecer a Dios y suplicarle ocuparía millones de libros.
Ésta es la perspectiva que debemos adoptar, pues nos explica porqué necesitamos pedirle a Dios, es decir, nos aclara que Dios es el creador de todo.
En consecuencia, jamás deben ser influenciados por personas que no den importancia a los criterios vistos. La negativa a ejercitar la inteligencia y el rechazo hacia el pensamiento y la reflexión, conduce a graves errores. Dios nos informa del final que les espera a personas que proceden así.
Nuestro premio o castigo en la otra vida depende de cómo nos comportemos en este mundo y del esfuerzo que hagamos por acercarnos a El. En la otra vida todas las personas serán recompensadas por sus acciones.
Para poder suplicar es esencial reflexionar sobre el poder y grandeza de Dios, sentir un respeto reverencial por Él, solicitar lo que deseamos humildemente y en secreto. El Corán nos adoctrina al respecto:
La súplica no se limita a ciertas horas o lugares. Podemos pensar en El y pedirle en cualquier momento, como nos lo indica el Corán:
El Corán nos da ejemplos de cómo suplicaban los profetas y los creyentes:
(Dijo José) ¡Señor! Tú me has dado (en Egipto) el dominio y me has enseñado a interpretar sueños (historias). ¡Creador de los cielos y de la tierra! ¡Tú eres mi Amigo en la vida de acá y en la otra! ¡Haz que cuando muera lo haga sometido a Ti y me reúna con los justos!" (Corán, 12:101).
(Dijo Salomón) “… ¡Señor! ¡Permíteme que Te agradezca la gracia que nos has dispensado, a mí y a mis padres! ¡Haz que haga obras buenas que Te plazcan! ¡Haz que entre a formar parte, por Tu misericordia, de Tus siervos justos!" (Corán, 27:19).
Di: “¡Oh Dios, Dueño del dominio! Tú das el dominio a quien quieres y se lo retiras a quien quieres, exaltas a quien quieres y humillas a quien quieres. En Tu mano está el bien. Eres omnipotente. (Corán, 3:26).
Dijo (Moisés): "¡Señor! ¡Infúndeme ánimo (ábreme el pecho)! ¡Facilítame la tarea! ¡Desata un nudo de mi lengua! Así entenderán lo que yo diga. Dame a alguien de mi familia que me ayude: a Aarón mi hermano. ¡Aumenta con él mi fuerza y asóciale a mi tarea, para que Te glorifiquemos mucho y Te recordemos mucho! Tú nos ves bien" (Corán, 20:25-35).
que recuerdan a Dios de pie, sentados o echados, y meditan en la creación de los cielos y la tierra: "¡Señor! No has creado todo esto en vano. ¡Gloria a Ti! ¡Presérvanos del castigo del Fuego!".
¡Señor! Tú cubres de oprobio a quien introduces en el Fuego. Los impíos no tendrán quien les auxilie.
¡Señor! Hemos oído a uno que llamaba a la fe: “¡Creed en vuestro Señor!" y hemos creído. ¡Señor! ¡Perdónanos nuestros pecados! ¡Borra nuestras malas obras y recíbenos, cuando muramos, entre los justos!
¡Y danos, Señor, lo que nos has prometido por Tu mensajeros y no nos cubras de oprobio el Día de la Resurrección! Tú no faltas a Tu promesa.
Su Señor escuchó su plegaria: "No permitiré que se pierda obra (las obras buenas) de ninguno de vosotros, lo mismo si es varón que si es hembra, que habéis salido los unos de los otros..." (Corán, 3:191-195).