Uno de los serios errores que comete la gente es considerar que todo es consecuencia de otra cosa. Por ejemplo, como mencionamos en las páginas anteriores, se piensa que si una persona gasta sus bienes en el camino de Dios se quedará sin nada. Los que piensan así desconocen un secreto de la creación de Dios: El Señor aumenta Sus bendiciones tanto en este mundo como en el otro sobre quienes aportan a Su Causa. Lo más probable es que Dios haga percibir eso al ser humano como la relación causa-efecto. Por ejemplo, como ya dijimos, Dios facilita todo a quien gasta mucho de la riqueza que posee en Su Causa, a la vez que aumenta los beneficios que obtiene en su trabajo diario. O también alguien puede recurrir a la fuerza para enfrentar a una persona furiosa porque cree que las palabras amables no la calmarán. Sin embargo, para quien obedece a Dios la única solución es lo que revela El en el Corán.
Una de esas revelaciones es otra orden de Dios:
¡Creyentes! Cuando se os dice: “¡Haced sitio en las asambleas!”, hacedlo así para que Dios os haga también sitio (en el Paraíso). Y si se os dice: “¡Levantaos!”, hacedlo así para que Dios también eleve la categoría de aquéllos de vosotros que crean y reciban la Ciencia. Dios está bien informado de lo que hacéis. (Corán, 58:11) | ||
Dios ordena a los creyentes que obedezcan el pedido de hacer sitio en una reunión para los que se suman o para evitar el amontonamiento. Esto, que al cumplirse indica consideración y amabilidad hacia otros, también es un signo de obediencia. Dios reveló que proveerá sitio amplio a los creyentes y los elevará en categoría debido a su comportamiento. Dios tiene en sus manos la intención y el alma de cada persona. Si a El le agrada la forma en que actúa un individuo, puede darle el obsequio y la preciosidad que desee. Es por eso que los creyentes esperan todo sólo de Dios. Al hacer lugar en una reunión no buscan el agradecimiento de la gente sino el agrado de Dios por la paz que dará a sus corazones y por la elevación de categoría.